Vimos en otro artículo que las relaciones entre niños y adultos se pueden deteriorar debido a una serie de juguetes irritantes, pero ¿qué hay del contraataque adulto? Durante generaciones, el adulto se ha servido de una mitología transmitida de padres a hijos como la alopecia para hacer bailar al niño como un títere. Algunas de las criaturas eran bondadosas, y estaban destinadas a premiar al tierno infante si dejaba de tocar los cojones con el balón en casa. Otras, por el contrario, castigarían al niño si se portaba mal (más allá de dejarle carbón). Finalmente, unas cuantas eran utilizadas simplemente para chinchar al mocoso de mala manera y que supiese quién tenía la sartén por el mango.
No vayas solo a los billares, que es peligroso
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El siguiente compendio de criaturas pretende recoger las más comunes y puede utilizarse con los manuales básicos de Dungeons & Dragons 3ª Edición. Tira 1D10 sobre la siguiente tabla:
Los Reyes Magos
Provenientes del Lejano Oriente, de donde proviene todo lo que mola, porque del Próximo Oriente y Oriente Medio sólo nos llegan desgracias. Gaspar, Melchor y Jovellanos (más tarde sustituido por su cuñado Baltasar), eran astrónomos que, pese a su procedencia oriental, eran dos blancos y un negro (se nota que lo japonés no empezó a molar hasta los 90). Una vez al año, se colaban en tu casa por la ventana en plena noche, acababan con las reservas de alcohol y turrón de tus padres y dejaban juguetes que la mitad de las veces no habías pedido y la otra mitad venían rotos o sin pilas, independientemente de cómo te hubieras portado (en ocasiones uno echaba de menos que le hubieran dejado un saco de carbón, que por lo menos arde). Después, y para liquidar existencias, le dejaban un pijama a tu padre, un perfume a tu madre y, si estaban de buenas, te llenaban los zapatos de caramelos que les habían sobrado de la cabalgata.
El cuarto era de Angmar y quería la mirra. Por suerte, Jesús ya había partido hacia Bree.
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A estas alturas no he creído conveniente etiquetar esta revelación como spoiler, pero por si aún hay alguien que no lo sabía, los Reyes Magos son mis padres. Excepto Baltasar, que es un concejal pintado con betún.
El Ratoncito Pérez
Este mito se utiliza para paliar el trauma de que se te caigan los dientes siendo sólo un niño, cambiándotelos por algún regalito o una propinilla. En otros lugares del mundo, El Hada del Diente es la encargada de la tarea, pero en España delegamos en un roedor que, dado su nombre, parece el típico oficinista que se traga todos los marrones que su jefe le endilga. «¿Más dientes, señor? Pero mañana es sábado, y pensaba ir con mi mujer y mis hijos a Cercedilla…» «Sé muy bien lo que representa la familia, Pérez, pero estamos en un momento muy difícil, desde la central en Copenhague nos meten mucha presión». El pobre Pérez se queda toda la noche trabajando, y al llegar por la mañana, destrozado y con ganas de cama (pero otra variedad), su mujer y él tienen la clásica charla sobre que está totalmente volcado en su trabajo y ni siquiera puede ir a ver a Pedrito a los partidos. Y todo porque a la mierda del niño de turno se le ha caído un paleto y se cree merecedor de un premio por ello.
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Los Gamusinos
En las antiguas civilizaciones, un niño se convertía en hombre al cobrarse su primera pieza de caza. Con el paso del tiempo, la tradición se fue diluyendo hasta convertirse en una metáfora que nos enseñaría a no creernos todas las sandeces que los mayores nos decían. La caza del gamusino es una tradición que juega con la psique del joven por el puro gozo de reírse a su costa, del mismo modo que la estúpida (y hoy en desuso, claro) cuchufleta «En el tallaje de la mili, te sopesan las pelotas con una cuchara». Prueba de ello es la parquedad de descripciones e incluso razones por las que estas criaturas son susceptibles de ser cazadas. ¿A alguien le explicaron alguna vez por qué era tan interesante capturar uno o varios gamusinos? ¡No se podían comer, no eran buenas mascotas! ¡No ponían huevos de oro! ¿Acaso existían de varios colores, como los Chocobos de Final Fantasy? ¿Tendrá uno que cazar una cantidad establecida para desbloquear contenidos exclusivos en el GTA: Gandullas? ¿Sueñan los androides con gamusinos eléctricos?
