“Una idea es un meteoro” Víctor Hugo, Guitarrista de los Rhapsody

Veleidades pequeñoburguesas

Juana Sánchez Ramírez vive en el barrio de Salamanca. Sus amigas la llaman Yoanni y va al mejor colegio de la zona. Utopía conservadora; insatisfacción espiritual: Su padre, concejal de Izquierdas Federadas en Torrelodones, la mantiene sin retribución alguna – todavía está en Cuarto de ESO – rodeada de muñecas Chabel, Polos Rafael Laurel y Tickets “vale por un bronceado solar; SOLARIUM SOTOGRANDE, enero 2007”. Nuestra protagonista empieza a ver vacías las fiestas gominola de la discoteca Tintín, los pijódromos de Pachá, y, sobre todo, las revistas Telpa que compra su mamá, visitante asidua de la pastelería Azcamo (un Donut de chocolate por 20 euros).

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Yoanni no soporta ya este hastío, este exceso de riquezas y parabienes. En otros tiempos habría oído a Beethoven para fenecer posteriormente por el Tifus; en la actualidad su respuesta es oír a Ismael Serrano y morir ametrallada por el ejército de – ponga aquí su potencia imperialista favorita –.

Como consecuencia, Yoanni ha empezado a leer a Thomsky. Acaba de descubrir gracias al insigne autor que ha financiado a Israel gracias al consumo de Coca-Cola. ¡No debo de oprimir al pueblo palestino! exclama para sus adentros, mientras empieza a sustituir sibilinamente las latas del frigorífico por absenta refrigerada. Está embotellada por el Vladi, un amigo de clase que está implicado en varios proyectos de ayuda al desarrollo.

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Lo conoció en un concierto de Panu Chao hace medio año. El reivindicativo autor actuaba a favor de los indios de PlayMobil, en extinción gracias al asalto reciente de los GI-JOE a su poblado.

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En este lugar, enfebrecido por la honestidad solidaria – y por la presencia de una mujer sin bigote; minoría en el género perroflauta –, Vladi le cogió de la mano y empezaron a hablar de revolución. No de la revolución de los chiqui-precios, tampoco de la consola de Nintendo; hablaron de la verdadera revolución: la que emancipará a los esclavos, proletarios y cajeras del DÍA. También disertaron sobre la maldad intrínseca de las grandes corporaciones: desde Feber a Grefusa. Todas tienen secretos que esconder, alianzas vergonzantes que acabarían con su prestigio y el de sus mascotas (especialmente con Grefusito). Por no hablar del McDonalds o Rodilla…

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A el último acudía con prestancia en tiempos pasados con sus amigas Yoli, Puri y Pochi. Gracias a Vladi descubrió que comía carne de res, que significa cosa en latín y está compuesto de restos no animales. Los conocimientos de Vladi no acaban aquí, y en el Café la Palmera le confesó grandes hechos ocultos en EEUU: Allí no vota todo el mundo, puesto que la mayoría son pobres y además los negros tienen prohibidos todos los derechos. De hecho, todos los que salen en la MTV son blancos maquillados de negros, y Michael Jackson es el único que ha decidido dar un paso adelante.

Desde luego, Vladi sabe de lo que habla: Tiene una criada de color en su hogar situado en el barrio de Hortaleza. Piso de soltero, ha convertido éste en un laboratorio antiglobalización. La criada, claro está, no cobra y el ínclito perroflautil le ofrece alojamiento y comida. Ella a cambio lo protege con conjuros antidiluvianos, aportando un poco de mestizaje con unas gotas de salsa zumbona. Aunque afirma ser de Cuba, Vladi cree seriamente en que ha venido de las estrellas. Lo leyó en un libro de Aute.

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Papi ¿Por qué no das el 99% de tu sueldo a ayuda al desarrollo?

