La programación veraniega es, para críticos y twiteros, lo mínimo que se despacha. Sin embargo, para los chavales que crecimos sin internet, era la caña de España: dibujos, series juveniles y programas de mierda inaceptables en cualquier otro momento. Hoy día tenemos canales de dibujos de 24h, los jóvenes ven sus series en streaming, y programas de mierda… ¡aún tenemos!

No son lo mismo, claro. Aquí nos gustaba muchísimo Ola, Ola (Hola chico, Hola chica), y disfrutamos a tope de aquel Campamento de verano con Mónica Pont y Lucía Etxeberría haciendo el ridículo… pero el rey de la caspa veraniega siempre será BELLEZAS AL AGUA. ¿Cómo no vas a amar algo una cosa que tiene semejante cabecera?

 

Cuando se habla de “Tetacinco”, aquella Telecinco primeriza repleta de chicas de chicas medio en cueros,  y más en verano, se obvia este espacio maravilloso. Y sin embargo, ahí lo tienen: un concurso veraniego para todos los públicos que tiene tetas YA EN LA SINTONÍA. Una en la cual parece que vamos a ver una peli de Pajares y Esteso en lugar de una competición entre naciones.

Y con una canción que recuerda poderosamente a la de El gran prix del verano, auténtica religión estival: esos silbidos, esas voces como de la tuna, esas rimas propias de un niño de 11 años. No se pierdan ni un segundo de esa maravillosa letra: “ah, mujeres, mujeres, tan distintas a las madres. Y nos hacen sudar, y debemos trabajar para que ellos suspiren un sí… pero ellas disfrutan así”. Si alguien inventara un vergüenzómetro, este explotaría en mil pedazos: ¡ITS OVER 9.000!

Pero, aparte de tías en bolas, ¿qué tenía que ofrecer Bellezas al agua? Lo hemos mencionado antes: un concurso chorra de países al más puro estilo Juegos sin fronteras. Dado que Telecinco tenía canales en varios países europeos, era relativamente fácil y barato para el grupo crear un contenido común para todos ellos, convenientemente localizado con presentadores de cada región. Por desgracia, Peter Gabriel no dedicó ninguna canción a este programa. Seguro que hubiera flipado.

Así, Italia, Alemania, Suiza, España y Francia enviaban representantes para hacer el imbécil en la tele: como Eurovisión, pero en una piscina. La más recordada era aquella en la que una pareja tenía que besarse bajo el agua el mayor tiempo posible. ¿Quién no lo ha intentado alguna vez? Ah, espera: yo, por ejemplo.

 

 

Todas las pruebas tenían lugar en la ya mencionada y gigantesca piscina, donde habían instalado el plató del programa: la cosa quedaba cutrona comparada con Juegos sin fronteras pero hey: era verano. Y en verano todo vale si es en una piscina. Así que por ahí había pruebas de correr en canoa, tirarse de toboganes o agarrarse de cuerdas para cruzar sobre el agua. La más surrealista, la que trataba de acertar una canción mientras uno andaba sumergiéndose por ahí. Las hostias, en todo caso, brillaban por su ausencia, y la realización de Mario Bianchi carecía de la garra necesaria y hacía que las pruebas fueran difíciles de seguir. 

No recordamos en estos momentos si algún equipo español ganó sus programas, aunque creo que así era: se hicieron unos 30, así que por pura estadística, debimos de triunfar ante las hordas gabachas y teutonas. A destacar que la comarca de Cerdeña, a pesar de la opresión, acudió a defender los colores nacionales en varios de estos concursos telecinqueros. Supongo que era eso o ir al banco del parque a pipas y porros.

Los presentadores españoles también tenían telita. El primer año fue Paco Cecilio y Norma Duval, pareja que ya sonaba rancia en pleno 1990. Después fueron intercambiado por un assortment de esos jóvenes valores por las que apostaba T5. Comenzando por su chico de oro: Agustín Bravo, que descansaba de Telecupón en verano para hacer esto, y al que imaginamos percutiéndose a la mitad de las azafatas entre toma y toma. Luego fue sustituido, lógicamente por Andoni Ferreño, Por algún motivo, en el canal pensaban que se necesitaba muchísima gente para presentar esto,así que también andaba por ahí Kike Supermix, un zote que pasó de poner bacalao en la radio a presentar programas en prime time. Un galán, un caricato… y dos tías buenas, claro.

 

La parte femenina varió cada año: en su segunda edición tuvimos a Natalia Estrada, que se ve gustó bastante en Italia y se marchó allí a hacer su carrera. Inma Brunton era la siguiente, recalando aquí tras su papel en La quinta marcha. En su año final, llegó Loreto Valverde, mujer telecinquera por excelencia, que lo mismo te presentaba el VIP Noche que se hacía unos bailes con Jesús Gil. Fue en esa época dorada cuando grabó el disco Caramelo junto a su hermana Marta, el cual analizamos con el rigor que nos caracteriza en este artículo.

 

 

El póker de súperases se complementaba con otra suripanta, Vaitiare Bandera, que demostraba que no había que saber español para presentar un programa en aquella T5, siempre que el cuerpo acompañara, claro. Vaitiare aprovechó aquí los últimos coletazos de fama que le dio su relación con Julio Iglesias. Belén Esteban perfeccionaría el arte de retroalimentar la fama nacida por los kikis con algún famoso.

El resto del programa se completaba con actuaciones, algunas internacionales, para todos los canales asociados, pero la mayoría locales. Por ahí pasaron grupos como Locomia, Azuquita, El Puma, Tate Montoya, José Manuel Soto… auténtica vanguardia, como ven. El punto de humor lo aportaban dioses de la sonrisa como Félix el Gato o nuestro amigo Tony Antonio, que por la época imitaba a Colombo con la misma gracia y acierto que a Jesús Gil: ninguna.

 

El programa tuvo también una edición invernal, Bellezas a la nieve, con pruebas que sucedían en la pista de esquí. Que tuviera lugar en una estación fría y en una pista de patinaje sobre hielo no era óbice para que las chicas siguieran enseñando carne, apenas un poquito más. El plantel de presentadores era, si cabe, más espectacular, pues por ahí andaba Sabrina Salerno “la de los boys” y Mar Flores “la de los condes”.

Imaginamos que las Bellezas no lo petaron especialmente, teniendo un recorrido de varios años pero desapareciendo en 1993. Teniendo en cuenta que la TV siguió teniendo tías en bikini a troche y moche, y competiciones europeas a mansalva, es hasta normal que no llamara tanto la atención. Como hemos dicho, El gran prix acertó al azuzar las rivalidades entre pueblos y provincias, siendo un modelo ganador durante muchas más temporadas. Nos queda disfrutar de los programas que repite Mediaset Extra en Italia y rogar para que cuelguen alguno en Mitele o Telecinco. Y de paso, algún programilla de Desde Palma con amor y galas presentadas por Jordi LP. Que queden como advertencia para la humanidad.