¡Eh, mamá! ¡He cazado un gamusino!
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El Cine de las Sábanas Blancas
A lo largo de nuestros televisivos tiempos, han existido una serie de personajes cuya aparición en pantalla indicaba que los pequeños de la casa tenían que irse a dormir. A la misma hora en que Telín y Telén (forofos de la tele) se iban con Mami Cama, abría sus puertas uno de los lugares más odiados por los niños. Al Cine de las Sábanas Blancas era remitido todo aquel infante que preguntaba si podía ver la película que ponían en sesión de noche, y como pueden imaginar, sólo proyectaba una película: Mañana no hay Quien te Levante, clásico de Antonio Mercero que relata las aventuras de un niño que o atiende a razones o se va calentito a la cama.
A estas alturas en que un profesor no puede regañar a un alumno, a riesgo de que le planten una demanda (o una hostia, depende del barrio), ya pueden salir los Lunnis o Duke Nukem, que los padres no mandan a los niños a dormir. No van a ser sus hijos el hazmerreír del patio por no haber visto El Síndrome de Ulises. Y en lugar del Cine de las Sábanas Blancas, los llevan al Cine Cité a la sesión de las 22:00, para que toquen bien los cojones.
En Gran Hermano, la cartelera es muy distinta…
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El Correyverás
El regalo que muchos niños temimos recibir en lugar del ansiado Simón de MB (por ejemplo), el mítico Correyverás con las patas colorás y otros amigos, como el Chichimbú con Dos Buches, la Mierda Pinchá en un Palo, el Siseñor, el Mandemeusted y los Nitos. Seguro que ustedes pueden aportar sus propias criaturas fantásticas, ya que todas se escinden de una misma nodriza, cuyo nombre común es «Vacile». Su período de reproducción suele ser el mes de juliembre, y el ciclo de migración coincide con cualquier respuesta de un adulto a una pregunta impertinente, tipo «¿Qué me vas a regalar?», «¿Cuándo me llevas a Disneyland?» «¿Qué hay de comer?» o «¿Sabe cuánto cuesta un café, señor presidente?».
Aunque a veces, uno preferiría el Correyverás
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El Hombre del Saco
Este ínclito malhechor representa todo lo que los niños temen, salvo ser adoptivos. Secuestrador de niños que se portan mal, los echa al saco que le da el nombre y no hace falta decir lo que hace con ellos, pues su simple mención promueve la obediencia. Es en la mente infantil donde se forman ideas acerca de las atrocidades que comete con sus presas, como encerrarlos, matarlos, torturarlos, comérselos o ponerles La Naranja Mecánica y hacer que escriban una redacción sobre ella, un coñazo muy socorrido, como todo buen profesor de ética sabrá. De modo que el niño cree que lo mejor es no averiguar qué le pasaría de caer en el ínclito saco, y recoger el Castillo de la Serpiente, como su madre le lleva pidiendo una hora.
Retrato Robot de la Policía de Nebraska. Quizá te sienta en sus rodillas para sopesarte y calcular con cuántos como tú puede cargar.
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Según el folclore doméstico español, está directamente relacionado con los niños pobres, dado que ambos son utilizados como elemento de coacción a la hora de la comida, cuando el infante mira con desprecio el plato de judías pintas. Lo malo es que relacionarlos directamente puede dar lugar al efecto contrario al esperado: «Con la de niños pobres que hay pasando hambre en el mundo… cómetelo o llamo al hombre del saco». Esto parece indicar que el hombre va recogiendo judías pintas en su saco para llevárselas a los niños hambrientos, lo cuál sería cojonudo. «Pues dile que pase a la hora de la cena y se lleve también las acelgas que te vi comprar ayer».
El Coco
Este monstruo legendario, similar al anterior, se come a los niños que duermen poco y equivoca continuamente los platos en el restaurante, para desazón del cliente y de Carlos, el cocinero. Su peligrosidad se multiplica si es lanzado por un mono con buena puntería.
