Tengo
que ser honesto. Ignoro totalmente si los Escalofríos
desaparecieron y ahora han vuelto. Quizá siempre
estuvieron allí, pero fueron olvidados por mí
al crecer y dejar de comer porquerías tan sumamente
dulces. El feliz reencuentro entre estos amigos se produjo
en un quiosco de helados. Al volvernos a ver a los ojos
me inundó una catarata de recuerdos, de risas y
buenos momentos vividos por los dos, lo que nos sumergió
en una animada conversación, entre carcajadas y
codazos. Y no veáis lo difícil que es darle
un codazo amiguetil en concidiciones a un caramelo de
unos 3 centímetros de largo. Me fue bastante más
fácil dárselo a la caja de la cual el quiosquero
había extraído la golosina. Acto seguido,
el que recibió un codazo, poco amiguetil en esta
ocasión, fui yo, por parte del tendero ecuatoriano.

Siente como el miedo recorre tu cuerpo

El
Escalofrío, o "escalofrido", como lo
llama la gente que aún dice y le hace gracia a
chorrada aquella de "me voy a mimir", era un
dulce de extraña composición y ácido
y adictivo sabor. Era ligeramente efervescente, lo cual
siempre propicia hacer "el experimento de agua",
es decir, sumergir en agua o rayar la chuche en un vaso
de agua para ver si así podemos obtener un refresco
barato. En esta ocasión (como en casi todas), el
resultado era una auténtica porquería con
sabor a aguas fecales. Se rumorea que la fórmula
para resucitar a los muertos de Herbert West constaba
en su mayor parte de agua y escalofríos, lo cual
explica muchas cosas. Muchas cosas sobre Herbert, pero
ninguna sobre los escalofríos. Se nos presenta
en cuatro deliciosos y singulares gustos, los saben exactamente
igual. La cantidad de productos químicos incluidos
en su fórmula nos asegura que, aunque no quede
de nuestro sabor favorito, tendremos un sabor similar
en un 95% en cualquiera de las otras variedades, más
o menos como en el Burger King.

Mucho lirili y poco lerele

En
cuanto a la forma del invento esto, la recordamos más
gris que un espectador de Mira quién baila.
La clásica pastilla recuerda a una de esas pastillas
para el detergente o a un Eferalgán. Pero
si nos detenemos a examinarla, descubrimos un detalle
mínimo pero definitorio. Estaba dividido por un
surco en DOS PIEZAS. Una idea, en apariencia, auténticamente
genial. Todo el mundo sabe que tener que partir el caramelo
es mil veces más divertido que encontrártelo
partido, a diferencia de lo que sucede con las cebollas
o con los cadáveres, que dan un trabajo… con
lo cual la separación en dos fragmentos iguales
del Escalofrío era ideal para poder compartirlo
con tu hermano, amigo o la niña que te gustaba.
Todo esto en teoría. En la práctica NADIE
JAMÁS entregó la otra mitad del escalofrío
sin la intervención diplomática de una amenaza,
un puñetazo o los embajadores de la edad adulta
conocidos como padres. Uno los partía, sí,
pero para comerse los dos uno mismo. Esta actitud nos
la inculcó anteriormente el bollo de Tarzán,
el cual estaba dividido en dos pedazos, pero ante el escaso
tamaño de los pedazos era siempre devorado por
un mismo niño. Esta educación en la teoría
del "dos para uno" la encontramos a lo largo
de la vida según crecemos, pasando más adelante
por los Twix, los Paninis o las tetas (normalmente).
Así era, así estaba escrito y así
será para siempre.

"Hay
una extraña belleza en todo esto".

Pero
eso es el pasado. Porque los escalofrío YA
NO SON ASÍ
. The times are a-changing.
Siguen siendo cuadrados, pero, conscientes por fin de
la inutilidad de la división de la gragea, pero
empeñados en darle algo de personalidad al invento,
han creado una oquedad en el medio del tamaño de
un Okal. El aspecto general es como de ficha de Scrabble.
Poco a quedado de nuestros viejos escalofríos,
como vamos a seguir comprobando. Aún así
estoy seguro que tarde o temprano volverán al diseño
original. Es como cuando un superhéroe cambia de
traje. Todo el mundo sabe que es una soplapollez para
vender y que en seis meses – un año volverá
a su disfraz original. Lo alucinante es que aún
siguen intentándolo.

