Una de esas mentiras que se perpetúa a través de internet es la de las “casetes de gasolinera”. Lo primero porque, obviamente, esas portadas no son de casetes, sino de singles de vinilo. Tocadiscos en el coche no llevaba nadie. Quizá hoy en día algún hipster, por tirarse el pisto, se lo ponga en su bici. Y lo segundo, porque, obviamente, ninguno de esos discos se vendían en gasolinera alguna.

En los expositores de cualquier “estación de servicio” lo que había era Perales y Serrat, cintas de chistes de Arévalo, sevillanas, alguna de Barón Rojo y Obús… pero los temas estrella eran dos: las cintas infantiles y las de rumba. La primera, para que los niños se callaran un ratito. Y la segunda, para hacer el viaje más entretenido a padres y camioneros.

Pasa el tiempo. Nos plantamos en los 90. Llega “lo latino” y el Caribe Mix. Y el CD: cambia el sonido, cambia el soporte, pero la esencia es la misma. Música alegre, bailable y en español. Es la época dorada del CD de gasolinera. La grabación y la fabricación es más barata, pero la demanda es la misma, y la ganancia para la discográfica, mayor. Circunstancias propicias para que germinen todo tipo de flores del mal. Engendros que nacen y crecen, ocultos, en la sombra. Y esperan el momento adecuado para asaltar nuestros sentidos. Es lo que hicieron ellos. “Vibraciones”.

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Mirad. Mirad y desesperad. La foto que estáis contemplando no es obra de ningún abanderado del posthumor. Tampoco son personajes de una película de Sasha Baron Cohen. No hay rastro de ironía en semejante imagen. Aquí sólo hay sitio para el desesperación. Sus responsables pensaron que era la mejor tarjeta de presentación posible para el trío. ¿Por qué?

Porque el comprador se identificaría con el grupo. Con esas dos fans del programa de Nieves Herrero,  madres de Estesys y Samiras. Y con ese tío del pueblo tan simpático, imitador de Chiquito de la Calzada en la boda de una prima que apenas conoces y que gusta pasar sus vacaciones cerca de alguna zona de cruising playera.

Por un momento podríamos pensar que detrás de semejante foto no haya seres humanos, sino una torpe imitación extraterrestre, incapaces de comprender nuestra cultura. Pero no fue así.

Este es el mundo de los 90. Esta es la España de los 90.

La verdadera.

La de Alcasser y Rodríguez Menéndez. La que quieres olvidar, ahogándola en un río de recuerdos de prestado de la Super Nintendo, las Tortugas Ninja y Sensación de vivir.

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Pero Vibraciones no pidieron, ni quisieron, representar una época. Simplemente querían hacer música. Su único disco fue editado bajo el prestigioso sello “Producciones Juan Manuel“. Si David Geffen puso su nombre a su sello, el Juanma también puede, que hostias. La contraportada nos da algunas pistas de su origen. Note el lector que, a pesar de facilitarnos una dirección de contacto… ¡en ningún momento se indica la localidad ni provincia a la que dirigir el correo! Dudamos que nadie escribiera jamás para pedir un catálogo. Pero al menos cumplir bien el trámite.

Investigando un poco por internet descubrimos que en realidad, la compañía se sitúa en Canarias. En Las Palmas, concretamente, lo cual explica en buena medida el aspecto del tipo: Canarias en los 90. Todo parece indicar que el disco estaba pensado para el mercado local. Pero el ébola llegó hasta la península, y este disco también pudo. Los controles en Barajas volvieron a fallar. Por suerte, pocos pagaron las consecuencias.

 

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Los agradecimientos nos indican que la grabación del CD “ha sido realizada por Javier y Toñy”. En realidad, las dos chicas de la portada tiene cara de Toñis, así que estamos algo confundidos. Está claro que canta una chica, así que intuimos que el papel de Javier sería el de los teclados y programaciones. ¿Dónde deja esto a la otra chavala? ¿Está simplemente para hacer bulto y rebajar la pluma del tipo? ¿O son como Gamora y Nébula, hermanas adoptivas, asesinas intergalácticas y rivales en letal combate? Me decanto por esta segunda opción.

El resto de los agradecimientos son los esperados: el productor, el estudio y, cómo no, la peluquería unisex del barrio, donde seguramente trabaje alguna de las chicas. O el chico. Y cualquier banda de nivel, desde Muse a Dinamita pa’ los pollos, tienen un gran aliado en su zapatería de confianza: en el caso de Vibraciones, el apoyo de “Calzados Cáceres” fue también muy importante en su camino al éxito. Como también lo fueron “Octavio y Ovidio”, amigos del grupo y posibles protagonistas de una serie de dibujos sobre un búho y una serpiente. Eso sí, a tacaños no les gana nadie, ya que ni siquieran regalan simpatía.

Pero dejemos que habla la música. Que hable como un gangoso, en este caso. Es complicado encontrar un ‘highligh’ de un disco destinado únicamente a entretener al comprador en algún viaje. Lo esperado: tecladitos fritos por doquier, las programaciones que te vienen por defecto en el Casio (67 – Latin Jazz), producción inexistente, voz de rechazado de un casting de Operación Triunfo, mezcla entre rumba, bachata y merengue y letras de amores y desamores.

En realidad no hay aquí mucho destacable. La chica tiene el concepto de cantar bien que tiene el 90% del personal y el disco suena mediocre y cutre, pero eficaz. Lo natural que sale al grabarle un disco al típico grupo de bodas, bautizos y comuniones.

El auténtico momento WTF del disco cuando nos encontramos con una versión latina y pachanguera del… Runaway de Del Shannon, un clasicazo del Rock’n’Roll, aquí transmutada hasta extremos increíbles en una orgía de trompetas de sintetizador y con una melodía modificada y que avanza a tropezones en su estribillo. Imaginamos que era para engañar a la SGAE, puesto que no se indica la autoría del tema por ninguna parte. Casi me caigo de culo cuando reconocí la canción.

Del Shannon decía que, para ganarse a las mujeres, había que dar pena. Y ellos lo conseguían, pero no por la melancolía de sus canciones, sino porque su ‘cover’ es putapénica. Con ese “alas para ammmmmar” y un deje coplero que aparece en la voz de la chavala en alguna ocasión y una letra que, más que escrita, fue encajada a golpes de Mjorlin en la melodía clásica. Y si hay que retorcer la gramática para conseguirlo, pues se hace. Que el español es un idioma vivo y en constante mutación, como La Cosa.

FF

Sirva este clip como ejemplo del contenido de este “magnus opus” canarión. Desgraciadamente, no existe más información sobre este power trio. Nosotros MATARÍAMOS por ver un videoclip de ‘Vibraciones’. O al menos una actuación en directo, en algún hogar del jubilado, que presumimos apoteósica. Pero no. Esta Panda Tope no disponían del presupuesto de las grandes figuras de la canción. Ni siquiera de las pequeñas. El disco “no es el Padrino, pero cumple su función de entretener” a los despistados compradores y, hoy día, a los lectores de esta su querida web. Mal que nos pese, el contenido no está a la altura de la portada. De esa maravillosa portada, que de un plumazo nos viene a recordar de dónde venimos… y a donde nos dirigimos. Normal que huyamos… como un fugitivo.