Desde que el hombre es hombre, existen los géneros musicales. Ya los primeros primates tenían larguísimas discusiones a base de gruñidos y hostias de huesos para diferenciar entre post-new jack y speed copla. La cúspide de este debate llegó con la creación de la etiqueta menos descriptiva del mundo: el AOR. El dichoso AOR. El no-género que dominó las ondas de los 80 (al menos en los EEUU) y las pantallas de cine. Si creciste disfrutando las canciones de Rocky, o esas que sonaban en los créditos de las películas de Van Damme, creciste escuchando AOR.

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A finales de los 70, eso de AOR, Adult Oriented Rock, era una etiqueta que ningún artista quería que le colgaran. A diferencia del metal, el hip hop o el punk nadie lucía con orgullo sus “colores de AOR”. Con el tiempo, y como sucedía con “friki” o “gay”, los fueron sus militantes los que al final acabaron abrazando la palabra como manera de diferenciarse, quitándole su valor despective. Pero esto aún tardó muchos años en pasar. Yo no supe del término, hasta que me dejaron el recopilatorio Burning Heart, muy anunciado en la Teletienda y que debió de vender un quintal. ¡En casete, por supuesto! En el pequeño libreto utilizaban la palabra un par de veces. Ya podía buscar más música parecida con facilidad.

Pero… si buscan por ahí el origen del acrónimo, verán que originalmente respondía a “Album Oriented Rock”. Se trataba de un tipo de programa de radio de los EEUU en el que el DJ no sólo ponía singles, o se ceñía a las listas de ventas, sino que pinchaba cualquier canción que les gustara del disco. La cultura del álbum vs la cultura del single. El cambio de “Álbum” a “Adult” se debió a la insistencia de los críticos musicales más modernos, especialmente europeos, que la catalogaban como “adulta”. Falta de vitalidad, de energía juvenil.

¿Música adulta? Pues sí. Los miembros de Sex Pistols tenían 20 años. Los de Toto, por decir algo, andaban todos en la treintena. Y poco excitante, según ellos. El éxito de bandas como Boston o Foreigner (que lo petaron en 1976 y 1977), con sus melódicas canciones de desamor, coincidió con la eclosión de géneros como el punk o el power pop o una incipiente new wave. Música que sonaba nueva y fresca, que transmitía urgencia y frustración. Justo lo que no conseguían esos grupos. Era un rock no rebelde. Rock para gente normal.

Claro que según este criterio, serían AOR cosas que ya en los 80 sonaban a viejunas, como Dire Straits o Alan Parson Project. Una cosa es el concepto de “rock adulto” como “coñazo”, y otra, la propia etiqueta, absurda pero útil, que ha terminado definiendo un estilo muy concreto, con unas características que terminaron conformando un género propio. Vamos a enumerarlas.

 

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Rock comercial y destinado a la radio: el AOR destiló un montón de tendencias de finales de los 70 en un sonido ideal para sonar todo el santo día en las FMs. Como en toda la música pop, lo más importante es la voz. Agradable, pero con registro amplio. Eso sí: nada de chillidos jebis, por dios. Mejor voces algo más masculinas, eso sí, con un toque de soul, ideal para hablar del mal momento que pasa tu relación con Bethany.

En la parte instrumental, un poquito de caña. Se permiten los power-chords de hard rock y los solos: breves, pero con un toque de virtuosismo. Que se note que llevas años tocando. Que no eres un niñato, vamos. Y lo más importante de todo esto: una producción limpia, inmaculada, donde se distingan a la perfección todos los instrumentos, con voces armonizadas y una batería sin alardes. Ah, y una cosa más…

A tope con los teclados: muchos, muchos tecladitos haciendo tututututu tututututu tutuututut y/o subrayando los acordes principales. Los riffs de teclado también son bienvenidos, sobre todo si son muy cantables. Escuchen este ejemplo y entenderán en 4 minutos de qué coño hablo.

