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Saludos, amigo mío. A todos nos interesa el futuro, pues es allí donde usted y yo pasaremos el resto de nuestras vidas. Y recuerde, amigo mío, sucesos futuros como éste le afectarán a usted en el futuro. Y ahora, por primera vez, traemos hasta usted la historia completa de lo que sucedió aquel fatídico día. Hoy seguro que la mitad de las miserables almas que sobrevivieron a esta terrorífica situación se cambiaron de fandom y ahora van de santos, de mejores personas que nadie, negando toda participación. Es por eso, amigo mío, que no podemos mantener esto en secreto durante más tiempo. ¿Puede su corazón soportar la escalofriante verdad acerca de… el episodio furry de CSI?”

Soy venezolano. De vez en cuanto escribo sobre videojuegos y otras cosas para el blog de un amigo que vive en Argentina. No hago más que anotar mis impresiones (archivos .txt brevísimos, a menudo escritos tras solo un par de minutos de juego) y enviárselas por correo. Las entradas de mi autoría (o co-autoría) se encuentran aquí. Como verán intento escribir con un tono lo más moderado posible, siendo objetivo con las cosas viejas y valorándolas fijándome en si me gustaron, y no en su edad. Este proceder es totalmente incorrecto. A lo viejo hay que llamarlas putas mierdas infectas; a quienes gusten de ellas, subnormales; y a uno mismo, superior a todo ello. Es la ley de Internet, y la ley de Internet no me gusta. Prefiero, pues, continuar trabajando en ese lugar, donde nadie puede señalarme con el dedo porque no me dan ataques de ira homicida cada vez que alguien habla de La Década Maldita, el cine moderno de superhéroes o La Guerra de las Galaxias.

Pero eso cambió cuando Viru se puso este avatar en Twitter:

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Eso fue una revelación. Cuando vi eso, y el motivo por el cual lo había hecho, supe que debía entrar en acción cuanto antes. Debía escribir para Viruete.com. Debía arriesgarme a que se descubriera la clase de piltrafa humana que soy, un monstruo inmoral de esos que disfrutan el Cobra de ZX Spectrum, les causa desagrado la cara de Wallestein y no se cagan en la puta madre que parió a Edgar Wright. Porque quiero que todo Virucom conozca “Pelaje y desprecio”; el “episodio furry” de CSI, perteneciente a su cuarta temporada, y la mejor producción televisiva de la historia. Nunca hubo y nunca habrá nada que pueda comparársele. ¿Pero por qué?

¿Quién sabe qué maldad acecha en los corazones de los hombres disfrazados de Snoopy? CSI lo sabe…

¿Quién sabe qué maldad acecha en los corazones de los hombres disfrazados de Snoopy? CSI lo sabe…

 

Este es el único episodio que he visto de cualquiera de este tipo de series. Todo mi conocimiento de CSI previo a ver Pelaje y desprecio vino de los videojuegos oficiales para PC, que nos gustaron mucho a mi madre y a mí. Lo quería ver porque yo mismo soy un furry desde 2004 –mas no me disfrazo ni asisto a convenciones, ni falta que me hace-, y me llamaba la atención la incesante alharaca que se formó (y todavía se forma de vez en cuando) en torno a esta obra maestra.

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Los furries existen desde La Década Maldita, pero la prensa norteamericana no se enteró hasta La Otra Década Maldita, la que vino después. No sé cuándo se enteró el público en general, pero pienso que pudo ser en la década de los 2000 (que no sé si es maldita también), cuando los furries se convirtieron definitivamente en el hazmerreír de la humanidad (hasta los 2010, cuando los bronies tomaron su puesto). Entre los disfraces de animal y el ineludible lado pornográfico, retratar a los furries como la gente más perturbada de la Tierra era más fácil que salir suspendido en matemáticas. Se recuerda, por ejemplo, un artículo de Vanity Fair de marzo de 2001 titulado “Placeres del pelaje” (en vez de la carne, get it?). Poco después, ese mismo año, surgieron un documental de MTV llamado Plushies and Furries y un capítulo de Urgencias llamado “Miedo al compromiso”, en el que los furries, desgraciadamente, no eran los protagonistas.

