No me engaño: puede que el Flash Gordon de Alex Raymond sea una obra maestra del cómic, pero si conozco a mis lectores, lo más probable es que la mayoría descubriera al personaje por la película de los años 80 con aquella pegadiza y estridente banda sonora de Queen. Yo el primero. La película de Mike Hodges me fascinaba de crío. Luego ya te enteras de mayor que era “un delirio camp”, que no era “fiel a los cómics” y que la banda sonora era “estridente y hortera”. ¡Por supuesto! Ahí está su grandeza: el impresionante colorido que satura la pantalla combina a la perfección con el histrionismo de Max von Sidow como Ming y con los falsetes de Mercury. La crítica la rechazó, los comiqueros la rechazaron, el público la rechazo.. Hasta en filosofía la rechazaron. Que me aspen si lo entiendo. Parece que sólo los que éramos unos críos por aquel entonces supimos apreciar un disparate que no escatimaba en criaturas fascinantes y situaciones memorables. Miren, en realidad todo se reduce a la escena del Football Fight. Es el momento en el que uno entra o sale en la película. Si no son capaces de aceptar y disfrutar con Flash luchando contra las huestes de Ming como si fuera un partido de fútbol americano, no se molesten en volver a verla. A mí me ponía los pelos de punta.

En todo caso, el rechazo del film produjo que la propiedad se quedara más o menos en el limbo durante algunos años, salvo alguna que otra serie de dibujos de escasísima repercusión y la canción “Flash Reagan” de La Trinca: matando a los marcianitos, cabritos… Ha sido en 2007 cuando alguien se ha atrevido a apostar por el personaje y encargar una nueva serie televisión que lo devolvería por todo lo alto a la palestra de la cultura pop contemporánea. O ese era el plan. Porque al final esta serie le está pasando como a la película de los 80. Aún peor: está recibiendo calificativos como “nefasta”, “sumamente mediocre” o “puta mierda”.
Les comento un poco como va el tema: tras el éxito obtenido con el remake de Galactica (de esta habría que hablar otro día), el Sci Channel dio luz verde a otra “reimaginación” de una antiguas propiedad. Pero como los responsables de la ya mencionada Galáctica estaban ocupados desarrollando otro remake (La mujer biónica) para la NBC, el basado en la obra de Alex Raymond cayó en una segunda opción. Casi diríamos que una tercera. Las dos se han estrenado casi al mismo tiempo, con desigual recibimiento. Casi parece Los gemelos golpeán dos veces. ¿Os lo imagináis? ¿Danny de Vito como Flash? O mejor aún: las escenas de matrimonio protagonizadas por Danny de Vito como Avelino Gordon y, no sé, Kristie Alley como Pepa, tirándose los trastos a la cabeza? Tio que friki soy XXXXXXDDDDDDD

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Planeta y sus chapuzas

Desgraciadamente la nueva versión de Flash no tira por el camino de las matrimoniadas que se nos acaba de ocurrir. La reforma ha sido casi total, adaptando los conceptos de alta aventura a un escaso presupuesto y un tono ligero con poco sitio para el drama. Flash no es ningún deportista estrella con gancho con las chavalas, valiente y luchador, perdido en un planeta extraño. Ahora es famosillo solo en su pueblo, vive con su madre (y no en un castillo), trabaja en un taller y dejó escapar a Dale tras el instituto. Ella trabaja de periodista, pero tras unos años en la gran ciudad, ha vuelto al pueblo para incorporarse a la redacción del diario local. El padre de Flash desapareció hace años sin dejar rastro, dándole todos por muertos. Pero en estas conoce a Zarkoff, un científico que conoció a su padre y deja caer la posibilidad de que su padre aún esté vivo, aunque… en otro planeta.
Resulta que nuestros amigos se encuentran un aparato capaz de detectar los portales espacio temporales entre la tierra y Mongo. Así que Flash irá cada poquitos episodios a ese extraño mundo, bien buscando a su padre, bien de excursión para cualquier tontería, volviendo para merendar. El gran problema con todo esto es que parte del concepto de la franquicia es que Flash está ATRAPADO en Mongo y no pueda salir. Este va y vuelve. ¿Os recuerda a Adam Strange?

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Este sí que se entrena para ser tonto. ¿No ven la medalla?

Eso sí: el Rann de Adam Strange no consistía en una pantalla de ordenador del Master of Orion II con la vista de una “ciudad futurista”. Ni el palacio de Ming de la peli era cuatro pasillos reciclados de un plano a otro y un par de salas. Por no hablar de los robots y enemigos, dignos de las temporadas más roñosas del Doctor Who (no, obviamente, a la temporada actual). Pero al menos Doctor Who era ambiciosa, y no dejaba que el presupuesto se pusiera en medio de las ideas de los guionistas. El público se ha acostumbrado a series más logradas, con un mayor presupuesto, y no tiene ninguna piedad con cualquier serie que demuestre flaqueza en este aspecto. Eso sí, yo no tengo problema con la falta de presupuesto. ¡Si hasta me encanta Jasón del comando esterlar!.

