«¡A tomar por culo el mundo!»
-América Atacada, por José Viruete-

Grandes Personas, Grandes Tiempos.

En estos días en que la cosa de la crisis se ha puesto más fea, si es posible, y hemos visto cómo las invasiones de hoy se lanzan mediante bancos y se llaman especulación de divisas, es inevitable volver la vista atrás y acordarse de los días en que las bajas, en vez de en parados, EREs y caídas bursátiles, se habrían contado en millones de muertos. Me refiero a esa época en que vivíamos entre episodios de Barrio Sésamo, de el Coche Fantástico y el Equipo A y la amenaza de Holocausto Nuclear (¡qué nostalgia, el holocausto nuclear!).

El Aroma de mi Infancia.

Si, lectores, esa vida feliz e inocente de muchos por aquel entonces transcurría a la sombra de gente importante y chunga, como Ronnie «Raygun» Reagan, que con su brillante política exterior denunció la inhumanidad del bloque socialista y, ya que estaba, nos colocó con su económico programa de la Iniciativa de Defensa Estratégica (lo que llamaban “Guerra de las Galaxias”, que era como Star Wars antes de que Lucas sodomizase nuestros buenos recuerdos) a un paso de brillar en la oscuridad un par de veces. Pero no se dejen amilanar. Ronnie fue tan buen presidente como actor y, si en alguna de sus películas un chimpancé le robaba cada escena, años después sería el hijo de su vicepresidente el que nos recordaría a un simio en la Casa Blanca.

Y esta era la pinta que tenía ANTES del Alzheimer...

Pero no podemos olvidarnos de la cuota femenina tampoco (la ministra Aido NO nos ha amenazado. En serio. ¿Acaso creen que no tiene cosas más serias que hacer?) y debemos acordarnos de esa otra encantadora mujer del centro reformista que fue Margaret «la Dama de Hierro» Thatcher (¿qué, os vais dando cuenta de la tónica general de apodos de matón portuario?), que también se comportó de forma equilibrada y racional y contribuyó a relajar a nuestros amigos de Moscú.

El atractivo de la mujer británica.

Pensaréis, “todo esto, ¿a qué viene?” Cualquiera de vosotros que haya pasado por aquí más de una vez sabrá que Viruete es un fan de lo post-apocalíptico y maneja el tema como el experto que es. Mi interés, sin embargo, está en la ficción apocalíptica, que sin personas como Reagan y Thatcher no habría sido lo mismo. Los años ochenta fueron una época de renovación de las tensiones entre los bloques y eso se reflejó en la ficción, en la que existen algunos ejemplos especialmente buenos que, sin ninguna duda, marcaron a muchas personas igual que a mí (¿cómo se modifica un chequeo de cordura cuando eres niño?). No era algo nuevo, claro, porque la tradición de películas sobre el tema venían desde el mismo momento en que comenzó la Guerra Fría, pero al principio resultaba más difícil porque no convenía fomentar el derrotismo: había que creer que se podía ganar una guerra atómica (amigos, nunca dejen la lógica en manos de los militares).

Así que repasemos unos cuantos ejemplos de las producciones más significativas de la Guerra Fría sobre el Apocalipsis Nuclear que nos esperaba y ¿afortunadamente? (seguro que hubiera sido mano de santo contra las hipotecas a cincuenta años) nunca llegó. Como siempre, es totalmente imposible abarcarlo todo. Ni lo intentamos: hablemos pues de nuestros episodios favoritos en la cultura pop.

Páginas de la Historia que nunca fue: novelas y cómics.

Miles y miles de novelitas de a duro de espionaje. Centenares de tochos de «Men’s Literature» con algún héroe malencarado enfrentándose a los rusos (véase cosas como Blade o la interminable saga Deathlands). Y en los tebeos, los Red Rockets de DC y La guarida del pueblo, con su guardian rojo, enfrentándose a Los Vengadores y al Capitán América.  Anteriormente, las antologías de ciencia ficción de imposibles portadas se ocuparon del asunto en los 50 y 60. Muerto aquel género, en los 80 eran temas más propios de las cosas del Cimoc. Vamos pues con nuestros momentos favoritos de la rivalidad usa-rusa 80s.

