boooork

Casa de los Lucas, 28-02-2007 19:00 p.m. Las consecuencias, de aquí a un par de años cuando triunfe el BluRay.
Es imperdonable tener un blog y no dar un breve apunte sobre un tema tan apasionante como el Bitter – La Cosa Roja, de ahora en adelante -, un compuesto químico parecido al proyecto de fin de carrera de Henry Jekyll, que sabe a rayos emulgentes. No es que quite la sed, es que quita las ganas de beber. Porque vamos a ver, si la lengua supuestamente distingue entre cuatro sabores, ¿por qué tenemos que elegir el más atroz de todos ellos para un refresco? ¿No se dan cuenta de que la lengua distingue el sabor amargo para poder alertarnos cuando algo repugnante se cuela en nuestra boca inadvertidamente? ¿No se dan cuenta de que todos escupíamos, asqueados, la pildorilla de sacarina cuando se le iba el dulce? ¿De que si lo amargo siempre se asocia a algo malo (amarga victoria, amarga despedida, amargo trance), no es por capricho?
La Cosa Roja nació como sustituto del alcohol, o bien como alternativa a la tónica, que como empezaba a ser aceptada por el ciudadano medio, se convertía en algo de chichinabo para el Original Profesional, al igual que cuando South Park dejó de ser un fenómeno exclusivo y todos sabíamos quién era Kenny y que la madre de Kyle era una puta, dejó de molar. El color de La Cosa Roja, mucho más peculiar y distintivo, lo marca a uno como “ese ser especial”, al que todos señalan con el índice tembloroso y rumorean que “bebe Bitter Kas” con el mismo tono que cuando se rumorea que el macarra de clase mató a su madre.
Sin embargo, carece de las ventajas de la también repulsiva tónica. Por lo pronto, mientras la tónica se puede mezclar con ginebra – el cóctel conocido como “resaca partecráneos”, que es en sí mismo todo un ejemplo del refrán “noches alegres, mañanas tristes” -, no se conoce valiente alguno que mezcle La Cosa Roja con alcohol. Y eso que vendría fenomenal rebajarla con algo de vodka. Puede que esto sea por su naturaleza sustitutiva del alcohol, como ya he comentado, o bien a que por muy exclusivo que nos haga quedar, tener que desglosar el contenido de tu copa a todo el que nos pregunta con el ceño fruncido a la vista del llamativo color. Algo parecido a cuando quieres molar mucho y tomas cosas con lima o ese chisme azul que sacó Rives.
Den uso a los comentarios, explíquenme, corríjanme, háganme saber sus anécdotas o inquietudes sobre La Cosa Roja. Defiéndanla o critíquenla, intenten convencerme de por qué un producto así continúa en el mercado, mientras que otras cosas menos repulsivas como la Frutopía, la Mirinda (menos en Canarias) o la revista Mala Impresión desaparecieron. Bueno, esta última sí que era chunga de cojones.