Que lejano parece aquel comentario que hicimos allá por el 2004, recomendando un pequeño cómic de zombies en blanco y negro que nos estaba gustando mucho, a cargo de un guionista cuyo nombre nos sonaba a chino a la mayoría: Robert Kirkman. Y más lejano aún queda aquel día de otoño de 2003 en el que vimos anunciado el tebeo por primera vez en el catálogo Previews. Pero ya han pasado cuatro añazos, y no me apetece que lleguemos al quinto aniversario antes de volver a comentar el asunto. Porque menudo al leer el final del nº42 supe que tenía que volver a sacar el tema. Ya me pasó el año pasado en el virublog y siento la necesidad de hacerlo de nuevo, sin importar si estamos de aniversario o no. Se ve que cada año va a tocar.

Lo mío con esta serie fue amor a primera vista. Y lo de muchos de vosotros también, porque me consta. Ya comenté en su día (me impresionó muchísimo) lo de la de gente que se gastó sus buenos cuartos en conseguir los números americanos por Ebay convencidos de que ese tebeo les iba a cambiar tebeo. Me impresionó porque era una apuesta a ciegas, pura fe en un subgénero que necesitaba YA una narración seralizada, continuada, y todo lo que eso puede ofrecerle. Afortunadamente para todos ya no es necesario esos malabarismos para comenzar a seguirla, Planeta se fijó en la serie y desde entonces cosecha seguidores y merecidísimas alabanzas entre el fándom nacional.

En estos cuatro años a Kirkman le ha dado tiempo a conseguir bastantes cosas, desde el éxito de ventas que el tebeo se merece, a nominaciones a importantes premios. Pero sobre todo y lo más importante, está logrando realizar la saga de zombies definitiva. Que se dice pronto. Una saga que continúa allá donde los grandes del género no tenían más tú tía que finalizar. Que avanza y progresa y relata de manera continua las consecuencias del apocalípsis zombi a largo plazo y sobre un mismo grupo de sujetos. Lo que los fans venimos pidiendo desde que Romero nos cambió la vida, la puta vida. Lo que no le dejaron hacer en aquella fallida serie de La noche de los muertos vivientes. ¡Cachís la mar! Nuestros protagonistas se las han visto de todos los colores, sufriendo bajas y siendo testigos y protagonistas de actos y escenas de extrema crueldad humana… y aún así, por momentos, parece que su vida recupera un atisbo de normalidad… para perderla después. ¿Y esas nuevas generaciones, que crecen con los zombis como parte de su vida cotidiana? No se que es peor. Son pobres diablos, atrapados por las circunstancias, dudando a cada paso de seguir los preceptos morales bajo los que fueron educados, sin que llegue un “fin” o unos créditos. Como nos pasa a todos. Ya lo dice Kirkman… Lo de “los muertos andantes” del título no se refiere a los zombis precisamente.

Y lo mejor es que a pesar de ser un tebeo divertidísimo y comercial, todo sigue una lógica, retorcida e inhumana, eso sí… aunque quizá por ello aún más creíble. Las acciones tienen sus consecuencias y el tebeo nunca ha vuelto a pasar por lugares ya explorados. Parece mentira ¿verdad? De sentido común. Pues en toda la tebeoteca zombi es la primera vez que pasa, y no será porque no ha habido intentos… Pero nada, ni Deadworld, ni Zombie World, ni The Dead, ni na de na. Y aún así, y gracias al tremendo dominio de Kirkman del formato, no hemos dejado de tener momentos hiperdrámaticos, revelaciones sorpresivas, acción y cliffhangers de aquí te espero. Que sí la mano de uno, la violación de otra, El último, el del nº42, era algo que los lectores ya nos esperábamos, porque conocemos a Kirkman y sabemos que no va a huir del compromiso que creó números atrás. Y aún sabiéndolo, es cerrar el tebeo y decir “me cago en la puta, acojona tronco”. Yo lo hice, y eso que iba en el metro.

El único pero que se le puede poner fue el cambio de dibujante, y es que el cabrón de Tony Moore se lo puso muy, muy difícil a su sucesor. En aquellos primeros seis números hizo el trabajo de su vida y aunque no tiene sentido venir con lloros tras 36 números a estas alturas, no se puede despreciar ni olvidar como sentó las bases que le tocó seguir a Charlie Adlar, su sucesor, al cual no tenemos absolutamente nada que objetar, y que últimamente ha rozado el notable en algunas ocasiones, estando en clara evolución y cada vez en mayor sinergia con el propio Kirkman. Como conservar un dibujante durante tantos números hoy en día es un privilegio, nos damos con un canto en los dientes.

Habría que hablar también del mogollón de tebeos del tema que han salido ultimamente, quizá lo hagamos en breve. Lo mejor de todo es que a estas alturas de la película, y con otros títulos y películas “desgastando” a los monstruos, la cosa pinta tan bien o mejor que nunca, los últimos números están siendo brillantes, tensos, emocionantes, y todo tiene visos de que la cosa va a seguir así durante mucho, mucho tiempo. Kirman domina el género, el medio y hasta el formato. Los que compramos el cómic mensual, además de disfrutar más (¡mucho más!) los “continuará”, tenemos un bonus extra en la sección extensa sección de correo que él mismo contesta, sección que a mí personalmente me encanta. Fijaos si la obra está conectando conmigo, que su brillantez se aplica hasta a temas totalmente ajenos a la obra, ya que es la única colección que en todos estos años, nunca ha fallado a la hora de llegar cuando tocaba, sin que la distribuidora pierda un solo número. Y creedme, tras 10 años comprando mes a mes por Previews, es algo tan raro que es casi divino. ¿Será una señal del supremo, para que nos eduquemos en que podría pasar en un caso así? Mañana sale el número 43, y espero y ruego que esté en mi siguiente paquete. Si quieren lo comentamos, pero avisen de spoilers. Por favor Dios, haz que esté. Y que aparezca una maquinita debajo de mi cama.