Hoy vamos a analizar la otra parte de un fenómeno que se dio en nuestro país allá por los 90. Hablamos ya de los heavys roleros centrándonos en su música: hoy toca hacer lo propio con su otro gran pasatiempo, el rol, y de como los dos mundos convergieron para dar a luz a la tribu urbana más mansa de la que se tiene noticia y que aún pervive en eso que ya llaman “los frikis”, que viene a significar lo mismo que GURPS. Vamos a ver no la historia de los juegos, sino como lo vivieron muchos en su época de mayor esplendor.

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Tenemos una selección joven y llena de futuro

Sino conocen bien lo que son los juegos de rol(JdR), desconocen uno de los motores del nerdismo y una de las claves de la cultura pop de finales del siglo pasado. Así como suena. Existen cantidad de historias del rol por ahí, pero se podía resumir así: a principios de los 70, los jóvenes de derechas que repudian el jipismo se dedican a darle a los juegos de guerra y estrategia que recrean conflictos históricos. De ahí sale un juego que utiliza aventureros individuales en vez de tropas o unidades de más alcance, que carece de tablero y precisa de un jugador-árbitro para representar los monstruos y obstáculos que se encuentran los aventureros. Y va, como casi todos saben de matar y matar para subir niveles. Era el Dungeons & Dragons (D&D).

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La primera cartilla


El D&D primigenio se vende lenta pero constantemente, siendo el producto pajero por excelencia: los jugadores creaban no ya un blog, como hoy, si no sus propios universos de juego. Cuando asociaciones cristianas y de padres ponen el grito en el cielo cuando acusan al juego de satánico y poco apropiado para chavales es cuando pega el petardazo. Igual que en el metal. A raíz de ahí la empresa, TSR, prospera, y se hacen novelas y la serie de dibujos, aparece en E.T. y Tom Cruise quiere jugar en Taps, más allá del honor. Aparecen otros títulos (ciencia-ficción), librojuegos, juegos de ordenador…. Toda una industria que va a toda vela durante todos los 80, gracias a Star Wars y las pelis de Conan.

Pero vamos a lo que interesa, a España… Pues aquí poca cosa, como siempre. La caja básica, que lanzó Dalmau fracasó, y eso que se anunciaba en la contraportada de los tebeos de Spiderman. Hasta el 89 / 90 y la aparición de Joc Internacional no se creó un poso de fieles, y la aparición de las TVs privadas, Son Goku y los Caballeros y Blind Guardian multiplicó el número de interesados. ¿Os acordáis de Robertito, nuestro heavy rolero y hetero? Ya vimos que el entró en el mundo del metal, a través de los Jdr. Allá por 1994 era un chaval como todos. En el colegio no era de los más populares, pero tampoco le llovían collejas a diario, como a otros, y además, estaba en el equipo de futbito. No le importaba no salir aún con chicas. De hecho ni se lo planteaba, el prefería estar con sus amigos que compartían sus otras aficiones: los tebeos y las películas. Le pirraban las películas de terror, cuanto más sangrientas mejor. Cómics no leía tantos como de pequeño, pero no faltaba El jueves y Lobo entre sus lecturas.

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Un jugador nos enseña orgulloso su guerrero con fuerza 18/52

Un día su primo Nico, con quien quedaba para jugar a la consola y a salir con la bici por ahí, le preguntó si le apetecía jugar a rol con él. “Es como el Heroquest, pero sin tablero, y puedes ir por ahí haciendo lo que quieras, y no gana nadie”. El Heroquest era su juego favorito durante varios años, y la cosa le sonaba, de aquello de El asesino del rol, que había pasado poco antes, y de leerlo en alguno de los librojuegos de Lobo Solitario y Lucha Ficción que tenía su hermano mayor. Así que sin tablero…. ¿Y no gana nadie? Igual quedaban empate, como en el fútbol. Aceptó la idea de jugar a rol con el hermano de Nico, y un amigo suyo, que era el que hacía de “master”.