-The Third World War: the Untold Story: sin duda uno de los libros más influyentes sobre el tema fuera de nuestras fronteras, aquí, que nos seguíamos comiendo los mocos pensando que un Simca1000 era un coche de verdad, prácticamente ni lo olimos. Su importancia está en que fue escrito por Sir John Hackett, que fue el comandante en jefe del Ejército Británico del Rin y del grupo Norte de la OTAN en Alemania Occidental, o sea, alguien con el mismo nivel que Tom Clancy.  Su importancia geopolítica estaba en que por primera vez alguien argumentaba a favor de una fuerza convencional y fuertemente coordinada frente a los soviéticos en vez de la estrategia nuclear (por otra parte, más barata). Por primera vez alguien se atrevía a decir que los soviéticos, si atacaban convencionalmente, llevaban las de ganar por la sencilla razón de que a la OTAN se le acabarían las balas antes que rusos que matar.

El mundo, a los pies de la selección española

-Red Storm Rising: escrita por Tom Clancy, ese pilar de los valores de la política exterior de los EEUU, y por Larry Bond, autor del Harpoon (el juego de guerra naval más completo y realista que existe, usado por la academia de la armada yanqui; anímense, sólo son 140 páginas de reglamento básico), su planteamiento es similar al del libro del general Hackett pero con mejor estilo (Clancy no es Raymond Chandler pero sabe captar la atención y dar pulso a la acción) y con mayor papel de las fuerzas especiales soviéticas (Spetsnaz; Clancy también es más paranoico al respecto, como todos los yanquis).  El espectro de operaciones es también algo más amplio y los personajes tienen más garra que en el libro de Hackett pero, además, algunos aspectos sobre el material de los EEUU en combate se revela como anticipatorio, ya que durante la Guerra del Golfo se comprobó que era cierto (por ejemplo: los cálculos de consumo de munición, que extrapoló de la Guerra del Yom Kippur, o la sensibilidad de los helicópteros de combate).

¿A que esta portada pide playa y sombrilla a gritos?

Por otra parte, las líneas generales del casus belli son parecidas a las de Hackett (cuya primera versión del libro data de los últimos años 70) y propone un politburó débil y movido por la ansiedad que se decide a salvar su reputación en una llamarada de gloria. Típica propaganda que revela que no tenían ni idea de los movimientos  de poder dentro de la URSS.

-Team Yankee: si las dos novelas anteriores se centraban en la acción con cambios de escenario y personaje para cubrir la geopolítica global, esta se centraba exclusivamente en los lanceros griegos, los soldados de una unidad de tanques del ejército de los EEUU, el Team Yankee, estacionada en Alemania Occidental y cómo intentan sobrevivir al día a día de una guerra para la que han entrenado durante años. Aunque la ambientación estaba tomada directamente de la obra de Hackett, la dimensión humana es, por supuesto, más evidente que en los otros dos libros y se agradece que, dentro de los números y la especulación sobre la efectividad de ambos bandos, etc., los soldados sean algo más que figuras para representar un teatro de sombras. Como ven, hubo tebeo.

Comando hizo TANTO daño. No desentonaría en el videoclub al que iba cuando era canijo...

Esta novela tiene, además, una versión en novela gráfica/cómic, bastante digna y un wargame que llegó a ganar algún premio.

-Watchmen: si a estas alturas no sabéis por qué Watchmen tiene que estar aquí, ya tardáis en ir a vuestra tienda de cómics habitual y leerlo. Que además es buenísimo, joder.

-Mortadelo y Filemón: Cacao Espacial: si, amigos, Mortadelo y Filemón también se lanzaron al terreno de la Guerra Fría y, en este caso, con un album en el que el mismo Reagan aparecía enfrentándose al jefazo de la URSS de por entonces (Chernenko, aunque en la wikipedia ponga Brezhnev) sin que el autor se responsabilizase de que el líder soviético siguiese vivo a la publicación del tebeo (lo que creo que fue el caso, por cierto; debe haber sido uno de esos golpes de humor negrísimo que Ibáñez les colaba a los tiranuelos de Bruguera).