El más temido en las cestas navideñas
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El Perro que Hay Ahí y te Muerde
Equivalente al Pito del Sereno en lo tocante a mitología infantil, este animal se agazapa en trastiendas y reboticas a la espera de presas que, movidas por la curiosidad e inquietud de un niño, por lo general uno maleducado, campa por un comercio mirando y tocando todo —especialmente, los cojones a los sufridos dependientes—. Se suele alertar de su presencia con una frase característica, algo como: «¡Mario, sal de ahí! ¡No toques eso! ¡Que hay un perro ahí que muerde a los niños que se portan mal». Como si un perro supiera discernir el comportamiento humano (se nota que no les ponen La Naranja Mecánica en ética). Sea por lo increíble de la historia o quizá porque el niño es un bandarra, se las trae al pairo que el perro le muerda o le cante los grandes éxitos de Moni Capell.
Prepárense para ser asimilados
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El Hombre que da Caramelos con Droga
Tan mítico personaje, inspirado en el Doctor Kananga de Vive y Deja Morir se utiliza para aleccionar a los niños acerca de los desconocidos y por qué uno no se puede fiar de ellos, pero sin llegar a casos auténticos y mucho más crudos que lo puedan traumatizar. Ya saben, esos casos en los que que cuando el culpable va a la cárcel, esa especie de código interno lo convierte en foco de sodomías y palizas. En cambio, si la especie de Willy Wonka versión Eloy de la Iglesia existiera y fuese a la cárcel, sería recibido con jolgorios y zarabandas por sus compañeros. Eh tíos, que el nuevo reparte droga, y todos haciendo cola como en la cabalgata (o esperando a que se los metan en los zapatos, como se ha dicho más arriba).
Lo hacen para engancharte
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Los efectos secundarios de las pajas
Y ya para concluir, la gran bestia negra que marca el paso de niñez a adolescencia. En el caso de los chicos, claro, que la bestia de las chicas es de otro color y consistencia (espero que comprendan, no se me ocurren más metáforas sobre la menstruación). No se conoce el origen de esta oscura profecía, así como enigmáticas son las razones por las que se difunde, aunque quizá tengan algo que ver con la moral (en mi clase de ética no lo comentamos, como en La Naranja Mecánica nadie se la casca…). No obstante, lo que sí podemos reseñar son los distintos y más comunes efectos, ya que por cortesía del espacio de estudio ortopirometacientífico y neoprusiano El Hombre y la Chancla, contamos con la siguiente lista que marca las distintas secuelas según el nivel de zumbalacarrismo:
Ocasional: Acné leve.
Activo: Acné pronunciado.
Viciosillo: Acné pronunciado y miopía.
Hiperactivo: Acné pronunciado, miopía y astigmatismo.
Católico Hiperactivo: Acné pronunciado, miopía, astigmatismo y afecciones óseas.
Obseso intratable: Lector de Putalocura.
Probablemente, el acné sea más bien compañero del afán por atusarse la mazorca que consecuencia: las hormonas, que todo lo joden. O lo más seguro es que un pobre diablo cegato, encorvado y granujiento se vea forzado a zumbársela, y no al revés. Por tanto tendríamos que los supuestos efectos secundarios son a la vez causa y no consecuencia de tocar el ande, ande, ande sin que sea navidad. Pero, ¿y las pajas mentales? ¿Le saldrán granos a alguien por debatir sobre el contenido del maletín de Pulp Fiction o por decir que Randy Meeks plagia a otras webs?
Tanto pornotube no podía ser bueno
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Lo que se desprende de los ejemplos citados en este artículo es la posibilidad de que exista un error en cierto odioso dicho que los adultos usamos con fines tiránicos. Quizá sería más acertado decir que: «Cuando seas padre, tocarás los huevos.» Pero, ¿y ustedes? ¿Hicieron frente a alguno de los seres de esta mitología? ¿Tenían los suyos propios? ¿Se les quedó la cara «así» por hacer muecas? ¿Qué le falta, qué le sobra, qué le pasa a este videotruco?