Melodías e intensidad:  Nadie compraba AOR para manifestar rebeldía. Los discos de una banda como Survivor, están repletos de canciones maravillosas en su perfección pop-rock, con preciosas melodías vocales y ganchos, “hooks”, que llevan la canción de un sitio a otro. Pero eso sí, puntuados por riffs guitarreros con un puntito de distorsión.  Melodías y fuerza. Ese era su juego de “uno, dos” para atrapar al oyente.

Letras de amor y superación a base de clichés: sus letras no solían hablar, precisamente, de pasar la noche follando, sino de lo mucho que sigues queriendo a tu mujer, de como aún recuerdas aquella primera cita, o de amargas separaciones. Incluso de divorcios. Todo con un lenguaje sencillo y simple, a base de frases hechas y lugares comunes de las rock lyrics. Ya os podéis imaginar: noseque “the fire, hearts in pain, will last forever, missing you, second chances”…

El otro tema predilecto de artistas señeros como Stan Bush era la superación personal: “no te rindas jamás”, “sigue  tus sueños”, “eres el mejor”… aunque tu pequeño bar o taller mecánico no esté funcionando bien, sigue con ello.  ¡Que tiemblen los putos comunistas ante el poder del ROCK!

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Imagen rockera, pero formal: nada de pelos de colores, tachuelas, crestas o ropa rara. Gente de bien, vestida de músico de toda la vida. Tus oyentes de Virginia y Minessotta tenían que pensar que eras un rockero, no un payaso. Hasta mediados de los 80 era casi imprescindible tener un tipo con bigote en la formación, y los mullets eran bienvenidos. No era raro ver a algún miembro con buenas entradas.

Madurez y trayectoria: Steve Perry de Journey, aka DIOS, tenía 31 años cuando Escape llegó a número 1 en los EEUU. Era su sexto disco en estudio banda. Los miembros de Asia venían todos de bandas consagradas y también estaban bien entrados en la treintena. Léase lo mismo de Survivor, Génesis… Todos llevaban un buen tiempo en esto de la música y sacaban unos buenos 10 años a los miembros de cualquier grupo de moda, ya fueran The Clash, Spandau Ballet o yo que sé… Mecano.

Nombres de sitios: esto es una chorrada, pero el nombre arquetípico de una banda de AOR es, o contiene, el de una ciudad, estado o país. Boston, Dakota, Houston, Niagara, Biloxi, Europe, Korea, Asia, Tokyo, New England, Kansas, China Sky

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Con estos mimbres, el AOR dominó las listas de éxito y la radio de 1976 a 1986, impulsado por LOS FANS JÓVENES. Es así, y es lo que la crítica nunca le perdonó, como tú tampoco perdonas que a los chavales les guste el Electrolatino: su carácter totalmente comercial y popular. Si vivías en Los Ángeles o Nueva York, con un montón de clubs para ir a ver grupos modernos, era fácil ser un tipo raro, marginadillo, y gustar de los punks o nuevo románticos. Pero… los chavales del medio oeste también querían su rock. Es más: los jugadores del equipo de fútbol americano también querían su rock. Los chicos de la fraternidad también querían su rock. Los chicos del ejército querían su rock. El ciudadano medio quería su rock, que para algo era la música de América. Y había muchos, muchos, ciudadanos medios.

Ellos son los que se encargaron de que una banda como Loverboy lo petaran a tope y aparecieran más por todo el mundo, tales como Mr. Mister, Magnum, Honeymoon Suite, Jeff Paris, Vixen, Duke Jupiter, White Sister, Eddie Money, John Parr, Orion The Hunter, Streets, Aviator y tropecientas más…

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Las dichosas películas

Como hemos dicho, el género fue repudiado dentro y fuera de los EEUU. Allí tenía su público natural. ¿Y en el resto del mundo? Pues el AOR tuvo como aliado las producciones de cocainómanos como Jerry Bruckheimer o Don Simpson. El cine, cual caballo de Troya, se encargó de meter de estrangis estos sonidos en nuestros cines, videoclubs y casas. Con el auge de la MTV, los videoclips eran lo más moderno que había, y los productores exigían que los films los contuvieran para agradar a la juventud. Se disparaba la demanda de una buena canción que elevara ese montaje con momentos de crisis, diversión y superación personal.

