Libros alternativos que Bastian podría haber cogido en la librería del señor Koreander, y que, al menos yo, no pude terminar:
Eragon
La vieja y manida historia de las moscas que no pueden estar equivocadas me llevó a intentar leer este libro. Creo que no llegué a la página 100, pues la prosa simplona y aburrida del niño de quince años que lo escribió se junta con las mil referencias más tópicas de la fantasía para servir un refrito de princesas, dragones buenos, caballeros caídos, reyes malvados, brujos chungos, humildes elegidos y demás perorata. Lo que me hizo abandonar la lectura fue la parte en que el consabido gran maestro de la sabiduría que reconoce a los cojos sentados le cuenta al protagonista la historia de los caballeros del dragón, los elfos (a los que llaman «La bella raza» por ser la más agraciada de todas, ahí queda la frasecita) y el superpoderoso caballero Eragon, que oh, sorpresa, se llama IGUAL que el joven y humilde protagonista…
PLOM. Fin de la lectura.
El Perfume
Algo tendrá el agua cuando la bendicen, ¿no? Pues no. En su momento, este libro se hizo muy conocido en España porque cuando preguntaron a Felipe González qué se estaba leyendo, dijo que este. Ya ven, cuando Kennedy dijo que uno de sus libros favoritos era Desde Rusia con Amor, dio pie a una exitosa saga de películas. Nuestro presidente sólo sirvió para sentar las bases de un supuesto novelón que a mí… pues como que no. No niego que sea un prodigio literario el modo que tenía Süskind de describir, porque precisamente fue eso lo que se me hizo tan enfermizo que durante la enésima descripción de olores…
PLOM. Fin de la lectura.
El Club Dante.
Los crímenes, relacionados con la polémica obra de Dante, se suceden en Estados Unidos durante la época en que se debatía sobre si publicar o no la obra en el «país de la libertad». Sólo el llamado Club Dante, camarilla de estudiosos de Harvard, puede anticiparse al asesino. ¿Atractiva la idea, eh? Pues bien, el libro avanza tan rápido como un pegote de miel en una pendiente poco pronunciada, y es tan deeeeenso que si lo echase en un balde con agua estoy seguro de que saturaría la mezcla. Vamos, que yo tengo más agua que un balde, y a mí me saturó. Todos los personajes me parecían iguales, de modo que en cada cambio de escena me perdía y no sabía quién era quién. En cuanto a los crímenes… digamos que nunca un asesinato en una novela resultó tan pesado. No había llegado al segundo crimen cuando…
PLOM. Fin de la lectura.
La Tienda.
Stephen King escribió un par de libros buenos y alguien decidió que cagaba oro. Pues me va usté a perdonar, pero no. ¿Se puede ser más repetitivo y calzapaja? Así yo también lleno páginas, a costa de girar como una peonza en torno a un concepto. Por mucho que uno se quiera sumergir en los personajes, que hasta el chico de los periódicos tenga una vida compleja, llena de inquietudes, filias y fobias, no hace sino gastar papel y tinta a punta pala. Esto es resistible en novelas como «El Resplandor», con tres personajes, o en IT, con siete (más algunos secundarios). Pero en La Tienda se trata de ¡UN PUEBLO ENTERO! Y ya que la historia bebe mucho de los malos rollos que cada uno tiene, pues la cosa va de pasar páginas y ver cómo se les recuecen los odios y los deseos a todos y cada uno de los personajes. A TO DOS. Y cómo el dueño de la tienda (a quien describe UNA Y OTRA Y OTRA VEZ, y siempre igual, lo único que cambia es el color de sus ojos según quién le ve) conoce a cada personaje. Total, que llega un momento en que acabas harto de tanta enemistad y tanta repetición, y cuando lees por décima vez en cuatro páginas «la loca polaca» y ves que aún te queda medio pueblo sobre el que hablar…
PLOM. Fin de la lectura.
The Haunting.
Una novela sobre una casa encantada tiene que molar a la fuerza. ¡Con el juego que puede dar, si los fantasmas no tienen límite, puedes hacer lo que te venga en gana! Y efectivamente, eso es lo que hizo su maravillosa autora: lo que le dio la gana. De modo que a mitad de libro (mitad exacta, no estimada), lo único sobrenatural que había pasado era que en una parte del corredor que mide como un metro cuadrado, hace mucho frío…
PLOM. Fin de la lectura.