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Nuestro grupo de protagonistas

Jugaron al juego de rol de Star Wars. Antes de empezar le explicaron un poco las reglas. Tardaron unos cinco minutos en crear su muñeco, un cazarrecompensas al que llamó Juan Solo No tardó en ver la mecánica del juego: básicamente se trataba de tirar dados a mansalva, como el Risk , y se luchaban contra el máster, que “manejaba a los monstruos”. A él le mataron su personaje solo porque decidió imitar sus películas gore preferidas… Total que sólo por torturar y decapitar a un soldado con un vibrofilo ya te pasabas al lado oscuro. Nadie le había explicado que los PJs (así se llamaban los jugadores) no podían hacer eso. Vaya
coñazo.

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Después de La tarrasca y Cthulhu el gran ser legendario del D&D: la negra rolera

Un par de semanas después, Nico decidió ser él el master de la siguiente partida. El juego elegido, El señor de los anillos , libro que conocía de oídas, pero que nunca había leído. “¿Puedo llevar un bárbaro con un hacha?”, preguntó. Y podía. Aquel juego sí que le gustó bastante más, aunque era lioso, y se usaban unos dados muy extraños, de 10 y 20 caras, por ejemplo. No sabía que se hacían dados de estos y le molaron cantidad. Se infiltraron en una cueva con orcos y se infló a matar (y la policía ni mú) El juego, tenía, además, una cosa llamada “golpes críticos” y una tabla donde describía con todo lujo de detalles las bestialidades que cometía cuando conseguía uno. Eso ya era otra cosa. Aquella noche se llevó la novela a casa y comenzó a leerlo, tras la pajilla de rigor.

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La primera regla: no ponerte del reves la manta élfica

El señor de los anillos le encantó, y aquel verano, las partidas se convirtieron en la principal actividad de ocio del grupo. Jugaban hasta en la piscina, y en los recreos era el principal tema de conversación. Adquirieron miniaturas para representar sus personajes que jamás aprendieron a pintar correctamente. El pasatiempo les absorbía Les encantaba la libertad que daba el rol sobre cualquier otro juego: lo mismo podían asaltar la torre de un mago que la guarida de un brujo o invadir el castillo de un hechicero. Su madre, tras verle llegar una noche todo borracho, y total para no comerse un rosco, prefería tenerle en casa jugando a la cosa esa rara que por lo menos le tenía controlado y no por ahí endrogándose con tasios en la ruta del bacalao esa.

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Best band name ever.

¿»Y había juegos de rol españoles», preguntó Rober un día ? Sí, sí los había. Le dejaron un ejemplar de Akelarre, el cual ojeó como debe hacerse, empezando por el final para ver la hoja de personaje y ojear un poco la ambientación. Pero aquello de estar ambientado en España le sonaba a cutre, como todo lo que fuera en España. No fue el primero, pues antes se había editado alguna cosilla como el S.A.M., aunque fuera en plan amateur. Luego estaba Mutantes en la sombra, que no estaba mal, y Ragnarok, que no sabía ni de que iba. No obstante y hasta la llegada de Fanhunter , el juego más difundido y jugado era el Mili KK , juego de rol sobre… LA MILI que incluyó la revista Líder en uno de sus números, y que significaba que todos sus miles de subscriptores y compradores habituales de la revista iban a leerlo y posiblemente jugarlo. Aquí, como en tantos otros campos, tiró más el esperpento y la tontuna, y triunfaron el juego de Piñol ese de mucha risa, este de la mili, o los mil y un juegos de tonterías cachondas que han ido apareciendo, para desesperación de muchos diseñadores “serios”.

Y es que España es un capítulo aparte en esto de los JdR. Fijaos como un día, con nuestros chavales ya entrados en el instituto, los telediarios hablaban de una profanación de tumbas y de cómo la policía sospechaba que podría tratarse de un “macabro juego de rol”. También apareció un psicólogo, José Cabrera, hablando muy serio de la peligrosidad del tema. Al día siguiente unas chicas se acercaron a Nico y a él en el instituto, interesadas en el tema del “rol”. Lo fliparon cuando vieron tantos dados de colorines raros “haaalaaaa, mira, cuatro caraaas”, y torcieron el gesto ante los libros de Luis Royo con tías buenas y belicosas y el Kiss Comics que se había dejado por ahí Wl pelos Cuando les explicaron que no había que matar a nadie, ni se hacía espiritismo ni misas negras perdieron todo interés. O quizá fue el olor a sudor y a semen retenido. A Robertito le moló la sensación. Por unos breves momentos había sido “El chico malo”, como los roqueros de las pelis. Y le había gustado, aunque en las pelis no llevaban gafas y una camiseta de Gandalf .