Está claro quién era el Cowboy del lugar.

Aunque el tebeo/cómic en sí fuese el modelo de disparates típicos de Mortadelo y Filemón en los primeros ochenta, había bastantes golpes bajos a la política de la Guerra de las Galaxias de Reagan y la paranoia de la Guerra Fría (ante un contacto de radar sin identificar, los americanos quieren poner en órbita un cohete probándolo con un chimpancé dentro y los soviéticos el suyo, pero con un Afgano). Por supuesto, el honor patrio es salvaguardado por la TIA, que pone en marcha su propio programa espacial de una forma parecida a la de Toni Leblanc y José Luis López Vázquez en el Astronauta.

Invasion!

Imprescindible paranoia aventurera del 2000 AD, con guiones de Pat Mills y que ya tardan en publicar. Rusos y americanos pactan repartirse el mundo y los Soviéticos pasan a llamarse «el imperio Volga» e invaden Reino Unido, tomando el poder en menos que canta un gallo. Un grupo de heróicos ingleses resistirá la invasión enemiga, enfrentándose a una muerte segura cada cuatro páginas. Todo por el petróleo, claro. El imperio no se libra de algún pepinazo nuclear. Y el Doctor Who, en su casa sin hacer nada.

Irradiados por la Pantalla: las películas.

Olvídense de cine de espías, desgastado tras años de explotación. James Bond entró en decadencia en los 80 a pesar de los intentos de Duran Duran por salvarlo. Era la hora del conflicto sin disimulo, ya fuera invadiendo América o enfrentando a Rocky con Iván Drago. Menos mal que Superman nos ayudaba tirando misiles al sol, con nefastos resultados.Vamos con las que más nerviosos pusieron al personal.

-Juegos de Guerra: si estáis visitando esta página y no habéis visto esta película, a la puta calle. Si, pinchad la url de google o lo que os dé la gana pero aquí no hacéis nada. Esta película es un referente cultural por derecho propio que tiene escenas verdaderamente memorables. Aglutina de forma magistral la paranoia del enfrentamiento de los bloques junto el miedo a la automatización de la cadena de mando del armamento nuclear. La escena del comienzo en el silo plantea el tono para el resto de la película con un Matthew Broderick que hoy ha quedado para colaborador de Sálvame. Además, la estética del NORAD y sus pantallas se ha convertido en icónica.

Hay, de hecho, un videojuego, Defcon, que plantea el conflicto con la misma estética (sabían a quién lo dirigían). Lo de los ordenadores del miedo ya nos lo habían metido con aquel Colosus que hablaba con su amiguete ruso. Está claro que no era buena idea dejar todo en mano de las máquinas. Y miren ahora.

-El Día Después: en realidad una miniserie de la ABC antes que el programa de fútbol de ese inglés que se ha ido hinchando, aquí se convirtió en película y sus efectos a favor del movimiento antinuclear fueron mucho más gordos que lo de Chernobil. Relataba, sin miramientos, los efectos del enfrentamiento nuclear sobre una población que cualquiera podría definir como de americanos medios (ya saben, de esos que llevan mullet), y, por primera vez, mostraba lo que les ocurría a los que seguían vivos tras la explosión inicial: el envenenamiento por radiación, la destrucción de las infraestructuras, la debacle de la civilización (imagínense: ¡no habría fútbol! ¡Ni Cibeles ni Neptuno en que celebrarlo!) …

Su pase en Alemania, que habría sido, a todas luces, el punto de fricción por donde se desencadenaría la conflagración, estimuló la oposición a la instalación de misiles de alcance medio en la RFA. Puede decirse que fue uno de los eventos culturales fundamentales en la Guerra Fría tardía.
Y no sé a vosotros pero a mí todavía me pone muy mal cuerpo acordarme de Jason Robards con la piel grisácea y cayéndosele el pelo y los dientes

-Amanecer Rojo e Invasión USA: me resultaba imposible separar ambas películas por un motivo sencillo: la de Chuck Norris es la exploitation de la Canon de, sin ninguna duda, la mejor película de Charlie Sheen y Patrick Swayze (y no dejen que su novia les diga que no, que esa es Ghost).

