Año 198X

Suena el timbre que da fin a la jornada de las clases de por la tarde.

Tu mejor amigo del cole está muy emocionado, pues su padre hace poco compró un segundo reproductor de VHS y ya tienen dominado el aparato para poder grabar programas de la tele. ¡Pueden ver La Bola de Cristal y a los «Fraguels» cuantas veces quieran!  Y lo que es más increíble: ¡Copian a cintas vírgenes las películas alquiladas del videoclub! Esta tarde habéis quedado para ver la última grabación que se han agenciado tras el viaje al videoclub del último fin de semana.  Tu amigo lleva varios días contándote la peli de cabo a rabo (el primer “hype” de tu vida), detallando las escenas más geniales sin omitir detalle por muy sangriento que sea (¡son las mejores partes!). Ya te sabes prácticamente toda la peli aunque no la has visto. Sabes que la protagoniza el tío de Terminator que no era el Terminator. Esta vez le ha tocado a él hacer de cíborg en una tierra postapocalíptica. ¡De muchos tiros con armas laser, explosiones y técnicas ninja!

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Llega el momento, os encerráis en su habitación, para evitar que os molesten su madre o la entrometida de su hermana mayor (que al mirarla te hace sentir raro) con la que tu amigo se lleva a rabiar. Tirados en el suelo frente a la cama, con un Tab en mano, la cinta entra en el vídeo, rebobináis (tu amigo ya la ha visto cuatro veces esta semana) y pulsáis play

Volvamos ya al presente año nosecuántos, con lo horribles que están siendo todos da lo mismo decir cuál. Si el lector siente alguna ansiedad debido al salto temporal, que respire despacio y vuelva a conectar con la realidad mediante algún elemento catalizador, por ejemplo, un vídeo de youtube con gatitos o de imbéciles haciendo eso del Harlem Shake. Entiendo que ahora sintáis una profunda tristeza ante el hecho de que ciertas cosas nunca volverán. Las tardes frente al televisor de tubo. Ojear con avidez las hileras de portadas en las estanterías del videoclub. Las pelis ochenteras de tiros, con sus protagonistas mastuerzos, los ninjas, el lanzallamas, las frases lapidarias… ¡Alto! ¡No todo se ha perdido por completo! El cine de acción más reaganeniano sigue vivo aunque no lo parezca con todos esos tirillas sin músculo protagonizando thrillers de acción donde no hay cruces de balas, sino de miradas misteriosas de antihéroe (la culpa es de Obama).

Far Cry 3: Blood Dragon

Grupo de profesores de la ESO, equipándose para dar clases.

A veces viene oculto bajo otro género, como pasa con las adaptaciones de cómic y la peli Dredd; a veces bajo una pota de pretensión artie, como pasa con Drive. Y en opinión de un servidor, el espíritu directamente ha dado el salto a otro medio: los videojuegos. Por muy virtuales que sean, ¿acaso Duke Nukem o Serious Sam no son los perfectos primos virtuales de Stallone y Schwarzenegger? ¿Acaso los Army of Two no consiguen transmitir el buen rollo de una buddy movie a lo Arma LetalKane y Lynch se odian entre sí más que Tango y Cash, pero son igual de inseparables. Hasta el fallido Turok (2008) despedía en su casting el aroma sudoroso de los marines de James Cameron a la perfección, cosa que no ocurrió con Avatar. Últimamente el término Neo-80’s se va forjando a base de productos como el juego Hotline Miami o bandas como Nightsatan. Y el martillazo al yunque de la fragua más reciente es:

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Far Cry 3 Blood Dragon

Hacer apología al lado más blandengue de nuestra memoria, la nostalgia de una manera apropiada es difícil. La mayoría de veces acaba siendo barato, cursi, tramposo y, sobre todo, fácil. Al parecer, en lo de fácil no estarían de acuerdo los esclavos los trabajadores de (p)Ubi(s) Soft. Tras el éxito de Far Cry 3, los mandamases de la compañía quisieron estrujar ese éxito un poco más, y para ello no quedaba otra que recurrir a la práctica de moda: venderte un cacho más de juego por descarga digital. Para disimular el matiz cutre de “cacho” que es un DLC, pues recurren a la práctica derivada, algo más clásica: sacar una expansión (¡como las del Baldrus Gueit!).

