Hay muchas cosas que uno nunca podrá explicarse. El éxito de El Barrio, la formulaunización de la juventud española, los trámites administrativos…El fenómeno fan es una de estas cosas, y pese al interés que tengo por el fenómeno social, nunca he llorado en un concierto, ni por la muerte de ningún artista de referencia, ni siquiera por la disolución de La Oreja. Como mucho, puedo haber pensando en la vocalista de dicho grupo en un sentido carnal, lo cual no es cosa de fan, sino de mal gusto.

Como además uno tiene una edad en la que su hermana pequeña ya no es pequeña ni lee la LOKA ni el VALE, pues ha perdido cierto contacto con la actualidad fan. He de decir que sí viví, gracias a mi citada hermana, el relevo de Take That a los Backstreet boys, aquellos muchachos salidos de Another Gay Movie. Pero me quedé desfasado en esa época. Así que, desde el respeto, les cuento la insensatez que pude vivir hace un par de semanas, en pleno centro de la ciudad.

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Tokio Hotel son un grupo de alemanes que apenas han cumplido la mayoría de edad y que presumen de una estética “original y rompedora”. Su música es una absoluta basura desde el momento en el que comienza cualquiera de sus canciones, una especie de My Chemical Romance descafeinados (que ya es decir), o unos Smashing Pumpkins con el período (perdón por la redundancia). No obstante, hoy día son conocidos en todo el mundo y generan mucho movimiento a su alrededor, especialmente entre jovencitas que no pasan de 16 años, y que no han dudado en abrazar una estética bastante chunga fruto de su adoración por estos ídolos.

Porque como decía antes, para ser fan de los Take That o BSB lo único que tenías que hacer era ir al aeropuerto, ir a su hotel, hacer cola en los conciertos…pero para ser fan de estos jóvenes además de lo anterior tienes que convertirte en siniestrillo! Y es indudable que eso para una muchacha de 15 años, de periferia o de pueblo, es bastante duro.

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Así pues, una vez puestos en situación y habiendo expuesto la sinrazón del éxito de Tokio Hotel, pasamos a exponerles documentos gráficos y audiovisuales acerca del evento que pude presenciar hace unas semanas en la céntrica Plaza de España, en Madrid, ante un surtido combo de fans de TH concentradas allí, apenadas por la cancelación de un concierto de estos monosabios en la capital del reino.

 

Resulta que Bill, cantante del peculiar combo, tenía la garganta afectada (en sentido médico) y el concierto se tuvo que cancelar. Fruto de la enajenación propia de los 15 años, la muchachada que se había visto plantada por sus ídolos se concentró en Plaza de España sin saber muy bien para qué, de tal modo que la cosa se llenó de muchachitas afectadas con sus banderolas, sus camisetas, y sus gorras de lado, y que vagaban de un lado a otro de la plaza sin saber que hacer. Como Amanecer de los Muertos pero en peor.

Como uno tiene mucho interés por estos eventos sociales, se quedó vagabundeando entre las jovencitas, tomando fotos y vídeos de la cosa, esperando alguna escena de lloriqueo, de rabia, o de padres enajenados queriendo denunciar al grupo gritando “NO HAY DERECHO A QUE LE HAGAN ESTO A NUESTROS HIJOS”. No hubo nada de eso, ni siquiera una triste lagrimilla. Pero amigos, la cosa estaba así de calmada porque iba a pasar una cosa.

 

 

No, no apareció allí ninguno de los muchachos de Tokio Hotel. Apareció una fan disfrazada de uno de ellos, con una guitarra de cartón (¡UNA GUITARRA DE CARTÓN!) dispuesta a simular cómo toca la guitarra el hiphopero rubiales del grupo. A su alrededor se acumuló una marabunta dispuesta a hacer el playback, incluso alguna se subió a dar voces imitando al clon de la islandesa chillona. Como fondo musical, la que parecía ser coordinadora del club de fans puso un móvil 3G con una canción del grupo.

Ante episodios como estos, uno se plantea el paso del tiempo y la cantidad de gente que debe haber arrepentida por cosas de juventud. Imaginen ser una de estas personas, cantando alrededor de una muchacha disfrazada mientras la gente que pasa les mira con cara extrañada. Y luego piensen en cómo son ahora, y en que su pasado contiene episodios de este tipo, vinculado a un grupo tan risible como este. Estremece.