Cuando eres niño piensas que los mayores sólo sirven para regañar y aguarte la fiesta, y cuando eres adulto, los niños te parecen tan molestos como llevar los calcetines llenos de garbanzos torraos. Por eso, el paso de niño a adulto viene marcado por una etapa en la que sientes que nadie te comprende y que todo el mundo está puesto en la Tierra para joderte la existencia.
Pero vamos a centrarnos en la relación niño-adulto (aunque no tan profundamente como el Duque de Feria), y hablemos sobre esos juguetes que deterioran las relaciones entre ambos colectivos, ya que, si los niños los encuentran divertidísimos, a los adultos les molestan cosa mala.
La dieta mediterránea es la más sana
|
He querido empezar fuerte, y qué mejor que este clásico de MB, los reyes del plástico duro. Todos conocen el punto de partida: cuatro voraces hipopótamos de colores que estiran el cuello para comer más pelotitas blancas que los demás. Introduzcan su similitud con la vida y escriban su propio best-seller de autoayuda, amigos. Este juego, que brinda a los niños la posibilidad de hacer el bruto en una frenética competición de aporrear la palanca de su hipopótamo, constituye todo un suplicio para el pobre diablo que intente ver la tele mientras. No sólo es el jaleo que organiza el juego en sí —los hipopótamos comiendo arman el mismo escándalo que una cena de despedida de soltera—, es el jolgorio que produce en los niños, que gritan y ríen a carcajadas, y ocasionalmente se pelean por negarse a jugar con el hipopótamo rosa.
El Caos, servido en cómodas porciones individuales
|
Nos encontramos ante una de las mayores paradojas en el mundo del juguete: estas pelotitas de goma, asequibles y accesibles (las venden por uno o dos euros en máquinas expendedoras de centros comerciales, estaciones, aeropuertos y esos sitios en los que paras a estirar las piernas cuando vas a Compostela en autocar con el colegio), rebotan como si estuvieran imbuídas en zumo de gummibayas, siendo por tanto inapropiadas en cualquier terreno: en el interior, suponen una orgía de desenfreno para el menaje, y el cristal ejerce sobre ellas una fuerte atracción, dado que siempre van a dar contra la tele, el acuario, una ventana o un adulto con gafas, mientras que utilizarlas en el exterior significa perderlas inevitablemente a los pocos rebotes.
Dos variedades de Mano Loca
|
Cierto, ya se habló de ellas en otro artículo, pero es que hay que joderse con el invento (y además el otro artículo no era mío). Las Manos Locas, a priori inofensivo juguete, se trataban de (atención) una goma super-elástica, con el consiguiente retroceso super-jodido como te dé en plena cara, con una mano pegajosa en el extremo. ¿Qué usos se le pueden dar a eso? Los evidentes: torturar a los que nos rodean (hermanos pequeños y mascotas: esos pobres sufridores) y probar a pegarlo en distintos sitios. La frase «distintos sitios» contempla todos esos lugares en los que la jodía mano deja mancha. A partir de las dos horas de vida extra-envoltorio, la mano loca se convierte en «mano mugre», lo cuál reduce las dotes de pegabilidad a un único objetivo: las cosas de cristal. Exacto, esas cosas que se manchan tan fácilmente, y que requieren a una madre una mañana entera de Cristasol y trapo, para que luego venga la mierda del zagal a dejar lamparones con la tontería de la gomita, que a esas alturas parece que la haya usado el mayordomo de Tenn para repasar los azulejos de cuarenta personas que usan otros limpiadores.
Sí, yo también las lavaba con agua y jabón (incluso un chorrito de Mistol), pero ya no pegaban igual. Menuda estafa.
Para cuando terminas de montarlo, tus amigos se tienen que ir
|
Este juguete sólo tiene un uso pacífico: el día 6 de enero, cuando tu padre, legañoso y con el pelo como una escarola, te ayuda a montarlo. Después, no pasa el día que no se arrepienta de no haberlo tachado en la carta a los Reyes. Para empezar, la pista monopoliza el suelo del salón, que suele ser la única habitación de la casa en la que cabe; por tanto, aparte de los problemas de tránsito que pueda crear, a los mayores les toca tragarse íntegra la visita de Edu, el vecino del segundo C. Además, como la caja es enorme, siempre está debajo de todos los demás juguetes, por lo que tú solo no puedes cogerla y tienes que recurrir a tu madre, que se desespera al tener que quitar de encima, uno por uno, TODOS LOS DEMÁS JUEGOS (o tirar de él sujetando los demás, lo cuál suele desembocar en que se caiga alguno; generalmente el Juegos Reunidos Geyper, que es el que más cosas tiene para recoger). A la hora de guardarlo, le tocará quitar todos los juegos en pulcros montoncitos, colocar el mamotreto, y recolocar lo demás.
Además, no nos engañemos: la única diversión del chisme está en montar distintos recorridos, porque a la hora de la carrera, reviste la misma emoción que ver las de verdad en La 2. Exacto, ninguna.