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¿Y de qué forma reaccionaron nuestros amigos ante la repentina mala prensa? ¿De qué otra? Los furries podrán ser el fandom que menos aborrezco (no sé cómo lo lograron), pero siguen siendo un fandom, y como tal, su principal recurso de defensa contra aquellos que los ridiculizan o los ponen mal no es la razón, el debate o incluso el -inútil- “ignóralos” que le decían a uno en la escuela; es la lordpepez, el afán de sentirse ofendido e indignado por nada, de extraer opresión y persecución de donde no hay absolutamente nada para poder sentirse bien consigo mismos. Y eso fue exactamente lo que hicieron, chillando palabros tan absurdos como “fursecución”, el acto de perseguirles y ningunearles porque son furries. La diferencia fundamental, claro está, es que en esa época no había redes sociales.

Con Pelaje y desprecio, durante un brevísimo tiempo pareció que había la esperanza de quedar bien en un medio masivo. Según se dice, el guionista Jerry Stahl había basado todo su conocimiento sobre los furries en el mencionado documental de MTV –que es más o menos como basar todo el conocimiento propio sobre la tragedia del Titanic en la versión animada italiana- pero a última hora los encargados de la serie se ofrecieron a trabajar con un furry de verdad, un sujeto que firmaba como Dark Fox. Le dieron el guión y él lo devolvió repleto de correcciones. Algunas se aplicaron, pero la mayoría se las pasaron por el escroto como unos campeones al tiempo que se aguantaban las ganas de reírse en su cara, por iluso.

Fotografía real de Stahl.

Fotografía real de Stahl.

El episodio finalmente se estrenó el 30 de octubre de 2003 y para los furries se convirtió en algo así como “nuestro episodio otaku de La Rosa de Guadalupe”. Excepto para mí. Cuando finalmente lo vi en algún momento de 2009, quedé simplemente enamorado a primera vista. ¡Era maravilloso! ¿Cómo podía sentirme ofendido por un sujeto que simplemente hablaba sin saber de algo que yo sí? Mi reacción fue otra, la misma que me causa Josué Yrión, por ejemplo; mearme de las risas en todo momento –no literalmente-, tomármelo a broma; y sin caer en la otra reacción acostumbrada, la de no ofenderse pero en cambio soltar sandeces como “es una mierda de todos modos, pura basura, para idiotizar a las masas”. Con el presente escrito, espero poder demostrar por qué amo Pelaje y desprecio con toda mi alma y por qué lo considero el mejor capítulo televisivo de todos los tiempos. Así pues, y sin más demora, salgamos al encuentro de estos… animales bravidos.

La cosa comienza con una mujer que viene manejando sola de noche. De pronto su automóvil se tropieza con algo tirado en la carretera, haciéndola cambiarse al canal contrario y CHOCAR CONTRA UN CAMIÓN, MURIENDO INSTANTÁNEAMENTE. Desde aquí pido que Wally Week le haga una mención honorífica en Víctimas del Guión.

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Inmediatamente llegan él, Gil Grissom, y ella, Catherine Willows, los Investigadores de la Escena del Crimen (no sé exactamente cómo ni para qué, porque en ningún momento se dice que alguien haya llamado a la policía ni veo yo que haga falta averiguar cómo murió la mujer), y rápidamente descubren el rastro de un animal bípedo que deja huellas en el asfalto como si tuviera las patas cubiertas de harina. “¿Qué clase de animal es éste?” se pregunta Catherine. “Uno grande” responde Grissom. Finalmente se topan con la criatura: un muerto disfrazado de mapache. Los dos se quedan sin habla.

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Corren créditos iniciales.

A la mañana siguiente, Grissom y Catherine se hallan aún en la escena examinando el cadáver del hombre mapache, encontrando una bola de pelo azul en el hocico de su máscara. Un forense llega y, naturalmente, dice “Esto es… perturbador”. Le dicen que el mapache murió por el golpe, lo que lleva a una escena de “reconstrucción de los hechos” muy común en las series de CSI; a través de un filtro que parece sacado de un YouTube Poop, vemos cómo los investigadores se imaginan que ocurrió el crimen. En este caso, el mapache se para en la carretera justo enfrente de la mujer y ésta lo atropella sin más, con total naturalidad. Es lo que pasa cuando eres un furry y pides que te lleven, que no sabes si el chofer es un goon de Something Awful en su buena época o un oldfag de 4chan.

