Esta tarde estaba viendo el primer capítulo de La Liga de la Justicia y me han entrado ganas de escribir sobre Superman, un superhéroe al que siempre he odiado y amado a un tiempo. Odiaba su perfección (en contraposición a lo desastre que era Spiderman, tal vez por eso este último era mi favorito), es imposible identificarse con él. Por otra parte, hay que reconocer que es uno de los personajes más carismáticos y con algunas de las historias más emocionantes. Por eso, para equilibrar la balanza en relación a mi parte odiada de Superman decido comentar este cómic, coprotagonizado por el hombre-araña, que supuso en su día una agradable sorpresa para los lectores de cómics.

Y es que señores, estamos hablando de uno de los crossovers definitivos, esa estrategia comercial que consiste en reunir en un solo cómic a personajes de colecciones diferentes. Por cuestiones de derechos y enfrentamientos entre editoriales rivales, lo más frecuente es que estos crossovers se desarrollen entre personajes de una misma editorial. Sólo en ocasiones como la que nos ocupa, se lleva a cabo la fusión de personajes de casas rivales. No es la única vez, recordemos ese Batman y Spawn o Superman contra Hulk, sin ir más lejos, para ilustrar esta práctica tan frecuente. Sin embargo, el cómic del que hablaremos hoy, que fue titulado como «El combate del siglo» (Vamos, como un Barcelona-Real Madrid) reunía por primera vez a los principales personajes de DC y MARVEL respectivamente.

Este acontecimiento ocurrió en 1976 (a España llegaría en 1977 de la mano de la Editorial NOVARO), en plena carrera espacial norteamericana, por lo que no extraña que el argumento gire en torno a un satélite de comunicaciones. Los cómics, como Viruete.com, manteniendo siempre el pulso de la actualidad. Los responsables de tal proeza fueron unos autores de prestigio, como los personajes merecían. En el guión, tenemos a todo un Gerry Conway, creador de algunos de los mejores momentos del trepamuros, como el número de la muerte de nuestra querida Gwen Stacy. Siempre se menciona al genial John Romita, pero no debemos pasar por alto la calidad de quien ideó estas magníficas historias.

En los lápices, nada menos que Ross Andru, también habitual de Spiderman y de Wonder Woman, es decir, que no era un recién llegado a los cómics superheroicos precisamente. Juntos llevaron a cabo una obra que satisfizo a todos: por un lado, equilibra la importancia de ambos personajes, los enfrenta y como es axioma en este tipo de historias, terminan por resolver juntos el problema que los villanos plantean. Todo en una edición de lujo, con numerosas viñetas a toda página o incluso a dos páginas, con un número de páginas además superior al habitual en los comic-books (nada menos que 96) y a un módico precio de dos dólares. (En los años 70 y en USA, calculen, calculen…).

Argumento

Lo ideal es que sean ustedes quienes descubran esta mítica obra, pero someramente vamos a hablar sobre la historia que se cuece en estas páginas. Como todo especial que se precie, está dividido en varios capítulos, que va dosificando la acción logrando un «in crescendo» de lo más atractivo. De esta manera, el cómic comienza en Metrópolis, ciudad asediada por un gigantesco robot que está sembrando el terror, argumento suficiente para que Viruete y otros lectores viruetiles ya estén satisfechos. Detrás de este gigante de metal se encuentra, cómo no, Lex Luthor, el villano por excelencia de Superman. Y yo me pregunto: así como Spiderman tiene varios enemigos que pueden ser considerados como fundamentales (El Duende Verde, Octopus, El Lagarto, Venom, J.J. Jameson), ¿por qué en todas las historias fundamentales de Superman siempre anda metido Luthor? Piensen en las películas de Superman, en Smalville, en Lois & Clark y en todas los cómics, incluido este. Luthor es como el Dr. Gang de Gadget, como el Dr. Maligno de Austin Powers, el malvado definitivo.

Pues bien, seguimos. Luthor, manejando el superrobot, que además cuenta con la posibilidad de anular a Superman gracias a un dispositivo de radiación de sol rojo, consigue robar de las empresas S.T.A.R una pieza clave para un satélite de comunicaciones de la N.A.S.A. A pesar de eso, Supermán terminará por capturar al calvo enemigo y entregárselo a la policía. Si es que ya debería estar harto, hombre.