Fueron muchos los PLOM que tuve ganas de dar, pero aguanté estoicamente sólo para poder decir que eran de los libros más penosos e innecesarios que había cogido en mi vida. Un cariñoso in memoriam para Literati (la misteriosa tomadura de pelo), Fantasmas (de Palahniuk, cabrón enfermizo), El Asesinato de Roger Aickroyd (la mayor estupidez de Agatha Christie), Los Siete Sueños de Freddy Krueger (siete historias y sólo una medio buena, tiene cojones), Cabal (Clive Barker y su sexo gratuito), La Vida, El Universo y Todo lo Demás (al autoestopista galáctico le sobran tres libros), Soul Music (Terry Pratchett, qué resbalón), Lores y Damas (Terry Pratchett, ¿Qué pasa contigo, tío?), Cell (Otra vez Stephen King, vaya leche con los telefonitos) y Eeeeeeeeel Vieeeeeeejooooo y eeeeeel Maaaaaaaar, que no es que sea malo, es que me pareció leeeento, deeeeenso, aburrriiiiiido, LAAAAAARGOOOOO.
Contribuyan si quieren con sus experiencias personales, y recuerden que estas son las mías y no las tengo por verdades absolutas. Así que no desentierren el hacha.
Se me olvidaba, «Viaje a Portugal» de José Saramago. Dios, os juro que estaba deseando que alguien le partiera la cara en ese puto viaje por describir TODO lo que veía, desde una puta mosca a una iglesia barroca. Me gustaron Ensayo sobre la Ceguera, La Caverna y La Balsa de Piedra, pero Viaje a Portugal es la Guía Campsa Portuguesa, por el amor de Dios.
Sinceramente, creo que una entrada sobre «libros que me han gustado» sería mucho más soso y con menos participación (o la misma, pero más aburrida). Libros que te gusten hay muchos, que te encanten también puede haberlos, pero los que realmente te marcan son los que te parecen una ful, y en tu afán por describir lo mucho que te dieron por saco, siempre sale algo divertido de leer.
Además, prefiero mil «es una mierda porque lo digo yo» que un «es una obra maestra porque es así, y punto». Los clásicos de la literatura española los han elegido hace un porrón de años y es algo que tenemos que aceptar, pese a que yo, sin ir más lejos, no trago a Antonio Machado, Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez y, sobre todo y ante todo, al soporífero Miguel Delibes.
Wally, los clásicos de la literatura española del siglo XX los tuvieron que elegir entre los menos malos, porque si solo cgieran los buenos, las editoriales perderían un pastizábal al tener que vender trípticos de texto en vez de libros. O eso, o debo tener algún trastorno que no me deja apreciar las bondades de la literatura española del siglo pasado, mientras que la del Siglo de Oro, con todo lo farragoso del lenguaje empleado, sí. Mi teoría es que la literatura española del XX es una mierda y en los ambientes académicos -o donde coño esté la camarilla que decide lo que es bueno y lo que no-, se deshacen en alabanzas al traje nuevo del emperador.
Por cierto, ¿quiénes escogen el canon de la literatura y con qué criterio lo hacen? Porque en el instituto casi todo lo que tuve que leer me pareció basura, y ahora, con bastante más bagaje, me lo siguen pareciendo, y casi todos los lectores empedernidos que conozco coinciden con esta opinión. Imagino que si tan bueno es, no debería ser tan difícil de apreciar. No tengo ni puta idea de música clásica, pero me gusta, la cocina es una desconocida, pero un buen plato lo degusto con placer, se ver si un edificio es más que un bloque de piedra, sin saber nada de arquitectura y en el Prado puedo pasar horas sin saber gran cosa de pintura… En cambio, las obras maestras de la literatura española del siglo XX a todo el mundo le parecen una caca de vaca. Da que pensar, ¿no?
Siempre he dicho que el punto esencial de «saber de algo» es saber si te gusta o no. No hace falta ser un estudioso o controlar las mil y una técnicas para eso, y es más importante saber dar tu propia opinión que basarte en la de todos los que vinieron detrás y establecieron las normas.
¿y sobre los libros mas divertidos que uno haya leído? porque libros muchos, pero ¿cuántos pueden considerarse buenas comedias?