Aquí es necesario aclarar que, si bien he dicho que este es el mejor episodio televisivo de la historia, nunca he dicho que sea perfecto. Lo único que puedo reprocharle es que, demostrando una falta de visión que no caracteriza al resto de esta obra de arte, Stahl decidió que la vida secreta de unos freaks vestidos de animales no daba para un episodio completo y por eso intercaló una trama secundaria, donde otros dos personajes investigan el asesinato de un hombre en el congelador de una bodega. ¿A quién le interesa cómo murió un pobre zoquete en una bodega? ¡Yo vine por los esperpentos disfrazados! Hasta donde sé, un actor normalmente no ensaya todo el guión, solo las partes donde sale él, por lo que no puedo evitar preguntarme qué pensaron los demás participantes al ver el capítulo completo y enterarse de lo que pasaba a sus espaldas…

De este “argumento B” puedo destacar la parte en la que inyectan sangre dentro de un tanque congelado para demostrar cómo ésta se convierte en pelotillas –los Mythbusters deberían comprobar si es posible eso- y las múltiples referencias a la “hamburguesa de In-N-Out con doble doble carne estilo animal”.

Trivia inútil: la actriz a la izquierda se llama Jorja Fox, y a ninguno de los involucrados se le ocurrió bromear con eso. La vida es injusta.

Trivia inútil: la actriz a la izquierda se llama Jorja Fox, y a ninguno de los involucrados se le ocurrió bromear con eso. La vida es injusta.

De vuelta en el cuartel general, descubrimos más cosas interesantes sobre el mapache; su nombre era Robert Pitt, era alcohólico, tenía antecedentes por su alcoholismo, la bola de pelo azul en su hocico era sintética, murió perfectamente sobrio, su vómito tenía trazas de ipecacuana y aceite de civeta (éste un afrodisíaco, y aquél un ítem del Monkey Island 3) y, sobre todo, le pegaron un tiro por la espalda antes de que la mujer lo atropellara. Más tarde, Catherine y el capitán Jim Brass, un veterano de esos que dicen “en todos mis años nunca he visto nada igual” en historias como ésta, van a casa de Pitt, no sé a qué. Su dormitorio está adornado de mapaches de peluche. “Esto me aterra”, dice Brass. “Un hombre vive solo, no tiene parientes ni amistades, así que se forma su propia… familia peluda”, supone Catherine. Con dos ovarios, claro que sí. En un calendario en la pared ven que Pitt tenía planeado asistir a la “reunión en la PaFCon”, que se está llevando a cabo entre el 29 de octubre y el 1 de noviembre de 2003. El siguiente paso, por lo tanto, es ir allí.

Corte a comerciales.

El itinerario de la PaFCon. Nótese el título del sermón #3.

El itinerario de la PaFCon. Nótese el título del sermón #3.

Al regresar, nos encontramos en medio de la PaFCon, siglas de “Plushies and Furries Convention”. Vale aclarar que la peluchofilia existe, pero creo que normalmente no se la asocia con los furries; se comenzó a hacer a raíz de Vanity Fair y eso. En fin, convención furry –ficticia, eso sí-, y qué convención furry, hoygan. Gente acariciándose en público, desfiles de moda de disfraces –“fursuits”, como se les llaman-, sermones sobre el aspecto espiritual del asunto y muchachos con collares de cuero que no permiten que nadie toque sus perritos de peluche. Los fursuits en la realidad son como el cosplay; algunos son excelentes, y otros dan ganas de arrancarse los ojos a puñaladas. En el mundo de CSI, con ponerse una máscara de los chinos se va sobrado. Muchos de los que son a cuerpo completo hubieran quedado perfectos en una película de slashers. En el caso del discurso espiritual, el guión se confunde con los “otherkin”, quienes, si no me equivoco, son gente que cree tener el alma de un animal (o de una criatura fantástica o mitológica) injustamente atrapada en el cuerpo de un humano –así como grandes maestros en el arte de la lordpepez-. “Una forma humana no siempre viene con un espíritu humano. Nos reunimos aquí para aceptar nuestro animal interior”, dice un tipo disfrazado de tigre.

“En lo más profundo de nuestra alma, todos comemos Frosties de Kellogg’s, ¡grrrrrr-iquísimos!”

