En 1982 saltaba la alarma. Un japonés zumbado que dibujaba tebeuchos se atrevía a profanar Viaje al oeste, la leyenda del rey mono, y lo había llamado Dragonball. Son Goku no era ya el legendario Rey Mono, sino un niño imbécil que vivía perdido en el bosque. Ya no nacía de un huevo ni sabía magia. Ni siquiera se transformaba en árbol o pájaro, como en la leyenda original. Ni mucho menos luchaba con el Gran Emperador de Jade, ni lo inmobilizaba Buda, ni pretendía convertise en rey del mundo. ¡Estos japos hijos de puta estaban haciendo lo que querían con esta adaptación!

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Ahora Goku, atención, iba con una niña que enseñaba las tetas, y tenía un maestro que estaba salido. Y en lugar de buscar la Montaña del espíritu lo que buscaban era, atención… ¡unas bolas de dragón que concedían deseos! Encima la niña tenía unas cápsulas que comprimían… ¡motos, casas, lo que fuera! Y los malos eran tan ridículos como un perro ninja y un enano azul que parecía un vampiro ninja.
Los fans del Rey Mono, así como de series como Monkey o Starzinger no tardaron en poner el grito en el cielo. A través de las BBS, las redes informáticas de la época, y dado el interés que despertó la obra, iniciaron una campaña para sabotear el manga y que Toriyama dejara de dibujarla. Aunque la mayoría de los firmantes aún no había leído el tebeo, no era necesario. El tal Toriyama estaba estropeando la infancia de muchos, profanando esta obra tan mítica.

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Solo que eso no ocurrió jamás claro. Aunque les suena de algo, ¿verdad? Pues claro, porque esto sí que ha sucedido, solo que la obra adaptada es la propia Dragonball.


Esto es evidentemente una ficción y una exageración, pero desgraciadamente, bien podría haber sido cierta. No hay más que ver como blogs y páginas creaban absurdos textos para regocijo de los mitoplastas, como el que lanza huesos a los perros para tenerlos contentos, basándose en argumentos cada vez más peregrinos. Verdadera vergüenza ajena he llegado a pasar.

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Un grupo de justicieros sedientos de la sangre del director

A estas alturas, a nadie le sorprende que el sentido común sea lo que más escasea en internet. Pero lo que pasa con las adaptaciones del cómic ya roza lo ridículo. No hacía falta ver ni cinco minutos de película para saber que Dragonball Evolution iba a ser una puta mierda. Pero no por la calidad de la película, no. Sino por, oh dioses, atreverse a introducir cambios en la obra sagrada. Por lo visto un grupo de frikis secuestraron unos aviones para estrellarlos contra la Fox, aprendiendo de unos tipos que sí tenían bastante claro lo que hacer ante los perros infieles.

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El humor que siempre caracterizó a la serie

Dragonball Evolution se inspira por encima en la película, pero ahí está también muy patente la influencia de La guerra de las galaxias, Spiderman, Matrix, Karate Kid, los Power Rangers o El señor de los anillos. En ese sentido, se trata de una estupenda adaptación, pues capta el espíritu de remezcla, y de como Toriyama cogía lo que le salía de las pelotas de cualquier lado, sin preocuparse de respetar traiciones o a los fans. Porque no solo teníamos al rey mono. Por ahí andaban también Operación Dragón, los licántropos, Terminador, Frankenstein, Superman, Drácula, la momia, el templo Shaolín y muchas más cosas, metidas con calzador y sin solución de continuidad. Y no solo funcionaba, sino que es lo mejor de la serie. Así es la cultura pop: copia, adapta, actualiza, fusila, mezcla y regurgita. Y en ese sentido, el verdadero origen de Bola de Dragon está más que bien leído.

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Otra basura para wii, jajaja, con esos gráficos de mierda

Precisamente, el cambio más criticado es el que mejor funciona. La parte del instituto es casi de lo mejor de la película, y el tal Justin está simpático y apropiado, igual que la chica que hace de Bulma y hasta la tal Mai. Hey, mal que me pese, hasta Yamcha es un don nadie, igual que en el manga, y eso es comprender mejor la serie que ponerle un gato volador. Yo hubiera preferido que mandaran a tomar por culo a los fans y que hubieran hecho lo que me diera la gana.

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Y la del sentido común (y del humor)

Y después de todo esto, me gustaría dar a más de uno en toda la boca y decir que Dragonball: Evolution es una película cojonuda. Pero no lo puedo decir. Se queda en nada más que una cosita entretenida para pasar una tarde de sábado cuando la dan en la tele, algo que, por otro lado, tampoco está mal. No es una catástrofe, pero al margen de presupuesto, le falta ambición, y eso es lo peor. Lo del instituto es lo de menos. Le falta peligro, tonterías, peleas, personajes, humor, y épica. Ese es el problema y no que Piccolo no lleve turbante.

Imagino que a Stephen Chow (no, amigos, no la han estropeado los americanos, sino también han ayudado los chinos) le habrá salido bien económicamente, pero da para poco, muy poco debate. Y eso es lo peor de todo. La puta mediocridad del film y que resulta mucho más interesante, divertido y polarizante hablar de los fans y sus reacciones que de la propia película.

Ojalá, de verdad, fuera un disparate, como otras películas (también con peleas a cámara lenta) realizadas por directores visionarios. Al menos así caería un revisionado de vez en cuando. Y es que al final le pasa como con la nueva de Street Fighter. Que la buena es la primera. En este caso, la taiwanesa, que, como no existía internet aún, ningún majadero hizo videos de Hitler cabreado porque “no sale Krilin y Bulma no tiene el pelo azul”.

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Unos herejes viajaron 300 años al pasado y crearon la estatua esta de Dragonball solo por joder

En todo caso, que adapten esto no “estropea ninguna obra” ni “se carga la infancia” de nadie. La obra está ahí, esperando que la revisiten, y el único en cargársela fue su propio autor cuando se aburrió, (les recuerdo que el original es un tebeo). Su infancia, me temo, pertenece al pasado y a sus recuerdos, y ningún director del mundo podrá hacerla justicia. No me sean mitoplastas. De hecho, optar por darle la vuelta a la historia me parece una opción más que válida y dirigirla a un público más joven y desprejuiciado. Visto el tono de la obra, les aseguro que su target no son habituales de Yonkis.com con el rabo como un joystick. Los fans del cómic original de Alex Raymond se cagan en el Flash Gordon de los 80, pero yo la vi con 8 años sin leer el tebeo y desde entonces la amo y la amaré.
Pero bueno, yo que sabré, igual estoy dándome contra la pared o, quizá haya vida inteligente ahí fuera. Si total, en realidad, lo más celebrado siempre fueron los campeonatos y Bola de Dragon Z y sus superguerreros de nivel 2. Igualito que a nuestro amigo Andy, de Andy y Lucas. Igualito.