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¡Podemos, podemos, podemos síiii!!

Al pelos le llamaban así porque llevaba mullet y decía que escuchaba heavy, música que el recordaba haber oído un par de veces en algún garito pero que no llamaba la atención. Le dejó un CD donde aparecían unos elfos o algo así en la portada. “Ya verás como te mola, mira esta canción, se llama El señor de los anillos, y todas las letras y todos los discos son de libros de fantasía, o de pelis». Sabiendo eso, la cosa cambiaba. En cosa de unos meses ya había escuchado varias discografías enteras, y, aprovechando que había aprendido a tocar la guitarra en la parroquia, ya hablaban de montar un grupo. Se barajaron los nombres de Chaotic Evil o Azathot’s Legacy . Al final optaron por llamarse Stormbringer , como el juego aquel tan de puta madre donde todos personajes que podían invocar demonios (sino podían, repetían tiradas hasta que les saliera así el PJ). Pensaron en llamar a su música “Bard metal”, pero mentar a Asurancenturix no parecía especialmente épico.

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Recreación de nuestro artista de un macabro juego de rol

Como ven edad de oro del pasatiempo en nuestro país fue la década de los 90 (precisamente mientras mandaba el PP, véase el primer párrafo), con numerosas compañías editando mucho producto con regularidad y jornadas en cualquier instituto, universidad o centro cultural que se preciara. Nuestro protagonista respiraba el tema: en casa se enganchó al Ultima, que al menos estaba en español no como otros. Otro, mientras compraba un disco de Hammerfall en una tienda, un chico le dijo que molaba su colgante (era un dado de 4 caras). Compró también sus primeros manuales: los amigos le convencieron para que se pillara al mítico Dungeons and Dragons. Pero mientras otros juegos venían completos en un libro, aquí había que dejarse los cuartos en Manual del master, el compendio de monstruos, el manual del jugador, una caja para aventuras… ¡Joder, es que no venía ni la ficha de personaje! Pero, le aseguraban en el libro, con estas herramientas sería capaz de crear las historias más complejas y absorbentes. A él y a sus amigos se les hacía la boca agua viendo el compendio de monstruos y pensando en pasar por el cuchillo a los monstruos, uno por uno. Aunque al final los acababa usando el caradura de Nico más que él: no se le daba especialmente bien lo de dirigir.

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Si ese tiempo lo emplearas para estudiar….

Y es que el modelo de negocio que se perfiló al poco propusieron los dos padres creadores era el sueño de cualquier futuro trabajador de la banca licenciado en empresariales: un paquete básico, imprescindible para jugar, que consta de varios volúmenes que le jugador debería adquirir para aumentar la experiencia, bien se a base de Manuales del jugador, Compendios de monstruos y ambientaciones, bien fuera a base de cajas básicas, expertas, avanzadas… El caso era sacarle el dinero de los cumpleaños, los reyes y las pagas a los críos… Y eso que en la contraportada solían poner que “solo necesitas este libro y tu imaginación”. De hecho muchos jugadores optaban por inventa su propio material, desde monstruos a mundos enteros para jugar su campaña. Es, por tanto, el medio pajero por excelencia. Sin ir más lejos, Toni hizo una adaptación casera de Freezer, Célula y los Saiyajins para incluirlos en su campaña de La llamada de Cthulhu y que lucharan con los monstruos de Lovecraft. Total, si eran los dos extraterrestres…

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Ríe, ríe, pero como no lo arregle mañana no hay partida

Aunque los exámenes de la uni apretaban, su rutina estaba bien definida, y lloviera o tronase, los domingos seguía siendo el momento reservado para, como decía Nico “hacer el friki”, expresión que había leído en Internet y que les hacía a todos mucha gracia. Esto consistía en sentarse en la mesa de la cocina de sus padres, comentar el último libro de R.A. Salvatore sobre Dritzz, beber mucha Coca Cola templada, inflarse a Rufinos y patatas fritas y tirando dados. Vamos, como un cumpleaños cuando eres pequeño. Y que dirigiera Nico, que él no lo hacía tan bien, y además se estaba inventando un juego de rol de Los caballeros del zodíaco con las reglas del Runequest que iba a molar mucho. Desde luego, ellos eran los más frikis de la ciudad y bien que se lo pasaban con sus movidas “to frikis”. Como cuando fueron a ver La amenaza fantasma, que no les gustó mucho, sobre todo por el “tonto de Jar-Jar”. Pero anda que no molaban todos los Jedis que salían: habría que mirar de adaptarlos al juego.

