Todos sabemos que las dos primeras partes de Mad Max gustaron mucho en su época. ¡Sino no estaríamos aquí! Las dos hicieron una pasta gansa en todo occidente, pero para nuestros vecinos los italianos, país de cara dura cinematográfica por excelencia, había una característica que la hacía más interesante que cualquiera de sus virtudes… estaba rodada en parajes desérticos y terruños, lo que quiere decir que se puede plagiar rodando en descampados. Los aficionados al cine de derribo le debemos mucho a esos sitios feos, llenos de tierra y polvo donde puedes meter a cuatro pazguatos para que se hinchen a bofetones y queda un spaguetti-western resultón. Como Mad Max era un poco eso pero con persecuciones de coches, todo les era propicio para que, durante buena parte de los ochenta, los vecinos de Alvaro Vitali fabricasen un montón de cintas emulando las aventuras desérticas del bueno de Max.

maxresdefault

Pero en nuestra piel de toro no queríamos ser menos y como olía a dinerito fácil nos embarcamos en dos coproducciones con el país de la bota, por un lado Fuego Cruzado una pseudo secuela de otro exploit “Mad Maxiano” llamado Rush, la Venganza del Acorralado y que no hay dios en la tierra o el cielo que lo soporte. Y por el otro la cinta de la que trata el artículo, la fantástica El Exterminador de la Carretera, también conocida como Exterminadores del año 3000.

Si, en forma de chapa

Si, en forma de chapa

La forma en la que conocí este esperpento es tan hija de su tiempo que seguro que muchos de vosotros tenéis alguna historia parecida. Con diez o doce años a mi Mad Max me daba bastante igual por tres poderosas razones: odiaba (y aún odio) los coches, me aburrían muchísimo las escenas de persecuciones de vehículos y detestaba profundamente a Mel Gibson, básicamente porque era guapo y estaba muy bien hecho, cosa que me daba muchísima envidia. Pero mi primo, con el que veía siempre las películas, era un flipado del tema, todo un Rob Liefeld de videoclub siempre ansioso de películas con carteles epatantes, coches enormes, persecuciones rimbombantes y testosterona a flor de piel. Por lo tanto cuando le tocaba a él elegir a mi no me quedaban más narices que aguantarme y poner cara de seta durante todo el visionado. Pero en ésta ocasión fue diferente. El dependiente del videoclub nos la coló vendiéndonos la moto de: “Si os ha gustado Mad Max con ésta vais a alucinar, tiene más muerte y más sangre” Y claro, ante esas expectativas poco puedes hacer…

Por supuesto el buen hombre había exagerado una barbaridad, como siempre hacían los de su gremio. La película no deja de ser un refrito macarra y resultón, pero lo cierto es que nos entretuvo mucho más que la tercera parte de la franquicia a la que imita, la cual detesta. La sinopsis es de lo más original: en un futuro post-apocalíptico las bandas de delincuentes asolan las carreteras y el bien más preciado es el agua, que está empezando a escasear de forma alarmante. Una pequeña comunidad se está quedando más seca que la mojama por la escasez del adorado líquido, por lo que envían un convoy para reabastecerse. El problema es la banda de delincuentes liderada por “Crazy Bull” que dará al traste con sus planes, quedando como única esperanza un niño de 10 años que se tendrá que unir a un solitario y temerario delincuente llamado Alien para salvar a sus seres queridos. Ya veis, cambiamos el agua por gasolina y es clavadita a Mad Max 2: El Guerrero de la Carretera.

Dramatización

Dramatización

Tiene los elementos comunes que suelen aparecer en todas y cada una de las exploitations de la saga: punks locos con atuendos imposibles (Pipi de los Ska-P debe ser referente en la moda del futuro), coches de desguace con pinchos y rejas medio pegadas a las carrocerías, camiones como los que adelantaba tu padre camino de Gandía y música chunga y machacona. ¿Qué hace de ésta película algo realmente especial? Pues varias cosas: la primera que para ser la típica italianada va muy bien de ritmo y de acción, no como otras de las copias que no hay ser humano que las aguante despierto. Y las filipinas ya ni os digo. Además, los actores están bastante correctos y las persecuciones son trepidantes, entretenidas y llenas de explosiones y sangre.