Si oyes una musiquilla, súbete a la acera.
|
Se engloba en esta categoría todo aquello que parece simpatiquísimo cuando la dependienta de la juguetería nos lo enseña, pero que pronto se convierte en una pesadilla auditiva. Es decir, las pistolas que imitan balas o rayos, los muñecos que repiten unas cuantas frases, los triciclos con un botón para hacer sonar siempre la misma melodía taladrante, los trastos educativos que dicen las letras (qué gracia hace pulsar siempre la misma letra, ¿eh? así compuso Carlinhos Brown su Maria Caipirinha) y, por lo general, todos esos cacharritos que hacen que uno odie la palabra «alcalinas«.
Inserte aquí su propio chiste sexual
|
Mención aparte merecen los instrumentos musicales. ¿Pero a quién se le ocurre regalar una flauta o un tambor a un niño y quejarse luego por el coñazo que da? Pues claro que lo va a usar para hacer ruido, hombre de Dios. Hoy, todos elevamos a los altares el Casiotone, ese organito que provocaba la típica frase «Vete a saber, igual el niño nos sale un Beethoven» (muy útil en el siglo XX, en el que la demanda de sonatas por parte de la nobleza estaba en pleno apogeo). Sin embargo, al igual que El Gran Héroe Americano o los Peta Zetas, se trata de pura engañifa nostálgica, puesto que al final uno lo usaba para aporrear las teclas con distintos sonidos (hasta entonces, el único órgano que sonaba a flauta era el de Bartolo) y hacer como que tocaba mientras ponía el modo demostración, lo cuál no sólo no era tan «cojonudo» como recuerdan, sino que era molesto en grado sumo. Finalmente, eran nuestros padres quienes terminaban soñando con ser como Beethoven: sordos.
Parte del botín sustraído a José Luis Moreno
|
Utilizo este nombre genérico para todos esos compendios de chirimbolos de diversas marcas para que las niñas (o los niños que de mayores se hacen peluqueros) se hagan pulseras y collares que acaben regalando a madre, tía y abuela (y que van directos al cajón de los trastos, con el collar de macarrones pintados que le hiciste en el colegio por el día de la madre y que, lógicamente, tampoco se ha puesto nunca). La otra forma de jugar viene precedida por una catarata accidental de piedrecitas, cuentas de colores y Chimos barnizados, y requiere una escoba, un cogedor y pisar con tiento. Pasados los años, aún aparecen algunas bajo un sofá o bajo la planta de un pie que andaba descalzo (así encontraba yo las pistolas de mis playmobil). Lo bueno del asunto es que un día la bolsa de componentes (cuentas de colores, piedrecitas y/o Chimos barnizados) se termina, y como por lo general no se venden sueltas, es cuestión de aguantar un par de rabietas y fin del asunto. Por cierto, el día que a la madre se le ocurre ponerse el collar como gracia, el hilo se rompe, y le toca bailar otra vez el pasodoble de la escoba.
From my wet… dead… hands
|
Correcto, se compran para utilizar en la piscina o la playa, pero el verano se termina y, dejando por el camino a sus valientes compañeros la colchoneta pinchada, el balón perdido y el juego magnético incompleto, la pistola de agua es el único puto juguete que ha sobrevivido. Y adivinen qué: el niño quiere seguir usándola. Recuerden que su sentido común difiere del de un adulto y, aunque sospecha que el agua y los aparatos eléctricos o electrónicos no se llevan bien, hará falta que el sheriff aplique la ley del azote para detener a tan temible pistolero en casa. No se descuiden, nunca falta un medicamento infantil con su jeringa que proporcione nuevo arsenal. En cuanto se agote el frasco de Cleboril, la pesadilla habrá vuelto a empezar.
No se mueva, que le queda la raya torcida
|
A menos que tengas que señalar detalles en una proyección de diapositivas, seas asesino a sueldo o estés buscando a Sarah Connor, este chisme no tiene más razón de ser que dar por saco al personal. No sirve como linterna, no depila a tu hermana, no cauteriza las heridas de tus compañeros caídos ni desvía los blasters de las tropas imperiales. ¿Qué hace este chisme, pues? Dar en los ojos a la gente y tocar los cojones en el cine, cuando se te ocurre la tronchante idea de pasearlo por la pantalla. Amigos, el bello arte de molestar porque sí, sin más beneficio que la satisfacción de ser un soplapollas que ha pagado seis euros para no ver la película y al que un tipo disfrazado de Darth Vader amenazará durante el estreno de La Venganza de los Sith (¡verídico, ocurrió en mi misma fila! ¡fue lo mejor de la película!).
Aniquila a tus amigos y arrasa tu barrio con Aniquilacionova, de Mediterráneo
|
¿Existe acaso algún juguete más aparatoso y propenso a manchar una casa que uno de esos trastos supuestamente educativos (que levante la mano quien aprendió algo con uno)? ¿Es seguro dar a los niños un juego de química, lleno de sustancias tóxicas de vivos y atractivos colores (¡recuerden que era uno de los juegos favoritos de Zipi y Zape, por Dios!)? ¿Cuán educativa y saludable puede ser una fábrica de dulces y bombones? ¿Qué se puede esperar de un juego de botánica, en el que el 80% de la caja es tierra para macetas? ¿Para qué coño quiere un microscopio un niño de ocho años, aparte de para llenar la casa de bichos muertos? ¿Qué diferencias encontraremos entre una superficie antes y después de que un niño haga sus moldes de escayola y los pinte con acuarela?