Moderna leyenda urbana para asustar a los críos: ¿Qué es negro, luego blanco y se come a los niños? ¿Michael Jackson? ¡No! Respuesta correcta: un cura católico (cuando se cambia de sotana negra a sotana blanca) JA, JA, JA. Saludos a todos.
Perlas de toda la vida de mi madre:
-¿ Qué hay de comer ?
Canguingos y patas de peces.
-Si te comes los mocos, se juntan en el estómago y se forma una culebra.
-No te tragues el chicle o te harás de goma.
-No veas Goku que unos niños lo veían y se tiraron por la ventana.
-Acuéstate o vendrá el Quintas (aclaración: el Quintas fue un loco que en mi ciudad, Zamora, a principios de los 80 mató a una pareja de 20 años ahogándolos en el Duero. No los dejaba salir del agua y les empujaba con un palo).
-Come zanahorias que verás mejor e incluso en la oscuridad.
-No pongas los ojos vizcos que te quedas así o se te caen.
-No juegues donde la vía que ahí se pinchan todas las noches los drogatas y si tocas una jeringa te mueres.
-Los tatuajes de Matutano son radiactivos.
-Tengo frío
Pues vete al río que allí esta tu tío con la manta cagada y el culo frío (me imaginaba a uno de mis tíos a orillas del Duero en pleno invierno con una manta roñosa llena de orín agonizando)
-Ni se te ocurra meterte en la piscina después de comer o te pasará como al señor de la radio (mi madre es fan de la COPE).
– Me aburro
Comprate un burro.
– Ese producto amarillo es para que los perros no meen. No mees ahí o te escocerá mucho el pitilín.
– El calimocho es mortal. Muchos jóvenes se han muerto de beberlo(os juro que la primera vez que salí de fiesta y vi que la gente pedía calimocho me quedé flipado porque lo tenia por algo ilegal y prohibidísimo).
– Tu abuelo está muy enfadado y acaba de llamar al Sacamantecas.
Historietas de mi madre:
– Yo tenía pánico a subir al sobrao de mi casa del pueblo porque mi madre cantaba con voz muy grave: Soy el Zampón de las Carrancas de Aarón. Te meto en la cuba y te pongo el tapón. (Me imaginaba a una fiera corrupia que aparece en un libro que tengo de Barrio Sésamo del año la polka allá arriba viviendo entre chorizos).
– La típica historia de: María ia ia. Dame la asadura que me quitaste el otro día de la sepultura.
-Cuando mis amigos llamaban por teléfono, mi madre para hacerse la modernita contestaba a la pregunta de «¿Está Javi?» : Un cacho.
Cabronadas de Padre:
– Cuando tendría 7 años, me explicó visualmente a lo que se refería con lo de la gente que ofrece caramelos y te mete en el furgón, sentándome a ver «El Cebo».
– Algo que me aterrorizaba es que me decia: Pon la luz pa leer o te quedarás como yo (mi padre hasta que se operó gastaba culos de botellas de cocacola por gafas).
– Finalmente, contaré un relato de un putadón que me haría con unos 5 años (calculo yo). Tenía un peluche llamado Pililón que era un oso de unos 20 centímetros morado, rosa y con pajarita.
Una mañana me levanto y aparece una nota pegada en el armario que ponía: Soy Pililón. Me he ido al cine. No se si volveré.
Semejante llantina no fue soportada por los oídos de mis padres que sucumbieron (pero resistieros durante dos horas). Apareció mi padre y dijo: Aquí está. Ha debido entrar por la terraza porque no le he oído llamar.
Mi reprimenda al esperpento de Pililón por su escapadita fue monumental y acompañada de una buena ración de ostias y lagrímas (mias).
Y todo por el simple hecho de tocar los cojones.
Ke bueno tu la verdad esque es verdad y quien no ha sido testigo de todas estas series de mitologias, yo el caso esque en el caso de zumbarsela conozco una especialmente extraña que era:
como sigas así te saldran pelos en las palmas de las manos, alguien sabe algo al respecto??
jajajajaja un saludo
Z
Yo tenía un pánico tremendo a la bruja que vivía en el teléfono de mi abuela.
