¿Se acuerdan que, en su día, había un rumor que emparejaba a los Backstreet Boys con las Spice Girls? Tenía su logica, claro: cinco chicas, cinco chicos, cantantes y, sobre todo, salían en las mismas revistas. Lo normal es que se liaran. Los dos grupos fueron las boy/girl bands más populares de su momento, y sus momentos de gloria siempre irán unidos en mi mente. Así que si ya había visto en directo a las Spice, ahora me tocaba acerarme a ver los Pakis Boys. Lo normal.

Tengo que reconocer que nunca fui un fan acérrimo de los BSB. Es difícil cuando el guapito del grupo, Nick Carter, se parece a tu hermano Miguel Ángel, al que en aquella época tenías en casa jugando al Shaq-Fu de Megadrive. Para colmo, ya no cuentan con el más alto, Kevin, con el que me identificaba por eso de ser alto, claro. A.J., el malote, sigue con sus mismas pintas pero más pelao, Brian tiene siguiendo cara de maniquí y Howie sigue siendo el marginado del grupo, con pinta de tener un doble hispano llamado Tomás al que te encuentras de vez en cuando en algún bar infecto de Torrejón moviendo un cubata de garrafón al ritmo del Borracho y Loco.

La popularidad en España de la banda es tal que ha inspirado un chiste de los de «Mama, Mama, en el colegio me llaman…», que es a lo máximo que puede aspirar cualquier figura del mundo pop. El chiste, por supuesto, está basado en su canción BackStreet’s Back, de la cual el 90% del personal no sabe que dice la letra después del «Everybody yeahh» (creo que dice «Gato Buddy, yeeah»). Disturbios en El corte inglés, portadas de la Super Pop repletas de tonterías, videoclips con robots… lo que todos soñamos con serr, ellos lo fueron.
En mi caso, conocí al grupo a través de la VIVA allá por los90. El canal alemán les dio muchísimo éxito, y fue el primer mercado donde triunfaron, como demuestra que su segundo single, Get Down, contaba con la colaboración del grupo germano Fun Factory y todo. Por cierto, la primera vez que vi el clip de este tema fue una tarde en la que me fui a unas Talazbrágoles (unas viejas jornadas de rol) donde conocía a mi amiga Cristina (muacks), que andaba cambiando cartas del juego de cartas de Star Trek La Nueva Generación. Y mientras pasaba el rato con los daditos, mentalmente aún tenía el estribillo en la cabeza and moving all around.
Ahora les dejo que asuman la enormidad de lo que acaban de leer.

Volvamos al concierto y al presente. Una vez más me acompañaba Richard Royuela de Rock Zone, pornófilo, popófilo y excelente persona. O más bien diría que era yo quien le acompañaba, pues todo fue iniciativa suya. La verdad es que cuesta encontrar amiguetes, especialmente masculinos, dispuestos a ver este tipo de eventos. Y estoy casi concencido que el único par de amiguetes varones y heteros fuimos nosotros, a juzgar por lo visto allí. No he visto tanta mujer junta ni en las pelis estas de Rocco uno contra todas, y de hecho, Richard estuvo a punto de menstruar de tanto estrógeno que llegamos a respirar: maniobrar por el recinto sin tocar una teta era tan difícil como pasarse el Do Don Pachi con una sola vida: misión imposible. Pero nosotros no íbamos a ligar, ni mucho menos a relaccionarnos con ser humano alguno, si podíamos evitarlo, cosa que conseguimos apareciendo en nuestros asientos mediante teletransporte. Lo nuestro era ver el concierto desde nuestra perspectiva profesional. Conentración al máximo.


Les voy dejando clara mi opinión: el concierto fue entretenido, pero algo decepcionante. El repertorio, en general, fue acertado, pero me fastidió que varios de sus clásicos quedaran comprimidos en un medley para dar cancha a demasiados temas de su último y bastante lamentable disco, rico en influencias negroides de segunda división B. Además obviaron los singles de Never Gone, su disco con algún tema más guitarreros que funcionarían fenomenalmente en directo, el de aquel clip que tanto molestó a los mitoplastas jebilongos. Pero claro, entonces habría que poner a un tío medio tocando la guitarra o algo así…

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Desde Ecuador, con mucho amor

Y es que eso fue lo primero que comentamos sorprendidos fue ¡no llevan banda! Y así era. No sólo es un punto negativo en lo que a espectáculo se refiere. Es que siempre crea dudas entre los más desconfiados. Si la música está grabada, ¿cómo sabemos si cantan de verdad? Y sino podemos saber que cantan de verdad, ¿cómo sabemos que Kira necesita un rostro y una cara para matar? No podemos fiarnos de nada ni de nadie. Con lo fácil que hubiera sido poner aunque sea un tío con una guitarra de no ya el Guitar Hero, sino el Guitar Freaks, el de Konami que sólo tenía 3 botones. Pues ni eso. Un DJ que a saber si hacía algo y poco más. Eso sí: garantizo que los Bastris Boys cantaban. Los fallos en más de una ocasión (sobre todo de Brian ) así lo delatan. Pero no me cebaré: todo el mundo tiene algún fallo en directo y en general a nivel vocal estuvieron bastante bien.

