Habréis notado el descenso en la frecuencia de actualicaciones. La respuesta es obvia: estoy de vacaciones. Aún así, he programado algún artículo y algunas entradas en los blgos para estas últimas semanas de agosto, así que no teman que aquí segurián encontrando contenido.
Las vacaciones están transcurriendo plácidamente: llevo lejos de Madrid unos días y me dedico básicamente a la lectura y a ver películas y series y vaguear a mansalva. Antes de irme quise aprovechar mi disponibilidad para ir al dentista a que me mirara y reparara la boca, y fue allí donde tuvo lugar el suceso más destacable de este mes de agosto: el brutal alargamiento de la mi campanilla.
La cosa es tan sencilla como que el extractor de saliva se deslizó hasta el fondo de mi garganta si que el doctor se diera cuenta, y se quedó allí, succionando mi pobre campanilla. Notaba algo raro, pero pensé que sería las típicas molestias de tener el cacharro ese ahí en la boca. Llegué a casa y comí, notando que me costaba tragar, pero bueno, ya se me pasará. Tras echarme una siesta y ver que me seguía costando tragar y que hasta empezaba a hablar raro (como un francés, según Montse), me eché un vistazo al espejo. Al principio no vi nada, hasta que se me ocurrió enfocar más al fondo, y vi esto..
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Podéis pinchar en las fotos para ampliarlas. Se había estirado tanto que me reposaba lánguida sobre la lengua y hasta podía cogerla con las manos. Normal que me pusiera trabas para vocalizar. Fuimos a urgencias y el médico, rumano o polaco, por cierto, contempló la posibilidad de darme un punto… ¡Ahí dentro! Ya me imaginaba unas tijeras penetrando por mi boca para cortarme un apéndice en el cual jamás me había parado a pensar durante más de dos segundos y que ahora parecía sacado de un corto de la Warner o algo así.
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Afortunadamente se me ocurrió ir al día siguiente a mi doctora de cabecera. Y digo afortunadamente porque ella, lejos del extremismo de aquel aprendiz de House que estaba de guardia, me indicó que la cosa volvería a su tamaño original paulatinamente y que lo mejor era hacer gárgaras con agua con sal para mantenerla limpia. Y así fue. Al cabo de un día, volvía a vocalizar bien, o todo lo bien que lo hacía antes, y en unos días y estaba en su posición habitual. O eso creo, porque para mí que un poco más larga de lo normal si que ha quedado. Y el susto que me llevé no me lo quita nadie. En fin. Disfruten de las vacaciones, que yo haré lo propio, tengo algunas decisiones que tomar (o no).