Sin ninguna duda, Amanecer Rojo es un peliculón, pese a las actuaciones forzadas de algunos de los actores, el asalto paracaidista en pleno día, los tiroteos en escuelas secundarias (como todo el mundo sabe, objetivos militares prioritarios), la épica de guerrilleros adolescentes sin formación militar que montan emboscadas perfectas y la propaganda de campos de prisioneros con películas alienantes (¿serían películas de Jose Luis Garci o les pondrían un ciclo completo de Andrei Trakovsky después de obligarles a beber sangría Don Simón?). Es más, precisamente por esa paranoia y ese pase de rosca que tiene encima es por lo que la película resulta más divertida y cómica ( y sin entrar en que sea una invasión de cubanos, nicaragüenses y demás hispanoamericanos amparados por los soviéticos en medio de los EEUU y sin aviso previo). Dejando de lado eso, Milius sabe mantener el pulso de la acción y la película no aburre nada y hasta tiene un puntillo de historia de paso a la madurez que la hace aún mejor y hasta convincente (probablemente, si hubiese sido un chaval yanqui del Medio Oeste también me habría flipado con ella, no nos engañemos).

La de Norris, a pesar de llevar el mismo título que otra película de los cincuenta, es más heredera del espíritu de la anterior y del Coronel Braddock. El problema de la película de Norris es que la escala es mucho más cutre. En la película de Milius hay mención, a través del personaje de Powers Boothe, de guerra a lo largo y ancho de los EEUU y del globo entero, con intercambio de misiles y demás. Hay una sensación de que hay algo gordo en marcha y hasta llegan a sacar auténticos tanques soviéticos. En Invasión USA la cosa se queda en los suburbios de Miami y un centro comercial convertido en churrillos pero no hay épica. Me pueden decir que son un ejército de guerrillas comunistas centroamericanas pero mueren igual que los narcos colombianos de Delta Force II. Eso no quita para que sea un espectáculo de esa ultraviolencia ochentera que tanto amamos (con Chuck y su cara de palo que se supone que debe transmitir resolución y frases de despedida bien hiladas) pero esos comunistas les falta autenticidad.

-Cuando el Viento Sopla: una película de dibujos animados. Una película sobre una pareja de jubilados británicos que se enfrentan a la guerra atómica como si fueran los bombardeos alemanes de la Segunda Guerra Mundial siguiendo las recomendaciones de un manual del gobierno británico. Una película sobre los efectos del lento envenenamiento por radiación. Todo junto.


Creo que no lo he enfatizado suficiente: una película de dibujos animados. ¿Cuántos padres pensaron que sería algo apropiado para sus niños? Seguro que los míos no fueron los únicos y que hay muchas más personas entre los veintitantos y los treinta y pocos a los que se les retuercen las tripas acordándose siquiera de las primeras escenas. Nada como un padre bienintencionado para generarle un trauma un hijo.

-En la Playa: originalmente una novela de 1957, hay por lo menos dos versiones filmadas, una de 1959 protagonizada por Gregory Peck y Ava Gardner y otra, que es más fácil que hayáis visto, protagonizada por Armand Assante, del 2000. En todos los casos la historia circula por los mismos derroteros, con un conflicto nuclear que deja inhabitable el hemisferio norte y la tripulación de un submarino de los EEUU que logra llegar al único punto al que todavía el polvo radiactivo no ha llegado: Australia. La conclusión, sin embargo, es obvia e inevitable, ya que la contaminación alcanza el hemisferio sur.

(He intentado encontrar un vídeo de alguna de las dos películas pero he fallado miserablemente. Os pongo un vídeo de Chris Rea con la canción del mismo título, que no es lo mismo pero resulta igual de desesperante.)

