A partir del último programa de La parada, donde retomábamos la figura de Albert Barillé y sus series de Érase una vez (de las que ya habló Pornosawa hace tiempo)… he vuelto a pasar unos días muy metido en el universo de mi serie favorita del francés: Érase una vez el espacio. Y es bonito ver que aún se puede descubrir cosas nuevas de algo que ya supera los 30 años de antiguedad. Por ejemplo, la estupenda sintonía americana, cantanda por Virgina Vee, que dejaba en mantillas la canción que aquí cantaban Parchís y que restaba seriedad y dramatismo a la serie.

O la japonesa, a su rollo, como siempre, donde la serie se llamaba Ginga Patrol JP (?), tenía un logo que ni un videojuego de Jaleco y disfrutaba de otro temazo con tecladitos fritos que ya los quisiera para sí el primer Bon Jovi.

Pero con lo que más he disfrutado ha sido volviendo a admirar mi parte favorita: los extraordinarios diseños de las naves de la serie. Esa vez rastreé un poquito al autor de las mismas, un tal Manchu, para descubrir la obra de Philippe Bouchet del que ya me confieso un rendido admirador. Boucher, obviamente, hizo más cosas al margen de esta serie. Por ejemplo, Ulises 31. O portadas para decenas de libros de ciencia-ficción. En esta galería os presento tanto imágenes de la mentada serie como algunos de sus espectaculares dibujos, que adornaron las portadas de revistas y novelas. Y que no estarían fuera de contexto en discos de Yes, Rockets o los actuales The Sword, porque siempre he asociado  mucho este tipo de ilustración con el rock futurista 70s. Que lo disfruten.