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Hay gente follando, pero el creador del cartel no está entre ellos.

Todo jugador de rol se encuentra tarde en temprano con “Los narrativos”, unos juegos de rol pretendidamente más serios y oscuros, que, obstante, seguían tratando de tirar dados de colorines y hacerse pasar, por ejemplo, por vampiros. Gracias a este juego y la caída de Joc, el lugar prominente de edición en nuestro país pasó a La Factoría de Ideas. El iniciador de la corriente fue el juego de superhéroes egocéntricos Vampiro: La mascarilla, y el mundo que servía como trasfondo, Mundo de tinieblas. Posteriormente se editaron posteriores juegos sobre Hombres Lobos, Fantasmas, Magos, Tostadas con ojos y boca (torturadas, claro)… total que al final todo bicho viviente sobre la tierra pertenecía a una cultura underground que debía tener cuidado para que “los humanos sigan en su ciega ignorancia sobre nosotros”. ¿Quedaba acaso alguien humano, con tanto clan y tanto bicho? Los más fans de estos son, posiblemente, los peores de todos los grupúsculos, ya que miran con desprecio al resto de chavalillos por hacer precisamente lo que ellos hacen: jugar a ser otra persona. Pero mientras para muchos la cosa terminaba al terminar la sesión, muchos de estos góticos roleros se ponían el guardapolvo y se iban a seguir conspirando, a poner a parir al personal e intentar impresionar a la élite, como en el Vampiro. Y a ver si alguna parejita de chavalas con ganas de calentar le proporcionaba buen material masturbartorio en el After.

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Las fascinantes, románticas y decadentes criaturas de la noche

Vampiro es el juego favorito de los españoles, ya que el motor del juego es la envidia, y las ganas de ser más que los demás, sentimientos muy familiares para todos ustedes. Nuestro amigo también había jugado varias a veces a y le gustaba bastante. ¡Si se daban más hostias que en el Dungeons, y además tenían más poderes! Llevaba a un Malkavian que se creía Benny Hill. Un día uno del grupo les comentó que en el club de rol estaban preparando una partida de rol en vivo de vampiro. ¡Rol en vivo! Eso tenía que molar mogollón. Aquel sábado se dedicaron a deambular por la zona de copas siguiendo las instrucciones de su Príncipe, mientras el resto de jugadores hacían lo propio con su superior. La mayoría acabó con la cogorza habitual, eso sí, siempre dentro del personaje,. Nico se largó a casa , pues decía que “para que un tío me diga lo que tengo que hacer, ya tengo a mi Padre”. Pero Robertito pensaba que el quería mandar para putear a los demás como le puteaban ahora a él. El momento cumbre fue cuando 10 toreadores y 10 brujah se vieron en medio de la calle y ambos bandos corrieron a luchar por su clan. Los dos grupos gritaban enfebrecidos dirigiéndose hacia la batalla cual grupo de ultras enfrentaron. Y cuando se encontraron, tuvo lugar la más épica, oscura, decadente y emocionante batalla masiva a “piedra, papel y tijeras” que jamás haya visto las calles del Madrid nocturno. Eso sí que era rol.

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Las chicas también juegan

Los chicos habían fundado un club, como tantos otros grupos en cualquier ciudad española, y el ayuntamiento les cedía una sala en un centro cultural. Teóricamente era para fomentar la afición, ofreciendo otra actividad de tiempo libre, y organizando jornadas, pero en realidad cuando venía algún chaval nuevo, le ignoraban hasta que se piraba y no volví. Jaja, menudo pringado. Mientras tanto, aprovechaban las cuotas para comprar esos juegos que nadie se atrevía a pillarse por su cuenta y que hacían de bonito adorno en el armario del local. La actividad semanal consistía en marujear, jugar un poco al Blood Bowl y comer brazos de gitano. A la única que hicieron un poco caso fue a una chica que iba de siniestrilla y su hermano, y que querían jugar, principalmente al vampiro. Ella se creó una soprano dramática que cantaba en un grupo de metal gótico, género que le privaba mucho a Robertito. Cuando ella le dio calabazas, nuestro amiguete comenzó a pasarse menos por allí. Se ve que pifió en la tirada de seducción.

