No es este artículo, precisamente, de rabiosa actualidad. El primer Taco Bell de España abrió hace ya más de un año, pero como no tengo coche ni me hace falta (trabajo en casa desde hace tiempo), el acceso al remoto centro comercial donde se ubica era complicado. Así que he tardado tiempo en ir, y me planteé donde estaba realmente la novedad del asunto. Sin embargo un par de mensajes en mi twitter me confirmaron de lo necesario del asunto. En primer lugar, porque a día de hoy no encontré en toda la red hispana una reseña algo extensa del lugar. Y en segundo lugar, porque es bastante probable que nuestros lectores de fuera de la capital ignoren su existencia, y quizá quieran acercarse por allí en su próxima visita. Lo convertiremos en un lugar de peregrinación, igual que el Mercadona: cuando voy a Valencia, lo primero que hago es buscar uno para comprar fartons. 

Así que allí me planté y en Isla Azul me colé con el gran Armabot como compañero de experimentos , fotógrafo y piloto de nuestro o, uve, ene, i. Era la primera vez que iba a Isla Azul y como os podéis imaginar estaba lleno de zombies: padres en chándal con los críos a cuestas haciendo cola para pedir su menú en cualquiera de los múltiples restaurantes del lugar. Vamos: como nosotros. Lo primero que me entero al llegar y mirar el sitio es que HAY OTRO QUE ME PILLA MUCHO MEJOR: En La Vaguada, al norte de Madrid. La cara de gilipollas que se nos quedó es de impresión, pero bueno, como ir pa na es tontería, pues no nos íbamos a volver sin comer. El restaurante se encontraba sospechosamente desierto. Y es que me parece que la comida “mejicana” (o lo que sea) le sigue pareciendo al español demasiado exótica. Ya lo hemos comentado alguna vez por aquí: el picante es anatema para muchos españoles, en especial, aquellos derivados del chile. Imagino este es el motivo por el que a la hora de comer, apenas hubiera otra pareja de clientes:. O eso o la gente asocia no asocia “Méjico” a Chespirito, las Flans o la Lucha Libre, sino a los secuestros de Ciudad Juarez y a Cristian Castro. Algo absurdo, ya que en realidad, es una franquicia americana.

Ahí está, viendo pasar el tiempo

Como no había más gente en la cola, tuvimos que decidir rápidamente que tomar, para evitar que las esfinges que nos antendían nos fulminaran con su mirada láser.¿Cómo reaccionaríamos ante la presión? Dado que somos, básicamente, unos ansiaos, optamos por el burro grande ande o no ande y pedimos una Taco Bell Big Box cada uno, la cual te entregan, efectivamente en una bonita caja. 

¿Cómo va a ser la deuda exterior de Greeeeciaaaa…

Punto muy a favor: ¡parece que estás abriendo un regalo! ¿Qué pasará, que misterio habrá? Seguro que estaba lleno de cosas ricas, pero me paré a pensar: ¿y si en realidad estaba vacía? O peor: ¿Y SI HABÍA UN MONSTRUO? ¿EH? La incertidumbre nos puso nerviososos. Nos sudaban las cabeza, nos sudaban los pies, nos sudaban la tibia y el peroné. ¿Nos arriesgábamos a abrirla? ¿Y si liberábamos sobre el mundo todos los malos conocido, si es que queda alguno? Pero claro, ya habíamos pagado por ella, así que… Afortunadamente saqué la tirada de detectar y desmontar trampas y retiré con precaución el dardo envenenado. Al abrirla, el resplandor ante tantos tesoros por poco nos ciega. Y es que el contenido de esta caja / menú era el siguiente -Un taco crujiente
-Un burrito
-Patatas fritas
-Un (raga) muffin de chocolate
-Una figura de Asuka edición limitada
-Dos skins exclusivas para Master Chief con el logo de Taco Bell
-Oro, incienso y mirra

 Comida de sobra, como podéis imaginar. Y atención a este detalle que me dejó totalmente helado. Lógicamente, en lugar de ketchup, tenemos sobrecitos de picante. Pero atención, que cada sobrecito tiene… ¡una inscripción supuestamente ingeniosa! Y es que parece mentira que sea en un mejicano donde experimentamos lo más cercano a las célebres galletitas de la suerte chinas, con su mensajes proféticos escritos por una legión de niños tarotistas que echan lel I-Ching durante catorce horas al día desde algún sótano de un pueblo de Peking.

