Hay que ver. ¿No les sorprendió la mega campaña de Los Simpson la película? Coronada sin duda por aquellos chirimbolos, obra y gracia en origen de Álvarez del Manzano, en cuya cúspide se ubicó el reconocible pelo de Bart Simpson. Señal explícita del éxito multitudinario, que no conoce fronteras, de Los Simpson. Ya es común conocer a algún pesado que se sabe los diálogos, que comenta otra vez el episodio del lápiz en la nariz o que colecciona todas las temporadas en DVD. Los Simpson, que en principio era una serie un tanto local, demasiado satírica y que llevaba la etiqueta ridícula de “humor para adultos”, se ha convertido en algo tan integrado en la cultura popular como el Carrusel Deportivo o las cartas de jebis acabados en la Popular 1.

Matt Groening, creador e instigador de la serie, es ya sólo uno de los muchos guionistas que han pasado por Los Simpson, verdadera cantera de escritores cómicos y que llegó a tener en sus filas a Conan O’Brien en las mejores temporadas. Pero fuera de las reposiciones, de los homenajes sin fin, de las parodias poco sofisticadas (donde la sobrevaloradísima Padre de familia se destaca), queda la idea original de Groening… ¿Pero queda su talento? He ahí el dilema que rodea las últimas temporadas, donde el nivel ha bajado estrepitosamente y en ocasiones los episodios sólo son una pasarela para mostrar forzados cameos. Groening, auto coronado rey de la comedia satírica, incluso se permitió el lujo de crear Futurama, serie desigual que la Fox aniquiló rápidamente por falta de audiencia. ¿Qué queda de Groening entonces?

Quedan, efectivamente, sus tiras Life in Hell, que siguen manteniendo la vena satírica del autor al máximo nivel. El lanzamiento del Enorme Libro del Infierno (1997) por Astiberri recupera el Groening entre hippielongo y underground (Copyright Rockdeluxe 2007) de siempre, aunque quizá menos satírico que en sus recopilaciones anteriores. Cubriendo desde finales de los 80 a finales de los 90, supone un perfecto compendio de las neuras del autor a través de Blinky, los geniales maricas Akbar y Jeff y el mismo autor representado como conejito. Las ideas de los Simpson, sutilmente suavizadas para la TV, se desatan aquí en una perfecta tira autobiográfica sobre las manías, obsesiones y taras del autor. Lo interesante, lo valioso, es que las manías de este tipo no son muy diferentes de las nuestras, y desde las críticas a las dietas milagro a la precisa descripción de un día de trabajo cualquiera es difícil no soltar una carcajada por algo familiar.
Mencionar, por último, el trabajo encomiable de Astiberri, que también ha relanzado los libros antiguos El amor es un infierno y El trabajo es un infierno descatalogados desde el año catapum por ediciones B. Esperemos que esta vez vendan, que son un caramelito para el público gafaplasta y resultan en perspectiva mucho mejores que cualquier cosa que tenga a Fontdevilla como autor.