¡A entrenar duro! Rocky IV contiene videoclip tras videoclips de puritito AOR, con el There’s no easy way out para torturar la psique del potro italiano o el inmortal Hearts on fire para puntuar el discursito final de Rocky ante los rusos. Y qué decir del “Burning Heart” de Survivor, que venían de hacer el celebérrimo “Eye of the Tiger”. A Stallone le molaban un puñao, y les hizo repetir con un tema dedicado al choque con el gran Iván Drago y una letra que le fliparía a Reagan:

“Two worlds collides, rival nations

It’s a primitive clash, venting years of frustration”

Los pelos como Scorpions. Posiblemente la BSO más AOR de la historia: un artefacto de evidente valor cultural.

Otros grandes momentos del cine AOR es EL CAMPEONATO DE KARATE KID. Mientras Daniel Larusso se enfrenta a los Kobra Kai (así, con K), pasando ronda tras ronda del torneo como el Atleti en Champions, una canción le grita “ERES EL MEJOR! LUCHA!”. Joe ‘Bean’ Exposito, gris músico de sesión, alcanzó la inmortalidad con un himno que tú también puedes usar para animarte en tus quehaceres diarios, ya sean drogarte como un loco o cabrearte viendo a Rajoy por la tele.

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Por encima de Survivor, Stan Bush es el rey del rock peliculero, metiendo canciones en películas como Contacto Sangriento, Kickboxer, El Aparecido o Transformers. Su caso ejemplifica el atractivo de poner una canción en una película: un buen cheque y derechos de autor all over the world. El lado malo… el tener 55 años y tener que ir cantando una canción sobre Optimus Prime en convenciones de fans de los autobots y los decepticons. Debe estar hasta los huevos.

Hay miles de ejemplos. Podéis rockear con la BSO de Top Gun, donde tenéis a un Kenny Loggins aorerizado a tope con el “Danger Zone”, o a unos Cheap Trick inventándose la canción de Ken con “Mighty Wings”. O mejor, podéis uniros a los chicos de Águila de acero y gritar eso de “Never Say Die (Iron Eagle)” que cantaban unos muy oportunistas King Kobra… ¡que se tuvieron que cortar el pelo de verdad para hacer el muy propagandístico vídeo! Banda Tope no fueron los primeros en pedir que te unieras al ejército.

Incluso películas más modestas como Los albóndigas en remojo, Atrapa ese maniquí, Regreso a la escuela, Tal para cual, Forja de Campeones o Admiradora Secreta  tienen una banda sonora muy melódica a cargo de grupos menores y mercenarios de la canción. Leche… ¡asta la hiper-cutrona Megaforce tiene un tema ahí! El mismísimo Jackie Chan le dio al tema con sus canciones para La armadura de Dios u Operación Trueno.

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Y en tele, pues a tope con El coche fantástico y Michael Knight escuchando a 38 Special en una larguíiiiiisia carretera sin tráfico. Cosas de americanos: sus carreteras, sus cocharracos, sus pelos y su música. O acordaos de Fiona en Corrupción en Miami. O el opening de Los Vigilantes de la playa. Series de dibujos como los Galaxy Rangers, Mask o Slam Dunk tenía canciones de estas. ¿Y qué os creéis que es eso de “¡luz, fuego, destrucción!”?

Lo mismo sucedía en la publicidad. Todos recordamos la tonadilla que anunciaba Guillete: “Lo mejor para el hombre”, obra original del muy AOR John Parr. Coca Cola contaba con el “First Time” de Robin Beck para engatusar y Ford contrató a los alemanes Dominoe para cantar un grandilocuente y perfecto “Here I Am” para vender tu coche. Anécdota: Julio Iglesias se folló a la teclista de Dominoe. Ninguna sorpresa aquí, supongo.