“En lo más profundo de nuestra alma, todos comemos Frosties de Kellogg’s, ¡grrrrrr-iquísimos!”

Y tú te burlabas de los anteojos de Clark Kent.

Y tú te burlabas de los anteojos de Clark Kent.

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“Te quiero yo, y tú a mí…”

Es bastante difícil rascarse la espalda con guantes de peluche puestos, eso estoy dispuesto a reconocerlo.

Es bastante difícil rascarse la espalda con guantes de peluche puestos, eso estoy dispuesto a reconocerlo.

“El hombre mata al hombre, el hombre vestido de simio no mata al hombre vestido de simio”

“El hombre mata al hombre, el hombre vestido de simio no mata al hombre vestido de simio”

Juro que no me acordaba de que hubiera alguien vestido de elefante hasta que me puse a sacar las capturas. El mundo es pequeño.

Juro que no me acordaba de que hubiera alguien vestido de elefante hasta que me puse a sacar las capturas. El mundo es pequeño.

A lo largo de todo el capítulo, Catherine se muere cada vez más de la vergüenza ajena y no tiene dudas en hacerle saber a sus colegas lo horrorizada y asqueada que se siente, pero Grissom está fascinado. Le parece lo más alucinante que ha visto, un montón de gente que no puede interactuar si no es vestida de animal, y se basa en cosas como los arquetipos jungianos, las creencias de los nativos norteamericanos y las enseñanzas de Freud para explicar por qué. De hecho, es él quien asiste al sermón espiritual, empeñado en descubrir exactamente qué es lo que motiva a estas personas a hacer lo que hacen. Esto, según se dice, fue de las pocas sugerencias de Dark Fox que se aplicaron al final, y en mi opinión es una de las pruebas contundentes de que, en el fondo, Pelaje y desprecio no es tan cruel con los furries como éstos se empeñan en creer.

“Para el hombre que ha visto el Robin Hood de Disney y El secreto de NIMH demasiadas veces, disfrazarse de animal en público es la opción más lógica.”

“Para el hombre que ha visto el Robin Hood de Disney y El secreto de NIMH demasiadas veces, disfrazarse de animal en público es la opción más lógica.”

“¡Maldita sea, Spock! ¡Estamos rodeados de lunáticos y usted se pone a hablar de lógica!”

“¡Maldita sea, Spock! ¡Estamos rodeados de lunáticos y usted se pone a hablar de lógica!”

En fin. Grissom y Catherine están aquí con una misión: encontrar a un fursuiter de color azul. Porque todavía no hemos llegado a la parte buena, pero YA se deduce que a Pitt le gustaba hacerle cosas raras con su hocico a otra gente. Encuentran a tres, pero una de ellas, disfrazada de gata (en bikini de piel de leopardo), se niega a quitarse la máscara. “Si quieren hablar conmigo, ésta es la yo con la que van a hablar.”

Se la llevan al cuartel enseguida, con disfraz y todo, para que la señalen y murmuren entre ellos. Por supuesto.

Ah, y resulta que es un hombre.

Pero no es cualquier hombre. Es el grandísimo Willie Garson, conocido por ser Stanford Blatch en “Sexo en Nueva York”. Esta fue la primera vez que lo vi, interpretando al abogado Bud Simmons, alias “Sexy Kitty”, y desde entonces soy ultra FNAS de él. Todavía no me atrevo a decirle por Twitter que considero éste el mejor papel de toda su carrera, porque no sé si se lo irá a tomar bien o mal. ¡Problemas del primer mundo en países del tercero!

Simmons niega haberle hecho daño a “Rocky Mapache”, e insiste en que sólo estaban practicando el “scritching”. Este palabro vendría a significar acariciar y rascar cariñosamente a un animal. En el doblaje mexicano, con el que estoy más familiarizado, lo tradujeron como “excruciar”, otro palabro, que más furries hispanos deberían estar utilizando en este momento.

Lo que sigue es digno de un titular sensacionalista de esos que llaman “clickbait”: Grissom y Catherine se ponen a revisar el fursuit de Simmons con rayos ultravioleta, y encuentran…

*Aplaude a rabiar* ¡Bravo! ¡Bravo!

