A estas alturas de mi vida, ya he tenido mi buena dosis de conciertos, vamos a decir, peculiares. He visto en directo a Leonardo Dantés, a King Africa y a Luixy Toledo. Siempre termino pasándomelo bastante bien. Y aún así, tenía mis dudas a la hora de ir a este eventazo, el MadCool del humor: un homenaje a Chiquito con 6 cómicos de altura y presentado por Pepe Carabias.

 

No tenía demasiadas ganas de ir… si en general me repelen los monólogos, no os digo ya los cuenta chistes. La comedia no es cosa mía. Incluso el grandísimo Chiquito, al que se rendía homenaje, pero pareció flojo cuando lo vi en persona. Y encima… estaba muerto de sueño. Pero mis compañeros de Campamento Krypton estaban a tope con la idea, así que al final accedí a ir… de lo cual me alegro. Mucho.

 

La experiencia ahí vivida me acompañará toda mi existencia. De hecho ya comienzo a tener flashbacks turbadores. No he vivido Vietnam, pero he visto a estos tipos en directo. Una atorrante mezcla de emoción, nervios, vergüenza ajena y homenaje que no había vivido desde que vi en el cine El despertar de la fuerza.

El diseño de cartel, que sin duda hizo algún familiar de los implicados, que «controla de photoshop», y con fotos de hace 20 años, era un perfecto anticipo de lo que ahí nos esperaba. Nos plantamos en Alcobendas poco antes de comenzar el espectáculo. Nuestro amigo Pepe Carabias hizo de maestro de ceremonias, con sus habituales bromas de bajito y recuerdos a su paso por TVE. Comenzaba nuestra peculiar versión del No te rías que es peor.

El primero en salir fue Kimbo, el esforzado intérprete de El Equipo AAGGH, ahora de actualidad por Palmeras en la nieve (dicen). Apareció bailando su propia “theme song”, un merengue sabrosón que debió arrasar en las salas de fiesta de los 80. Debe tener unos 65 años, pero ojalá bailara yo así ahora mismo. Después procedió a empalmar chistes genéricos de andaluces en los que decía que el protagonista fue Chiquito. Puede parecer cutre, pero… ¡fue el único que integró al homenajeado en su actuación! Pues eso. Que sabíamos que íbamos a escuchar chistes y chistes escuchamos.

 

Bigote Arrocet, humorista y personaje del universo Camposian, vino a continuación. ¡El plato fuerte en segundo lugar! Luego descubrimos que fue el primero en largarse. Bigote había compartido al menos el rodaje de dos películas con Chiquito: Aquí llega Condemor y la maravillosa Brácula. Aún así, Bigote no habló de su compañero ni contó ninguna anécdota. Se limitó a contar algunos de curas, y escenificar como baila la juventud ye-ye de hoy día. Muy pillo, guardó lo mejor para el final: una imitación de Raphael.

Año 2018. Raphael.

En fin: está claro que ofrecía un show para fans jubilados y fans de Pablo Motos, su público, aunque la media de edad era bastante más joven. Con todo, Bigote me pareció como un tipo con gracia y mucha energía, empeñado en hacer reír a cualquier precio, aunque fuera a través del histrionismo, hacer chorradas y subrayar cada chascarrillo con una risita. Los mismos recursos que un Ignatius, por hablar de alguien así moderno.

 

 

A continuación vino “la apuesta joven”, algo que casi siempre sale mal. En este caso era Tony Melero, hijo de Tony Antonio y renovador de la tradición familiar. Melero hacía un show más «moderno”, apostando por un monólogo cercano a lo que se puede ver en el dichoso Club de la Comedia. A pesar de su juventud, el tipo se quedó atascado en el año 2001, imitando a, atención, MANU TENORIO. ¿Quién recuerda cómo coño cantaba Manu Tenorio? Se complementó con otra de Bisbal (con rizos) y una de Bartolo, el personaje de José Mota. ¿No dice el código de los cómicos algo sobre usar personajes de otro humorista? No sé cómo va eso. Hizo un rap de Rajoy que no estuvo mal: me puedo imaginar sus maldiciones el día que anunció que dejaba la política. Y cantó, cantó mucho. Incluida una de Luis Fonsi, del cual reivindicó su carrera anterior a «Despacito». Con dos cojones. Creo que el chico, más que cómico, quiere ser cantante melódico.

 

 

Los trucos de magia de Montty el loco añadieron variedad al evento, logrando también que la suya fuera la peor actuación de la noche. Chistes malísimos (“María, llama al niño pa´dentro”) o de un machista que daban vergüenza y despiste generalizado sobre el escenario. El pobre hasta se olvidó de explicar en que consistían los trucos. El niño que salió a ayudarle, teóricamente su hijo, se notaba también algo avergonzado con todo el tema. Loco no sé, pero que al tipo se le piraba la pinza, desde luego. Nivel «el rap de Resines».