Un fetiche personal: el Win in the end de Teen Wolf. A TOPE DE POWER!

 Cher

La música (adulta) te rejuvenecerá

Era muy habitual que viejas glorias de la música se acercaran al género para actualizar sus sonido, lo que lo envejecía aún más y lo hacía más “corporado”. Es el caso de los hits 80s de unos cuarentones Starship que aún suena en las radio. Lo mismo le ocurrió con Tina Turner, como el muy AOR Simply the best también tuvieron repercusión en Los 40 principales, como también le ocurría a Rod Stewart. Y a Cher, claro, no nos olvidemos de ella. Le ha dado a todo y a todo con éxito, y “If I Could Turn Back Time arrasó con su videoclip “animando a nuestras tropas overseas”.

No nos olvidemos de Genesis, que pasaron de hacer rock progresivo a material para un taquillazo de Michael J. Fox con cosas como Invisible Touch, para desesperación de los fans odiseas instrumentales. Pero de todos estos, los que más gustan a los españoles son Queen y Roxette, ambos con una buena parte de su discografía compuesta a base de AOR de libro: “One Vision” o “The Show Must Go On” de unos, “Dangerous” o “Joyride” de otros… Muchos hicieron lo mismo con menor fortuna:  Heart, Meat Loaf, Peter Frampton, David Cassidy, Ian Hunter o hasta peña de Venom probaron suerte, a ver si sonaba la flauta.

Poned Kiss FM y aún hoy día podréis escuchar a John Waite y su “Missing You” embutido entre los hits de Ella Baila Sola y La quinta estación. Eso sí: el locutor jamás habla de AOR, la etiqueta maldita. Son “éxitos de los 80”.

 

El AOR en España

Aquí, como decimos España no gustaba el AOR. Así de claro. Ninguna de las grandes bandas del género giró por aquí. NI UNA. La etiqueta nos llegó a toro pasado y a través del impacto de Europe y Bon Jovi, bandas que no pertenecen exactamente al género, como no pasaba tampoco con Sangre Azul, por decir unos. Los imitadores de Whitesnake usaban la palabreja, seguida de la coletilla “rock melodico”, como diciendo “cuidao, que metemos caña, pero con elegancia, nena”.

¿Significa que no se hizo AOR en España? No. Como música de éxito, como rock para todos los públicos, muchas bandas tuvieron sus acercamientos para dar variedad a sus disco y tener un temita rockero que hacer en directo.

Y luego están los cantantes melódicos.

Especialmente… Sergio Dalma

Por mucho que les joda al sector de público que se acercaron a Journey desde Iron Maiden, canciones como “Galilea o “La vida empieza hoy son 100% AOR. Incluso el dichoso “Bailar Pegados” es una balada que bien podría haber cantado Bon Jovi, mal que nos pese.

A partir de ahí, pueden hurgar en discos de Alejandro Sanz, Enrique Iglesias, David DeMaría o incluso David Bisbal, que ha hecho acercamientos al tema cuando su público se ha hecho mayor y ha olvidado la “musiquita latina”.

Lo mismo sucede con los cantantes latinos populares en nuestro país. Comprar un LP de Emmanuel o Chayanne es encontrar un par de joyitas por disco. ¡Detenela ya! ¡Que es una ladrona! El que más lo petó fue mi querido Cristian Castro, con su himno inmortal “Azul“, canción del verano de 2000 y eterno desastre en los karaokes de aquí y allí.

Pero el tema AOR hispano por excelencia es el “Entre tú y yo de El Norte, un tema que aún se canta en los karaokes y que bien podía haber firmado un Rick Springfield. Acojona aún su entonces modernísimo videoclip, hoy recopilación de tics horteras de la época. En su disco de debut se daban cita todos los tópicos del género. Hasta tiene una canción llamada No te desanimes.

Fueron La Trampa, el grupo de Pablo Perea, los que más si identificaron con la etiqueta en cuestión. El cantante aún anda por ahí haciendo sus conciertos, coincidiendo con frecuencia con Rafa Martín, aka “el Bryan Adams” español, otro que tal baila. Los dos tuvieron sus momentos de gloria, aunque no os acordéis ya. Os lo prometo.