¿Y esto cómo no lo nominaron siquiera a los Emmys? ¡Esto es magnífico! Esto es básicamente una parodia exagerada de los aspectos más superficiales posibles de lo furry, escrita desde la más hilarante ignorancia, tan ofensiva y repulsiva que acaba tornándose en la obra de un genio. ¿Por qué nadie ha invitado a Jerry Stahl o a Willie Garson a una Anthrocon? Yo rompería mi voto de no ir a una convención en mi vida si asistiera alguno de ellos dos. Nadie, furry o no, debería dejar de tener la oportunidad de estrecharles la mano y agradecerles por todo.

El interrogatorio a Simmons continúa luego de más ñoñeces sobre el congelador. Previamente, se había descubierto que la espalda de su disfraz estaba recubierta de ipecacuana y aceite de civeta (¿se acuerdan de aquello?) y ahora le echan en cara que hallaron semen de Rocky en su traje. Simmons admite lo siguiente:

Comenzamos excruciándonos. Luego acabamos todos en una pila de pelo, y… más pronto que tarde estábamos todos yiffeando. […] En una pila de pelo, cuando todos los animales se empiezan a frotar, y retorcerse, algunos empiezan a hacer cosas.”

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No puedo decirles lo mucho que lamento que estas imágenes se vean tan borrosas. La segunda debería ser de un sujeto dando empujones pélvicos.

*Aplaude aún más rabiosamente* ¡CLARO QUE SÍ! ¡CLARO QUE SÍ! ¡CLARO QUE SÍ!

Desde luego, el haber pronunciado la palabra “yiff” (que viene a significar “sexo”) en televisión norteamericana es ya una hazaña digna de Hércules; pero he aquí que es incluso posible superarla. En el doblaje español no sé qué harán hecho, pero en el mexicano… ¡directamente no lo tradujeron! Lo llamaron “yiffear”, así mismo, con un par de HUEVOS de adamantium y con mayúsculas. Y en este doblaje participaron actores con cierto renombre dentro del doblaje hispanoamericano; gente como Humberto Solórzano, Laura Torres y Carlos del Campo, gente a la que le pagaron para que dijera “yiffear” sin preguntarse qué diablos quería decir eso ni a quién se le había ocurrido. Aunque nunca pronuncia este hermoso palabro que debería figurar en todos los diccionarios de habla hispana del mundo, por ahí estuvo también José Antonio Macías, un vegano y activista de PETA que odia a la especie humana con todas sus fuerzas. Salvo porque vive en México y no en Las Vegas, lo tendrían que haber llamado para que saliera de extra en la PaFCon.

Grissom y Catherine llegan a la fiesta privada de la PaFCon, donde se lleva a cabo la pila de pelo (término que, por cierto, honestamente nunca he visto a nadie utilizar fuera de Pelaje y desprecio), con una orden de allanamiento. Furfaggotry is a disease, meet the cure! Y ahora sí, el momento que todos estábamos esperando:

“Mis vecinos de abajo se visten de animales, seguro que venden drogas”

“Mis vecinos de abajo se visten de animales, seguro que venden drogas”

Si no aplaudo de nuevo es porque ya me duelen las manos, pero que conste que mi “animal interior” lo hace por mí.

Pero las guarreridas con el cuerpo humanoide no duran mucho más tiempo, ya que Grissom y Catherine se llevan todos los disfraces (y a sus dueños) y los analizan. Encuentran el de un lobo que huele a ipecacuana y aceite de civeta, y Grissom lo interroga. El lobo, un tal Sr. Lee, confiesa haber recubierto la espalda de Sexy Kitty con el mejunje en un intento de enfermar a Rocky, quien había robado a su ex-novia, “Linda Oveja”, para que ésta lo mandara a su casa. Lo hizo precisamente porque sabía que Rocky engañaba a Linda con Sexy. “Mi Linda Oveja se merecía algo mejor”, dice.

En lo personal no me van las ovejas, pero que ésta tenía “junk in the trunk”, tenía.

En lo personal no me van las ovejas, pero que ésta tenía “junk in the trunk”, tenía.

