La supremacía de occidente acabó

Y la juventud se está volviendo amarilla

Primero videojuegos, luego el manga llegó

El terror japonés también les maravilla

 
Calipo A – La invasión oriental

 

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 Que lo japonés mola a la peña es tan evidente y lleva tantos años que ya no vamos a decir nada. De puro obvio y como es natural, muchos comienzan a echar pestes de todo lo que tenga sello nipón, desde la Wii a Death Note. Ya comentábamos hace tiempo las propuestas de canciones  Jotapop, (que no j-pop), que estrellaron este verano. Lo extraño no es, por tanto, que el comerciante autóctono imite estética, o se apropie de sus símbolos (no de sus códigos) para vender un producto al consumidor, normalmente joven.  Lo raro es que el producto tenga buena acogida y encuentre su lugar en el mercado. El Dokyo lo ha conseguido.  Puede que no por los otakitos, que saben de que va el tema. Pero ha pasado ya un año desde su lanzamiento y, en contra de lo que pensábamos muchos, seguimos encontrándolo con asiduidad en los comercios hispanos (normalmente regentados, miren por donde, por asiáticos). Y también hemos encontrado sus envoltorios tirados por las aceras, lo cual demuestra aún más, tanto el éxito del producto como lo incívico de sus compradores.

 Allá a mediados de 2006 asistíamos asombrados a una campaña de publicidad que representaba a la perfección la teoría de la Alianza de Civilizaciones. Era el anuncio del Bollycao Dokio, que pueden ver ahí arriba.  Chinos fingiendo ser japoneses haciendo el mongolo para los españoles: los pueblos asiáticos olvidaban aquí sus diferencias para tener una amistosa mano al niño español. Que aprendan los de Hombres detrás del Sol. ¡Mola Asako! Nos comentaban. Siendo el anuncio de un bollo hubiera quedado mucho más apropiado un juvenil “Es la crema”, expresión que odio, por cierto. El anuncio tiene tela: un chaval hace unos aspavientos como de concurso chorra del Expomanga y se pone a imaginarse una supuesta “fiesta nipona”. Los chavalaes bailan una música techno genérica bastante poco asiática, de esas que igual valen para anunciar la próxima hazaña  de Fernando Alonso en tu pantalla amiga que para reportaje sobre una Campus Party en Cuatrosfera. Pero moderna, o moderna según lo ven señores creativos de publicidad, que han disfrazado de colegiala japonesa a una señorita oriunda de Pekín (pero residente en Alcorcón) de 27 años que estaba tan tranquila con su madre, en su tienda de productos variados, para el hogar escuchando  a Andy Lau.

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  El spot no hace sino seguir los preceptos que los ejecutivos de Nestle decidieron para el branding del Dokyo. Letras con trazos cortantes, como las que dibujaba Ibáñez cuando Filemón maldecía a Mortadelo en algún idioma extraño   A su lado una imagen de un bollo abierto y chorreando chocolate. Una imagen muy poderosa y sexual, que conjura diferentes significados, bien para unos críos que han dejado hace poco la fase anal, bien para otros que están a punto de entrar en la fase genital, o bien para unos degenerados de mierda como vosotros.  El envase completa su atractivo con el dibujo de un chino. Que imaginamos es japonés, por el nombre y forma del bollo. De hecho su ropa nos recuerda a la los típicos tenderos en puestos de Tokio con su kimono corto. Pero que le vamos a hacer: es que el muñeco tiene una pinta de chino que tira de espaldas.

 

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La planta de Little shop of horrors

La forma y presentación del bollo está claramente inspirada en los dorayakis.  Puede que os suenen porque Doraemon, el gato robot cuya cabeza rivaliza con la de Dawson, los devora. Yo ignoraba lo que era hasta que un día mi hermana, jugando a un juego de Doraemon en la Game Boy, comentó contenta “anda, si te cojes un dorayaki te recargar la energía”. En ocasiones, el felino se refiere a ellos como “pastelitos de mermelada”. Lo que llevan, en realidad, es pasta de judías rojas, que se supone son dulces y que encanta a toda esa gente que escribe blogs desde la tierra del son naciente. Pero aquí…   tu dile no ya a un chaval, sino a cualquier persona que se vista por los pies y prepare / haya preparado / vaya a preparar unas oposiciones (como buen español), que te vas a comer un bollo relleno de judías. Ascazo. Afortunadamente, esto lleva choco.

