Estimados lectores, volvemos a presentarnos ante ustedes para recuperar a una auténtica bestia en lo suyo. “¿Qué es lo suyo?”, dirán ustedes. Pues el fracaso. Inflar el globo de las expectativas y ver como de pronto dicho globo explota en tu propia cara. Rozar la cima con la punta de los dedos y de pronto ver en los demás una mirada de lástima, pena, incluso odio. Codearte con lo más granado y acabar haciendo el mimo en la gran vía. O el memo, teniendo en cuenta que hablamos de ANTONIO HIDALGO.
Ejemplo paradigmático de personaje que alcanza el número uno de una forma inmediata y casi por sorpresa, para caer acto seguido en el mayor de los abandonos, quedando relegado a una participación mensual como concursante drogado en “Furor” o como padrino de alguna Asociación en las galas navideñas de Antena 3, junto a otras grandes personas como Carles Moyá, Coral Bistuer o Andrés Caparrós Jr. No obstante, sus días rodeados de oropel y polvo de estrellas dejaron como legado el disco que hoy traemos: «A tí, mujer». Un sentido homenaje de Antonio al género femenino, que tanto le daba en su día.
Antonio Hidalgo surge como figura a reconocer por ese espectro que ve la tele desde las 11:00 a las 16:30 horas siendo el chico que canta en los primeros programas de Ana Rosa Quintana como estrella televisiva. Pronto este chicote simpático, con un aire a Bill Pullman, consigue hacerse con el puesto de partenaire simpático de AR, sustituyendo a uno de mis presentadores bizarros preferidos, Món Santiso. Yerno ideal de las suegras que acuden como público al plató, el caché de Antonio sube como la espuma y se convierte en “uno de los presentadores más queridos de la televisión”, que dirían en el TP, llegando a hacer de Papá Noel en el tradicional concurso navideño de la TV Guide española. Son inolvidables sus gags sentado encima de orondas mujeres de Villalpando, o sus interpretaciones de Nino Bravo en el miniconcurso que AR ponía a las 13:30, para competir con la mesa camilla de la Campos.
Es en estos momentos de gloria y apogeo cuando AH emprende su aventura más ambiciosa: probar suerte en el mundo del que proviene, la música. Su popularidad en España en estos momentos es casi como la del Rey, sobre todo en el target mujer-blanca-premenopáusica. Así que Antonio se lanza y lanza a la calle un disco que nadie podrá olvidar jamás. Un CD que da paso a un nuevo milenio. O más bien lo finiquita.
“A ti, mujer”, publicitado ad nauseam por A3 en el intermedio publicitario de “Nada es para Siempre”, supone la cima del éxito en una carrera de muchos años (en este época Antonio ronda la media treintena, aunque como gran divo se niega a revelar su edad) y dicho disco le sirve a AH para homenajear a “aquellas que me han ayudado en mi salto a la gloria”, o sea, la mujer en su conjunto. Para ello, Antonio se dedica a versionear temas de grandes autores, imprimiéndoles su toque personal y una producción descacharrante, por lo-fi, como podrán imaginar y comprobar. Para ello, les dejamos con algunos de los cortes más inolvidables del debut de Antonio en el múndo del sí-dí
El corte que da título al disco, la única canción que no es un nombre propio de mujer, y que es en palabras del propio Antonio, el mensaje que quiere transmitir al género femenino, y sobre todo a «la madre que me parió», como él mismo dice en el libreto. Curiosamente la canción gira en torno a un romance taciturno, a un kiki de una noche en la que un galán (presumimos algo hortera) le arrebata el virgo a una moza veinteañera que conoce en un pueblo, a la que no vuelve a ver el pelo. Escuchando la canción (no se pierdan la intro con esa guitarrilla a lo softmetal), es acojonante lo que puede llegar a cargar el énfasis que pone Antonio cada vez que repite «y aunque no viva contigo». Es la única canción en la que nuestro divo luce un poco de voz, porque en el resto del disco todo se queda en un hilillo a lo Emilio José que no conduce a ninguna parte.