Con una narración más centrada en los personajes, En la Playa transmite una sensación de desesperanza diferente a la de el Día Después (más parecida a lo de los clones de Intereconomía. ¿Quién dijo que los Crímenes contra la Humanidad en España se acabaron con Franco, amigos?), con los restos de la civilización (si es que se puede llamar así a Australia) ahogándose lentamente. Curiosamente, la versión del 2000 ya es posterior a la Guerra Fría pero se ve que algunos conservan la fe en el espíritu humano (y eso que no conocen a Manolo Lama).

-Miracle Mile: infamemente titulada aquí algo así como Seis Minutos para huir o algo parecido, esta película tenía un concepto estupendo: un tipo coge el teléfono de una cabina en la calle y una voz, alguien, le avisa, pensando que es otra persona, de que la Tercera Guerra Mundial está en marcha y que los otros han lanzado un ataque que alcanzará la ciudad en setenta minutos. A partir de ahí el médico calvo de Urgencias corre como si fuera a tener la carrera de su compañero George Clooney por ello. La urgencia y el pánico estaban bien logrados y se mantiene la tensión durante toda la película en un Los Ángeles de pesadilla. La sensación de impotencia que provoca la película debe ser algo parecido a un desnudo de Margaret Thatcher.

-Amerika: como algunos críticos en Estados Unidos estaban completamente sintonizados con la onda de Reagan, el estreno de el Día Después les pareció alarmista, derrotista, sin fundamento (total, morir con los intestinos deshaciéndose en tu interior por el envenenamiento radiactivo no debe ser tan malo), desleal y no acusaron a los de la ABC de seguir negociando con ETA porque debían pensar que eso era un asunto de africanos. Uno de los críticos comentó que si a los de la ABC les parecía tan mal la opción de la disuasión nuclear por qué no pensaban cómo sería una ocupación soviética de los EEUU. Los de la ABC, sin cortarse un pelo, le enviaron un compromiso de renuncia y guionizaron Amerika, una miniserie que, en su momento, resultó de lo más ambiciosa, con un reparto solvente y siete episodios de dos horas.


A día de hoy no hay forma fácil de poder volver a verla, ya que no ha habido edición en DVD y las de VHS están desaparecidísimas. En parte porque la crítica de por entonces la consideró aburrida, en parte porque había una carga de crítica social hacia el reaganismo y la sociedad de individualismo exacerbado de los EEUU de aquella época. No es propiamente una historia apocalíptica en sentido físico pero si en sentido figurado, ya que el modo de vida de los USA había desaparecido en el contexto de la serie.

-¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú: infame título en España de una película imprescindible, Dr. Strangelove or how I learned to stop worrying and love the Bomb (Dr. Strangelove, o cómo aprendí a dejar de preocuparme y comencé a amar la Bomba). La película más redonda de Stanley Kubrick para muchos, en ella la pesadilla de una Guerra Termonuclear puede convertirse en realidad por las decisiones de un general americano que está convencido de que los comunistas están contaminando nuestros fluidos naturales mediante la fluorización del agua (lo que, como todo el mundo sabe, es cierto).


Llena de momentos brillantes, Dr. Strangelove contiene instantes que se han convertido en referencias culturales que han aparecido en un sin-número de películas y series de televisión y, además, un Peter Sellers en estado de gracia que realiza tres papeles a la vez y un George C. Scott que captó el espíritu del general Curtis “Bombs-Away” (“Bombas Fuera”) LeMay, uno de los ideólogos de la política estratégica de los EEUU en los años 60. El tono de la película es de un humor despiadado en el que se deja en evidencia la demencia del Equilibrio del Terror en el que se vivía y cómo los políticos y militares vivían aceptando lo que para cualquiera era una completa locura. Claro que ya se les ve ahora con el cambio climático.

Baila mientras el mundo arde: la música del apocalipsis.