Gracias a Dios que ningún niño queda como en el ejemplo
|
Antes de dejar que uno de estos entre en contacto con sus hijos, tenga en cuenta es que los técnicos que prueban estos juegos no lo hacen en la ropa de sus propios críos ni en las paredes de su propia casa, de modo que esa promesa de que no mancha es tan fiable como un puente de porexpán. Por otra parte, ya que este regalo suele provenir (igual que las cajas de témperas, los rotuladores y el boli de diez colores) de alguien que no vive con usted, por lo general tíos o padrinos, no olvide llevarlo en la próxima visita que hagan a su casa. A ver qué cara se le pone cuando el niño, recién maquillado de payaso, se le acerque al sofá.
Y ustedes, ¿han jugado alguna vez con esos chismes? ¿Sembraron el caos en su casa? ¿Hicieron a sus padres arrepentirse de la compra de algún juguete? ¿Creen que he olvidado reseñar alguno? ¿Piensan que la película TOYS es una preciosa fábula y una maravilla visual, a pesar de que yo opino que es cargante y que Joan Cusack está para darle de patadas en la cara? Para esos y otros temas, ahí tienen los comentarios.
——————
¿Quieres más? Juguetitos chorras 80’s ¿Echas de menos el Blandi blub? Pues recuerda Aquellos escatológicos años.
Cierto, nokline. Es verdad que el artículo generaliza de más, por eso, como ves, todo el mundo está en desacuerdo con lo de las pelotas de goma o la mano loca.
¡Jojojó, Robbie! ¡Titular! «Spiderman y Wally Week difaman irracionalmente algunos de los juguetes más sesudos y entrañables de la historia!»
Tatenen, el coche con cable que te regalaron tus padres, aunque en su día era bastante decepcionante, hoy es un objeto de colección. Seguro que era un RICO, con el mando rectangular, dos botones (marcha alante/marcha atrás) y un volante pequeño. Creo que necesitaba 4 pilas de las gordas, R-20, y que por muy alcalinas que fueran se fundían en cuestión de media hora. ¿Os acordáis de las Cegasa rojas alcalinas? Todo el mundo gastábamos las Cegasa azules salinas, y eran como el santo grial, aunque los coches RICO se las pulieran igual.
El caso es que ahora estos coches de cable cuestan bastante pasta. Mirad en e-bay. Yo tuve un Mercedes 300D de color dorado y, de acuerdo, nunca tuve pilas -lo heredé de un vecino-, pero ojo lo chulo que era.
Un saludo.
Yo alfachorras los tuve todos. Alfarería, el cuerpo humano, marquetería (genial, una sierra a motor para un crio de 9 años). Todos estaban en la casa del pueblo, así que podía ensuciar y dar el coñazo fuera en el terreno en las tardes de verano.
Los LEGO también pueden considerarse un coñazo, cuando tienes tres cajas enormes de ellos y «jugar» consistía en vaciar las tres en el suelo del salón, pues estaba matematicamente comprovado que es la única forma de encontrar piezas preciadas sin dejarte los dedos rebuscando en las cajas llegas de piezas duras y rectangulares. (las piezas más preciadas: ¡Las armas y las pelucas!)
Me da que las pelotigomas ahora son menos botables ,debido a motivos de seguridad impuesto por la union europea.
Sencillamente descojonante. Ya al ver el enlace que pone «juguetes tocacojones», cuando acabó de cargárseme la imagen, preguntándome yo mientras de qué iba a ir esto, y salió el tragabolas, me doblé.
DIOS! Acabo de revivir mi infancia y ahora entiendo mejor eso de que de pequeño era insoportable: las pelotas rebotillas, la mano loca o mano sucia, el casitone (igualito q el de la foto!)y el scalextric. Con razón nunca quisieron comprarme el tragabolas!
Sois tremendos.
TATENEN, yo también tuve un coche teledirigido con cable!! el mando tenía dos direcciones, adelante y atrás!! no estás sola! Seguimos siendo seres humanos!!
yo que pertenezco a la degeneracion de los 80 , me partido recordando lo del blandiblue porq no soloe staba el moco ese q se pegaba a las paredes sino el que iba en bote tb que ira igual de asqeroso o peor con menos utilidasd todavia.. y tuve una bola de esas q botaba en fin y el tragabolas jajajja bu me encanta esa mierda de juego ..eso si nunca tuve un excaletrix.. gran articulo sobretodo por el tono marica de la posicion de la mano del gran esqeletor( yo tenia castillo y todo era muy fan de he-man) bueno pues eso q .. estupendo tio.
Otro articulo igual de genial que el resto,pechá de reir me pegao recordando y leyendo xDDDD
Como se nota que muchos de nosotr@s somos de finales de los 70 principios de los 80 jeje.No habeis mencionado una de las cosas que siempre me fastidiaba y eran los juegos esos tipo Cafeteria o Pasteria que hacias hamburgesas y cosas de esas con Play Dho que luego no podias comerte aunque el bote decia que si lo tragabas tampoco te pasaba nada xDD
Los muñecos ninja tipo manoloca que mencionabais antes eran los GIRAYA NINJA menudas risas colgandolos en el techoo!!!
