Aquí va una frase que no creí que llegaría a escribí: este Expocómic ha sido inolvidable. Y por más razones de las que esperaba. El año pasado no quise asistir, agobiado ante las estrecheces y la muchedumbre. Pero este año la historia sería distinta. Por un lado porque habían cambiado de ubicación, teniendo ahora un recinto más amplio que aguantó bien incluso el sábado por la tarde. Y por otro, porque este año estaba acreditado… como autor.

 Porque sí: el sábado por la mañana presentamos el libro Terror bajo las aguas, del cual ya saben soy co-autor junto con Carlos Burgaleta. Por desgracia, Carlos no puedo asistir a la presentación, pero tuve la suerte de estar acompañado de un cuartero de colosos: Pedro J. Mérida, coordinador del proyecto, de Alfonso Azpiri, portadista y de Domingo López, prologuista y titán del cine de género.  Y por suerte, de un buen montón de amigos, lectores y curiosos que se acercaron a escuchar la presentación. Me emocionó poder conocer a varios lectores en persona, a los que mando un abrazo muy fuerte.

La historia se repitió en la firma de ejemplares en el stand de Dibbuks. Quiero felicitar a Ricardo, de la editorial, su esfuerzo para organizar estos actos promocionales de los que no disfrutan todos los autores. Yo creía que no iba a firmar ni uno (en serio) y por fortuna sí que pude firmar un buen número de libros, incluso a gente de Pamplona, Galicia o Sevilla. La verdad es que fue una experiencia algo extraña. En todo caso, gracias a todos los que estuvistéis por ahí apoyando el libro.

Hasta la pausa para comer fue estupenda: pude oír a Cacaman marcarse el rap de Donkey Kong Country en persona: “his Coconut Gun / Can fire in spurts“… y como el señor Paco Fox y Oso55 de Cinecutre tienen también proyectos editoriales. ¡Ya nos tocaba a nosotros! Como no me corresponde a mí hacer anuncio alguno, ya se enterarán del asunto por sus respectivas webs.

Y por la tarde nada: volvímos todos, a ver si comprábamos algún tebeo y saludábamos a más gente. Julián de Teenage Thunder (feat. DJ Eme) andaba regalando ejemplares de su fanzine de papel. Sí, sí: de papel. Que encima está estupendo. Podéis descargarlo en su blog, pero la edición física era limitada y solo disponible para aquellos afortunados que allí la recogimos. Saludamos a todos los amiguetes habituales y menos ahbiatuales… todo iba como siempre. Hasta que los chicos del Proyecto Latveria  me dieron la noticia. TURY IS IN DA HOUSE.

 Como lo oyen. El señor Tury estaba en el recinto, paseando como un visitante más, mezclándose por el populacho. Y no solo eso: me avisaron que hasta Haplo y Lord Pepo estaban por ahí. De repente me asalta una duda: ¿y si me encuentro con ellos? Me constaba que estaban un molestos por aquella freak battle en la que les enfrenté. De hecho, me encontré primero con El heavy Naruto, Coque, con quien me eché unas buenas risas y al que me encantó conocer. Pero los otros tres eran otra historia. ¿Se repetiría aquella mítica batalla? ¿O se unirían contra mí para darme una paliza? Me sentía como Scott Pilgrim

 Algo aturdido por la magnitud de la noticia, seguí paseando, cuando David White y yo avistamos a Tury a lo lejos. ¿Me acercaba a saludarme? No me atrevía. Estaba muy confundido: Tury era para mí un ser irreal, cuya dudosa existencia estaba confinada a la televisión y los vídeos de youtube que tantas veces había visto. No podía creerlo. Decidí seguirlo un rato para ver que hacía, si la gente le saludaba o qué. Lo hice durante un rato, pero terminé por perderle en el gentío. Cansado, me disponía a abandonar el Palacio de Cristal cuando…

 ¡Tury se acercó a saludarme! Venía acompañado de un Rorsach cuya identidad civil me conocía, y que decidió presentarnos. Me pillaron por sorpresa: ¡el cazador cazado! Me lo tenía merecido. Tury se mostró entusiasmado. No tuvo ni un reproche, al contrario: me comentaba que si ahora tenía pareja era en buena medida gracias a que fuimos de los primeros en colgar la aparición en TV que le hizo famoso en los círculos frikis. Me pareció muy buen chaval, muy acelerado, como es en la tele, sin una mala palabra ni un mal gesto hacia mí. Claro que realmente yo no tengo la culpa de nada, que él solito fue el que se metió en sus líos… pero hay quien no se da cuenta de eso. El campeón de la Freak Battle parecía tener claro que yo no era sino el mensajero. O el promotor, si lo preferís. Y al fin y al cabo parece que el chico disfruta su popularidad.

 Espero que Tury aproveche su fama para crear una base de fans que le sigan y apoyen esas tres trilogías fantásticas que dice estar escribiendo. Y que le vaya bien con su chica. Ahí arriba os he dejado el nuevo vídeo de Tury, de vuelta a El Diario, el cual me pidió que colgara. Con Lord Pepo me crucé  de refilón al salir, pero ya había tenido demasiado. Le dejé, gritando algo sobre los frikis junto con otros jóvenes otakus. Siempre nos quedará el Expomanga. ¡Larga vida a la Freak Battle!