El artefacto de más fácil construcción y difusión, la canción pop, es evidentemente uno de los medios donde más se trato este tema. La lista es infinita. Podríamos ir desde Bob Dylan al Gary Moore más metalero con aquel Nuclear Attack donde nos avisaban del negro futuro que le esperaba a la humanidad («The Russians are ready, the U.S. is armed. They try and tell us there’s no cause for alarm»).  Megadeth cantaba aquello de Rust in Peace,  mientras Sting se preguntaba si «los rusos también quieren a sus hijos». Los grupos de AOR y Metal, junto a los arlequines de la movida, casi parecía que estaban deseando que llegaran los pepinazos. Currosplastic nos aseguraba que «la tercera guerra mundial» iba a ser muy divertida. ¡Que moderno! Ante la inmensidad de la obra, optaremos por comentar nuestras favoritas, quizá abundando en los géneros que más nos gustaban.

-99 Red Balloons: canción que, típicamente, cuando no tienes ni puta de inglés, resulta divertida, con un ritmo muy bailable/saltable, y en la que a lo mejor pillas la referencia suelta al Capitán Kirk pero que esconde un mensaje muy claro contra la carrera armamentística y la paranoia propias de la Guerra Fría y transmite la sensación de que en Europa estábamos en manos de una caterva de incompetentes. No es de extrañar que la canción funcione tan bien, sobre todo porque Nena era alemana y lo primero en quedar irradiado sería la república de las salchichas (y no hablamos de una productora de porno).

Por cierto, fijaos bien: esa estética eran los ochenta. ¿De verdad queremos que vuelvan?

-Asia: Countdown to Zero: tema típico de rock ochentero, con una producción estupendísima. Los chicos de Asia seguramente buscaban un tema que pusiese el cuerpo de mal rollo y este funciona bastante bien. La parte hablada del final rompe un poco es esquema pero es un ejemplo de música que por entonces circulaba para tomar conciencia del asunto.

-Iron Maiden: Two Minutes to Midnight: ya el título de la canción hace referencia al reloj del apocalipsis. Lo que dan los Maiden es lo que podía esperarse y que se repite en toda la música relacionada con el tema: los manejos de algunos nos colocan en el punto de mira a todos. El tema es metal ochentero clásico con una producción que funciona pero al que se le notan un poco los años. De todas formas, tiene una fuerza que ya quisieran muchos de ahora.

-Rush: Manhattan Project: con una factura muy similar a la del tema de Asia, aunque algo más moderno y con una estructura de la canción más narrativa, la banda canadiense señaló más el momento en que todo cambió y a partir del que la gente tendría que vivir con el miedo a ser vaporizada de golpe. Por cierto, a mí me suenan parecidos a Yes.

-Obus: Pesadilla Nuclear: honorabilísima aportación patria a esta temática en la música del momento. Se repite, nuevamente, el argumento de la impotencia ante las decisiones que nos llegan desde los altos lugares de gobierno como si fuésemos personajes de tragedia griega o, como marcianitos de máquina de bar. Por otra parte, Obus, aportan una fuerza y una macarrería que se echa en falta hoy en el Heavy patrio (por no mencionar esas cantidades de laca).

Polanski y el ardor – Ataque preventivo de la URSS

Ejemplo de clásico de punk primerizo y furioso cuya letra, tan urgente como la música que le acompaña, está repleta de rimas de relleno: «Ese señor me tiene gato / y no me mola el tratado de la NATO». Pues vale.

Survivor – The Burning Heart

Como con The eye of the tiger sonó la flauta, Survivor optó por no variar demasiado el camino del éxito y entregar otra canción de ritmo cansino y estribillo enardecedor de espíritus. Eso sí, es posiblemente la canción de una película que recoje de una manera más literal el tema del film al que debe acompañar: «two worlds collide, rival nations / it’s a primitive clash, venting years of frustation«. Ya la repanocha es ese «it’s man versus man… or East against West?«.  De las poquitas que además no menciona nada de supuestas guerras nucleares. Olé.Would you like a nice little game of Chess?: videojuegos.

Una vez más, pasamos de los juegos post (olvidad el After The War) y vayamos a los juegos que jugaban con la tensión entre bloques o el programa Star Wars de Reagan. Fieles reflejos fueron el clásico Missile Attack de arcade, cuyo campeón anda un poco mal de la moyera, o aquel S.D.I. para la Master System, donde un satélite se dedicaba a eliminar misiles soviéticos en órbita.