Y lo que me da más pánico en el mundo: las serpientes. MIs padres me acojonaban con una portada de la revista «Natura» con una bicha enorme, eso jamás lo he superado.
Respecto a lo de la comida, la respuesta de mi madre era poco ingeniosa, pero irrebatible: «Comida». No se mojaba mucho, no…
Y por cierto: ¿alguien conoce al obispo de Cuenca o las tías Tula o Frasca? (ésta última, la del coño donde estaba todo lo que se perdía y también hasta donde acababan las madres mu jartas)
Pero vamos, la vida es cíclica y la historia se caracteriza por los movimientos con forma de péndulo, que la hacen volver siempre al mismo punto… Yo, ahora, cuando quiero algo de mi sobrino, lo acojono con El Guarro (un personaje que nos hemos inventado), con el Agujero Malo de la Cocina (el que nunca tapamos) y con la Supernanny. Y hace un año así, le tenía muy controladito con el Aquarius… cada vez que salía el anuncio de esa bebida con la canción de Raphael cogía una perra tremebunda.
Cómo cambian las generaciones. Yo q me crié con mi abuela y con gente mayor recuerdo la amenaza de q si no comías, si comías demasiadas chuches o si no cagabas, se te salían las tripas y las tenías q llevar toda tu vida en una cesta, como le había ocurrido ya a un niño (y yo me veía como una caperucita maniaca). También había unas cuantas cosas relacionadas con caerse las manos (tocar lo q no se debía y robar, básicamente), la dichosa tenia del estómago q pillabas si no te lavabas las manos, q te llenaba todo el cuerpo, y alguna más q me olvidaré. Y para dormir, había q cerrar los ojos para q no ver al hombre del saco o al coco, o cualquier monstruo similar.
Luego, en el cole, además de las calco con lsd q ya existían allá por los 80… estaban los 4 negros de la furgoneta blanca q secuestraban niños a la vuelta del colegio (por lo q volvías rápido a casita).
Y en casa, la amenaza particular era la puerta q daba a casa del vecino q estaba tras un espejo de cuerpo entero en el pasillo. Solo q sólo me daba miedo a mí, q veia a los vecinos como una amenaza. A saber, 10 hermanos calorros, de esos de la época del 124 y de los chichos… En mi casa, se les tenía mucho cariño.
En fin, no creo q esto sean subnormalidades para los padres de ahora. Te dan una perspectiva de la realidad llena de miedos y frustraciones, y retos a superar, q los padres de ahora no dan, y asi nos va. Pasando los berrinches de los 4 años a los 25.
Saludos,
Versión padres:
-Tengo hambre.
-Pues chúpate el dedo grade.
Versión hermano mayor:
-Tengo hambre.
-Pues comete mi fiambre.
Versión padres:
-Tengo hambre.
-Pues chúpate el dedo grade.
Versión hermano mayor:
-Tengo hambre.
-Pues comete mi fiambre.
Yo me fuí a cazar gamusinos!! qué ilusa!
Yo me fuí a cazar gamusinos!! qué ilusa!
joder los gamusinos! anda q no he ido yo veces a cazarlos al río…
Buenísimo el artículo!
Yo recuerdo las historias que contaba mi abuela de cuando había estado trabajando en Torrevieja. Una era la del niño que comía chorizo de la despensa a escondidas y que un día un médico de la familia le inyectó al chorizo una extraña sustancia y el niño se volvió verde…
También me contaba que su padre se había muerto por beber cocacola (un día fueron al colegio unos médicos a dar una charla y les pregunté si la cocacola era mortal.
Mi madre me amenazaba con los yonkis del parque y algo que creo que no habeis mencionado EL AMIGO «MALA INFLUENCIA». La amenaza solía consistir en convertirte en un yonki si jugabas con él.