Lo peor es la falta de ambición y de sentido de la aventura. Ambición 0. Así ya sale uno derrotado des el principio.¿Para qué hacer una serie de Flash Gordon si luego el planeta Mongo, el imprescindible marco en el que se desarrolla el cómic, apenas aparece? Flash Gordon sin Mongo y sus criaturas es como Transformers sin que los robots se transformen. Porque, como os imagináis por lo comentado, Flash se pasa el 90% de la serie en la tierra. Y cuando los alienígenas aparecen en nuestro planeta, lo hacen en un jardín del pueblecito donde vive nuestros protagonistas o directamente… ¡en su cocina! Si amigos, la cocina de la casa de la madre del rubio cachitas cobra una importancia vital en la serie, forjándose alianzas interplanetarias y librándose tremendos combates con criaturas de otros mundos por la supervivencia de nuestra raza. Como cuando jugabas tú al rol en esa misma habitación. Y el lerdo de Flash aloja a una fugitiva interplanetaria en casa de los papas. Casi na.

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Misteriosas criaturas alienígenas con misteriosos cascos y misteriosas lentillas.

Para nuestro consuelo, en el planeta de Ming son igual de tontos: Flash entra y sale del palacio imperial como pedro por su casa, los guardias son tumbados con dos tortas, a la hija del emperador la toman el pelo una y otra vez…. El tirano controla su mundo gracias a su férrea administración del agua. Aunque luego vemos que el mundo es un auténtico vergel, lleno de zonas verdes y junglas donde se esconden las amazonas. Ming es aquí un dictador bajito y sin presencia que cree hacer lo mejor para su pueblo, gobernándolo, eso sí, con mano de hierro y sin piedad. En lo que no han caído es que en una serie pretendidamente ligera y divertida como esta hubiera encajado más un personaje más arquetípico y menos “realista”. No, el contraste no funciona, al menos no aquí, que es lo que nos importa.

En cuanto a los actores, pues son unos prácticos don nadie. Oh sí. Vayan a la IMDB y busquen: todos tienen unos extensísimos currículums. Pero ninguno ha sido capaz de hacer nada de cierto relumbrón, y no nos extraña. El rubio protagonista era, atención, el novio pesado de Lana en la primera temporada de Smallville. Un personaje que sobraba tanto como Nikky y Mika en la primera de Héroes. El tipo a mí me bien, aunque claro, a mí me cae bien casi todo el mundo. Eso sí, pero le falta carisma, y corpulencia para ser un buen Flash. De todas maneras el chaval hace lo que puede. El resto de la serie, tres chavalas tan buenorras como inexpresivas y Zarkoff, que es un auténtico nerd que encajaría más en una comedia de las de Millar y Bollet. Incluso el personaje de la mercenaria intergalactica que encuentra curiosas las “costumbres indígenas”, el típico que es siempre el más molón, no termina de cuajar. Lo peor es Ming. Tiene poca presencia y… ¡Se parece a ARLEQUÍN!. Que se dice pronto.

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Tranquilos, que solo te deja inmovilizado durante 1D6 turnos

La serie está recibiendo palos por todos los lados. ¡De hecho, hasta en el propio foro oficial de la serie, donde se reúnen los fans, la ponen a caer de un burro! Parece que un producto semejante no tiene cabida entre las grandes de hoy en día. De hecho, siendo totalmente sinceros… ¡es que parece una serie de los 80! Intenta ser entretenida, ligera… 45 minutos de aventuras sin más, diversión limpia y sana. Así que sois de aquellos que nos dan la lata y proclaman orgullosos majaderías como “quiero revindicar la vuelta de El coche fantástico” o “Que nostalgia El Equipo A”, no busquen más: aquí encontrarán, en teoría, todo aquello que buscan en las peores series de la época. Claro que ya no sois niños, y lo que antes era un alucine, ahora se traduce en nula continuidad o repercusión de lo que sucede en un episodio sobre otro, contadas localizaciones, personajes de cartón piedra, los mismos guiones de siempre… Ojo, que muchas de las aclamadísimas series americanas de nuevo cuño también tienen esos ingredientes. Pero han sabido venderse mejor y rodearse de una pátina de trascendencia y modernidad que disimula el hedor. Flash Gordon se revuelca en todos esos clichés. Es la serie que habríais creado tras una tarde viendo primero la película clásica de Hodges y después un par de episodios de El halcón callejero.

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Sí,sí, sí que mola esto de la Wii, sí

Y supongo que es por eso por lo que insistimos. No es que sea buena. La veo todas las semanas, pero no puedo asegurarlo. Mis compañeros del trabajo me han preguntado que qué tal está, y les he tenido que decir “no os la bajéis, que no os va a gustar”. Y sigo viéndola. Porque lo intenta, intenta ser divertida, ingeniosa, pero tan fracasa estrepitosamente que acabas por sentir pena. Igual que a las Sugar Girls, poe ejemplo. Y le das otra oportunidad. Y a la semana siguiente otra. Y al final le cojes cariño. Como han dicho en el foro del Sci-fi channel: “no es que me guste, es que no la odio”. En fin, aunque todo el mundo es adicto al menos a tres o cuatro series, es evidente que no todo va a resultar un exitazo rotundo. Quién sabe: todavía quedan muchos episodios para enderezar la serie y levantar el vuelo… si es que queda alguien viéndola. Y es que ya nos vale: para una vez que hablamos de una serie, en vez de hacerlo de Lost o Héroes y llevarnos una buena cantidad de visitas, lo hacemos de la más vilipendiada. Así no vamos a hacer carrera de esto.