El pasado fin de semana fue especialmente rico en todo tipo de eventos, sobre todo en Madrid. Demasiados, incluso. Quizá por ello pasó desapercibido esta convención: la Furrnion, primera convención de la cultura furry en España. Y no puedo evitar pensar: «¡menos mal!», porque aunque la cosa me haga mucha gracia, me daría pena que esta gente fuera objeto de las risas del personal.

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De la cultura furry ya hablamos en aquel artículo dedicado a CSI. Imaginaos como me sentí cuando encontré esta publicidad en la tienda de cómics: ¡aquí también hay afición a esto de disfrazarse de animalito! Eso sí, como aquí somos muy nuestros, no dejábamos la oportunidad de dejar claro que hay sitio hasta para echarse la siesta. Como nos gusta «españolear», que diría Luis Lucena

Por lo visto, acudieron hasta 150 personas, algunas con su disfraz de alce, lobo o zorro, otros sin él, pero todos metidos en esta cultura totalmente underground. Y, claro: es algo que debe de pasar, pero muy de vez en cuando. Al menos eso es lo que nos dice este GENIAL youtuber Ruppy Fox.

He visto este vídeo unas 5 veces y estoy totalmente fascinado con él: como todos los Youtubers que me gustan, improvisa sus vídeos y sigue un tren de pensamiento totalmente causal. Lo que implica que hasta se le olvide el tema del que habla, como podréis comprobar, o se pierda con detalles triviales, fruto de la emoción que le embarga. 

Entre otras cosas, Druppy nos cuenta como la mayoría de la gente no puede comprender la atración por un colectivo compuesto por «personas que se disfrazan de animales, se dan abrazos, mimos, y la mayoría son homosexuales». Todo esto entre jadeos, ya que el traje no le permite respirar bien. Y de remate, nos enseña su consola nueva. 

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En su candidez, Ruppy es un excelente embajador para esta subcultura bizarra. Por supuesto, el capítulo CSI ponía esta afición como unos desviados, cuya vida consistía en acudir a orgías discotequeras en las que follar en su traje de animal. Por lo visto, y aunque pasa, aquello no es tampoco Sodoma y Gomorra y la cosa fue bastante tranquilita: puestos con merchandising y material para los trajes, discoteca y concurso de talentos, alguna charla y taller… y muchos abrazos y mimos, imagino. 

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Los tipos tuvieron el buen ojo de poner un precio de entrada de 9 euros. Y bien que hicieron: así se ahorraban la posible entrada de curiosos y graciosos como yo mismo. En realidad, y habiendo tenido que aguantar comentarios y risitas por jugar a rol durante muchos años, es fácil entender que quieran que su afición sea privada.

De hecho, los Furrys ahora afrontan su propio «asesinato del rol». El caso de un niño al que violaban unos tipos disfrazados de animales está teniendo bastante eco en los EEUU, donde como hemos visto, esta subcultura ya hacía torcer el gesto a más de uno. Un caso trágico que representa carnaza fácil para público y medios y que puede estigmatizarles durante mucho tiempo. Como hizo el capítulo de CSI. Como pasó con alguna película que demonizadaba el rol…

También, como el rol, supongo que parte del encanto es construirse una personalidad alternativa. O quizá sea su afición sea lo contrario al nudismo, y se sientan libres y más cómodos dentro de un traje que les protege. No tengo ni idea, pero si os digo que también quieren que les dejen tranquilos. Yo, con ver esos vídeos donde Ruppy Fox pasea feliz por la calle, me divierto, me río y me conformo.