De los mejores articulos leidos ultimamente, felicidades!
Nadie tuvo el DURO Y A LA MANZANA? aquello era lo mas parecido a una batalla campal. Un arilugio enorme, cuatro miniballestas y muchos elementos volantes. Recuerdo que solo jugabamos cuando mis padres estaban fuera, era la guerra pura, al mas puro estilo tragabolas, donde ser un estratega no te servía de nada.
Mi padre montó la pista del scalextric la noche de reyes y apuesto a que se tiraría su rato echandose carreras con nocturnidad y alevosía, a nosotros nos daba igual, porque flipamos al levantarnos y ver ese circuitazo. Aunque tambien nos cayó aquel año el gran EMBRUJADA, el mejor juego que ha existido, lo que relegó al Scalextric a un segundo plano aquella increíble mañana, todo al ritmo del MAX MIX 2, en cassette claro!.
La pena es que uno de los coches corría mas que el otro. Yo me pillaba el formula uno negro del Fittipaldi, el john player special (curiosamente el tabaco que fumo hoy día) pero por mas que lo intentaba siempre corría mas el de mi hermana. Al tiempo un amigo se compró un modelo mas actual, el Celica de Sainz, y claro, andaba mas que mi viejo F1. Al final me dedicaba a esperarle para sacarle de la pista a golpe de alerón. Por pura envidia lo reconozco.
Tuve mas juguetes ruidosos, aquel que era un circuito con un coche y un volante, el AUTO CROSS creo recordar, que metía buen escandalo. Mis ansias por descubrir como demonios funcionaba me llevó a desmontarlo para descubrir que el cochecillo funcionaba con un iman pegado a una varilla que daba vueltas, tan sencillo y mágico como eso.
Y el TRIKIBOL, lo pequeño que era y el ruido que hacía el maldito. Cuando me aburrí de hacer saltar la bolita me dedicaba a coger hormigas y meterlas dentro, para ser martirizadas en una especie de cámara de las torturas en miniatura. Por aquel entonces tuve una invasión hormiguil en el balcón de mi casa (bendita invasion).
Y vaya, tambien tuve un coche con cable de esos, encima era KITT, lo mas deprimente de mi infancia, sobre todo el ver a otros compis de clase con sus flamantes «teledirigidos» soltando sus vehículos a rodar mas allá de medio metro suyo.
Para terminar, decir que era insufrible y traumático aquella tradición que había de llevar tus juguetes de reyes al cole despues de fiestas. Recuerdo llevar mi EMBRUJADA y el matón de clase cargarse uno de los mecanismos. Maldito envidioso! Hace poco me hice con el juego original nuevecito en una pagina de coleccionistas, por pura nostalgia eh? que ni lo he montado. Solo disfruto viéndolo.
Gracias por devolvernos a la niñez! un abrazo a todos
El Tragabolas no sólo era ruidoso de narices… tenía otra característica que pude comprobar tras años y años de uso incontrolable…
Era DURO…
Que bueno el artículo tío, eres un crack. Me apunto a tu rss.
TATENEN y SAM, me uno a vuestro club de coches dirigidos con cable. Yo también tuve uno, con dos palanquitas (de frente – marcha atrás y izq-der), consumía pilas para aburrir y era lento como él solo. En el colegio yo hice un coche con latas y le puse el mismo mecanismo: un cable de dos metros unido a una madera que sujetaba la pila…
Claro que entre el coche del cable y el que tuve años después sin cable, si los ponía a competir, era como una carrera de caracoles. Los que decían que trucaban sus coches del scalextric, no sabrán cómo trucar estas jenas de coches teledirigidos, no?
Repasando rápido:
1.- Tragabolas: Lo tenia. Las bolas poco a poco iban desapareciendo. Para sustituirlas las bolas de papel de periodico no eran la mejor solucion.
2.- Rebotillas. También, y no solo los cristales. Los hocicos tambien atraian las bolas y del golpe se te caia el lagrimón de dolor. Dulce y rebotillero dolor.
3.- Mano loca. Suscribo TODO lo que ha dicho y si, Skeletor era gay.
4.- Scalestrik… Regalo de mi tia de Lleida. Montado.. 3 veces. El circuito no tenia ni gracia.
5.- Ruidochismes. Alguno habre tenido, no sé… Pero organillos casio, si, 2 de hecho y con uno sacaba tonos. Mi habilidad nunca llego a los politonos.
6.- Bisuteria en casa. Mi hermana tenia chinos de la suerte y esas mierdas. Carnaza de retrete.
7.- Pistolas de agua. Nunca tuve una de esas Barret del 50, sino unas mierdas como las pistlitas del 007 que tenian medio metro de alcance.
8.- Puntero laser. Sí, el joder por joder, nada más. Eso sí, con el humo del cigarro hacia un efecto sable laser imperial quetecagas. Lo unico que defendí con ese sable fue la virginidad.