Inolvidable temón de Camilo Sesto dedicado a una actriz griega que luchaba contra la dictadura de los coroneles -algo así como un Alberto San Juan en la época del nunca mais- y que se caracterizaba por una instrumentación de aires mediterráneos. Si bien la versión tiene buenas intenciones, intentando reinventar la canción con un estilillo a lo Ace of Base, los cuatro duros invertidos en la producción del disco no dieron mucho de sí, por lo que el resultado final parece extraído de un Casio PT-10. En el estribillo y los nananas que le siguen Antonio deja aflorar sus carencias. Y es que la comparación con Camilo no es nada fácil…Como diría un castizo «demasiado collar para tan poco perro».
Uno de mis momentos preferidos del disco, más bien el único. Es esta una canción «más de sugerir que de enseñar», muy a lo Manolo Otero. Antonio interpreta el tema en clave «spoken word», con un aire delicado que acaba resultando obsceno. Resulta bastante incómodo escuchar los gemiditos de Antonio (en torno al minuto 2) mientras pronuncia el nombre de Isabel, sobre todo porque Antonio es de esas personas que no nos imaginamos puesto en el tema sexual, como nos pasa con Nuria Roca, Jose María García o tantos otros. No obstante, se nota que en este registro bajo Antonio se mueve mucho más cómodo, atreviéndose a finalizar el tema con un último Isabel que hasta está bien interpretado.
Esta nos parece una de las mejores interpretaciones del disco, dicho sin ironía. Desde luego, mucho más meritoria que otras versiones atroces del clásico de Serrat, como la de Rosario Flores AKA Rosarillo. La base rítmica con un ritmillo propio de Portishead, unas cuerdas que no suenan a sintetizador (aunque lo sean), incluso pequeños toques de experimentación acústica y de creación de atmósferas…El tema adquiere nuevos matices si pensamos en la desdichada vida sentimental de Antonio, de la que hablaremos un poco más adelante.
Muestra del citado bajo perfil de la producción, el libreto del cd consiste en las letras de las canciones y diversas fotos de Antonio posando de medio lado; vamos, la pose que saca en casi todas las fotos. Pensaba escanear el libreto, pero todas las fotos son las primeras que encontrarán de Antonio a través de google imágenes.
Este es el mejor momento de Antonio. De hecho, bucear en su biografía posterior a este momento implica un descenso a los infiernos que ríanse de Rimbaud o de Fangoria. Pronto Antonio intentará romper sus lazos con AR, aunque con muy poco margen de actuación, iniciando proyectos en solitario (como un segundo disco llamado «Ciao amore», versioneando clásicos de la balada italiana) que no harán sino demostrar que Antonio como gregario es brillante, pero que como estrella no tiene el touch, el flow necesario. De hecho en 2003 (apenas un año) vuelve con AR hasta la finalización del programa. Y desde que AR prescinde de él, la biografía de Antonio se vuelve confusa, apenas sabemos de él, aunque le hemos visto en CMT presentando un concurso de esos de mecánica absurda en los que sale famoseo empapado en alcohol.
En estos años oscuros, de nube negra, nos enteramos de que Vanessa Romero, la modelo con la que estaba casado, decide separarse y emprender una carrera como actriz. Pronto superará en fama a Antonio (lo que se conoce como «Efecto Carlos Moyá»), lo que imaginamos que no le ayudó a salir del bache. Últimamente hemos asistido a su rehabilitación pública, al lado de su amiga del alma Ana Rosa, comentando vídeos de Gran Hermano y soltando esos chascarrillos picantones que tanto han hecho disfrutar a las mujeres de este país.
Ahora mismo le tenemos bastante perdida la pista al muchacho. Sus últimos programas como presentador son tildados de fracasos por la crítica más benevolente, por lo que imaginamos que Antonio tendrá que reconvertir su perfil laboral de cara a vivir tiempos mejores. No nos vamos sin adjuntarles la imagen que sigue a continuación. En la búsqueda de información para el presente artículo hemos encontrado una noticia que no podemos dejar de destacar.
Si ni siquiera los que te contratan son capaces de darte algo de ánimo….lo llevas mal, compañero.
Antonio gracias a ti el canal 7 tiene audiencia, sigue tu linea, y que se mueran los feos y los envidiosos, me caes muy bien.