Como ya os podréis imaginar, mi decepción con el concierto se refiere a la falta de espectáculo, que es lo que uno busca en un concierto en una “arena”. Las fans más acérrimas se conformaban con poder estar a pocos metros del escroto de Nicolás Carteras, pero nosotros necesitábamos algo más. Unas bailarinas hacían lo posible por llenar un vacío escenario sin atrezzo de ningún tipo. El poco presupuesto se notaba en detalles como que los chicos tenían que cerrar las enormes puertas del recinto donde estaba el DJ. Esto es ya lo último. ¿No podía subir un roadie? Joer, es que hasta yo subiría a hacerlo para después volver a casa feliz y pensando “joder, soy más enrollado que los perroflautas del Hormiguero”.

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A buen hambre…

Unos cuantos cambios de vestuario (no, no se disfrazaron de verduras ni frutas, como la Milá) y unas zapatillas luminosas que destacaban en la oscuridad fueron las únicas concesiones a un show que no destacó por lo vistoso. Evidentemente los tipos no van a salir de ataúdes o arrancar cabezas de murciélago (que os veo venir) Las coreografías, todas bastante bien, claro, aunque se hace un poquitín raro ver a unos tipos ya de treinta y tantos bailando así, en muchas ocasiones los cuatro solo en el escenario (lo que yo haga en mi casa, ahí se queda). Quizá deberían hacer como Take That y reconducir un poco el espectáculo a otros terrenos más cabareteros.
Para rematar, los tipos estuvieron poco comunicativos con los espectadores, pudiendo pasar varias canciones sin dirigirse al respetable allí presente. Lo cual no es una obligación, claro está, pero que siempre se agradece si tanto “les encanta España”, como siempre dicen. ¿Cómo no les va a gustar, con lo bonito que es el Palacio de Vistalegre y su habitación del Palace? Aunque cantaron I’ll never break your heart, ese tema aquejado de Luismiguelanitis, en su macarrónico español, lo cual siempre se agradece. Que sí, que se agradece.
Además, la única pantalla que llevaban mostraba principalmente unos vídeos que bien podían ser salvapantallas del Windows 95: solo faltaba ese que paseabas por los pasillos del Wolfestein 3D. Eso sí, durante algunos cambios de vestuario, pusieron unos clips en los que los chicos se hacían protagonistas de algunas películas. Evidentemente y con el tono festivo no íbamos a poner a Howie en una escena de Mapa de los sonidos de Tokio o Ágora: nadie se merece semejante desprecio. Los títulos eran más populares. Al más puro estilo Lluvia de Estrellas, Nick Carter se convirtió en Neo-Geo de Matrix y A.J. se introducía en el sórdido mundo de El Club de la lucha. Howie, por su parte vacilaba a Vin Diesel en una recreación de A todo Gas, aunque ya me dirán que mérito tiene vacilar a un tipo que lleva tatuado el nombre de su personaje favorito de Dungeons & Dragons.

La elección de Brian ya me pareció bastante más rara, pues se hacía protagonista de… ¿El príncipe encantado? Si hombre, la peli esa donde un príncipe de cuento acaba en la Nueva York de hoy en día, con divertidos resultados copiados de un episodio cualquier de Primos Lejanos. Pero se agradece ver que se toman el asunto con cierto sentido del humor y riéndose algo de si mismos. Eso sí, en general daba la sensación de que el montaje estaba diseñado para arenas más pequeñas. A día de hoy deben arrastrar más gente en España que en otros países.
Todo esto pareció no importar demasiado a las fans, ni a la pareja de gays que teníamos delante (la única que vi yo). Y es que cuando se tienen temazos tan perfectos como As long as you love me, Larger than Life o mi favorito, I want it that way, uno disfruta del concierto sea como sea. Además, comenzando con ese pedazo de Backstreet’s Back (aka ebribadi) uno se mete al público en el bolsillo desde el principio. Y con el fragmentito de True de Spandau Ballet que metieron en una canción, a los novios. Como digo, estuvieron muy bien en lo que hicieron, aunque lo que hicieran me supo a poco. Y como se echa de menos a Max Martin y sus megaproducciones. Ahora el tipo está trabajando con Kate Perry y así suena Hot’n’Cold de maravilloso.

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¿Numa Numa?

Con todo, fue una noche de Halloween entretenida en la mejor compañía y disfrutando de uno de esos fenómenos fan que tanto me gustan. El ejército de ex-usuarias de aparatos en los dientes, casadas con el marido a cuestas y grupos de chicas solas porque los tíos son unos cabrones pasaron una tarde inolvidable. Aunque es evidente que estos grupos, pasados la pubertad, lo tienen muy, muy difícil para seguir con su carrera, al menos, a semejantes y meteóricas alturas. Como debe de ser. Tras mandar saludos a las chicas que allí conocimos y al lector que estaba en el bar tomándose unas bravas (!), me retiro a ensayar mis mejores caras de chico malote: ahora lo mejor es que imite a A.J, y su pelao.