9.- Didactinovas: De hecho tuve el Cheminova 2. Una guarrada, tintaba los dedos y lso tubos de ensayo se iban rompiendo pocoa poco. En mi recuerdo siempre estara un sulgfto de noseque que parecia Kriptonita.
10.- Maquillajes. Mi madre ya no paso por eso. Completamente prohibido.
Volviendo al tema del scalextric yo si os soy sincero desde que me lo regalaron alla por el año 86 las veces que lo habre montado se pueden contar con los dedos de 2 o diria que 1 mano…. es cierto lo que ha dicho Wally MONOPOLIZA el salon y ya que la mayoria creo nos hemos criado en pisos de 70 o 90 m2 es una de las jodiendas de que no se hubiera disfrutado,aunque pensandolo bien ¿cuanto tiempo hubiera durado la diversion sin acabar hasta los cojo… de ver dar las mismas vueltas una y otra vez? xDDDD
Madre mía, que risas y recuerdos.
-Del tragabolas, alguna partida en casa del vecino en las que se escapaban todas las bolas debajo del sofá y muebles.
– De las manos locas, el lanzarlas recién estrenadas, contra el pelo de las chicas de clase (esperando que se enganchara) y los cristales de la clase.
-Del scalextric, un coñazo de montar pero es bastante chulo si te lo tomas con calma a la hora de correr.
También recuerdo unos muñecos que venian en bolsas de basura (guerreros de la basura, creo) que se deshacian al ponerlas en agua. Vaya cara la de mi madre cuando entraba al labavo y veia la bañera llena de bolsas de basura a medio deshacer…
Ahh, que tiempos aquellos
¿que hay del MAQUILLAJE DE LA SEÑORITA PEPIS???? se merece un artículo para él sólo!!!!!! Lo tenía una amiga mía, y a mi me encantaba…. pero cómo se enguarraba todo con las pinturas…
«Parte del botín sustraído a José Luis Moreno» JAJAJAJAJAJAJAJJAJAJ
El excalextric, ja,ja,ja un auténtico juego de niños comparada con la verdadera amenza infantil ¡EL IBERTREN!, una maquetilla de un trenecito con sus vías sin soporte alguno llenas de afiladas juntas. Al menos el excalextric lo podías mover arrastrando, arrastra un Ibertren y observa cómo las vías se convierten en un amasijo de hierros informes dignos del más cotizado «artista» de Arco.
No son propiamente juguetes, pero me gustaría mencionar los DISFRACES. Los compra la abuela en un momento de debilidad pensando en lo graciosos que van a estar el Kevin o la Yénife vestidos de Supermán o de Barbie Princesita y luego acaba hasta el moño de tener que vestirlos varias veces al día (o de aguantar rabietas apocalípticas si les dice que «no es hora de disfrazarse»)… ;D
Mis felicitaciones por el artículo al Sr. Wally.
De mis recuerdos infantiles, recuerdo cuando mi amigo Nacho incendió mi Quimicefa en el rellano de la escalera de mi casa. Al arder todos los productos de la caja se generó una neblina negra que, cuando se disipó, dejó el techo de la casa cubierto de unas extrañas telarañas, y los desechos de la caja quedaron fundidos y pegados al suelo del descansillo de la escalera, de los que nunca terminaron de salir del todo (hoy en día, 25 años después) se puede ver el cerco que dejó el siniestro. También recuerdo las lágrimas de horror de mi amigo, que abrían surcos blancos en su cara ennegrecida por la nube tóxica, y como mascullaba «te lo pago, te lo pago…» No sé si se refería al juguete o a mi casa, que, por cierto, mis padres vivían de alquiler, así que no sé las consecuencias que tuvo para sus relaciones con la propiedad.
Jajajaja Pelayo, qué pedazo de anécdota. Lo de «te lo pago, te lo pago» da para un artículo en sí.
Ya recuerdo el autocross que comenta kaligari, era por delante como un deportivo (me acuerdo en mi caso que era rojo) y luego una pantalla con un coche pegado y un volante y palanca de cambios, hacia un ruido infernal.
El scalextric aun lo tengo, pero en 20 años se habra montado 4 o 5 veces por lo que comentais, te deja sin sala. Recuerdo que los coches que venian era 2 audi quattro y que posteriormente se compro un porsche 911 que evidentemente corria mas.
Tambien me acuerdo que años despues encontre en una basura 2 coches mas del estilo formula 1 que ni llegue a probar.
De los -novas recuerdo tener 3, el mineranova, el astronova y el micronova, todavia andaran por casa y me parecian un coñazo.
El tragabolas tambien lo tuve, pero al final se quedo casi sin bolas.
Teclados tuve varios, alguno incluso que se le podian meter cintas con temas como el tico tico y asi.
Ya por ultimo las pelotas esas que rebotan tambien las tuve, tanto en su version de juguete como en la antidisturbios de todos los tipos y colores, pues mi abuela trabajaba en la parte vieja de Donosti y cuando habia una algarada salia corriendo a la calle para coger alguna pelota y regalarmela.