PORTADA

An Albert Pyun movie

Blood Dragon nos presenta la visión de un futuro post-apocalíptico, en el que iluminados bajo luces de neón multicolor, comandos militares mitad humano/mitad cyborg se enfrentan a amenazas terroristas compuestas por soldados robot, cibertiburones, científicos locos, godzillas mutantes… un futuro desolador, más cercano de lo que parece, pues transcurre en el año… ¿comorl? ¿2007? Un momento, ¿qué tiene que ver este popurrí sacado del subgénero de la xploitation apocalíptica de los 80 con la saga de juegos Far Cry? Se supone que es una saga seria, de ir pegando tiros por entornos tropicales mientras tu tarjeta gráfica va echando mistos intentando procesar los grafiquitos de las palmeras y el agua de la playa en calidad ultramegatocha (el equivalente en gráficos a la «velocidad absurda» de Spaceballs).

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Entonces, si no tiene casi nada que ver con Far Cry, y menos con el tercero, ¿por qué se llama Far Cry 3 Blood Dragon? Apelo al pedigrí del lector veterano y alumno de Virucom. Esta situación os debe de resultar familiar. ¿Coger el nombre para hacerse pasar por secuela y aprovechar el tirón de la marca aunque no tenga nada que ver? ¡La tramposa Alien 2! ¡Las secuelas italianas con zombies o de Tiburón! Esta vez la broma queda en casa, pero Blood Dragon recupera ese espíritu descarado de las cintas que presumían de ser secuelas tan gratuitamente con el simple hecho de añadir un número, cambiar un par de letras o añadir un –ator a los blockbusters de turno. ¡Sólo con esto Blood Dragon se merece toda nuestra aprobación!

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Guillermo Del Toro no es el único que sabe hacer homenajes. Miradme: «Con casi 4 añitos, crezco muy despacito y voy explorando soy KAIJUUU»

Partiendo de ello, cualquiera puede jugar a Blood Dragon sin haber tocado ninguno de los anteriores. De hecho yo no he jugado a ninguno, dado que en mi ordenador no va ni el Angry Birds. No preocuparse, que este va dirigido al público de dinosaurios sibaritas del rollo ochentero, a muchos niveles, desde la típica referencia en una frase a misiones enteras dedicadas a revivir películas como Aliens. No quiero meterme a describir el juego en plan análisis de página web gamer. Pero una vez acabado el juego sí que quiero ofrecer este artículo profundizando en unos cuantos puntos clave que han alcanzado mi corazoncito de aficionado al cine de acción bestia.

Far Cry 3: Blood Dragon

Si no lo habéis jugado, animaos a probarlo sin saber nada más que sus encomiables intenciones. A partir de aquí, me dedico a hablar de mis elementos favoritos de Blood Dragon, sin preocuparme por spoilear a saco. Advertido queda. Aunque se puede seguir leyendo y estropearte todo, como esa gente que lee el final de peli/manga/serie en wikipedia y si le mola se pone a verlo. Sí, esa gente existe. Ellos sabrán (mal, pero sabrán).

Rex Power Colt

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Que un juego de acción tenga como protagonista a un macho man que suelta frases chulescas, pues no es ninguna novedad. Pero cuando tras la pantalla el actor de doblaje es el mismísimo Michael Biehn, la cosa cambia. Aunque sea por pena. El pupilo-secundario estrella de James Cameron no ha gozado de mucho culto una vez alejado del cobijo de su mentor. El tío no ha parado de trabajar, pero bajo tristes focos publicitarios. Como te despistes, igual no te enteras de que Biehn estaba en la peli que has visto. Aunque su nombre no suele aparecer en el cartel/poster promocional, no ha perdido el toque de cuando era Kyle Reese en Terminator. Michael Biehn demuestra que puede estar a la altura. Al menos en cuanto a su voz se refiere, claro, que los años no pasan en balding.

