Hay algún compañero en el trabajo que cada vez que me traigo cualquier disco ligeramente festivo y/o petardo me comenta riéndose a carcajadas (el tipo de carcajadas que solo puede emitir un jebi de 43 años) “seguro que a ti te encantan los Village People”. Porque para él es el colmo del cachondeo, de la música cutre que no le puede gustar a nadie en serio. No es el único y me consta: no hay fiesta cachonda donde no pongan uno de los sobadísimos (aunque geniales) éxitos del grupo norteaméricano y se ponga todo el mundo a a bailar a la española (vamos, a hacer el imbécil).

Pero en 1980 la gente como él no los veían como un grupo “de broma”, ni una horterada simpática. Para el ciudadano americano libre como el viento eran el enemigo. Tras la fiebre disco de los 70, la nueva década había traido el rechazo brutal al hedonismo y el desenfado bailoteable de grupos como éste, Bee Gees o Earth, Wind & Fire, aunque como estos eran negros, pues bueno, eran más auténticos. Se llegaron a organizar hogueras públicas para quemar singles y maxis de música disco (LPs no se vendían tantos), con emisoras de radio nacionales citando al personal para la catarsis colectiva en estadios de béisbol donde el olor a vinilo quemado de seguro provocó más de una intoxicación.

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Imaginad la pedazo de serie que podría salir de aquí

Por si fuera poco, el grupo que hoy nos ocupa, venía de pegarse un monumental ostión con su película, Can’t Stop the music, protagonizada por Steve Guttemberg, antes de que los canteros hicieran una estrella, y la Señorita Techmaker que ayudaba a Luthor en la primera de Superman. Como decimos, a pesar de semejante reparto, la peli fracasó, lo cual la hace, si cabe, más recomendable y adecuada para nuestros lectores: tarde o temprano hablaremos de ella. A lo que vamos. Que la estrella del grupo estaba en decadencia. Los tiempos habían cambiado y si los Village querían sobrevivir, tenían que cambiar con ellos.

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Nosferatu + Jaimito Borromeo = Visage

Lo primero que llegó fue el cambio de compañía: de Casablanca a CBS. Nuevo management, nuevo A&R, nueva década, misma orientación sexual. Era el momento de dar un salto. De ahí que para su disco de 1980, decidieran abrazar una estética de Nuevos Románticos. El “movimiento” era la última moda en Inglaterra, con grupos como Duran Duran, Visage o Japan copando portadas, televisiones y, en general, epatando al público y en general y a los grupos de la movida madrileñaen particular. El management, decidio a quemar todos los barcos, vio ahí el camino a seguir, entre otras cosas, porque les daba una apariencia moderna y vanguardista y a la vez tremendamente marica (valga la redundancia). Así que les cambiaron los disfraces de vaquero, indio, obrero, etc… por maquillaje a saco, falsos lunares, pelos teñidos y lentillas de colores. El resultado…. Miren, miren…

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El pasado musical del “delgado” de Los Morancos

Algunos miembros del grupo se opusieron firmemente, hasta el punto de que el motero se salió del grupo. ¿No os parece irónico que un miembro de semejante grupo tenga integridad artística? Gracias a este cambio de imagen, los miembros blancos del grupo pudieron por fin tener algo del protagonismo que se les había negado, cual rapero blanco o jugador blanco de la NBA. Más que nada, porque esos negros disfrazados de Steve Strange quedaban de pena. En cuanto al vestuario, poco podemos decir salvo que los chicos parecen llevar atuendos más propios de los guerreros de Mongo que de unas criaturas decadentes y sofisticadas.