 

FOTO 3

Que nostalgia los negros ridículos de los 80

Si os gustó la mítica escena de la primera entrega australiana en la que un coche atraviesa una caravana a cámara lenta, con la cinta que nos ocupa vais a alucinar. Es el porno del ralentí: cada vez que hay un choque o una explosión un poco vistosa te lo remarcan con una cámara lentísima para que te flipes a tope y te recrees en el destrozo. Como debe ser en este futuro asqueroso. Futuro que la ambientación recrea bien: al estar rodada en Almería, con tanta ropa de cuero, explosiones y motores zumbando, parece que los actores estén pasando verdaderas penurias fruto del calor sofocante, lo que hace que sus interpretaciones sean un poco más creíbles. El futuro post-apocalíptico está en el sur de España.

Además las relaciones entre los personajes principales de la trama tienen un poco más de poso del acostumbrado en éstas basurillas. No es que un factor de peso en una película de este tipo, pero al menos se intenta. Lo mismo pasa “El Exterminador” al que hace referencia el título, el vehículo del protagonista, que no es la repanocha pero tiene sus momentos: un coche súper preparado lleno de cámaras, botoncitos, luecitas y otro montón de cosas que te indican que estamos en el futuro y en coche, pues eso, del guturo.

Pero si hay algo realmente reseñable de la cinta es… el niño. Amigos míos, el maltrato infantil en ésta película la pone cerca de los dramones del cine rural peruano. Le intentan desmembrar atando sus brazos a dos motos, y atención, finalmente le consiguen amputar uno de ellos. ¡A UN POBRE NIÑO! Pero la cosa no acaba aquí. El “héroe” de la película le salva en el último momento, recoge su brazo del suelo ¡Y se lo une al cuerpo con cinta aislante, porque el chaval resulta ser un ciborg! Parece que el pobre crio ya tiene ganado el cielo…pero no, le llevan a la parte trasera de un camión donde un viejo astronauta le recompondrá el miembro perdido, no sin antes emborracharle a base de cervezas caducadas. Simplemente acojonante e imposible de rodar hoy en día.

El infante nos da otro dde los momentazos del film, con su depurada técnica para mata. Al arreglarle el brazo le han debido subir el nivel de fuerza en plan juego de rol (?????), y ahora puede aniquilar tranquilamente a sus enemigos con la muy castiza técnica de tirarles piedras a la cabeza. Este sí que es un Brazo de Acero y no el Destroyer ése.

 

Nos tomamos la última y al puticlub.

Nos tomamos la última y al puticlub.

Vamos, que a pesar de su carácter copiota y cutre, el film tiene sus cualidades y momentos divertidos, aunque sea a traves de la explotacion de la infancia, siempre recomendable. En la dirección está Giuliano Carnimeo (acreditado como Jules Harrison), que ya venía bien preparado tras rodar numerosos Spaghetti Western, y que ya había rodado en España en varias ocasiones. En el papel protagonista tenemos a un desconocido Robert Iannucci en su segunda (y última) película, algo curioso, ya que el tipo no lo hace mal y tiene buena planta. Por el lado español destacan Alicia Moro (Slugs Muerte Viscosa, Al Filo del Hacha…), guapísima y con cierto toque femme fatale y el malo de la función, Fernando Bilbao (Buenas Noches, Señor Monstruo entre otras) una especie de Humungus calvo y con coleta, eso siempre llama la atención. Ah, y el incombustible Eduardo Fajardo como vejete sabio. Fajardo estuvo en mil y unas producciones y co-producciones hispanas, desde Django a La ciudad no es para mi pasando por La invasión de los zombies atomicos. Y siempre cumpliendo con su cara de tabernero cabreado.

 

Kiko Matamoros sobrevivió al Apocalipsis

Kiko Matamoros sobrevivió al Apocalipsis

Ianucci ha comentado en alguna ocasión que le ficharon, simplemente, porque le vieron en un anuncio de calzoncillos en Times Square, sin atender a si tenía experiencia de actor o qué. Esto da una idea de la mentalidad de los productores. Total le iban a doblar en post-producción… El tipo describe el rodaje como caótico, con gente hablando inglés, otros español, otros italiano y muchos no enterándose de nada. Del resultado podemos decir que es una cinta entretenida, más o menos bien realizada y que al menos no es peor que ella mayoría de copias italianas.

Recomendable a su manera, con un montón de decapitaciones, cuerpos explotando y tiros en la cabeza, que la convirtieron en la “Madmaxploitation” más taquillera en España, y una de las más recordadas en EEUU: hasta ha sido reeditada en Blu-Ray con extras y el acojonante título Exterminators from the year 3.000. Y un titulo así le flipaba al chaval de 12 años que fui y al que llevo dentro ahora. Aunque ninguno de los dos tenemos un brazo cibernético.