En un twist que no hubiera podido imaginar ni el mismísimo Shyamalan, Linda Oveja resulta ser… ¡la mujer que chocó y se mató al principio! Catherine finalmente lo entiende todo: Rocky deja plantada a Linda para yiffear y lamerle el lomo a gatas azules, se enferma, le pide que lo lleve a su casa y ella piensa que él ha estado bebiendo de nuevo, por lo que se pelean en el carro, y ella finalmente no soporta más, lo hace bajarse y lo deja tirado en la carretera; se devuelve porque poco a poco se arrepiente, le da lástima, etc. y vuelve a buscarlo, sin contar con que se tropezaría con él, se cambiaría de carril sin querer y se la daría contra un camión. Esto se confirma con el valet del hotel, pero sigue sin explicar cómo es que a Rocky le dispararon.

La explicación es esta: un redneck que vivía en la colina cercana y criaba perros los oyó ladrar aquella noche, asustados, y al asomarse vio que había un coyote afuera.

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Bueno, el ranchero es inocente [esta gente se metió en una subcultura inusual sin despeinarse, pero no pudo decirle que mató a un tipo disfrazado sin querer], Linda está muerta, y el lobito… apenas es delito menor”, concluye Brass. Es decir, que ninguno de los furries mató a nadie. La conclusión es que, sexual, psicológica o espiritualmente, los furries podrán ser todo lo desquiciados y bichos raros que quieran, pero al menos no son asesinos. ¿A alguien le suena eso de “Hitler era peor”? Recuérdenme por qué este episodio es tan cruel con los pobres furries y los denigra tanto.

Corren créditos finales.

Pelaje y desprecio es un triunfo del audiovisual tan grande, que hubo personas que no sabían nada del asunto hasta que lo vieron, y les interesó lo suficiente como para indagar más, decidir que les gustaba y meterse a furries. Cito y traduzco un testimonio reproducido aquí:

“Posted – 10 Sep 2004 : 08:09:57

Me siento muy triste de que a tantos de aquellos a los que les interesa el Furry no les haya gustado este episodio. Véanlo de esta forma y desde mi punto de vista. Yo no sabía nada sobre lo que era el Furry. Ahora gracias a CSI por al menos mostrármelo, estoy revisando webs, buscando de qué se trata el Furry todo por curiosidad. Me interesa el hecho de que la gente se vista de animales y hagan lo que sea que hagan. Me gusta el BDSM y los episodios en los que sale Lady Heather me los he tomado como de quien viene y con una cierta confianza. Los productores de CSI no tienen forma de meter todos los aspectos de una cultura o estilo de vida en un drama de una hora. Pero lo que sí ponen despierta la atención y la imaginación de la gente. Eso por sí mismo es algo bueno.

Esos demoníacos medios masivos que nos “fursiguen” y nos denigran… y aumentan nuestras filas. Aunque mentiría si dijera que no hay entre los furries bastantes enfermos como los de la tele, y me han dicho que varios se metieron gracias a CSI.

Pero eso no quita que Pelaje y desprecio sea el mejor capítulo televisivo de todos los tiempos. Es repulsivo, está mal informado, es poco realista, está de la cabeza, y por eso mismo es –que mis lectores hispanoamericanos perdonen la españolada, nada propia de mí- descojonante desde que empieza hasta que termina. Se siguen ofendiendo, y se seguirán ofendiendo con él, porque no lo entienden, porque no logran ver más allá de sus propios sentimientos heridos en vez de hacerlos a un lado y reírse junto al resto de “los mundanos”.

Es aquí donde confieso que aborrezco a todos los fandoms que existen (a algunos más que otros), y es precisamente por eso; porque la característica que los define no es el gusto por el objeto de su afición, sino la lordpepez, que convierte a casi todos ellos en verdaderos monstruos insufribles y hace mucho daño a su condición humana. Díganme, con el corazón en la mano (o en la pata), ¿qué es peor? ¿Que nos haga gracia que nos retraten como bichos raros, o que nos ceguemos por la indignación injustificada, los ataquemos histéricamente por lo equivocados que están y acabemos dándoles la razón? Yo lo tengo perfectamente claro. Reivindiquemos todos Pelaje y desprecio, como primer paso hacia la erradicación definitiva de la lordpepez y un mundo mejor.

Amigo mío, usted ha visto este incidente basado en testimonio jurado. ¿Puede demostrar que no sucedió? Quizás en el camino de vuelta a casa, alguien le excruciará las nalgas en medio de la oscuridad, y usted nunca se dará cuenta, pues habrá sido un furry. Dios nos ayude… en el futuro.”