Otros temas similares que lo petaron en nuestro país en la época dorada del género eran cosas como Valentino de Cadillac, “Paraíso Terrenal” de Barón Rojo, “No te dejes ganar” de Ñu o muchas canciones de Miguel Ríos. Si me preguntáis por Júpiter, Niagara y demás, en realidad siempre me ha parecido que querían imitar a Whitesnake, no a Survivor. Y no es lo mismo.

En los 90, y ya en plan revival, si aparecieron grupos buscando recrear aquel sonido 80s, casi siempre con poco éxito, como Elyte o el estupendo disco de La Fase. Hasta se coló en Gran Hermano con Iguana Tango. Hoy día no te puedes fiar: te vas a ver a unos que se venden con la etiquetita por molar y te encuentras con unos émulos de Skid Row. Soy un purista del AOR, que le vamos a hacer: sé lo que me gusta y como quiero que suene.

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Los 90 y más allá 

A mediados de los 80, grupos más jóvenes Bon Jovi o Europe, que utilizaban algunos elementos del género pero lo modernizaban para los chavales de la época, relegaron a nuestros protagonistas a un segundo plano. Journey se paralizó en 1986, Boston, lo mismo en 1988. Styx eran un chiste tras “Mr. Roboto” y Survivor quedaron encasillados en las bandas sonoras. Y así, casi todos cayeron en desgracia.

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El vídeo de John Parr para la película St. Elmo, punto de encuentro, representa bien lo que sucedió. Ahí tienen al cantante, todo emocionado, saludando a unos Rob Lowe, Demi Moore o Emilio Estevez que ni saben quién es ese señor ni les importa tres narices, como a los chavales de hoy no les importa quién es Bud Spencer. La cosa empezaba a decaer, salvo en las pelis, último refugio del aorster.

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Y en los 90 se agudizó la decadencia con lo que ya sabéis:  la llegada del grunge, el rap metal, abolición de los solos, la Sega Saturn… Pero, al contrario de lo que muchos pensaban, el rock corporado sobrevivió, como el resto de estilos, en sellos especializados, fanzines y pequeños proyectos. Grupos como Heartland, Blanc Faces , Hugo, Houston o Mark Free siguieron sacando maravillosos discos a través de sellos como AOR Heaven, Escape Music o MTM. Un sello financiado, atención, por el futbolista alemán Thomas Hässsler. Tiene cara de fan de Van Halen.

Recuerdo… ay, recuerdos. Recuerdo cuando hablando con un amiga americana hace ya 10 años, descubrí  que despreciaba mi interés por este género musical. Tuvo que llegar el revival final de Los Soprano y Glee para que Journey dejaran de ser el equivalente español a José Luis Perales. “Don’t stop believing” llegó al nº1 de iTunes y Neox daba la matraca con ella promocionando sus series. El Guitar Hero y el Rock Band se llenaron de temacos, y en GTA Vice City podíamos hacer el mal a ritmo de “Working for the weekend”. La onda expansiva del eterno revival 80s arrastró a otras bandas que, de repente, volvían a ser miradas con simpatía. Asia, Survivor o Night Ranger volvieron a la actividad, junto con grupos más jóvenes (incluidos algunos hispanos y grupos de versiones). Aunque en su día fueras un devoto del shoegazing, nunca quedarás mal si pones “I just die in your arms tonight” de Cutting Crew en tu muro.