Esta fue la frase que dijo la señorita Sánchez Ramírez al diputado Alfredo Sánchez. Militante his (trioni) tórico, ha conseguido una relevancia en su distrito madrileño gracias a su elocuencia y voluntad. Algunos dicen que es un aprovechado, que no tiene interés ideológico y que prefiere el ladrillo a Marx. Para acallar esos rumores, Alfredo adquirió hace poco una completa biblioteca progresista. De color rojo, que queda fetén con la moqueta

Yoanni ha hojeado los libros alguna vez. El Capital se le hace un poco indigesto; más las reflexiones de Althusser. “Estos materialistas hablaban muy poco de los pobres” reflexiona en voz alta, mientras coge otra vez “Cada vez que compras una bolsa de conguitos blancos muere un albino en Namibia” de Ignacio Sáncheznet

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Hasta el momento, y por respeto a sus padres, Yoanni sólo se ha puesto medias rastafari. Sigue manteniendo sus jerséis Apichi, las blusitas Mr. Algodón y sobre todo los colgantes de Pous. Como avanzadilla para su cambio estético, Vladi le ha hablado de la religión de los rastas, mucho más democrática que la de las monjitas. Desde luego, las camisas con puntillas que llevan el cuarteto pochogirl (así llaman a Yoli, Puri y Pochi en la discoteca Tintín) son mucho menos molonas que una camiseta con “bujeros” de Marley. Esta última está hecha por jamaicanos del comercio justo según Vladi, aunque ella duda ya que encontró una etiqueta “Made in Taiwan” al ojearla en el rastro. Cabeceó rápidamente, y encontró la solución a este dilema: “Las contradicciones del capitalismo de las que hablaba Marx”

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La verdadera contradicción es que sus progresistas padres le impidan ponerse rastas. Papá Alfre está a favor: una hija concienciada aumentaría su reputación, y podría ser una medalla de cara al partido. Mamá es más mojigata. Hija de un militarote, Alfredo la conoció en un mitin de Fuerza Nueva (¡Tempus fugit!). El abuelo Tomás, camisa vieja, tenía por costumbre visitar tan entrañables merendolas, y en lo más recóndito de su armario Alfredo conserva una camisa azul.

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Planta un Naranjo en una maceta que llevaremos a Bolivia

Así se conoció la última actividad que desarrolló Izquierdas Federadas en Torrelodones. Para ello, Vladimiro Pérez Monzón y su grupo de ayuda en acción “Perroflautas sin fronteras” harán una yincana revolucionaria, e invitarán a todos los habitantes comprometidos de tan lujurioso villorrio a plantar un Naranjo. Todos ellos serán llevados a Bolivia, donde la ONG de Vladi considera que el clima andino se adaptará ferpectamente a los cítricos. Claro, no hay fábricas gracias a Evo.

Vladi sabe que este fervor revolucionario puede ser el momento propicio para proponérsele a Yoanni. Aunque leyó un libro llamado “Los humanos tenemos cinco sexos” de la autora guatemalteca Ollo Unk Dido – que establecía incluso prácticas sexuales a través de la oreja – Vladi sabe que sólo le gustan las mujeres. Más que a un tonto un lápiz o, ubicándonos en el contexto del relato, más que a un antiglobalización un poncho.

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Muy en el fondo, Vladi comprende que toda su vocación ideológica es una ficción. Sí, se metió con “Perroflautas sin fronteras” no después de leer a Toni Blanqui, sino más bien por la ausencia de flor en la que libar. Sus conocidos en el barrio de Salamanca lo veían desgarbado, feúcho, leyendo siempre «el Miércoles: La Revista que te Plagia los Martes» con risotadas un tanto escandalosas. La respuesta a este vacío social fue su colega Litro, conocido por su afición a lo dionisiaco en el sentido más exaltado del término. Litro y él fundaron la asociación con los socorridos dineros de Izquierdas Federadas, única rama materialista viva en la provincia de Torrelodones. El eslogan inicial de “Perroflautas” decía tal que así: “Cambiemos el mundo emporraos”. Vladi – más inteligente que Litro (Dumb and dumber) – vio lo impresentable del eslogan, y lo convirtió en “Alteremos el mundo a través de conciencias alternativas”

Litro aseveró acertadamente que el nuevo título parecía sacado de un disco de los creídos esos, los galaxias. No obstante, aceptó el cambio luego de obtener la nueva partida económica de Izquierdas Federadas: 500 euros para realizar experiencias de conciencia alternativa por toda la provincia.

Cacao, etnicistas, ke os den por el puto ano, eskroto sangriento en la tumba de Satán, Carlistoak Insurgenciogorri: Sólo 5 euros. Parte de la entrada se destinará a la financiación de los Naranjos en Bolivia, y entrarás en el sorteo de un Bongo.