La regla de oro: Soltar una frase lapidaria inmediatamente después de hacer algo de tipo duro. Blood Dragon te deja arrancar corazones cibernéticos con las manos desnudas, acuchillar por la espalda sigilosamente, amaestrar dinosaurios, provocar explosiones, cazar animales futuristas, coleccionar cintas de VHS… y Rex, Michael Biehn, está ahí siempre para recitar una línea ingeniosa con su voz rota de fumador cosaco. Stallone que se quede con su perrito faldero Statham. Si no le pega un toque a Biehn para alguna de Los Mercenarios, ¡él se lo pierde!

A.J.M., Churikens, escopeta de doble cañón…

Homer Simpson y Mel Gibson no sabían dónde meterse tras chocar con la dura realidad del blandengue público masivo y la tiranía de lo políticamente correcto. “¿Cuándo dejamos de identificarnos con el hombre del lanzallamas o la escopeta anti-ácido de alguna clase?” se preguntaban. Blood Dragon no tendrá escopeta anti-ácido (sería mucho pedir que tuviera el escopetón de Blastfighter), pero sí que anda sobrado de escopeta de doble cañón como la de Terminator 2 (movimiento de recarga chulo incluido) y de lanzallamas. El arsenal completo hace las delicias de los violentos dinosaurios aficionados al género y prácticamente cualquier arma emblemática está presente de un modo u otro en Blood Dragon.

Un youtuber y su vídeo-gameplay de Blood Dragon

Un youtuber y su vídeo-gameplay de Blood Dragon

Desde shurikens de neón, hasta un arco a lo Rambo… de neón. El propio juego es bastante consciente de su cachondeíto con el neón. La guinda del pastel bien podría ser el arma más simple, que a la vez es la más carismática: La pistola “A.J.M”. Ráfagas de varios disparos. Rex la hace girar sobre su dedo en el gatillo de vez en cuando. Su nombre rinde tributo a un policía que murió en acto de servicio en un polígono industrial. Está bastante clarito, ¿no? Vivo o muerto, tú pillarás esta referencia. Confieso que mi arma favorita es el rifle cuando lo mejoras para que en vez de balas normales dispare rayos láser, con sonido cutre de los dibujos de Transformers y Gi Joe. Lo dicho, esto no va de homenajear tu infancia a secas, sino de experimentarla con tus propios dedos.

I Can Has 80's Cheezburger?

I Can Has 80’s Cheezburger?

Depredador MARK IV STYLE MUTHAFUCKA

El homenaje a la obra maestra de John McTiernan es más que evidente nada más empezar la nueva partida, con esa entrada en helicóptero a ritmo de Long Tall Sally, o al catar el sistema de misiones secundarias en las que debemos cazar a los ciberbichejos de la isla (hasta los pavos son cibernéticos). Pero hay un ligero detalle en la jugabilidad con respecto a Depredador que hizo mella en mi personal muro de hielo cínico ante todo lo que huela a rollito referencias Tarantinonianas (si no lo pillas, “pues nada”; si lo pillas, “¿y qué más da?”). Entre el arsenal disponible hay una iteración de la mítica Impaciente, arma minigun que no podía faltar en un juego de este calibre (¡patapán-pisch!). Cuando pienso en términos de cine de acción clásico, en los días de gloria de Arnie, Sly y Willis, se me viene siempre a la mente, no una peli, ni un actor, sino una escena. Sacada de Depredador, esta:

Una escena que sintetiza todos los elementos propios de la Acción con mayúsculas. El Predator tarda poco en largarse, pero poco importa. Ni estrategia, ni piedad, ni sentido común, ni hostias. El absurdo de descargar miles de balas sobre nada en concreto y Bill Duke a su bola con su grito de guerra. Si una peli pretendidamente “de acción, de muchos tiros” no consigue que la relacione con esa escena de acción perfecta (luego estaría su correspondiente parodia en Hot Shots 2) de Depredador no lo conseguirá con nada más. Blood Dragon lo consigue: Cuando agarras la minigun y mantienes presionado un momento el botón de disparo, Rex empezará a gritar como loco frente a la ola de destrucciones multicolor que provoca a su paso. Un detalle ínfimo, pero muy importante para mí. Con eso me ganaron por completo. En este tráiler alternativo se puede escuchar.