Como podeis imaginar estas pelotas son aun mas peligrosas, pues aparte de rebotar mas que las de juguete son de goma dura y tienen un nucleo de acero, juguete poco apto para un niño.
Me ha gustado mucho el articulo, muchos recuerdos del pasado me vienen a la mente. Felicidades.
Uff, el Quimicefa, la de estropicios que montamos de pequeños en cumpleaños y festejos varios: que si el contenido explotaba y salpicaba desde ropa de incautos cercanos hasta paredes y techo, que si la limadura de hierro se calentaba «sola» hasta acojonar al personal y tirar la mezcla por el váter… Grandes recuerdos.
La rebotilla era conocida en mi barrio como la «pelota que bota» (lo sé, todas las pelotas botan); lo mejor era jugar en una explanada empedrada de mi colegio, las aristas daban aún más emoción al asunto, y multiplicaban las posibilidades de perder el ingenio.
Y para juguete tocanarices, el Ratonera: media hora de montaje para esperar que alguien caiga en la dichosa casilla, se active el mecanismo… y ni el Marron del Hormiguero, oiga: ¡¡¡fracaso absoluto!!!
Gran artículo, por cierto.
¡Genial el artículo!
Hay que ver, como se nota que sois hombretones casi todos. Yo os digo que hay pocas cosas tan toca-cojones como un muñeco llorón. Ahora mismo recuerdo el Robobaby ese, creación digna de un juguetero frankensteiniano, que no hay quien lo apague cuando coge la retahíla de gugus y tatas. Aunque de existir, existen.
En mi casa el juguete peñazo por excelencia era el Chincheando. Tenía todos los requisitos:
– Piezas pequeñas que se perdían y acababan clavándose en los pies, a traición.
– Era para más de un jugador, así que ahí está la niña diciendo eso de «Juega conmigooooo».
– Y por último, el insoportable zumbido que producía. Sobre todo esto. A mis padres les ponía de los nervios.
Al final se le rompió el motor/se me pudrieron las pilas dentro y acabé utilizándolo de cama para la Chabel.
Pues en mi caso al scalextric le sacamo mucho jugo, juntabamos nuestras pistas con las de un amigo y montabamos una pista más grande en un garaje donde no molestábamos a nadie. La de tardes que pasamos compitiendo, evidentemente había que utlizar coches que corrieran a una velocidad similar para que la cosa tuviera gracia. Además había un elemento que le daba más sal al asunto y eran los cruces de pistas y con el factor riesgo de colisión en juego la cosa ganaba muchos enteros, la de coches que salieron volando en esos cruces y también en las curvas deslizantes para hacer derrapes.
Por cierto en mi colegio tuvimos a un pequeño genio que decidio montar la mano loca definitiva, trenzando una docena de manos locas. Así obtenía un arma de aniquilación masiva con la que podías sacar ojos por docenas en una sola tirada.
Y en mi colegio no se llevaban los juguetes para enseñar, ya teniamos bastante con jugar a una especie de pita altura, versión cúpula del trueno madmaxera, en una curva de hormigon peraltada de unos dos metros de alto y una pendiente endiablada, que en la base tenía unos escalones de un metro de alto, por los que caimos rebotando alguna vez :).
Hustinetten… a mi la cama del chincheando se me quedaba más que grande para los «clics» de playmobil… jajaja
Yo también tuve muuuuchos de los juguetes mencionados! (las batallas con las «pelotas saltarinas» aún están al orden del día en casa cuando vienen mis primos pekeños)
Mi «autocross» era más parecido al que nombra Jonpe, con forma de parte frontal de coche y dentro una pantalla con volante y caja de cambios. Al encenderlo se veía en la pantalla una carretera y ala, a intentar que la pegatina fija que representaba tu coche no «chocara» con las imagenes de debajo… En cuanto al mencionado por kaligari lo vi pasado un tiempo en casa de un primo… éste era una pista plana en la que el coche daba vueltas… mediante el simple sistema del imán.
De los «Nova» creo que tuve el más triste de todos… «Naturanova» en el cual el componentes estrella eran:
– un terrario (un tupperware del revés) Como se habían gastado toda la tierra pa la arcilla del alfanova, al terrario se la tenias que buscar por tu cuenta. Al final acabó como recipiente cojonudo para la tortuga.
– una prensa para hojas (dos laminas de plástico que se apretaban por las esquinas mediante 4 tornillos)
– un «caza-arañas»… que no era otra cosa que una jeringuilla jigante con un tubo de plástico, por el cual «aspirabas» a la araña (auténtico instrumento de tortura animal)
Respecto a los coches «teledirigidos» con cable… tuve varios. El más flipante era uno que además de los dos mandos (delante-detras… izquierda-derecha) tenía un botón extra que al apretarlo se levantaba la mitad delantera a la par que bajaba el capo para convertirse en… un robot con ruedas!!!! Flipaba con mi super transformers teledirigido con cable!!! Uuuuff… que recuerdos
Por cierto… en mi aula de cuarto y quinto de EGB siempre hubo una mano loca pegada en el techo.
– Yo tuve un Tragabolas durante muchos años en el apartamento donde solíamos pasar los veranos. Como se ha mencionado, era totalmente incompatible con la siesta de los demás miembros de la familia.