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Por fin podremos matar a Narciso Bello

Por su parte, grupo que había montado no iba a ninguna parte. Rober se había currado unas interesantísimas letras sobre su campaña de rol, en inglés, claro, que el español no triunfa. El team que mejor había quedado, Warrior of Fire, venía a decir algo así “The warrior in the night / is looking at t he sky / his sword of steel and fire / is burning with desire”. Estaba claro que líricamente podía competir con cualquiera de los grupos que le molaban. Pero durante los ensayos, y él el primero, preferían quedarse fumando porros y hablando de sus cosas, o jugando al Magic, un juego que habían descubierto hace poco y que les encantaba, hasta el punto de dejar aparcadas las campañas para ir a torneos de la cosa esa de las cartas, pasando las tardes empapado en sudor con la camiseta pegada al cuerpo en un restaurante de pollos asados sin aire acondicionado. El hecho de que comenzaban a salir muchos grupos españoles con disco no les animaba: hacían lo mismo que ellos pero todos les parecían muy cutres y como de risa. Los mejores, Gigatron. Igual que en el rol.

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El rol a lo chanante

Como hemos dicho al principio, era bastante habitual las llamadas jornadas de rol, organizadas por el club local (del pueblo o de la facultad) e ignoradas y criticadas por los clubs rivales. Se trataba de una manera de justificar ante los ayuntamientos o consejos los locales que estos les cedían para desarrollar la “actividad cultural” de pasarse diez horas gritando “CAÑON DE PLASMA EN TODA LA CABEZA, TOMAAAA”. Era también, teóricamente, un buen momento para hacer relaciones públicas, salir en la prensa local (y enseñárselo a la madre) y tratar de convertir más adeptos a la causa y demostrar que “no son bichos raros”. Aunque en el fondo les encantase que les dijeran que son “unos frikis de esos” y sentirse diferentes a los borregos que hacen lo que les dicen esta sociedad que les marginaba. La misma que hacía que en Al salir de clase dijeran que jugaban a «rol pacífico» o que ponían a Luismi proponiendo una partida rol en Compañeros. Les cegaba la ignorancia.

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Gente sana, que ni fuma ni se droga

Aquel año decidieron ir a unas megajornadas nacionales que prometían ser la meca de los JdR en la península. ¿Cómo iban a faltar ellos? Así que nada, se metieron en el coche de Nico y tras cuatro horitas escuchando Gamma Ray a toda pastilla (a los dos les dolía la cabeza, pero ninguno lo aceptaría) llegaron al pueblo en cuestión. Las jornadas se celebraban en un instituto, y estaba repleto de chavales como ellos. Chicas había pocas, y todas llevaban el pelo recogido, gafas y camisetas de “El rol no mata, la ignorancia sí”. Hacía un sol de justicia y de un destartalado radiocasete sobre un merendero sonaban los Blind Guardian. UEEEEE. Que bien se lo iban a pasar frikeando (jeje). De repente Nico puso mala cara al cruzarse con un grupillo: “es que uno de esos es un famoso del rol y me llevo fatal con él”. “¿Famoso? ¿Ha creado algún juego o algo?” Preguntó Robertito. “No, de las listas de correo de Internet”, le contesto Nico. En aquellas listas, según le explicó luego, había unas cuatrocientas personas, así que tan famoso no podía ser, pensó. Pero bueno, son los piques de Nico que es muy suyo.

