Señoras y señores, hoy afrontamos un repaso a uno de los discos de humor tuno que más desapercibidos pasaron en los primeros noventa, época gloriosa en la que cualquier dúo de humoristas alcanzaba las 10.000 copias vendidas con alguna tonadilla sandunguera. El caso que hoy nos ocupa es el de Los Albañiles, a los que tal vez recuerden de aquellos años en torno al mítico 1992, con las televisiones privadas recién estrenadas y con una sensación creciente de cambio social, de nuevas costumbres y de nuevas situaciones cada día.

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Dicho conjunto estaba compuesto por cuatro paisanos que en sus playbacks ni siquiera se molestaban en usar instrumentos; en su lugar, utilizaban lo que se conoce por “Coreografía Zapato Veloz”, esto es, colocar unos micros en línea y mover los brazos al estilo chimpancé. Su principal hit fue “Me pica”, que sonó con relativa asiduidad en los Telecinco Dígame de la época. Ya saben, el “me pica, me pica mucho me pica, y cuanto más me arrasco más me pica”. Canción enmarcada en el larga duración “Objetivo tu hermana”. Como ven, el humor no es precisamente lo más sofisticado del mundo. No obstante, dentro de su estilo musical ramplón al servicio de la rima chusca, podemos encontrar algunas pequeñas gemas que conviene sacar del baúl de los recuerdos.


Lo que destaca sobre “Objetivo tu hermana” es que, frente a otros grupos especializados en este género tan español, no se limita a un único single potencial. De hecho, la canción más conocida del disco no es ni la más cómica ni la más pegadiza, como podrán ir comprobando a medida que vayan oyendo los temas. De hecho, en la revisión que he tenido que hacer del cd de marras eran mayoría las veces en las que saltaba esa canción en concreto. Sin embargo, de la preparación de este artículo han salido un par de canciones que me han sorprendido y que se quedan ya, para siempre, en mi subconsciente tararil. Espero que les ocurra lo mismo.

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Para empezar a comentar el disco es importante hacer una referencia a su presentación. La portada con el gorila enfadado va a juego con el título del disco y con la forma de cantar del grupo. Además, su interior es un pequeño tesoro, ya que contiene un “diccionario albañil”, con definiciones de una serie de palabras según el ingenioso combo, léase “Desafinar: verbo favorito de Los Albañiles”, “Productor: persona que conocimos el primer día y desapareció el tercero” y mi preferida “Sordera: gracias a esto nos ficharon”. No contentos con el diccionario, adjuntan una pequeña biografía del grupo que os resumo en esta frase “Es el peor grupo y lo más penoso es que sus novias lo saben”.
Ya que estamos en la presentación del grupo, éste estaba formado por Pedro Casas, locutor de radio, M. Piñeros (que según la biografía “se insinúa manager), Jesús Yanes (ex componente del grupo Ratones que además de productor es el que aporta la mayor parte de las potentes guitarras que pueblan el disco) y Santiago Urrialde, cómico querido por todos gracias a su Reportero Total del Cruzamos el Mississipi, elemento fundamental para el modelo de periodismo que se ve en este país desde aquello. Asimismo, recordamos que Urrialde formaba parte de Ceda el Paso, uno de los dúos cómicos que surgen en la época (recordar también a Farsantes Fingidos, con Juanjo Cucalón, presencia habitual en las series españolas de ahora, y que tuvieron otra incursión musical, “Mamá quiero ser pollera”), y que entroncan con la tradición española de finales de los setenta (Cal y Arenas, Lusson y Codeso, y otras parejas más populares). Cabe citar que gran parte de la repercusión del grupo venía porque la cara de Urrialde en aquel momento era medianamente popular, aunque no tanto como lo sería a mediados de los noventa.
Volviendo al disco, éste comienza con un track de 30 segundos en la que fingen una presentación del grupo en directo interrumpida por un técnico de sonido diciendo “mejor lo dejamos que no queda creíble”. Tras este comienzo arrasador (es un decir), Los Albañiles plantan las bases de su sonido con una versión de Los Pecos, la clásica “Acordes”.

Dicha revisión funciona porque la canción funciona con todos sus defectos, y lo cierto es que el toque guitarrero que le añaden mejora en algunos puntos la original, aunque bueno, las voces de los albañiles no afinan en ningún momento y esta es una canción para buenos cantantes. El caso es que de primeras ya pretenden epatar al oyente, y eso siempre tiene un valor.

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A continuación viene lo que yo considero clave para valorar el disco, una triada de canciones muy pegadizas y que fueron/podían haber sido singles.

“Me pica”

Como les decía, me parece una de las canciones más flojas del disco, pero es probable que sea la que mejor recuerden. De la letra hay poca cosa que contar, cuatro versos contados para justificar un estribillo pegadizo y “cachondo”, en un plan inhumanos que apesta. La tonada para mi gusto no tiene ninguna chispa, mezclando varios de los estilos más aborrecibles que existen en el pop/rock. El reggae que marca la primera mitad de la canción acaba con un coreo troglodita pensado seguramente para unos directos que no sé si alguna vez tuvieron lugar, y se ve reconvertido en una charanga ska que servía al grupo para ponerse a correr de un lado para otro en el escenario, dando voces. En fin, prueben a escuchar la canción dos veces seguidas y no me digan que no desearían matar al que inventó las trompetas de tecladillo de la parte final. No podemos dejar de citar una especie de versión apócrifa que hicieron Santa Justa Klan de esta canción, utilizando el título y el estribillo pero modificando la letra, con ripios en plan “aunque juego mucho a la play, no soy nada gay”. País.