Ya mencioné más arriba el Defcon pero hubo bastantes juegos ambientados en este terreno en los mismos ochenta. Muchos de ellos eran simuladores, sobre los que no merece la pena realmente hacer una revisión porque son autoexplicativos (eso si, había algunos de submarinos, como el 688 Attack Sub que merecían la pena porque su ejecución era bastante más divertida que el concepto inicial y permitía jugar por modem).

Otros juegos se metían más en la escala estratégica, como una adaptación de Red Storm Rising (que yo recordaba por lo alucinante de la portada del juego en los anuncios de la Micro Manía formato periódico de hace años: el oso enorme con el fondo de los misiles mientras el submarino se aproxima por Vladivostok según se mira, o algo).

El director artístico se lució: puede ser un juego de la Guerra Fría o un bootleg del Donkey Kong con osos y submarinos.

Otros juegos se centraban más en el espionaje o cuestiones parecidas, metiéndose en el terreno de juegos con mucho ASCII (divertidísimo, si eres uno de los de the IT Crowd o the Big Bang Theory), como el Red Sky at Morning o la videoaventura de vista vertical, como el Berlin 1948.  El Shadow President, por otra parte, sin tener tanto texto como el Red Sky, era, sin ninguna duda, un juego de gestión bastante rebuscadillo que hoy tiene herederos naturales en cosas como el Democracy 2 ese que podéis encontrar en los banners de páginas de dudosa moral.

Lo más cercano en los últimos años, creo yo, fue, sin ninguna duda, el Command and Conquer: Red Alert, juego de calidad de los RTS y que algunos jugábamos más por ver los videos que por la propia jugabilidad, que se limitaba a montar mil bichos para machacar al otro.

Bombardea a tu Vecino: los Juegos de Mesa.

El ambiente apocalíptico de la Guerra Fría no se quedó en el cine y la televisión, también pasó a los juegos de mesa, por supuesto, y hay una buena serie de ejemplos de ello.

-Nuclear War: quizá el fundador, es, sin duda, uno de los más veteranos. Es un juego de “cerveza y pretzels”, facilón, para pasar el rato con los amigos y en el que estar con el puntillo no influye mucho en la partida. Su característica fundamental es que un jugador que sea eliminado de la partida puede lanzar un ataque final contra cualesquiera otros jugadores, lo que puede provocar que otro jugador sucumba y así sucesivamente hasta que todos los jugadores perezcan y pierdan la partida.

Esta si que es la Ruleta de la Suerte y no la de Antena 3.

Por cierto, éste tiene una adaptación como videojuego, que no sé qué tal funciona pero ahí queda.

-Supremacy: una especie de Risk con esteroides en el que los jugadores disponen de unidades navales además de terrestres y con un sistema económico que incluía oscilaciones de precios y varios tipos de recursos. Es un ejemplo del Ameritrash más puro que puede haber, con una comunidad de seguidores muy devotos y varias expansiones para incluir elementos adicionales (como submarinos y demás). Sin embargo, todos lo sabemos, el juego se lo compraba la gente por las setas nucleares.

Poco atractivo, ¿eh?, pero ¡tiene Hongos Nucleares!

-World at War: Eisenbach Gap: la posibilidad de que los soviéticos realizasen una invasión de Europa occidental no fue nunca demasiado real salvo en las mentes de los estrategas de la OTAN. La política exterior soviética no estaba guiada tanto por un imperialismo militante como por asegurar un cordón de seguridad alrededor de sus fronteras después de dos guerras en las que habían perecido muchos millones de rusos (y no estaban tan equivocados, si uno estudia un poco las intenciones de Patton…). Hay un gran número de juegos sobre la posibilidad del inicio de la Tercera Guerra Mundial en Europa, entre ellos el NATO: the next war in Europe, pero el más reciente, a nivel táctico de pelotón, es éste. Un juego sin demasiadas complicaciones, buenos componentes y divertido, aunque su manual necesite un poco de limpieza y reorganización. Además, es el sueño húmedo de cualquier votante del centro reformista: ir en tanque pegando pepinazos a los rojos.
A escala superior pero con la misma idea podéis encontrar Dawn’s Early Light, en la que se manejan unidades de mayor tamaño con cada pieza.