Por cierto, libro somnífero como muchos han dicho ya «el Silmarilion», que yo he disfrutado los de el señor de los anillos, el hobbit, incluso uno que son tres historias cortas del señor tolkien, pero éste no hay manera, todo es tan bello, tan bucólico, tan absolutamente etéreo que sfhklshfkdszzzzzzzzzz……………
117 comments? no voy a leer tanto ni de coña
gran blog, gran entrada
Libros malos…es que son tantos, pero bueno iniciemos: el otoño del patriarca con Marques mas anodino que nunca, la divina comedia ya es de por si soporífera si a eso le agregamos las estupideces del que analizo la novela (y la esfera celeste se encontraba a 47 grados de la P%&$a madre mía ) y a un glosario con explicaciones de análisis de la novela, realmente eterna, la tercera ola, a cualquier autor de auto ayuda , a cualquier cosa que involucre un cáliz o a un mago ,y con el señor de los anillos me paso algo realmente entupido , me compre las tres ediciones especiales (tenia 15 años y nada mejor que hacer)por lo que al final un libro soso pero entretenido termina obteniendo miles y miles de paginas sobre desvaríos del autor y sus mundos , la entupida lengua elfica y el puto árbol de feanor….arh.
Lovercraf con algunos cuentos se va de largo, Ulises de Joyce me lo termine por cabron, cualquier libro de mundo disco donde sala Yaya y las brujas, horroroso y otros muchos mas de los que realmente no quiero acordarme…
A otro que casi me manda a la tumba Cartas a Satre….
No voy a entrar sobre si está bien o mal que hayais elegido tal o cual libro como insufrible y soporífero; al fin y al cabo, para gustos se hicieron los colores. Sin embargo, creo que hay que tener en cuenta que el estilo literario ha ido cambiando con el paso de los años, adoptando cada vez más un lenguaje más cinematográfico, primando la acción sobre la reflexión. Así, por ejemplo, dudo mucho que si se escribiera «El retrato de Dorian Gray» en la época actual, metiesen una disertación sobre el bien y el mal, la moral y el alma cada dos páginas. Por eso, libros que en su tiempo fueron aplaudidos, ahora pueden ser tostones.
Pero en fin, dicho esto, pasemos a mi lista, que se divide en dos partes: aquellos en los que hice el consabido PLOM, y aquellos que logré acabarme por pura fuerza de voluntad.
Los primeros son libros que no es que me resultasen excesivamente aburridos; simplemente dejaron de interesarme, aparecieron otros y los dejé olvidados; éstos puede que algún día los vuelva a intentar. Y entre ellos están: La Divina Comedia (la dejé en el Purgatorio); Nuestra Señora de París, de Victor Hugo (No le di tiempo ni a que saliese Quasimodo); Madame Bovary (ni siquiera recuerdo qué leí de ella); La Ciudadela, de A. J. Cronin (recuerdo vagamente que lanzaban barrenos a un sistema de cloacas para evitar que se extendiese una enfermedad); El prisionero de Zenda (estuve a punto de acabarlo en una de esas versiones juveniles; no recuerdo por qué no lo hice); Las mil y una noches (lo tengo en colección de seis tomos, creo que lo dejé por el tercero o así; es que acabo liándome con, por ejemplo, «Historia del carnicero, el califa y los dos eunucos» y dentro de ella cada personaje cuenta una historia, y es probable que en cada una de esas historias cada personaje cuente otra historia, y al final no sé en qué nivel me encuentro); Leonardo, el vuelo de la mente, de Charles Nicholl (que como biografía de Leonardo está la mar de bien, eso sí, pero el tema no me resulta tan interesante; no sé por qué lo pedí a Círculo, supongo que lo confundí con otro)
Y en el segundo grupo están los que me parecieron malos hasta la náusea: La trilogía de Aquasilva (escrita por un jovenzuelo imberbe del que también se dijo que era el segundo Tolkien y bla, bla ,bla… Conclusión: un tostonazo insufrible en tres tomos, en alguno de los cuales no pasa nada en absoluto, con peronajes que se te confunden en la mente y un lío político-religioso para acabar de amalgamarlo todo. Baste deciros que estoy por creer que si mi conejo murió fue por roer parte de la cubierta de uno.); El guardián entre el centeno (Holden Caulfield, he ahí un personaje que querría que fuese real para poder darle de hostias hasta en el velo del paladar. Será que lo leí a los 18-19 años y por tanto ya había pasado la adolescencia, pero es que el niñato ese me parecía de un insufrible que tiraba de espaldas, siempre quejándose de todo pero nunca solucionando nada. Hombre, si te fastidia que tu amigo se reviente los granos contra tu almohada, sácale de tu habitación a patadas en vez de quedarte rezongando sobre lo poco que te gusta que lo haga.); Un puñado de centeno, de Agatha Christie (no es un libro, sino un relato corto, pero eso de que se sepa quein es el asesino en la última página porque te dice que Miss Marple tiene una foto que recibió de una víctima en la que se ve al asesino, me huele a tongo. Así yo también escribo novelas de detectives, sin molestarme en poner pistas hasta el momento de la resolución)
Como caso aparte citar el Péndulo de Foucault, que me lo he leído dos veces, y no es que me parezca malo, pero es cierto que sólo podía leer 4 páginas cada vez, luego caía en un plácido sueño. Algo farragosillo sí que le quedó, sí…
Canta el canto de los reales, del puñado de centeno,
de los veinticuatro mirlos dentro de un pastel relleno.