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El ataque de los mimos voladores

Pero, ¿y la música? ¡Ah, la música! De eso se trata, ¿no?. La mayoría son una suerte de música disco algo más pop y con arreglos más modernos pero sin caer el en synth-pop que también se empezaba a llevar. Lo peor es que las canciones “serias” parecen de coña, pero coñas sin gracia, y encima, fueron las escogidas como single: 5 O’Clock in the morning y Spend the Night. Otras recuerdan a Sparks en horas bajas y a veces incluso suena a AOR de la época. Ello habría que atribuírselo a la labor compositiva de Freddie Fredericksen, futuro cantante de Toto en los 80 y penetrador de casi todos los temas. Adios a los himnos maricas del pasado y hola al putpourri disco/rock/new wave. Dicho así parece que mola pero lo mismo pasaba con Van Helsing y al final…

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Los singles son mediocres y aburridos, eclipsados totalmente por el trío de canciones finales, trípitico de tonadillas dedicadas a la comida: Big Mac, Diet y Food Fight. Big Mac es especialmente alucinante, con los VP afirmando que a pesar de todas las delicias del mundo, nada es mejor que un Big Mac (“Nothing is better than a Big Mac”). Ahí, crispando a la nación y urgando en las heridas de la guerra civil entre los partidarios de McDonalds y Burger King.

¿A qué viene esto? ¿Quizá pensaban en hacer un disco conceptual sobre comida? Estoy súper a favor. El mundo necesita más canciones sobre comida y los VP quisieron contribuir a esta carencia que atenaza la cultura occidental, porque seguro que en China hay muchísimas (f ijaos que en TODAS las pelis chinas hay una escena en la que salen en un restaurante), o en Japón. Ahí están las MiniMoni. Lo peor es que las de Renaissance no eran muy graciosas. Quizá se salve Food Fight, por ejemplo, que aunque no dura ni 3 minutos y se me hace larga, es un trayazo punkie con letra divertida de esos que querrían escribir cualquier grupejo punki/irónico/gafapasta que hace temas de follarse a Ana Rosa y se apunta al Fea por ejemplo. Lo que no tengo claro es que clase de coreografía harían los seis (ojito: seis) tíos sobre esta canción.

En medio de esas dos se encontraba Diet, que nos avisaba que nuestros excesos culinarios podrían cobrarse su precio y que mejor no te ingles a helados. En la sauna uno no luce tan bien. El material estaba, desde luego, hecho a medida de Parchís, que ya versionaron al grupo con En la armada, pero la falta de vista de los productores impidieron que Tino, Yolanda y compañía cantaran Big Mac, igual si la hubieran llamado Whopper hubiera tenido más tirón debido a la temprana penetración de Burger King en España. A mí me gusta, pero lo cierto es que se nota que el grupo andaba perdidísimo

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Yo aún no me encuentro listo

Desgraciadamente el disco solo tuvo algo de éxito en Francia e Italia, donde todavía molaba eso del bailoteo y donde estaban a puntito de crear su mayor contribución a la historia de la música: el Italodisco (ni Verdi ni pollas). El disco ni siquiera arañó las listas. Ante el costalazo, el grupo recuperó a su imagen tradicional para su siguiente disco. No es que la gente quisiera a los Village People de siempre, es que su momento ya había pasado, y al querer modernizarse, alienaron a su, por lo visto, escasa base de fans: el integrismo no es patrimonio de jebis y moros. Con lo cual y a pesar del esfuerzo el 83 ya se habían separado tras entregar un par de discos más. Ahora tenéis ocasión de descubrirlo, aunque la sensación será similar a cuando te encuentras un grano la oreja. O sea, sí, has encontrado algo nuevo, pero una vez reventado te olvidarás de él. No queremos despedirnos sin recordar el genial anuncio de chopped El pozo, cerrando esa conexión VP – comida de la que os hablábamos en los temas dedicados a asuntos alimenticios. Y encima. gracias al cual las nuevas generaciones descubrieron al grupo y ahora no les sonará a chino lo que les estoy contando. Y encima te salían unos bocatas fenómenos.
Otros discos que solo me gustan a mí: Pájaros carpinteros del espacio