Surrealista homenaje a los fps noventeros (y acertada colleja a los modernos)

En una de las pocas (pero intensas) misiones principales, Rex se ve inmerso en una especie de viaje espiritual en unas ruinas misteriosas de la isla. Ya sabéis, si fuera una peli seria, esta sería la parte en la que el protagonista “hace frente a sus demonios”, realiza introspección, o alguna gilipollez propia de un libro de autoayuda. Blood Dragon simplemente te transporta a un laberinto de ruinas extrañas en el que debes repartir plomo entre hordas de zombis. Sin explicación ni justificación que valgan. Ninguna. ¿No estabais hartos de que Nolan os explicara las cosas? Pues a tomar por saco las explicaciones. El estilo Blood Dragon es así de arrogante. A matar bichos. Porque sí. Porque mola.

En esa zona nos guía una voz narradora a la que solo le falta gritar “soy un homenaje a la voz de Mortal Kombat, ¿te acuerdas?”. Pero el momento de explotar y decir en voz alta el «¡Ah, qué nostalgia!”, de sobra conocido en esta web, es cuando vamos recogiendo las armas antes de luchar contra la horda de empollones zombis (no preguntes…): ¡Las armas aparecen flotando en el aire! ¡Dando vueltas! ¡Mi añorado Quake! ¡El Unreal! ¡Daikatana!

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Pistola de clavos, ese peliculón.

El cariñoso tributo va acompañado de decenas de pullas sarcásticas que hacen sonrojar al género FPS en la actualidad. El tutorial inicial y los mensajes de ayuda en la pantalla de carga están redactados con la mala leche propia de un redactor viruetero con antojo de golosinas y sin una bolsa de Monchitos en las proximidades. No es de extrañar, pues el panorama actual de los juegos de tiros pinta muy gris:  cuando no manejamos a un  marine del montón con traumas, nos tenemos que conformar con ir de papi cuidando de un pelotón de niñatas insufribles.

La perfección hecha bso

Como he señalado antes en el artículo, la fase de desarrollo de Blood Dragon no siguió las pautas normales de los juegos de tiros blockbuster de hoy en día. A la hora de escoger la banda sonora, no iban a caer en la zona de confort metiendo las típicas melodías orquestales de película de Hollywood. Blood Dragon se merecía algo especial, y para ello contrataron al dúo de música eletrónica Power Glove. Poca experiencia, nula reputación, pero un entusiasmo envidiable por la cultura pop ochentera. Pasad por alto el pedante-moderniki estilo de publicación en Tumblr y comprobad su refinado critero con su colección de imágenes (click aquí).

Creía que nunca volvería a obsesionarme tanto con una bso como con Golpe en la Pequeña China y esos sintetizadores de fantasmagóricas melodías orientales. Tanto John Carpenter como Giorgio Moroder y Harold Faltermeyer estarían orgullosos. Power Glove recoge el testigo de los teclados futuristas como si en realidad no hubieran pasado 30 años. Es cierto que el copia-pega disfrazado de homenaje (si estáis cansados de leer esta palabra, imaginadme como estaré yo de escribirla) a Terminator y La Cosa, entre otras, está presente…

… pero igual de cierto es reconocer la personalidad propia de Power Glove a la hora de arreglar los temas, a lo que hay que añadir mucha cantidad de trabajo original. Unos temazos que no es que simplemente suenen genial en el reproductor de mp3 por sí solos, sino que a la hora de acompañarte mientras juegas, cumple mejor que los tambores genéricos que suenan en los fps de moda (ejem, Bioshock, ejem. Qué tontería disimular con ejems: El puto Infinite de los cojones con su “tu-túm, tu-túm”.). Si has jugado, bien sabes lo flipante que es comenzar una invasión en uno de los puestos militares o llamar la atención de uno de los dragones y que empiece a sonar el tema adecuado a la situación. La música se hace notar. No es por nada que la banda sonora ha sido de los apartados más aclamados, después del brote nostálgico que provoca el juego.