Por su parte, en Nueva York, Octopus lleva a cabo su enésimo plan para conquistar el mundo, en este caso, ayudado de su «Flying Octopus», un artilugio volador (un pulpo volante) que como Spiderman dirá, es más hortera que el Spidermóvil, si es que eso es posible. Como siempre, el lanzarredes atrapará a su futuro suegro, sin demasiada dificultad. Por cierto, que es digno de reseñar algo que ocurre cuando Peter Parker coloca la máquina de fotos automática para retratar el combate: por primera vez (que yo recuerde) ¡¡¡las fotos no sacan más que partes de la pelea, ahora un brazo de Octopus, ahora una pierna de Spidey, resultando del todo inservibles!!! Es algo que siempre nos preguntamos en los tebeos, cómo diablos una cámara colgada de una red podía conseguir unas fotos dignas de la portada del Bugle. En esta ocasión, Conway nos da la razón.

Por circunstancias que sólo Dios y los negocios entre editoriales conocen, encierran a los dos archienemigos en la misma cárcel de Nuevo México, donde ambos se hacen amigos y juntan fuerzas para conquistar el mundo (que manía, ¿no?). Total, que se escapan y preparan una buena, jurándosela, cómo no, al hombre de acero y a Spiderman.

Sin enterarse nadie de este asunto, se celebra en Nueva York una Convención internacional de noticias, y ya que Clark Kent y Parker son periodistas, no es raro que ambos acudan. Lo que no sé es a que distancia está Metrópolis de Nueva York, imagino que está tan lejos como Gotham de Massachussets, por decir algo. En esa cita se producirán los momentos de morbo del tebeo, en los encuentros entre Parker y Lois, con una Mary Jane que no se fia un pelo de la metropolitana. Por su parte, también se conocen por fin las identidades públicas de nuestros héroes.

Poco después, un momento de confusión: aparece Superman y rapta a Lois y a Mary Jane, provocando el caos. Enseguida tendremos a Spiderman zurrando a Superman, y el hombre de acero sin enterarse de nada el pobre. ¿Qué está pasando aquí? ¿Es el típico malentendido? ¿Cómo es que de repente Spiderman tiene suficiente fuerza para golpear a un habitante de Krypton? ¡¡¡Pero si tiene problemas con un pringado como el Shocker!!! Las respuestas a estas preguntas, dentro del cómic.

Sólo añadirles que el robo de Luthor al comienzo tendrá gran relevancia en la historia, pues con lo que se apropia, consigue manejar a su antojo el satélite-laboratorio de la N.A.S.A., con la amenaza que eso supone para el planeta Tierra. Imaginen si llega a utilizar el rayo láser, ¡¡¡la de catástrofes que puede llegar a causar!!! Las consecuencias pueden ser más nefastas que la publicación del segundo disco de Fran Perea.

Por cierto, que sorprende leer en un cómic norteamericano palabras en español como «pronto» o «estúpido» (en boca de Peter Parker), tal vez debido al creciente número de la población americana hispano-hablante, o a demasiadas horas de Chapulín Colorado por parte de nuestro fotógrafo exnerd favorito.

Como es lógico, este emocionante encuentro entre la creme de la creme de las dos editoriales punteras de superhéroes (que me perdonen los fans de Batman, 4F y mutantes) fue un gran éxito, y quizás pocos recuerden que años después volvieron a protagonizar una aventura juntos, esta vez sin malentendidos estúpidos. Por eso en esta ocasión el título era «Superman and Spiderman» (no «vs.»), y se enfrentaban nada menos que al Doctor Muerte y al Parásito. Fue en 1981 y uno de los mayores alicientes es el encuentro entre Lana Lang y Spiderman. (me pregunto si esta vez no sale Lex Luthor, sería extraño).

No se crean ustedes que la moda de los crossovers es algo antiguo y pasajero, ni mucho menos. Sin ir más lejos, hace meses que se comenta el proyecto cinematográfico de Superman y Batman. Por cierto que me pregunto por qué en este tipo de enfrentamientos siempre aparece primero Superman. ¿Por antigüedad? ¿Por poderío? ¿Por fama? Igual por un poco de todas esas cosas. Por otra parte, otra de las consecuencias (el lector decidirá si positivas o negativas) de estos encuentros es la proliferación de foros estúpidos, que se pasan la vida preguntándose: ¿Es Superman más fuerte que Hulk? ¿Quién ganaría en un combate entre Goku y Superlópez? Es decir, ese tipo de discusiones vitales para el futuro de la humanidad.

Sólo me queda decirles que lo disfruten. Los Reyes se adelantan en Viruete.com.

Pulsa aquí para bajarlo. Con nuestros agradecimientos a Sergio Domenech.