– Rebotillas: tuve muchas y las acabé perdiendo todas por la ventana (vivía en un sexto).
– Mano loca: Me encantaba. Y también tuve el pulpo que comenta Ryben. Y creo que Variable merece una mención especial por crearse su propio Reed Richards (tío, eres un visionario!).
– Scalextric: Yo era de los que juntaban su pista con la del vecino para crear un megacircuito que se quedaba todas las navidades en el suelo de mi habitación. Recuerdo perfectamente como se recalentaba el transformador después de las horas y horas que pasábamos jugando.
– No creo que los niños de hoy en día recuerden con tanto cariño sus juguetes como los aquí presentes.
Ya lo decia Papa Pitufo: Las rebotillas traen muchos problemillas.
En serio que lo decia!
Jaja, el Detectinova como dicen ahí arriba tenía efectivamente un bote con ácido tánico que no se supo jamás para qué podia servir…pero lo que molaba obviamente eran los polvos negros para las huellas dactilares. Vasos y vasos, ventanas y ventanas, conquistadas por el CSI para alegría de mis padres. No contentos con eso, cayó también en Alfanova-2 (si si, el dos!!) que tenía un torno eléctrico muy entrañable. El Naturanova, como dicen por ahí arriba también era la estafa más gorda. Sólo molaba la guiía de insectos y el curioso prensa hojas. En cuanto al «terrario» he de decir que me traumatizó (por lo emnos me enseñó algo): una cúpula de plástico no es lo más apropiado para tener a unos caracoles al sol en pleno verano. Efecto lupa, mi amol ya tu sabes…
Mediterraneooo: juguetes para compartir! (y no se porque me sale la musiquilla de scoth brite jaja)
Y por añadir alguno, el Supercine Exin (no el de pilas, no…el q iba a mano) en el que obligabas a toda tu familia a sentarse a ver cortos mudos de Popeye proyectados contra la pared. Nunca entendía la utilidad del juguete.
Anuncios de 1993 , juguetes, cereales (en definitiva..horario Rita Irasema/campeones)
http://es.youtube.com/watch?v=udJSGoUwyRo&feature=related
El Cinexin de bobina, es cierto!!con los cortos de Charlot!! no sé yo si sería muy tocacojones, pero gracias por recordármelo. Incluso creo que aún lo tengo…
El asunto del Scalextric en mi infancia fue más o menos como sigue: se trataba de un juguete elevado a mito por todos aquellos que no podíamos permitírnoslo (la mayoría), y dábamos el coñazo al único que lo poseía, normalmente de padres trabajadores ambos, para ir a su casa a jugar con él. El Scalextric en cuestión normalmente dormía el sueño de los justos en el altillo del armario de la habitación del susodicho, y se debía dar una conjunción de circunstancias bastante improbable para que la invitación se concretara: tarde libre, disponibilidad de todos los del grupo («ya lo montaremos cuando estemos todos»), padre en casa y dispuesto a echar una mano con el ensamblaje y los cables, hacer la pelota al dueño durante mucho tiempo antes, y otros detalles no menores.
Cuando por fin llegaba el día y el progenitor, refunfuñando por lo bajini por la tocada de huevos, se subía a una silla para recuperarlo, se vivían escenas de éxtasis contemplando el maravilloso dibujo de la caja, tocando los coches mientras los observábamos desde todos los ángulos y anticipando los inolvidables momentos que íbamos a pasar a continuación. Y una vez montado, uno tras otro pasábamos a la acción apretando al máximo el mando, el coche se salía en la primera curva, y fin de la diversión. A lo mejor con más uso y más práctica le hubiéramos cogido la gracia, pero esa era la última vez que pensábamos ya en jugar con él, aunque cuando bájabamos las escaleras del bloque, mentíamos a los demás y nos mentíamos a nosotros mismos intentando negar el fiasco, mientras el dueño del juguete pensaba: «si yo ya lo sabía pero no os lo quería decir, por qué os creéis que no lo había tocado desde la primera y única vez que lo monté…»
Visto q el teledirigido con cable ya se ha nombrado… (el jodío cable se colaba por las piernas de los mayores y anda q no daba por saco…), voy a mencionar al padre del Scalextric en cuanto a ineficacia, tiempo en montarlo y poquísimo disfrute: Sí, yo tuve un IBERTREN. Creo q es el único juguete q en aquella época podía visitar un servicio técnico; mi máquina solo funcionaba allí, en casa te costaba 2 horas montar el recorrido oval de las vías, q medían 8 centímetros y había como metro y algo, y cuando encajabas 3 la q hacía 4 se salía. Tras esa hora… ponías la máquina, dos vagones, enchufabas y…. andaba una recta, llegaba a una curva, descarrilaba y no volvía a funcionar hasta el año siguiente. Era lo menos productivo q había tras colocar fichas de dominó para tirarlas en línea.
Ah, otro juguete jode adultos era aquel megafashion con misiles, derivación de los robots con ruidos nombrados arriba. El misil, aquel objeto q nunca salía con fuerza excepto cuando había un jarrón o un ojo de abuela cerca, y q siempre tenía tu padre q sacarte de bajo el sofá o de entre los cojines, o de encima de las estanterías el día q ya te habían prohibido no usar.