Aprovechando la campaña de “Naranjos para y por Bolivia” Vladi organizó como fin de fiesta este concurrido y variado cartel. Era el momento para acercarse más a Yoanni, y formar – al fin – un binomio perrofláutico. La entrada fue memorable: miles de revolucionarios, de jóvenes exaltados, de alumnos expulsados por pegar al profesor de religión en la ESO, se agolparon en el recinto. Carlistoak Insurgenciogorri cantó a favor de la libertad de los pueblos con el tema “Zumalakarregui pisoak kraneak liberalogorri”, y el grupo religioso Eskroto sangriento en la Tumba de Satán reivindicó cultos más abiertos con el himno góspel “En la arena he dejado mi Ouija”. Pero sin duda el escenario vivió su apoteosis con el tema “Kiero follarme a la abuela de Jorge Verstrynge en un campanario con el pene postizo de Pedro J” cantado por los duros punkies de Ke os den por el puto ano acompañados al bongo por Etnicistas. Era un momento de comunión total; miles de almas unidas por el cultivo de Naranjos en Bolivia.

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Vladi esperaba impaciente a la entrada del recinto la llegada de Yoanni. Su musa “antigloba” le había prometido un vestuario más radical, más comprometido con el medio ambiente boliviano. El joven fantaseaba con las fotos de la revista Semilla, con Yoanni vestida a la sazón de una especie de conjuradora incaica, azteca o griega. Bueno estos últimos no tenían conjuradores, pero sonaba étnico igualmente en la esperanzada psique de Vladi.

Los segundos se convirtieron en minutos, los minutos en horas, y al tema final “No hay kolor ¡Pero sí priva!” dio carpetazo al evento. Las revistas más duras, los periódicos más comprometidos, Pepe Rei, el Tena buscaban a Vladi para que dijera unas palabras sobre tan morrocotudo éxito. Pero él, Vladi, no estaba, había desaparecido…

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Pocos sabían, ni siquiera Litro (cuyo estado etílico a base de Licor Strohl y trinaranjus de limón le había hecho perder el conocimiento), que el alma del evento se había encerrado en el furgón de la organización a llorar la pérdida de lo único que le interesaba.

El ocaso del perroflautismo

Vladi se cortó las rastas al día siguiente. Poco después aparecieron en el contenedor de basura cercano a su casa varias máscaras africanas, los socorridos negritos de madera y el cuadro de Shiva. Dejó caducar su suscripción a Le Monde Bolcheviqué y el Tmeo, tiró muchos de los libros hazlo tu mismo de guerrillero urbano (“Cómo hacer cócteles molotov con Cacaolat de Vainilla”,” Realiza un Bazooka real con el Super-Scope de la Super Nintendo y dos botes de Pringles”, etc.) y empezó a tener de diario referencia el What?.

Vladimiro había finalizado su etapa revolucionaria, y remodeló la casa con las ajustadas ofertas del Ikea. La criada “de color” pasó a habitar en otro sitio y su lugar de vigilia fue sustituido por un gato. Vladimiro siguió sin pagarla y ella, solidaria pero no tonta, abandonó el servicio. Las semanas posteriores el ex-iniciado en brujería sufrió problemas graves intestinales.

Las viejas instituciones de educación burguesa que tanto había criticado en los laboratorios le vieron volver. Así, nuestro ínclito experroflauta regresó tras tres años de ausencia a pisar la facultad de económicas San Pedro Tau. Sus compañeros ya se habían licenciado…más por el pago religioso que por sus méritos. Era el fin de una época, el inicio de una humillación y la llegada de varios años aburridos. Sacó – como todos – la carrera con altibajos. Eso sí, obtuvo una matrícula en la asignatura “Culturas indígenas: Métodos de falseamiento, mixtificación y bongos“ (libre elección), la cual le sirvió para subir su menguado currículo. Al fin leer la revista Aguilucho de peque le sirvió para algo. Conoció a varias chicas sí, pero ninguna le hacía olvidar la sonrisa nacarada de Yoanni. Y eso que cuando la conoció ya no se lavaba los dientes.