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También existió la Rolexploitation

Se echaron en el suelo, en un saco, con otras 18 personas, en unas aulas que habían habilitado para dormir. O más bien lo intentaron: entre unos haciendo chistecitos y un chaval que se pasó toda la noche roncando pegaron poco ojo. Podían haber cogido un hotel, pero hay que ahorrar: esas miniaturas de Warhammer podían ser bastante caras y el quería completar su ejército. Los bocatas que comieron en el bar de viejos más cercanos valdrían para recuperar puntos de vida y les dieron fuerza para acometer la última ronda del torneo de Battletech, que ganó ante la no presencia de su rival, que estaría durmiendo la resaca. El premio: un lote de libros entre los que se encontraba el Traveller de Diseños Orbitales, unos mazos de Doom Trooper y la horrorosa versión española de Los cazafantasmas. Menuda mierda.

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En el futuro, todos los grupos tendrán nombres de juegos

Así fueron pasando los felices años de juventud. Durante el siguiente lustro cayeron muchos viajes a conciertos y a jornadas de rol. Una vez, yendo a ver a Rhapsody, y dispuestos a pillar un buen sitio, se sentaron en el suelo de la sala, mientras esperaban, y se pusieron a rolear. Le daba un poco de vergüenza, pero mejor que estar ahí sin hacer nada… ¡Y al final había varios que querían jugar con ellos. Pero todo cambia. Y todo tiene su fin. Por aquel entonces R afrontaba el último año de carrera. Por fin se hecho novia, una chica de su facultad, y un día la invitó a jugar con ellos su campaña de Reinos Olvidados. No fue la única pareja que apareció, aunque la del pelos sí parecía molarle jugar. Sobre todo al Vampiro. La chica se aburrió como una ostra y no quiso repetir. Así que los sábados tenía que decidir. Y aunque no había presión por parte de ella, sabía que era o una cosa o la otra. Fue el primero de una serie de sucesos que le distanciaron del grupo. Además sacó las tiradas de Inteligencia y terminó la carrera, se cortó el pelo y se puso a hacer unas oposiciones, como Dios está mandado.

Casi sin darse cuenta había dejado aparcado el pasatiempo que tanto tiempo le había dedicado. No fue el único: la primera peste negra para el rol llegó con la forma del llamado Magic y el resto de juegos de cartas, a las que había que echarles menos trabajo que al rol y a los que muchos pasaron a destinar sus escasos dividendos. Las bajas se contaron por miles, como las víctimas de los hachazos de Manowar. A pesar de un breve repunte allá por el 2001-2002, con la aparición de nuevas empresas, El Ultima Online, el World of Warcraft y el Emule y el DC++ terminaron por darle la puntilla y sumirle en un coma del cual aún no ha salido. Muchos crecieron y lo dejaron atrás, otros se dedicaron a otros pasatiempos y al Rober le dio por culo el tema de la 3ª edición de Dungeons, y le tocaba a él comprarse de nuevo todos los suplementos, pues el juego era bien distinto al anterior. Ni de puta coña. Prefería guardar su dinero para salir con ella, que ya llevaba bastantes años jugando sin comerse una rosca. Tras varias semanas de ausencia, Nico llamó a su primo “calzonazos” en su cara y le instó a pasar de ella al menos ese domingo, a lo que Robertito esputó “Ya, pero ¿y entonces con quién follo?”. El argumento era irrebatible.

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Nico hoy en día. El tiempo le ha tratado bien.

Pero nuestro amigo no se enteró de nada de esto. Comenzó a frecuentar otros ambientes, más del agrado de su pareja. Tampoco era tan grave: la música le gustaba menos, pero habiendo alcohol y drogas daba un poco igual. Total en el fondo se metió en esa historia porque parecía que así iba a ligar más. Y no, en el grupo no ligaba un carajo. Aún sacaba la guitarra de vez en cuando, claro. Pero no echaba de menos el rol: ahora follaba de vez en cuando (aunque a veces ella le hacía chantaje para que la llevara por ahí), alguna chica le hacía más caso cuando sabía que llevaba unos gramos y además, bastante tenía con la oposición. Compró el último disco de los Gamma, pero ya no molaba tanto como al principio, como pasaba con viruete.com, la web friki esa de la nostalgia. Hace poco le ofrecieron volver a jugar una partida, como en los viejos tiempos. A lo que Robertito respondió: no me apetece pasarme la tarde del sábado en la cocina, sudando y rodeado de gordos con gafas sin afeitar y bebiendo todos de la misma botella de Fanta. Pero en el fondo… que diablos. Igual volvía a desempolvar la ficha de Carlos, el enano. Por los viejos tiempos.