Mientras que series como Dragonball o Caballeros del Zodíaco viven un perpetuo ciclo de revivals, remakes, secuelas y recuelas, otras muchas duermen el sueño de los justos. Como una banda que lo dejó en su mejor momento, Ranma ½ duró lo que tenía que duró, y a sus responsables no les ha dado por resucitar una serie que, en su día, estuvo entre las más populares para la chavalada.

 

 

La autora del manga original, Rumiko Takahashi, fusionó los preceptos del shonen con los de la comedia romántica. Así, había un continuo flujo de peleas, técnicas y nuevos personajes que aparecían para desafiar los protagonistas… para ganar el amor de un tercero. Cuando un luchador o luchadora debutaba en la serie para poner todo patas arriba, su objetivo era casi siempre conseguir el amor de Ranma, Akane o algún otro. Tras su derrota, pasaba a formar parte del reparto habitual, quedando obsoletos con la aparición del siguiente enemigo.

Kuno Takewaki fue el primero en liza. Y como tal, el primero en quedar superado y relegado a secundario débil y cutre. Es el equivalente a nuestro Yamcha del alma… si este sufriera de todo tipo de delirios incurables.

Normalizando los trastornos psiquiáticos

 

Kuno se presenta como ‘El trueno azul del monte Furinkan’. En el manga presumía de ser “primera línea Kuno”, resultado de traducir de la traducción inglesa (lo del Google Translator ya existía en los 90). Es un apelativo que, lejos de ganarse, ha sido escogido por él mismo y que nadie más usa. Los motes, recordad, no los escoges: te los ponen. Lo más posible es que el resto le llamara, simplemente, “el gilipollas ése de la espadita”.

            Persigue tus sueños y el universo conspirará a tu favor

 

Porque Kuno practica kendo, esgrima japonesa, por lo cual anda siempre con una espada de madera a cuestas. En teoría es capaz de administrar ataques letales… que jamás logra asertar a sus rivales. Además, escribe poesía y habla de manera rebuscada y supuestamente lírica. Esto quedaba deslucido en nuestra transmisión, pero en sus inicios solía aparecer bañado en pétalos de rosas y soltando haikus y frases intensitas cual instagramer fan de Neil Gaiman. Alma de guerrero, corazón de poeta, cara de niño, cuerpo de hombre, Kuno era, en su cabeza, un samurai moderno. El perfecto perfil de un FLIPAO con todas las letras.

 

                                                                                       Tranquila, soy aliado

 

Takewaki fue el primero en desafiar a Ranma por el amor de Akane. Claro que a ella le parecía un merluzo integral, pero esto nunca supuso ningún problema para el protagonista. Por encima de su dominio de la espada o su verbo florido, el principal rasgo que define a Kuno es que ESTÁ COMO UN AUTÉNTICO CENCERRO.  El tipo sufre algún tipo de esquizofrenia aguda que le hace vivir en una constante realidad paralela, donde es el más guapo, el más fuerte y sus pretendientas le aman aunque viven bajo el yugo de Ranma.  

               

Kuno, como noble (o casi) que es, parece defender su derecho de pernada. Se enamora de Ranma chica, ignorante de su condición “bisexual”, pero a la vez, tampoco deja que nadie pretenda a Akane. Que ella solo se interese por un hombre capaz de transformarse en mujer debería de dar una pista de sus tendencias, pero Kuno, a lo suyo. Las dos son para él, hasta que se decida o una de las dos le haga algo de caso. Esto no sucede nunca, así que se pasa la serie corriendo tras la Tendo y la “chica de la trenza pelirroja” y recibiendo más palos que Lydia Lozano. Merecidos, por acosador. Bueno: en Ranma TOD@S son acosadores salvo los dos protagonistas.

 

 

Como principal antagonista durante los primeros compases de la serie, tuvo algún otro momento de gloria. Consiguió descubrir que el punto débil de Ranma era el miedo a los gatos, pero no logrío derrotarle a pesar de lanzarle un montón de mininos. Siempre he pensado que esta es la verdadera maldición de Ranma: ¿convertirse en mujer? A mí me gustaría probar. ¿Tener miedo a los gatos, a los preciosos y adorables gatitos? Prefiero morir, o ver una gala de los Goya de un tirón

A pesar de ser rechazado por sus dos amantes, se supone que Kuno es bastante atractivo. Así, en un momento de la serie, aparece su correspondiente pretendiente: Mariko Konjo, una animadora catacroker que desafía a Ranma mujer por el amor de Takewaki. Huelga decir que Kuno no le hace ni puto caso, como pasa en la vida real en estos casos. Así que él se quedará suspirando por sus dos amores y la pobre Konjo, moviendo sus pompones y practicando sus tácticas de combate-cheerleading (no me lo invento).
 


 

El bueno de Kuno podría haber intentado hacer equipo con Ryoga o Moose contra su odiado Ranma, pero eso, simplemente, no sucedió nunca. Al contrario: todos los chicos tuvieron que entrenar y combatir juntos para derrotar a una amenaza mayor: el maestro Happosai (también llamado, según el día, Chen o Ernesto, en el tremebundo doblaje de Antena 3). En aquella épica batalla, Kuno fue, de nuevo, el primero en caer y que hizo más gilipolleces.

 

La única ocasión en la que el pobre parece mostrar su fuerza es cuando… pierde la memoria. En cierta ocasión, Kuno, olvida su pasado y su propia idenditad. Libre su cabeza de traumas y trastornos, demuestra que es bastante capaz a la hora de combatir. Lógicamente, al terminar el capítulo vuelve a su estado primigenio de zumbadísimo luchador. Su otro gran momento tuvo lugar cuando un Fénix anidó en su cabeza (?????) convirtiéndolo en un luchador invencible. La vida.

                                                                               Aplicando un 155

 

Quizá es algo que va en la sangre. No olvidemos que tiene por hermana a Kodachi, “la rosa negra”, una auténtica loca del coño y posiblemente el personaje más majereta de toda la serie. Que ya es decir. El padre de ambos abandonó la familia cuando eran niños y se largó a Hawai. Después aparece de nuevo en la serie, convertido en director del instituto y revelándose como otro auténtico lunático peligroso, obsesionado con la cultura hawaiana y puteando a sus alumnos por el mero placer de joder. 

 

Poco a poco Kuno queda reducido a un gag con patas. Aparece por ahí, dice dos fantasmadas y Ranma le pone en órbita de una patada. En el anime parece que podría tener algo con Nabiki Tendo, la hermana más puñetera de Akane. El está forrado (principal interés para ella), está bueno y es tonto perdido: el hombre ideal para ella: hasta pone en buen uso sus habilidades con la espada, poniéndole a cortar sandías en un episodio de esos en los que todos se van a la playa a hacer el gilipollas (que es a lo que vamos todos a la playa).

 

                                        Relationship goals

Nabiki y Kuno tontean en varios capítulos, pero la cosa no llega a consumarse. Y por supuesto, la serie termina sin que Kuno consiga ni uno solo de sus objetivos y lo que es peor: el personaje no ha evolucionado absolutamente nada e intenta hasta el último momento seguir con sus bobadas. Ya lo decía James Wallenstein: quien resiste gana… salvo que casi nunca es así.

Personalmente creo que terminó por casarse con Nabiki, que aprovecharía para vivir de su fortuna sin dar golpe, ponerle los cuernos y dedicarse a vender sandías en la playa y apostar en las carreras. ¿Y él? A escribir poesía, podar rosas y maltratar a sus esbirros. La vida perfecta.