Homoeroticismo reaganiano: grandes tanques con grandes cañones.

-After the Holocaust: hay muchos otros juegos que podríamos señalar pero igual que antes introduje En la Playa, creo que este juego debe estar aquí a pesar de su naturaleza post-apocalíptica. Asumiendo con la idea de que se podía sobrevivir a la TGM, en este juego se intentaba reconstruir la sociedad después del desastre. En el juego se pueden manejar muchos factores de la economía de un país y tomar decisiones para sacarlo adelante pero también se podían dedicar recursos a organizar un ejército, lo que, por otra parte, puede colapsar la economía. Dejando de lado la falta de mutantes, algo que no debería faltar en un escenario post-atómico, su falta de éxito se debió a que semejante simulación no tocó los corazoncitos de los wargamers deseosos de lanzar metralla contra el enemigo.

Ya veis el desperdicio: nosecuántos mil kms cuadrados y ni un solo mutante.

-Twilight Struggle: ya comenté en mi artículo sobre juegos de mesa en general, que existía este juego por ahí. Lo que no mencioné es que es, sin ninguna duda, uno de los mejores juegos que hay ahora mismo editados. Un juego equilibrado, con unas mecánicas elegantes y que sirven perfectamente a la sensación de la Guerra Fría, la paranoia de no saber qué va a hacer el otro, el saber que uno está jodido en una parte del mundo pero que puede putear al contrario en otra. La réplica y la contra-réplica de las acciones y, sobre todo, que aquel que desencadene la Guerra Termonuclear perderá mantienen la emoción en la partida. Es un juego en el que la tensión hace que a uno se le salten los empastes y en más de una ocasión tenga que mantener la sonrisa mientras padece como un efebo en la conferencia episcopal. Sin ninguna duda, este es el juego que más transmite la sensación de peligro y amenaza constante de todos los listados.

¿Qué más necesitáis para que os lo venda? ¿Tías buenas?

Además de éstos, también hay que aportar, otros títulos, como el Fortress America, una especie de Risk venido a más en el que diferentes alianzas socialcomunistas invaden los EEUU en un juego de todos contra uno (mierda para cada uno, ya saben); el Twilight 2000, wargame táctico bastante apañadito de la mítica compañía GDW, relacionado con un juego de rol de la misma casa, y que hoy está casi desaparecido; o el Price of Freedom, un juego de Rol que podría estar ambientado en la misma serie Amerika que contamos más arriba. Además, aún está por salir a la calle el Lock’n Load: Heroes of the Gap, otro wargame táctico basado en un sistema de éxito y con la misma historia alternativa que el Eisenbach Gap.

Sirva este pequeño texto como un mero ejemplo de como pasábamos el rato en aquella época, viendo al Gran Héroe Americano cazar «ruskies» por el bien del mundo libre y temiendo que un cortocircuito en un ordenador podía mandarnos a todos a tomar por culo. Como siempre, les citamos en los comentarios para compatir datos, recomendaciones, sensaciones y recuerdos.

Que duda cabe, somos hijos de la Guerra Fría. El mundo de hoy no es lo mismo. No es lo mismo tener de villanos a los comunistas que a los musulmanes. No es lo mismo vivir con la sensación de destrucción total inminente y que de ésta no se salva ni el tato que el miedo al paro y a la miseria. No es lo mismo cuando el enemigo viene en tanques que cuando viene en bancos. No es lo mismo «aplastar a Yugolasvia», o cosas como aquel partido de basket EEUU vs URSS de Séul 88 que rezar para que no vengan Kobe y Lebron. Se mire como se mire, con el Apocalipsis vivíamos mejor.

-Las fotos de la sección de juegos han sido tomadas de la Boardgame Geek y sus derechos pertenecen a sus autores. Sólo se han introducido a efectos ilustrativos y/o paródicos. Respetamos sus derechos de autor y de imagen: ¡no somos comunistas!