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“Whitaker te vamos a poner”

En la tradición de los discos de rock tuno, canción absolutamente circunstancial que, con los años, te obliga a hacer memoria para saber qué demonios están contando. La historia que narra es graciosa por el absoluto nonsense que expone: Poli Díaz se lía con Marta Sánchez y eso le da fuerzas para enfrentarse a Whitaker. Como recordarán, el resultado del combate no fue para nada favorable a los intereses patrios, y condujo al otrora Potro de Vallecas a su correspondiente ciclo autodestructivo. Esto hace que la canción sea ahora más graciosa que entonces, si nos imaginamos la situación actual de los tres actores implicados. El estribillo es bastante pegadizo, lo cual es una constante en todo el disco: las estrofas son una mera justificación para tirar de estribillo molón y fácilmente coreable. Vamos, lo mismo que los Kaiser Chiefs, Frank Perea o Joaquín Sabina.

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“Ojalá que llueva JB en el campo”

Esta es mi preferida del disco y la canción que me empujó a escribir esto. Tiene mucho mérito que la canción no sea lo que cualquiera puede esperar: una versión cutre del pornógrafo Juan Luis Guerra (piensen en lo que puede significar “mojar mi nariz en tu pecera y hacer burbujas de amor”). Pues no, para nada. La canción tiene un sonido parecido al de Chimo Bayo o los primeros Fangoria , no toma del éxito de la bachata nada más que el título, y es bastante original dentro de su género. Además, ofrece uno de los mejores ripios de su breve carrera: “queremos vomitar, que salga nuestra bilis del más allá”. Especialmente brillantes los gritos de Urrialde en dicho estribillo, que posteriormente pudieron disfrutarse en su plenitud en La Isla de los Famosos, alguna de las numerosas veces en las que le dejaron emborracharse (lo que le generó alguna mordedura de serpiente).
La sexta canción es una chorradita denominada “Balada para un albañil” que consiste en los miembros del grupo imitando a unas ovejas, por lo de balar, claro. Hay que reseñar que estamos ya en el ecuador del disco, y si bien otros grupos “de cachondeo” a estas alturas rellenaban lo que quedaba para llegar a las 12 canciones con cualquier cosa, aquí todavía queda mandanga que contar. “Ya te vale” es una canción algo más elaborada, que me recuerda a los Pegamoides, y que reincide en la temática obrera-albañil. Viendo el tracklist da la impresión de que el grupo tenía muchas esperanzas en esta canción, ya que los dos últimos cortes del disco son dos mixes de esta canción (que obviaremos reseñar ya que no aportan mucho).

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“Melacomía”, siguiente corte, es una canción que se limita a imitar la música de Locomía, muy de moda aquel año, soltando chascarrillos (del mismo calibre que el del título) que en aquella época eran muy habituales sobre los cuatro mariposillas de los abanicos.

“Nos vamos al fútbol” es una canción absolutamente desechable en la que apenas hacen algo más que repetir el título y nombrar unos cuantos estadios que, de aquella, eran de primera división. “Minoxidil”, y estamos ya en el corte 10, es una versión apócrifa del Fight for your Right de los Beastie Boys en torno a la alopecia, extremadamente pobre en lo musical y en lo lírico. No obstante, la siguiente canción es más interesante, de título “No me gusta el rap».

Lo curioso de la canción es que musicalmente hablando recuerda más al primer disco de Björk que a cualquier tonadilla rapera. Claro que Los Albañiles no debieron caer en que podían estar creando un sonido, y en vez de aprovechar el rollo atmosférico de la canción, vuelven con su tónica de dar voces a lo troglodita. Para colmo, atentos a las rimas en spanglish:

“I like very much el ladrillo
I like hormigonera y abanico
You have la carretilla in the street
Andamio is for you”.

El final de la canción es un auténtico ataque a ultranza al hiphop, que por aquel entonces empezaba a ser conocido por el ciudadano medio (momento histórico que será tratado en posteriores entradas de este blog). De hecho dicen directamente “esto no es música, no tienes que preocuparte de armonías, sólo tienes que hablar, hablar por hablar”. Por supuesto que Los Albañiles no tuvieron en cuenta que su mala relación con el rap se debía, más que a defectos propios del género, a una evidente falta de talento por su parte.
En fin, aquí acaba el repaso a este disco del año 92, época en la que el rock-o-pop tuno dominaba las listas de ventas en España, con representantes como Refrescos, Inhumanos o No me pises. Los Albañiles aportaron su granito de arena, y contaban con varias de las condiciones necesarias para haber disfrutado de su disquito de oro. Pero amigos, ya saben que hay veces que las cosas no salen como uno espera.

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Hoy día es imposible encontrar referencias al grupo más allá de algún comentario en algún foro perdido o algún single del “Me pica” puesto en eBay. Santiago Urrialde es el único de los muchachos que siguió dando la cara (y con gran éxito en el programa de Pepe Navarro), Jesús Yanes siguió con su carrera de productor/músico llegando incluso a abrir el pasado Rock In Rio con su ópera rock «Help Me» (supuestamente un grito de la madre tierra, ahí es nada) y del resto no sabemos nada. Aunque de muchos de los miembros de otros grupos que sí tuvieron éxito tampoco, evidentemente.
Bueno amigos, es probable que tras este repaso seguramente hayan quedado exhaustos de Los Albañiles (yo al menos estaré dos semanas sin escucharles ni un acorde). Pero ustedes prueben, prueben a escuchar varias de sus canciones y probablemente alguna de ellas se les quede grabada.