En fin, ninguno de estos juguetes son comparables a las clases de música de EGB, reducidas a aprender a tocar la flauta. Si en tu piso había muchos niños… año tras año las tardes eran deleitadas con aquellos engendros de antón pirulero y de las mañanitas… Si ahora tocan otra cosa, eso q le debemos agradecer a la ESO.
Saludos,
Lo de la flauta, lo pensé porque yo fui uno de los que tuve una, pero como no fue un regalo por devoción, sino por obligación del instituto (tuve música en 1º BUP)…
Pero lo cierto es que sí, estoy con Entrabosmares, yo era un porculero con la flautita de marras. Tuve suerte de que mi portal era de nueva construcción y apenas tenía vecinos, porque más de uno me habría metido la flauta por cierto orificio situado más abajo de la espalda… Mis padres sí me padecieron, aunque con suerte aprendí medianamente bien a tocar la flauta (una vez que la dominas, pasas a mayores, como tocar la flauta con la nariz, a lo Ralph Wiggum), pero hasta ese momento, cuando tenía que practicar siempre se oía una voz desde el salón que decía «niñoooo, tate quieto con la puta flautaaaa!»
Ya lo decía Tote King: «Dios baja al mundo una vez al año para jugar al Tragabolas»
Impagables estos artículos. Como experiencia personal qué decir de las manos locas (siempre que las lanzabas en entornos no-controlados recogías una sorpresa en forma de: cosa aún-más-pringosa, o pelos de tu hermana, o directamente las gafas de alguien, etc.) de los excalectrics o como coño se escriba eso y de todas las paranoiasnova de mediterraneo (aun recuerdo el Coca-nova y hazte tu propio laboratorio de cortar mierda)
En fin, un saludo y a seguir dándole!!
yo llege a tener un organo como el teclado de el articulo. hace años que no lo veo
Venga:
Lo que tengo (y me acuerdo que lo tengo), funciona todavía y es divertido:
– Poseedor de Casiotone.
– Poseedor del Tragabolas.
– Poseedor del Exin Castillos.
– Poseedor del excalextric ovalado, con un puente posteriormente añadido.
– Poseedor de un quimicefa de los años 60 (lo econtré en el pueblo) gracias a él casi detrozamos la cocina de mi casa entre mi primo y yo).
– Poseedor de los cartepillar esos.
– La mayor puta mierda:
el Cluedo.
P.D. También tengo aún mi bola del mundo con luz.
Muy bueno. Recuerdo cuando casi incendié mi habitación jugando con el Quiminova, y acojonado tuve que tirar un papel en llamas por la ventana.
_¿Aquí huele a quemado?
_Pues yo no he sido Mamá.
Yo recuerdo un juguete que consistía en dos coches a los que ponías a saltar de dos rampas colocadas una frente a la otra. Chocaban, se caían unas cuantas piezas y ya está.
Y luego estba el telesketch, que era como el fichaje estrella del PP para la economía: el Pizarro que se borra solo.
Mi juguete toca cojones el traga bolas que aún hoy en dia siguen imitandolo. http://webdanger.tk/
Buenísimos recuerdos, pero sí… falta el chincheando, el juego desesperante por excelencia en mi casa.
El bonito sonido que emitía era muy similar al de una máquina de rapar siendo empleada en pelar el trasero de un pollo. Recuerdo la desesperación de mis padres cuando cojíamos mal con las pinzas una de las chinches y saltaba directamente a los ojos de una de mis hermanas…
También estaba otro juguete, estilo tragabolas, especialmente desesperante, que trataba de atrapar las bolas de un color determinado (si atrapabas una de otro color la tenías que devolver al montón). El juego de por si no seria desesperante, si no fuera por el motor que tenía en medio, que sonaba como el del Chincheando, y que producía que las bolitas salieran disparadas a unos 20 km/hora y se estrellaran contra el plástico de protección, produciendo un ruido desesperante (PLAS! PLAS! PLAS!). Yo jugaba con tapones, porque me daba sustito los golpes y me desconcentraba.
me encantaba el tragabolas, los jugadores apasionados nos salía un callo en la mano que no superaban facilmente otros juegos, pero mujeres…que me decís de esas cabezas de muñeca que te decían en el anuncio «si les cortas el pelo les vuelve a crecer» que patrañas eran esas, ese pelo ni crecía ni salía del sofa (peor que el de gato)además todas terminaban con un aire a la teniente o´neil…bueno si había una que le crecia de verdad, la del pelo de plastelina o algo similar de play doh, pero como siempre con truco por que no se que le echaban a eso que en dos semanas era lo mismo que el cemento y ya podias meterlo en la cabeza de la muñeca que por los agujeritos no había huevos a sacarlo, por lo tanto terminó al lado de todos los novas y del barco de play movil de tu hermano pequeño el cual nuca pudo desenredar las cuerdas de las velas,los mil y un barriguitas y todos los pin y pon…
me ha encantado éste articulo como casi todos..