 

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  El reverso tenebroso del envoltorio nos invita a “completar nuestro desayuno japonés” con leche o zumos. Una auténtica majadería digna no ya de esta web, sino incluso de un señor  futbolista o un cantante de Jarabe de Palo. Cualquier persona medianamente versada sabe que los nipones hacen la fotosíntesis (y se reproducen por mitosis). En el raro caso de que el crío carezca de clorofila, sabemos que desayunan, por ejemplo, Natto, que es una cosa que dicen huele que apesta. Nos parece bien que lo adapten a los gustos españoles, eso sí. Completen su desayuno japonés con un zumete, su comida japonesa con sushi y arroz y sus pajas japonesas enviando un mensaje al 565 con la palabra HENTAI para recibir unos dibujos de niñas con el pelo verde y coletas siendo violadas por tres tentáculos por cada orificio (sí, por la nariz también). Joer, primo, es la puta risa.

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Según come el mulo…

  En cuanto al producto en si mismo, su consistencia es gomosa y parecida a la de las tortitas. Al menos a las que he probado yo. Quizá, no lo sé, también a esas tortitas que los americanos se comen en montañas, bañadas de sirope  de arce (“ven a desayunar, he hecho tortitas”), y que implica que la madre se ha levantado como una hora antes para preparar semejante cantidad de comida para toda la familia, que luego muchas veces no comen porque llevan tarde a coger el bus del cole. Quizá, la próxima vez, la Señora Jhonson, en lugar de matarse a trabajar, le de al pequeño Bobby una bolsa de Dokyos y a tomar por culo. Se lo merece, el muy cabrón, por desagradecido. Ojalá le coma un oso del zoo.

 

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Comprobado: un pollo te recupera más vida

  Una cosa que nos gusta y nos divierte es el sello de Dokyo que aparece en la parte superior del pastelito, para que se grabe a fuego la marca en la cabeza. Quizá en el futuro podrán “serigrafiar” dibujos, de, por ejemplo, Los Algos o la serie infantil Escenas de Matrimonio, tal y como hacían en las Tosta Rica con Los Aurones.   Nosotros hemos aprovechado la ocasión que  nos brinda este producto para presentar en sociedad a nuestro catador oficial a partir de ahora y tras la retirada de Billy..

 

 

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Algún día, mil gatos soñarán a la vez. Y ese día me las pagarás.

Así es amigos, Hoy damos la bienvenida como catador y colaborador de la web a BUDDY, el nuevo virugato que ya muchos conoceréis. El anterior portador del título, Billy se ha retirado del mundo internetil y se dedica a educar a su ahijada, la gatita Suerte, mientras que Buddy ha tomado el relevo y el protagonismo en esta importantísima tarea. Y como pueden ver, el Dokyo ha fracasado ante la prueba felina, provocando su rechazo. Buddy nos informa que, no obstante, guarrerías y productos químicos aparte, su aporte calórico no es excesivo, y las grasas, aunque quizá un pelín elevadas, están presentes en una cantidad inferior a la media de bollos de este tipo. Aún así y tras esta prueba, hemos comprobado que el Dokyo no es indicado para gatos!. Para personas humanas, aún no lo tenemos claro

 
 

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La fábrica de Willy Wonka, una mierda comparada con esta

  Sea como fuera, es evidente que el producto a encontrado su lugar. Y es que, y aquí me descubro, amigos, el bollo está muy bueno.  Ante lo cual, y para terminar de integrarnos en su atmósfera falsa nipona, le dedicaré un Haiku:

 

Un Dokio no me basta
Aún tengo hambre
Préstame cinco pavos para chile con carne.

 

Y con esto nos despedimos por hoy. Espero que el siguiente producto que comentemos sean las barritas de sésamo esas tan buenas que vendan por ahí, y que les den una buena provisión a los empleados y jugadores de ese gran club de la Real Sociedad. El día que tengan una estrella del fútbol como Dios manda, ese día, si que hablaremos de un nuevo orden mundial.