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 5 discos para entender de qué va esto

Ya sabemos que hoy en día la música se escucha a base de Youtubazos. Vale. Pero la “full-AOR experience” sólo la vas a tener poniéndote los LPs de principio a fin, y entiendo como se estructuraba uno de estos discos, con su canción ahí de subidón, su medio tiempo sentido, su balada con guitarrazos, su tema en plan “que bien tocamos”, la canción para que Steven Seagal entrene, etc… Podría recomendaros fácilmente 20 discos que considero “imprescindibles”. Pero sé que posiblemente, no os vais a escuchar más de dos.  Así que vale con cinco, y así por el culo os la hinco 😀

 Journey – Escape 

La obra maestra. Años de carrera confluyeron en este disco, nº1 en América y que contiene absolutamente todos los elementos del género, aún frescos, recién destilados. Canciones de superación, power ballads y nostalgia al amor veraniego de juventud. Es ponértelo y te entran ganas de casarte y tener una hipoteca. O dos. Hoy por hoy, mi tema favorito es, precisamente, “Escape”, con ese cambio de dinámica a mitad del tema que me flipa.

 Asia – Asia

El único club de fans de una banda al cual he pertenecido es Asia. Cuidao lo que acabo de confesar, ¿eh? Pues así fue. Y si ese  por musicalidad es, defiendo este disco con puños y dientes, comenzando por el celebérrimo “Heat of the moment”, un canto nostálgico a cuando salías por ahí de fies con tu novia de toda la vida. Do you remember when we use to dance? ¿EH? Predomina el ambiente grandilocuente, con riffacos de teclado, y armonías vocales a cascoporro incapaces de recrear en directo. Qué más da.

 

Night Ranger – Midnight Madness

Era o este o si siguiente disco. Estos tipos nunca vendieron tanto como Foreigner, pero si eran buenos para salir en 16 Velas o Exploradores, son buenos para mí. Night Ranger sobresalían contando historias, con sus personajes, sus principios y sus finales. Recuerda a tu primera novia con la emocionante When you close your eyes. Desmiente los cuernos de tu mujer con Rumours in the air. Y sobre todo, póntelo en el coche y siente que You can still rock in America, aunque circules por una comarcal. All right! Oh yeah!

 

Survivor – Vital Signs

El AOR como lo recuerdas. Ni más ni menos. 10 canciones casi perfectas, con letras, principalmente, de conocerse, enamorarse y querer casarse. “I can’t hold back” es una de esas canciones que crece según las escuchas y desemboca en una orgía melódica, su propio Don’t stop believing, y “High on you” es un tema pop con maravillosos teclados absolutamente canónico en el género.

¿Y la balada? La gente se casa escuchando The Search is Over.

Que hostias: yo quería casarsme con The Search is Over.

Fueron los mejores.

 

T’Bell- Replay

Una confesión: nunca me han gustado Toto. Demasiado funky, demasiada balada. Pero me encanta este disco. Uno de los que más veces he escuchado en mi vida. Editado por el genio sueco Patrik Tibell allá por el 2000, es una maravillosa colección de canciones con toques West Coast donde TODOS los cortes tienen tecladitos “tututu”. Yo no le pido más a la vida.

En fin. Ya lo tenéis un poquito más claro, y en estos tiempos de crisis en los que mi generación prefiere encerrarse en su nostalgia impostada (muy comprensible ante el desesperanzador panorama), un poco de positivismo, retro e imperialista siempre viene bien. Seguramente sea por eso por lo que me gusta a mí, aunque reconozco que encarna muchas cosas que odio en la música: oportunismo, excesiva comercialidad, letras repletas de clichés… y aún así acabé trabajando para el sello italiano Frontiers durante un tiempo. Y que tiempo.

Os invito a visitar páginas como esta, que recopilan decenas de canciones de infra-films 80s que te fliparán. Si necesitáis algo de adrenalina, os podéis subscribiros a mi lista de Spotify de canciones del entrenamiento. Y un consejo: cuidado con poneros mucho esta música si habéis sufrido una ruptura sentimiental. Evitad discos como Long Way to Love de Mark Free. Los recuerdos revivirán y las lágrimas fluirán.

Te puede pasar incluso a ti.

Sí, a ti. ¿Me lees, verdad?

Aunque hace tiempo que no hablamos.

Aquella con la que solía bailar. Era el verano del 69.

Déjame preguntarte una cosa….

 

Cuando cierras los ojos… ¿piensas en mí?