 

 

Félix el gato, sin embargo, fue una sorpresa más agradable, y el tiempo ha acentuado su pinta de secundario de Los Soprano. El bueno de Félix sigue siendo un cuentachistes de esos que encadena los chascarrillos con un comentario tipo “ay la playa… la playa”… Pero estaban bien elegidos y el tipo estaba inspirado (aunque fuera por comparación). No imita, no canta, no hace voces ni nada, pero como estuvo gracioso, no se echó en falta nada de eso. Si optara por monologuear no tendría difícil superar al 90% de los cutre cómicos hispanos. Lo sé: tampoco es tan difícil. Bien por Félix el gato y sus chistes de suegras y cuñaos en la playa.

 

 

Sin duda quedaba lo peor para el final. Tony Antonio nunca fue el humorista favorito de nadie, pero el tipo… Ahí estaba, supongo, haciendo revista con Sara Montiel. No esperábamos gran cosa, pero fue incluso peor. Para empezar… ¡repitió buena parte de la actuación de Bigote! No solo es que contara también chistes de cómo se bailaba antes… ¡es que además TAMBIÉN imitó a Raphael! ¡DOS IMITACIONES DE RAPHAEL EN LA MISMA NOCHE! Y no del anuncio de lotería precisamente.

 

Añadid bromas machistas, «de mariquitas» y derechonas para componer el cuadro de un humorista retirado que ni puede ni quiere rejuvenecer los chistes que tanto éxito le dieron allía por el mundial de Naranjito. Eso sí: no imitó a Jesús Gil ni rapeó sobre bacalao, con lo bien que se le daba.

 

 

Durante la gala, mis compañeros y yo vivimos momentos de franca incomodidad, en especial mi amigo Jota Lynott, que a veces no podía creer lo que estaba viendo. Yo mismo me revolvía nervioso en la butaca: no me sentía así desde que tenía 15 años y me daba vergüenza absolutamente todo lo que dijera mi padre. Pero no, no nos arrepentimos. Los cuatro antimonitores recordaremos la noche toda la vida, dentro del mismo rinconcito en el que recordamos las falsas alarmas de embarazo.

 

 

Como hemos dicho, los cómicos se despidieron todos a una, menos Bigote, que tenía otros compromisos (o no quería enfrentarse al público). También vimos como Félix el gato salía a toda pastilla del teatro; habría quedado con Jaimito Borromeo o algo. Tony expresó su mal estar por la floja entrada del auditorio, que estaba a la mitad de su aforo: así no iban a poder pagar «ni el pie de la estatua». El que solía levantar, imaginamos. Si semejante plantel de ases del humor no consigue llenar un teatro de 400 personas en Alcobendas, con un fin tan noble como homenajear a Chiquito, está claro que el viejo cuentachistes es una figura abocada a su desaparición. Aunque imiten a Raphael.

 

BONUS EXTRA:

 

Buscando información sobre Tony Antonio, llegué sin mucho esfuerzo a un lugar mágico y único: ¡SU CUENTA DE WALLAPOP! Si sois fans del humor español os interesa sobremanera: ahí podréis encontrar un montón de fetiches increíbles, comenzando por la espeluznante prótesis que Tony llevaba para parecerse (según él) a Jesús Gil. Por la foto diría que estaba más cerca del protagonista de Máscara o Caraculo, el de Predicador

 

Otros objetos maravillosos son la gorra de Kimbo de la mencionada Palmeras en la nieve y un fabuloso cuadro pintado por MANOLO  ROYO Totalmente genial: además de ser una cautivadora obra de arte, es también un divertido chiste que provocará una sonrisa cada vez que la veas. Todo un lujo al alcance de sólo un afortunado.

El lote se complementa con un router practicamente como nuevo y un cartucho de impresora, que siempre viene bien. Desde aquí lanzamos una idea: una megasubasta de Tony, con objetos míticos usados por grandes del humor para conseguir más fondos para esa estatua de Chiquito. ¿Una colilla de Eugenio? ¿El bastón de Marianico el corto? ¿La cuenta de twitter de Arévalo? Seguro que así conseguíamos crear esa estatua: si Mazinger tiene una y Cthulhu unas cuantas (de esas que provocan pesadillas), Chiquito merece la suya.

Gracias a Armabot por las fotos.

PD: hace unos años, Wally Week escribió este estupendo artículo sobre etos y otros grandes cómicos hispanos que debes volver a leer. De nada.