También recuerdo que cuando se me caía un diente siempre me dejaban una especie de silbato que al soplar salía una hélice volando. Después de dejar de creer en el señor perez (cuya inexistencia descubrí el día que se me cayó un diente y mi abuela me dijo que el ratón pérez no existía… Después yo hice lo mismo con mi hermana pequeña.) investigando en los armarios de mi casa descubrí un almacén de esos silbatos. (Al día siguiente mi búsqueda llegó a un cajón lleno de revistas donde encontré entre revistas de caza de mi padre una interviú…
…
…)
A mi casa, en vez del Hombre del Saco y el Coco, venían los Alifáfaros. Aparecían si no comías todo, si no querías dormir, si te portabas mal… Eran muy versátiles. También servían como respuesta a la pregunta «¿qué hay para comer?», «Alifáfaros fritos».
Cuando preguntábamos «¿qué me vas a regalar?» siempre nos contestaban: «un monito con ruedas, un correquetecagas y una levita». El monito con ruedas me parecía de lo más original, el correquetecagas me tenía muy intrigada (además de producirme una gran inquietud), y la levita siempre la consideré un regalo muy feo (me imaginaba a mí misma vestida de Mortadelo).
Mi padre decía mucho aquella de «Un Correcaga y una levita».
Cagon la puta, siempre quise uan levita…
Mi madre debía ser muy original porke a la pregunta del regalo contestaba: un correketevás con un cascabel detrás…
La versión de mi abuelo para ke le dejaramos trankilo era mandarnos a buscar un árbol ke daba melones y sandías y ke trajéramos un par de ellas para comer. Nos pegabamos el verano entero recorriendo los praos del pueblo buscando el maldito árbol ke no aparecía nunca.
Y el miedo era un cuarto oscuro ke había en mi colegio de monjas ke, cuando te portabas mal, te encerraban dentro y no se sabía ke pasaba pero salías de allí sumisa y dócil cual ovejita. El ejemplo de tal cosa era una niña ke a la pobre le faltaban unos hervores y la leyenda negra era ke se había kedado así después de pasar varios días en akel cuarto.
En mi barriada se estilaba una versión mucho mas cruel y sanguinaria del «ir a cazar gambusinos», y por supuesto mas traumática, la genial broma consistía en que los hermanos mayores, amigos tambien mayores etc te convancian para ir al campo a cojer gambusinos para lo que havia que ir equipado con sacos y palos, por lo visto los gambusinos se escondian entre los matorrales, lo gracioso era cuando te decian que avian visto uno esconderse en los matorrales y te acercavas tu to sigiloso equipado con tu set caza-gambusinos y de repente los joputas de tus hermanos mayores te metian dentro de un saco y te daban de ostias hasta cuado ellos consideraban que la bromita dejaba de tener gracia.
Atajo de cabrones………
Yo tenía el castillo de la Serpiente!!!
P.D.: He aquí mi gran aportación.
P.D.2: Felicidades por el artículo Wally!!
en mi casa era :
– que hay de comer?
– nateimporta con tomate…
– vale y despues?
-donde vas?
-me voy a meter a fraile, que me han dicho que se ha muerto uno y necesitan otro.
Mi madre, despues de hacer una trastada…»el dia que me vaya a la Conchinchina, ya me ehcareis de menos!!!!»
Cuando ibamos al Rastro…
«papi, comprame un coche…»
«no, te voy a comprar 2»
«mami comprame un coche…que coche ni que cocha…»
Y para mi y con el paso del tiempo, el mas fuerte…
«mami, comprame (pongase un palote, chupachups…)
Mi madre..» que palote ni que NIÑO MUERTO!!!!!»
y lo mejor es que yo algunos los utilizo!!! jajajajaja
Jajajaja, lo mejor lo del peluche que se va al cine ajaja aún me estoy descojonando.
Yo tuve peces y algún pato que se fueron «al mar» y «con su madre a la granja», y nunca se despedían.
Yo sólo recuerdo que «las entradas de circo que regalaban a la puerta del colegio tenían cocaína» Así, con dos cojones
Y por supuesto, seguí diciendo q los flash daban cancer hasta que empecé a fumar…que lo seguía diciendo…
Lo de «ni que niño muerto» es una de las frases más cojonudas del castellano.
Y mi padre aún hoy cuando sale va a «contar los frailes que le han dicho que uno se ha escapado» o se versión más mitológica si cabe: «A buscar el Vellocino de Oro»
Ahí queda eso…
no me resisto a contaros la estresante vida de una inocente niña que quería a toda costa ponerse los zapatos de tacón de su madre.