Música de cine: Canción del entrenamiento y el tiroteo final

El equipo creativo de Blood Dragon hizo los deberes. No podía faltar: El montaje musical con una secuencia de entrenamiento. Bajo la atenta supervisión de la doctora Darling, personaje basado en Brigitte Nielsen, Rex se pone a sudar la camiseta en un gimnasio futurista. Por supuesto, de música de fondo empieza a sonar el AOR, con tema prestado de Retroceder Nunca, Rendirse Jamás:

Hay algunos juegos que se venden solos nada más señalar alguna peculiaridad que resulte llamativa. Grand Theft Auto, el juego ese de matar putas. Gals Panic, la máquina arcade de las tías en pelotas. ¿Far Cry Blood Dragon? El jodido juego ese donde montas un tanque mecha-godzilla que lanza rayos por los ojos a ritmo de los sintetizadores de Vince DiCola mientras siembra más destrucción que una película de MichaelBay.

Referencias bien entendidas

El humor referencial es un asunto más complicado de lo que parece. Muy difícil acertar;  muy fácil hacer. Cuenta la leyenda que el guionista frustrado que lo inventó se estaba dando de cabezazos por no ocurrírsele una broma ingeniosa de verdad y acabó derribando la pared, la cuarta pared, de su casa. Un tipo de humor de lo más perezoso y sin valor, o al menos así era antes del boom geek. Ahora con decir «Spock» sin venir a cuento ya tendría que faltaros el aire de la risa que os acabo de provocar. “Aquaman es el peor superhéroe”. Más risas.

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El Magic no llegó hasta el 93. ¿El agujero negro de los 80?

Hay que reconocer que Far Cry 3 Blood Dragon es un festival de referencias. Pero en lo referente a festivales, hasta Eurovisión puede presumir de variedad. Hay muchas formas de hacer una misma cosa. Así sucede en Blood Dragon. Hay una cantidad inmensa de guiños, desde lo gratuito de meter una búsqueda de VHS, hasta parodias divertidísimas. No será perfecto, pero Blood Dragon está bastante por encima del rollito friki y sus referencias forzadas. Hay un tema, y la mayor parte del contenido jocoso del juego está presentado de forma variada y coherente, y lo que es más importante, implementado en el juego en sí, no como el rollo turbonerd de Big Bang Theory, los memes de Guacamelee o el guión de Borderlands 2.

Vergüenza ajena máxima

«Ualaaaa, el Chuck Norris que es Dios, lo han metido en Mercenarios 2 con una de sus frases grasiosas, ¡ke épiko!»

 

 

 

En definitiva: podemos decir que en general, estamos hablando de humor referencial “bien entendido”. Claro que lo de  “bien entendida” viene e funcionar con la fórmula “bien entendido = me ha molao a mí”. Sea como sea, el cachondeo de Blood Dragon desborda de tal forma que hasta las webs de publicidad, esta y su tienda, se ven afectadas. Atención a las bromas de abajo en el simulado cartel de cine: Roberto Kinky, Dogfrey Oh, Charles Bad… La gente que ha hecho el juego es de los nuestros.

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Como he señalado al principio, la antorcha de la pasión por los valores de los 80 ha pasado a otras manos, a otros medios, pero su llama todavía refulge con fuerza (es imposible negarlo, con cosos por ahí rondando como aquel programa llamado directamente LOS 80, sin cortarse un pelo). Pese a que el futuro de Blood Dragon está en manos de Ubi Soft (estos son capaces de encajarlo en el universo Assassin’s Creed, y no es coña) y Far Cry 4 parece orientado a seguir el manual marcado por el Far Cry 3 normal, no tengo miedo. Hago como dice la canción de entrenamiento y me aferro a mi visión: la de revivir aquella época con una joyaza de juego.