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No sirvieron de nada los SMS llenos de kas, las cartas dedicadas con ripios nerudescos rodeados de hojas de Marihuana…Ni siquiera un bootleg de Panu-Chao que le mandó por correo. Yoanni había desaparecido, ¿Para siempre?

Comentarios ultraliberales

¡Cuál sería la sorpresa d Vladimiro al encontrar al ínclito Alfredo Sánchez como colaborador en el diario de Internet Usura digital! Medio derechista, Sánchez había pasado de leer a Marx a comentar en sus sesudas columnas las teorías del liberalismo austriaco. Von Mises, Strauss…nombres que se entrecruzaban en sus columnas sin ton ni son, haciendo olvidar (¿O quizás no?) su antigua militancia falangista, marxista, maoísta y demás movimientos acabados en ista. Era el perfecto protagonista de una novela de Vizcaíno Casas. El rechazo ideológico de Vladimiro fue inmediato; no tanto el sentimental.

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¿Cómo podría contactar con él? ¿Cómo podría volver a Yoanni? Pasaron varias semanas de correos desesperados al gafotas que llevaba la web. No había respuesta. Se decidió, poco después, a renegar de sus ideas y venderse en una entrevista para dicho medio fantaseando que ello le abriría las puertas a contactar con Sánchez. Fue contra todo pronóstico empleado (y, como consecuencia, explotado). La mitad de aquel año la pasó escribiendo noticias sobre el ex presidente Encinar en la Universidad de Winsconsin.

El día 1 de noviembre, día de todos los santos, día lúgubre por Halloween, pero por otros motivos para Vladi (ese fue el día en que organizó el célebre concierto), Alfredo Sánchez apareció por la redacción de Usura digital. Vladimiro interrumpió la escritura de una noticia sobre el nuevo estatuto de Padania, e hizo ademán de incorporarse para saludar a Sánchez.

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El ahora columnista no lo reconoció de primeras, ¿Dónde estaba aquel piercing en el mentón? ¿Y el que tenía en el ojo izquierdo que le hacía parecer un Borg? La voz, la atiplada voz que Vladi jamás perdió hicieron que este desconocimiento se trocara en familiaridad. Charla banal, estupidez ideológica y la pregunta “¿Qué fue de Yoanni?”

Gabinete Panquebes

La pregunta fue respondida de un largo silencio. Los segundos hacían fantasear a Vladi con los más peregrinos paraderos: guerrillera con el subcomandante anarco, hechicera en Afganistán, columnista desdentada de El País, teclista de Meteosat convertida en intelectual, striper en un mitin de Izquierdas Federadas…

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Sánchez habló, y lo hizo de manera contundente acompañado de cierta sorna: ¿No la viste en el Congreso? Lleva ahora el gabinete del señor Panquebes.

Sí, Vladimiro la recordaba. Es cierto. Aquellas fotos que colgó en Usura Digital de la diputada Juana Sánchez le recordaban mucho a Yoanni. Él nunca supo el nombre de su quimera; la conocía sólo por el apodo. Sí, era cierto. ¿Cómo podía olvidar esa sonrisa? Embutida en un traje de chaqueta color azul, con rayos-uva hasta en las orejas, sólo esos dientes engatusadores lo sacaban del desprecio.

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Pero ¿Panquebes? ¿Ese fascista? Se había negado a escribir noticias sobre ese tipo. Esto le costó varios ascensos en el periódico, y una progresiva marginación que lo llevó a un lugar nimio en el organigrama de Usura Digital: Redactor de la sección Sudokus y ayudante en las noticias externas (ergo: reinterpretar – ¡Eironeia! – lo que sale de las Agencias.). Así pues, Vladimiro compartía bando ideológico y con ello tenía la posibilidad de volver a contactar con la diputada Juana Sánchez. Desafortunadamente, su pinta de pimpín – ¡Esa era la razón de las rastas! – le hacía difícil el acceso al templo de la Soberanía Nacional (Copyright Amando de Miguel 2006). Más aún con sus excelsos conocimientos parlamentarios, siendo para Vladimiro Castelar el inventor del las castañas asadas.