Yo como todas las nenas quería ser mayor, y qué mejor que colocarte los papes de tu mami? pues bien cada vez que hacía el intento me asustaban con «la Villodres» (Villodres: dicese de la vecina por culera que to’ dios tenemos. 2.Madre de un hijo retrasado. 3. Mujer acojonante que guarda en su casa numerosas urnas con todo tipo de reptiles y bichos asquerosos; veánse cucarachas, serpientes, lagartijas…).
En el caso de llegar a ponerme los zapatos «la Villodres» haría un agujero en su techo (mi suelo)por el cuál yo caería en una de sus urnas con los animalitos de compañía anteriormente citados.
Y donde nos dejamos a «la mano negra del Water»? si esa que si jugabas con las cisterna te chupaba! o esa que cuando te sentabas de igual modo te succionaba? a mi me dejó traumatizada a vosotros no?? ;-D
En mi casa también era un correiverás con un cascabelín atrás. Y si me aburría las respuestas eran «vete a cagar al prao», «haz calderos» o «vete a ver la ballena»(esta es de la abuela).
Lo que más me traumatizaba eran la horda de bichos que acechaban a los críos,ni en Mordor había tales engendros demoníacos.
Desde el coco (al que perdí el miedo al verlo en Barrio Sesamo) hasta el Hombre del Saco que aquí en Asturias actuaba en compañía del Sacamantecas(que quería a los críos para arrancarles, sin anestesia las grasillas) esto me acojonaba bastante ya que tenía un amigo en cuyo edificio(según su padre vivía el Sacamantecas), en el colegio había una puerta al fondo de los vateres que estaba siempre cerrada que era el cuarto de los esqueletos(los niños que encerraban allí por portarse mal eran asesinados por los esqueletos de los anteriores), y en mi casa y de mis tios siempre que ibamos al pueblo nos hablaban del Lagarto Feliz que al parecer era una especie de criatura que vivía en los subterráneos del pueblo(alcantarillas, garajes o bodegas) y que solía salir al anochecer(en verano claro) para cazar a los niños que no estaban en casa a esas horas y comerlos. Aquí no incluyo las historias de terror sobre mendigos que cogían a los chavales y se los comían; respecto al asunto de las pajas a mí nunca me contaron nada ni los padres ni en el colegio(y eso que era de monjas,la única información era de los compañeros que decían que si te hacías muchas te salían granos, y yo tenía tantos que parecía que tenía viruela así que…:)
Por cierto¿sabeis algo de ese mito que nos contaban los veteranos de que si te hacías pajas cuando tenías ganas de mear te reventaba el … miembro?
pero coco no era un simpatico bicho peludo de color azul, que enseñaba a los niños a distinguir lo que esta lejos de lo que esta cerca, además de ocultar una segunda identidad como super coco? O_o no sabia que en realidad era malo T_T
y el hombre de la droga existe, que yo una vez me lo encontré en una estación de metro de barcelona. era un abuelete bastante sucio, que arrastraba un carrito de la compra bastante ajado, mientras gritaba en plan afilador de cuchillos «Cooocaiiinaaa!! maarihuanaaaa!! llevo drogas, señoras!!!!» Totalmente verídico.
Buenísimo el artículo, me encanta. En Badajoz había otro personaje o ente como el Hombre del saco o el Tío Camuñas, que era La Mano Negra. Para comer había «Calderos y cazos, ¿no estás oyendo los porrazos?», «Arneses (los cojones de los portugueses)» o «Pitos y cojones fritos». El correyverás era «Un corre que te cagas y una levita y las bragas de tu señorita» y el vecino de abajo, según mi abuela era La Tía Catorce (que a día de hoy no sé ni si la llegué a ver alguna vez).
Cuando era niña, esperaba elñ día de reyes con ansiedad jajajajaja muy pocas veces me traían algo a diferencia de mi vecinita Alicia, que siempre contaba los innumerables juguetes que ellos le traían…»quizás se equivocaron de casa» pensaba yo jajajaja pues ella era hija única y nosotros 4 niños que se quedaban sin nada jajajaja.
Interesante artículo…