El pastel se desmigó y empezaron a cantar,
¿No era un plato delicioso para el desayuno real?
Recontando su tesoro estaba en palacio el rey,
la reina estaba en su alcoba comiendo tostas con miel,
tendiendo estaba la ropa la doncella en el jardín,
pasó un pájaro volando y le arrancó la nariz.
A mí sí que me gustó, no recuerdo que el final fuese tan cogido por los pelos.
En cuanto a lo de las brujas de Pratchett, a mí me pasaba igual después de leer «Ritos Iguales». Pero resultó que me leí «Brujerías» y me pareció bastante bueno, y «Brujas de Viaje» me encantó. Luego «Lores y Damas» ya he dicho que es un poco ful y «Mascarada» es flojete pero entretiene.
El que me lo leí y me resultó un coñazo infumable fue Madame Bovary de Gustave Flaubert. Para cagarme en Emma, en el gilipollas del marido y en su puto amante de los cojones. Eso sí, el final me gustó, pero lo que hay que sufrir para llegar a él. Un camino de descripciones absurdas (el momento en que se describe la tarta es escalofriante, pudiéndote saltar 3 páginas sin que afecte a tu comprensión de la trama) y divagaciones incomprensibles de la protagonista (si acabo con una mujer como Emma posiblemente encabezaría la lista de «Hombres más amargados de España»). Es para mí, el reverso oscuro de La Historia Interminable, un libro a mi entender genial y posiblemente mi favorito (no así la película, que Fújur parece un perro y Atreyu un gitano (sin ánimo de ofender a nadie, pero es que Atreyu realmente es verde).
Yo suelo ser de las personas que siempre se acaban un libro una vez empezado. Suelo tener paciencia y valor para esas cosas, sea el libro que sea. El día que haga PLOM! con alguno lo comentaré por aquí.
Laín Coubert, pues aún con todo, en mi opinión Wilde no se hace nada pesado en comparación con los tostones más modernos, los del siglo XX español, que me obligaron a leer en el instituto.
Que oye, que lo mismo es una estratagema didáctica para que apreciáramos mejor la grandeza de Quevedo o Cervantes, por comparación.
En mi caso, las lecturas obligatorias eran garantía casi segura de que iba a odiar el libro en cuestión. Para leer, necesito un mínimo de interés voluntario, vamos, que el libro me atraiga a mí por el motivo que sea.
También creo que, además del gusto de cada cual, cuenta mucho a qué edad y en qué momento personal cojas un libro. Cuando leí ESDLA a los 15 años o así, me encantó; pero si lo intentara ahora por primera vez, me parecería probablemente un plomo. Y tanto el odio como la pasión me duran para siempre.
Mi primer PLOM fue La vida de Pascual Duarte, lectura obligatoria de COU. Creo que ni siquiera lo empecé.
Otros: La Montaña Mágica, por la mitad aproximada; Nada, por el principio; El manuscrito carmesí, por el principio también, incluso antes; La taberna, por la mitad; La Cartuja de Parma (pero Rojo y Negro me entusiasmó). Y bastantes más. Lo que no me explico es cómo me tragué enterito el tocho de La ciudad de los prodigios y no muté o algo.
Hoy en día, en cuanto capto tufillo pedante y profundo de pacotilla, o simple sosez disfrazada de lo que sea, PLOM sin complejos.
Confieso que de S. King y A. Christie me gusta hasta lo malo. Hasta me leería sus listas de la compra -o un listín telefónico 😉
Yo me leí el de la viuda de Cela. Estaba en una época extraña, no sé.
Os habeis olvidado de En busca del tiempo perdido de Proust. Nunca un título recogió tan bien el espíritu del lector. Ya nadie me devolverá las horas que pasé intentando pasar de la página 100.
Yo en el instituto me tenía que leer El Caballero de la Carreta y solo me leí unos pasajes al azar, y mira que muy gordo no era y yo era una lectora voraz… Aun así creo que logré aprobar el examen sobre el libro enrollándome de mala manera 😀