Hola mozos. La parvada de hoy va para los que entregan premios en festivales, ya sean mindundis como el Escorto (un festival con el que se pueden hacer juegos de palabras tan fácilmente no merece respeto alguno) o los mismísimos Oscar:
Propongo la vuelta de los «Premios de la Academia» a su nombre original, porque no veo más labor de la Academia que repicar lo que gritan mil cansinos en los medios (incluyendo el blog como tal) y quedar de solemne y/o comprometido. En cuanto a actores y actrices, simplemente recordar que ya hay premios de vestuario y maquillaje, a ver si separamos interpretación de caracterización.
También creo conveniente que, al menos en España, se elija otro término para los concursos de cortos. Porque «festival» lo asocio con algo divertido, alegre, jovial a saco, y cualquier corto que merezca alguno de estos adjetivos es el primero en quedarse en la cuneta, en favor del drama social, la verdad del barquero y la moraleja de baratillo. Mi concepto de festival no es pasar una noche en compañía del racismo, el maltrato, el alzheimer, el terrorismo y el cambio climático.
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Comida basura homosexual. Triunfo seguro.
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El Notodemagogfest, por ejemplo, tiene sus premios de jurado y sus premios de público. En este caso, como es por internet, los premios del público se pueden imaginar la credibilidad que tienen. La misma que Chikilicuatre en Eurovisión o los premios 20blogs. La labor del jurado en este caso es ejercer de la otra parte del público, la que en lugar de regirse por colegueos o «hala qué friki, qué paranoia, te echas unas risas» prefiere una reflexión sobre los grandes problemas de la humanidad, o al menos los que más se oyen en las noticias. Ya saben, como hacía Bridget Jones para sonar interesante en la presentación de La Moto de Kafka (o quizá no, que son todos muy machos y no verán estas cosas): «¿No es terrible lo de Chechenia?», aprendiendo a pronunciar Chechenia en su casa esa misma tarde y soltándolo en un momento al azar.
Pasemos por alto que en la gala se hacen chistes (si es buena, si no, se saca a Borja Cobeaga y al concejal de educación de Matalascañas a dar premios y punto). Lo divertido es cuando el premiado por su corto sobre el cáncer no dona siquiera una parte de su premio a una asociación que lo combata. Esa compromiso social mola, yo en el sofá de mi casa también arreglo el mundo y mi abuelo se asoma a las obras y grita que le echen más arena a ese hormigón. Ahora que si nos dijeran «venga, póngase usted» nos limitaríamos a dar las gracias a nuestros padres porque les debemos todo.
Dicho lo cuál: el premio a Heath Ledger es inmerecido (y lo dice alguien que lleva adorando a El Joker desde los seis años) y los finalistas de este año del notodemagogfest dan vergüenza ajena. Un señor delante de una pared de ladrillos diciendo que tiene alzheimer y que recuerde que es feliz y del Atleti no es entrañable, es lo más facilón y cutre que hay. Y las dos formas más sobadas y lamentables de terminar un cortometraje son una moraleja o un disparo.