 

Tu bar favorito

Inscripciones a cada cual más idiota, tanto que bien podrían servir de firma en algún foro y que son similares a los chascarrillos tipo “señoras que ponen bombas en Nueva York” del cual el personal se hace fan en Facebook y que tendrían gracia si se te hubiera ocurrido a ti. Claro que también los hay de los que te dejan con una cara de “WTF” que no se salta un git… miembro de la etnia gitana, cuya presencia tanto aporta a nuestra comunidad (olvidaba que aún manda el PSOE).

No solo el sobre, también el resto de la caja tiene varias supuestas bromas, con lo cual llegamos a la conclusión de que el Taco Bell es el restaurante de comida rápida más poochie que nos hemos echado a la cara. Y ya es decir, teniendo en cuenta que los niños del Kids Club de Burger King iban con monopatines, gafas raras y gorras para atrás…
Megacorporación vs Pymes 

¿Y la comida? Bien gracias. Los tacos pueden ser de ternera, de pollo y de polla, y los pueden ustedes tomar con la tortilla crujiente, como un dorito gigante o blanda. Si han tomado tacos alguna vez, por ejemplo los de Old El Paso, ya sabrán que los crujientes tienen a romperse y enguarrinar todo, por lo que son los más recomendados por nosotros. Deliciosos. 

El burrito es plato fuerte. La verdad es que ya ni me acuerdo de lo que llevaba dentro, pero si que llevaba mucha salsa, que tendía a caer y acumularse en el fondo del mismo. Mi compañero Armabot protagonizó un episodio de squirting involuntario bastante menos agradables que los que nos regalaba Cytheria, así que tuvo que lucir una mancha de salsa en su pantalón durante el resto del día. Medallas de guerra de aquellos que ponen el pie en territorio enemigo. 

De las patatas fritas, nada que comentar: se pueden elegir otras guarniciones, y aún así, voy yo y escojo las patatas, nada más que para quejarme después, parezco una tía. En todo caso y como decía Pumares, la patada está totalmente prostituida: hoy por hoy le ponen patatas fritas a absolutamente todo, hasta a los helados de cucurucho o al puré de patatas. Mmmm ¡chocho con patatas! En todo caso, cumplen su función de entretener, que se dice ahora, y dar trabajo a los endocrinos y cardiólogos de la zona. 

 Me lo pido 

Por supuesto, hay más opciones al margen de la caja esta. De hecho, tienen un pequeño folleto en el restaurante que me hizo sentir como si ojeara un catálogo de los Transformers, también deliciosos a cualquier hora. Mi favorito, el CrunchyWrap, no sólo por su nombre de helado, sino por su apecto de talismán mágico dividido en dos, con una parte en manos de Harry Potter y la otra en las de Mum-Ra el Inmortal o Sofía Coppola.
El Taco Bell brilla por la variedad de comidas, y en especial, de acompañamientos. Podemos tomar nachos (aka doritos para el español medio), varios tipos de patatas y hasta arroz (¿comorl?). Como veis, también tiene su línea “budget” para estudiantes y mendigos por el que se come por dos perrillas. Creo que si un día me caso, lo haré en un Taco Bell, aunque eso sí, el postre lo tomaremos en McDonalds, que de momento aquí no tienen McFlurrys

La comilona fue satisfactoria y económica. Y atención, que podemos utilizar el “refill“, o “reload”, como lo llamamos nosotros, y rellenar el vaso de refresco tantas veces como queramos. Opción peligrosa en este país donde el personal gorronea todo lo que puede y más para después pagarse el cochazo o el móvil último modelo para llamar a la novia y decir “que ya llego“. Aunque nos gusta mear tanto como el que más, solo repetimos una vez, lo justo para terminar de comer tranquilamente.

Así que nada. Por fin había comido en el famoso Taco Bell que anuncian en los partidos de la NBA, y que queríamos probar por imitación y por pegarnos un poco a la gloria de nuestros amos, como los que comentan en blogs de famosos. Pero atención, que la aventura tuvo continuación al día siguiente. La segunda parte se pareció más a Cube, ya que sucedió íntegramente en las cuatro paredes que componen mi cuarto de baño, del cual me costó salir. Y es que al final el taco, o el picante o lo que sea me sentó como un tiro: es la venganza de los mejicanos por haberles mandado de gira a Mago de Oz.

 

A pesar de eso, puedo anunciar que tengo ganas de repetir. Taco Bell se ha ganado un lugar privilegiado entre mis campanas favoritas, desplazando a la de Belén y al lado de la campana del Gorriaga y la que hace sonar lleva el Campanero muerto del amor. Con su llegada, el ya reñido mundo de las campanas de nuestro país sufre una convulsión. El de los resturantes de comida rápida parece aún seguro… por ahora. Eso sí: la próxima voy al de La Vaguada.