¿Cuál es el Dios más poderoso? Durante siglos los hombres nos hemos dedicado a exterminarnos para poner fin a esta discusión. Y en ello seguimos, ya que no se dignan en bajar y darse de piñas. Al menos en el Universo Marvel, Hércules y Thor se hacían colegas, se iban a dar piñas juntos y a beber hidromiel. Los Dioses existían, pero eran majetes y Hulk les podia cascar a los dos.

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El God is Dead de Jonathan Hickman no tiene nada que ver con esto. Aquí, tras siglos de ignorarnos, los diferentes panteones deciden volver a reclamar lo que era suyo: La Tierra. Odín, Zeus, y otros grandes dioses se dividen el mundo y bajan, con sus hijos y compañeros en eso de la divinidad, a aniquilar humanos y exigir adoración. Y al que no le gusta, le meten un rayo por el culo.

Como comprenderéis, poco tienen que hacer nuestros ejércitos y gobiernos ante una cascada de inundaciones, volcanes, terremotos… Los Dioses se hacen enseguida con nuestro mundo. Zeus, Ares y Afrodita controlan buena parte de Europa. Seth, AnubisBaast se oponen desde Egipto: Quetzalcoatl, Huitzilopochti y Tezcatlipoca, poseen Centro y Sudamérica y tampoco se van a rendir. Y para rematarlo, Shiva, Vishnu y Brahma, también tienen que decir en esta contienda, como creadores y destructores del mundo que dicen ser. La premisa mola un montón, pero en breve, se transforma: todos comienzan a darse de hostias entre si. Odin, Thor y Loki son aquí unos auténticos bastardos hambrientos de poder que no ven gloria en compartir el planea, y como sus mejores guerreros vivían con ellos en el Valhalla, tienen el mejor de los ejércitos, así que inician una guerra contra los otros panteones.

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La palabra “macarra” está algo devaluada (no tanto como “canalla” o “gamberra”), pero no hay mejor manera de definir el tebeo que se ha entregado Hickman a la gente de Avatar Press. Lejos de plantear un choque de civilizaciones, el autor opta por un montón de dioses con poderes acojonantes compitiendo para ver quién la tiene más larga, quién se folla más tías y quién mata más humanos. Un desarrollo propio de un teenager flipao que tiene su gracia y funciona durante gran parte del tiempo.

Hickman y su compañero a los guiones, Mike Costa, no se abstienen de incluir “el punto de vista humano”, que parece casi imprescindible en este tipo de obras y que suele ser lo más flojo. En este caso, un grupo de los mayores genios de la humanidad tratarán de que nuestro Dios, la ciencia, tenga algo que decir en esta contienda castaclísmica, de nuevo, con ideas de flipao 90s. Los Cazafantasmas meets Putridero en esta trama que, al final, funciona y aporta un giro interesante al tebeo.

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Con todo, a Hickman hay que reconocerle un punto cobarde: es capaz de meter un religión en activo como el hinduismo, practicada por millones de personas, desechándola como mera mitología (¡solo por eso debían de ser los más fuertes!), pero no se atreve con la cristiana. Bajo ese criterio tendrían que bajar Yavéh, Jesús y La Virgen o algún Arcángel a darse de hostias también. Igual se lo guardan para futuras entregas. O igual resulta que al final es un tebeo cristiano: los grupos de dioses se limitan, siempre, a tres representantes, como tres es el número de la santísima trinidad.

 

El eslabón débil de la cadena es el dibujante es Di Amorim, cuyo encaja en el más puro “estilo Avatar”, el que podéis encontrar, por ejemplo, en los tebeos de Crossed. O sea: principiantes bastante verdes que no cobran demasiado, y que tratan de compensar sus tiesas figuras y carencias narrativas con sangre a troche y moche, tetas y dietes apretados. El resultado es adecuadom en los mejores momentos y directamente malo, en los peores. Con todo, hay veces que su falta de rodaje me hace gracia: me remite, precisamente, a los dibujos que hacías de teenager, o que hacía “el que sabía dibujar de tu clase”. Con lo que al final, todo converge en este “high concept” flipado y rolero que podría dar mucho más de si, pero como lo que hay es divertido y tiene algún momentazo, pues no nos vamos a quejar.

Veremos como evoluciona en el segundo tomo. Por lo que sé, la serie da un giro bastante grande y el artista mejora bastante al tal Di Amorim. Y parece que por ahí aparece algún Satanás o algo así… Esperemos que Medusa Ediciones, su editor aquí, encuentre rentable editar la continuación.

Y ahora viene la gran pregunta: ¿vosotros quién creéis que ganaría en un conflicto así? ¿Es Odin más poderoso que Zeus? ¿Thor más que Ares, o Hércules?