Kurt Russell siempre será uno de los actores favoritos de la nerdocracia debido a sus películas ochenteras, principalmente, aquellas protagonizadas bajo la batuta de su colega de borracheras John Carpenter. Pero esta no fue sino su «edad de plata». La edad de oro del actor coincide con las películas que hizo para Disney, incluyendo obras maestras como Mi cerebro es electrónico.

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Fue en aquella época que Russell grabó su, hasta ahora, único disco como cantante. Aprovechando su popularidad entre el público más joven, Disney pretendía lanzarlo como ídolo adolescente con este disco (pinchen para descargar). Porque está claro que si quieres ser ídolo teen hay que ser, sobre todo y ante todo, cantante, igual que para jugar (y ser) del Madrid hay que ser un… Ahí le tienen, enmarcado entre dos ramas que sus jovencitas y ardientes seguidoras equiparaban a sus piernas separadas, esperando para rodear con ellas al apolíneo galán.
Como pueden imaginar, el disco tira hacia el pop adolescente de la época. Muy acertadamente, ya que hablamos de versiones de Sugar sugar, My baby loves love (de los geniales Edison Lighthouse) y en general y en varios cortes, de auténtica bubblegum music de los 60, verdaderos temazos de los que cantarían felices los mismos Brady. La pena, claro está es la interpretación de Kurt que varía entre lo adecuado y lo nefasto.


Como decimos, hay alguna canción que el tipo se apaña, como las dos primeras, pero aún así, ya me parecía sospechoso que su voz aparecía arropada en todo momento por coros de músicos de estuidos. «¡Que yo quiero oir a Kurt!» pensé yo, y, seguramente, cualquier comprador del disco en su día. Pero claro, cuando en alguna de las canciones oímos con claridad la voz el actor, descubrimos aterrados que sepultarle entre capas de otras voces es la mejor de las ideas.
Su interpretación en canciones como It Ain’t Gonna Rain o el final de Moving like a river haría sonrojar al más pintado, y no solo por lo gallitos de Kurt, sino por su vergonzante letra. No obstante, y como esto no es sino una pequeña anécdota en la estupenda carrera de Kurt, y data de hace tanto tiempo, nunca veremos estas sus peores canciones subidas en youtube, imposibilitando así su uso para amantes de «la música cutre», el «te partes la polla» y la «gran cagada». Rusell no grabó ningún videoclip y, de hecho, puede que este disco fuera parte de la motivación de Kurt a la hora de aprender, por fin, a cantar y afrontar el papel de Elvis en la premiada miniserie. Simplemente, quería desquitarse.

El video engaña.