Como ya saben, no me gusta crear post obituarios: con la cantidad de personajes míticos que nos dejan esto sería un continuo llorar. Mi padre me comentaba que le había tocado lo de Ozores, tan fan como ha sido de él (y me hizo ser a mí). Pero sí me apetece dedicar unas líneas al señor Ronnie James Dio. Quizá porque a él si tuve la ocasión de conocerle y tener un par de peripecias divertidas por los que me siento un poco obligado a rendirle un merecido tributo.

Quizá también porque está claro que su ida no va a aparecer en la portada de Google o Yahoo. En su día, el tipo fue realmente popular en nuestro país. Me consta que llegó a tocar en el Palacio de los deportes y que los telediarios de la época se hacían eco del asunto, pero hace tiempo que su figura quedó alejada de los medios mayoritarios para quedar encerrada, desgraciadamente, en las páginas de revistas de jevi garrulo que ya se pueden imaginar todos. Y la música del tipo daba para bastante más que eso. Este Lady of the Lake siempre me encantó, por ejemplo.

Yo llegué a conocer a Dio y pude hablar con él un  buen rato. En lugar de un tube con una versión de los abominables Mago de Oz prefiero recordarle compartiendo esta anécdota. Verán, hará como unos 11 años dejé en un libro de visitas (¿se acuerdan?) un mensaje pidiendo un par de canciones para la próxima gira del tipo. Por aquel entonces estaba en un grupo de metal bastante ramplón y hacíamos una cover de Holy Diver. Era bastante fan. Poco después me llegó un mensaje de una tal “Yoko”. Y no, no era spam: era una fan de Dio.

La chica era una japonesa que se dedicaba a seguir al cantante con una amiga (¿?) y me pedía consejo sobre algún hotel recomendable en la zona y que no fuera muy caro. Le di un par de links e indicaciones. Cambiamos algunos mails y parecía  maja, así que le di mi número por si había algún problema con la reserva.

El día del propio concierto, mi padre cogió el teléfono a alguien que le hablaba en inglés. El repitió una y otra vez, muy despacio que “JOSE-NO-ESTÁ“. Perdí la llamada y en aquella época no tenía móvil, ella tampoco, así que nada. Habíamos quedado én la propia sala, pero en ningún lado en concreto: imaginé que no habría muchas japonesas por ahí sueltas, así que me puse a buscarla por toda la sala, preguntando incluso a un par de personas. El cachondeito que había conmigo era importante.

Finalmente pasé del asunto y me fui a ver un poco el concierto: y allí estaba ella en primera fila. Monilla y chiquitilla, algo mayor que yo, y muy risueña. Al terminar aquello, ya pudimos hablar tranquilamente, cambiar algunos discos que habíamos hablado. ¿Era un groupie o no? De lo único que recuerdo que hablamos era de su gusto por los grupos italianos de rock progresivo (WTF?). Nunca me quedó claro si era una groupie o solo una super fan. Me daba lo mismo, puesto que me coló con ella en al backstage, donde pude saludar y hablar un poco con él y hacerle algunas preguntas chorras. Y el tipo encantador, a pesar de estar cansado y de no hablar ante un ser con vagina (no como otros). Me hizo muchísima ilusión. Firmó discos y entradas y regañó a mi hermano por estar ahí cuando tenía los exámenes finales al día siguiente.

Llegué a verle por segunda vez, y me gustó incluso mal: la primera llevaba a un guitarrista espantoso llamado Tracy G al que afortunadamente no he vuelto a escuchar en mi vida. Esta vez Yoko no iba siguiéndole, perdimos el contacto y tengo que reconocer que yo llevo y mucho tiempo sin escuchar su música, salvo algún viaje ocasional a Rainbow in the Dark, mi tema favorito. Como ya he comentado alguna vez, mi estancia varios años en el mundo de la industria del rock terminó por quemarme del hard rock y deribados. Allí, por cierto, mi compañero Lorenzo (ahora fundador de la agencia de promoción Top Artist) sí que llegó a trabajar con un par de discos del cantante y me confesaba su tristeza por el trágico hecho.

Aún así, tengo grandísimos recuerdos de su música, anécdotas como esa (hay alguna más, pero me las guardo) y me apetecía escribir algo del asunto. Así que nada. Queda dicho. Incluso sino os gustaba, convendréis en que el hecho de que el tipo consiguiera vender millones de discos con la pinta que tenía y con vídeos tan horrorosos como estos tiene muchísimo mérito. Cuantas partidas de D&D se habrán creado a partir de semejantes imágenes. Hasta siempre, RJD.