Quedaba, entonces, una opción. Sí, en efecto, visitar la redacción de la Cadena Clerical donde Juana colaboraba. Estaba en el programa de Diógenes Lescases, un antiguo maoísta convertido en radiopredicador. Consiguió una bula gracias al director de Usura, y al poco se encontró husmeando en el santa sanctórum del numerariado y el loyolismo. Entre la jungla de camisas de cuadros, camisillas interiores y pasminas, reconoció una mirada, un gesto y una sonrisa. Era ella.

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“Juana no está. Hoy tenía mucho trabajo con Panquebes”

Era la secretaria, la cual rompió por completo sus ilusiones en una falsa alucinación. Salió con andares dubitativos de la conserjería, no sin antes pasar por aquel sitio donde las ilusiones se truecan en utopías: el baño. Los quehaceres de Vladimiro no merecen la pena citarlos, puesto que por su carácter común son fácilmente reconocibles. Lavadas las manos, su trayecto se precipitó hacia la puerta, donde se encontró con alguien conocido.

Querrá el lector no creer en los encuentros fortuitos, pero lo cierto es que Juana Sánchez había abandonado justo a tiempo el despacho de Panquebes y se encontraba ya en el hogar de las agüitas doradas de la Cadena. Debemos concretar, ya que realmente no estaba en su lugar, sino más bien en el lugar de ellos, ya que el baño de señoras estaba averiado por atasco, aunque las malas lenguas decían que tenía que ver más bien con la desinfección de las venenosas micciones de algunas de las empleadas. Sánchez se percató de la ausencia de miradas – desde Escarlata Sanz ninguna mujer pisaba ese baño – y decidió tornar el pomo en el mismo momento que el enamorado.

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Épilogo Neocón con Tacón

El golpetazo fue de escándalo, y como consecuencia Juana y Vladimiro se encontraron por primera vez uno encima del otro. Por supuesto, no se reconocieron de primeras: Yoanni dio un golpetazo a ese chaval con aspecto de tonto, y que le había ensuciado el traje de chaqueta índigo, provocando además la caída de sus pendientes.

Estos últimos fueron recogidos del suelo, luego se colocó otra vez el challlllll y lo miró por primera vez de manera familiar. Vladimiro se encontraba anonadado: su exmusa perrofláutica se había convertido en una doncella de hierro, en una malvada neocon de bragas prietas, medias caqui y pasmina al cuello.

Estos primeros minutos de confusión finalizaron con la frase evidente: ¿Eres tú Vladi? ¿Sigues todavía con poncholandia? El diálogo posterior fue sumamente patético: Vladimiro largó toda su vida – anécdotas de nula gracia sobre el bar de la facultad incluidas – ante los monosílabos de una Juana aburrida que lo observaba de manera displicente. Acabadas las memorias de perroflautismo de Vladi, Yoanni le contestó de manera tácita: “Ahora no puedo atenderte, tengo que ir al congreso. Ya nos veremos dentro de unos meses”

Los taconazos de Yoli sonaron huecos en el suelo recién limpiado, y Vladi vio otra vez a su amor platónico (¡Y tacónico!) desaparecer.

Final lacandón

Ese mismo día Vladi dejó Usura Digital. Después de leer en Insurgenciarevolucionariasuperdeizquierdas.org las recientes acciones de los GI-JOE contra el subcomandante anarco decidió adquirir un billete hacia a México. De Acapulcosssss, y siguiendo los pasos indicados en el libro “Guerrilla for Dummies” (el único que conservó de la biblioteca perrofláutica), llegó al fin a la selva lacandona. Su recibimiento fue un poco brusco, siendo ametrallado en la pantorrilla derecha. Afortunadamente, comprendieron sus intenciones perrofláuticas poco después y aceptaron a curarle con orín la pierna gangrenada.

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Ahora Vladimiro, cojo, vive en una choza con cuatro mujeres indígenas, 92 hijos (sobre 100) y un fusil Kalasnikov. Subsiste comiendo gusanos, redistribuyendo la renta agraria de los indígenas (¡Cuántos matices tiene este verbo!), y gracias a los chorizos del club del gourmet que les trae Pázquez Tentalbán (Copyright Atleta Sexual 2007).

Por fin descubrió el origen de su amargura en sus años anteriores y la razón del nihilismo occidental: la imposibilidad de procrear.

(Vera, no me lo plagies)
(Dedicado a Atleta Sexual)