He perdido la cuenta de la gente que me ha mandado enlaces a noticias sobre The Saved by the bell story, el telefilme sobre el rodaje de Salvados por la campana que estrenó el canal LifeTime. En su día comenté el libro en el que se basa, la biografía de Screech, compartiendo con vosotros algunas de las anécdotas y recuerdos que Dustin Diamond contaba en el libro. El estreno del telefilm generó bastante más ruido en internet y redes que la edición del mencionado libro: los mitoplastas de los 80 son más bien de poco leer.

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El susodicho telefilm ya se estrenó, aunque finalmente parece que no hay tanto interés en él. Quizá sea porque es un castaña pilonga. En realidad no se podía esperar otra cosa: el canal LifeTime se dedica a producir carroña de esta que emite Antena 3 los findes por las tardes, o mejor aún: de esa que ahora Telecinco vende como El valor de las mujeres. Dramones de mamas solteras, hijas díscolas, maltratos y semejantes. Y de vez en cuando, de vidas de famosos, normalmente con  alguna historia turbia.

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Quizá sea por miedo a molestar a los actores, creadores y ejecutivos que aparecen retratados en la película, pero todo queda de un blanco y un buenrrollista que asusta. Vale: el libro de Screech es basura sensacionalista, pero es que eso es lo que lo dotaba de algo de relevancia e interés. Para que nos cuenten que, básicamente, había algún chaval algo borde y que Diamond era marginado (ligeramente, añado), pues es algo que ya nos podemos imaginar. Las correrías sexuales de Kelly Kaposwky con los dos galanes, la promiscuidad de Slater y su denuncia por violación, las jugarretas y humillaciones al propio Screech, la droga que corría por el plató… prácticamente se obvia. No sea que alguien se moleste, o crea que sus ídolos de la infancia eran, básicamente… unos niños actores de Hollywood, con todo lo que ello conlleva. Aquí, lejos de ser adolescentes en pleno egotrip, son todos unos chavales bastante más comprensivos y menos egoistas de lo que nuestro amiguete contaba. Yo, como siempre, tiendo siempre a creer lo peor.

Si a esto le añadimos la esperada pobreza de medios de una producción de este tipo, con apenas un par de platós y exteriores, el resultado es un telefilme cutre y ramplón que no hace justicia al material original, repleto de trapos sucios. Los que esperaban una especie de Hormigas Blancas en forma de largometraje se pueden ir despidiendo. Al final, es más un pequeño tributo a la serie que un documento revelador. Que bueno era Hormigas blancas, por cierto.

Lo que sí gustó más al grupo de gente con el que lo vi fue como se utilizaban los recursos de la serie dentro de la película: el parar el tiempo para apostillar cositas, el uso del borde rosado para indicar un sueño… no sólo son un guiño simpático, sino que cumplen una función en la narración. Además, el casting oscila entre lo apropiado y lo bueno: las cejas del sosias de Zach Morris son muy exageradas, pero el sosudicho Screech tiene un nivel de patetismo apropiado, y Slater es más o menos tan chuleta y asquerosete como cualquier fan podría imaginar.

Detallitos que no consiguen levantar el ramplón nivel de la película. Si sois fans de Salvados por la Campana  y algo morbosos, pero queríais ahorraros leer el libro, también os podéis ahorrar ver el telefilme, y simplemente, releer la reseña que hicimos en su día. Os vais a enterar de lo mismo. O seré yo, que soy un morboso de la hostia, que también puede ser.