Interpretación del artista

Lo
de los dos cachos estaba claro. Lo que nunca, jamás
quedó claro es la identidad del monstruo de los
escalofríos. Un monstruo verde, peludo y de ojos
saltones cuyo rostro adornaba el sobrecito que contenía
el dulce. ¿Viene el nombre de Escalofríos
de este monstruo? ¿Es su nombre, o su mote, "El
Escalo"? La respuesta más lógica es
que el nombre resultara atractivo al fabricante y decidiera
poner un monstruo cualquiera para justificar esa denominación.
Los monstruos, queridos niños, son una cosa que
había en las películas antes de que se inventaran
los asesinos en serie. También salían en
Barrio Sésamo, resultando los muñecos
de Jim Henson la influencia más clara en
el diseño del Escalofrío. Claro que podía
haber otra teoría. Quizá la criatura era
marginada por los otros monstruos del mundo debido al
poco miedo que daba. Entonces, como maniobra publicitaria,
creó estos caramelos, para conseguir así
la popularidad que no adquirió con sus sustos.
Desde luego llegó a tener cierta fama, pero nunca
consiguió dar el mínimo miedo por más
que le pusiera ese nombre escalofriante. Si tú
das miedo, no hace falta que lo vayas diciendo: ya lo
dicen los demás. De igual manera que esos blog
que se llaman "lo más friki" o "el
blog más guay", nunca serán, ni de
lejos, lo más friki ni lo más guay.

No
sólo ha sido sustituido el monstruo de los
Escalofríos: El Virugato ha dado paso al
MontseGato.

El
fracaso del monstruo peludo y rabioso es evidente. Y por
ello el fabricante, Hermanos de Juan López (¿Superlópez tenía hermanos?), ha
optado por sustituirle y fichar a un nuevo engendro. Ese
monstruo también ha dado paso a un nuevo bicho,
bastante menos interesante, que parece un hippy colgado
de ácido o el enemigo ese de las Supernenas
de color rosa que va con una escopeta. Todo apunta a que
estamos ante un nuevo caso de tráfico de influencia
en las que se vuelve a adivinar la mano de Julián
Muñoz
, solo así se explicaría
que semejante incompetente a la hora de asustar haya acabado
prestando su cara a tan señera golosina.

Con
la mandíbula desencajada, como los campeones.
¡VAMOS QUE DESPEGAMOS!

Sin
su monstruo ni diseño original, lo único
que nos queda es la golosina. En otros campos, es lo que
nos importaría. Pero en el de las chuches, el continente
es tan importante como el contenido. Desconocemos los
resultados comerciales del nuevo escalofrío. Igual
está arrasando. Está claro, que en todo
caso, el público no somos los veinteañeros
que la disfrutamos en su día. Son los chavales
y es a ellos a los que tiene que resultar atractivo el
envase. Los viejos fans ya no contamos y así debe
ser. Por qué ¿acaso hay alguien que sea
fans de verdad de esto? ¿Qué coño
hago escribiendo más de mil palabras sobre esta
tontería? Sí, ya lo sé. Tras cuatro
años en demasiado tarde, amigos. Me despido con
el siguiente mensaje: no comáis muchos escalofríos
aunque estéis haciendo un artículo sobre
ellos. Dan cagalera. Comprobado. Disparen los Chorpedos.

Era
una fresca mañana de agosto, en la que los termómetros
apenas alcanzaban los 45 grados. Los furbys jugaban distraídos
en el jardín al teto cuando de repente oyeron un
grito desgarrador. ¿Qué sucedía?
Lu-luh y su hijo Bi-Kuh corrieron como niñas para
ver de dónde venía el quejido.


Aaaaaaay, que me han sustituido en los Escalofríos!
– Se trataba del furby verde, que lloraba desconsolado.

-Mi no te oía llorar así desde que tú
aprobar las oposiciones para el ayuntamiento, Ku-Chai
– le dijo Lu-luh – ¿así que ser tú
el que salir en los sobres aquellos?
– Sí. En aquel entonces mí perseguir una
carrera como actor y modelo. También hice de hijo
del Fary en Menudo es mi padre. Aquello destruir mi carrera.


-Efectivamente, te hemos sustituido – dijo una voz – Permitidme
que mí presente. Soy Ku-Tai, presidente de los
Furbys, de la fábrica de los escalofríos
y creador de las pinzas Lasvi.
-Y ahora poner al tipejo ese nuevo en el envoltorio –
apuntó Lu-Luh
-Exacto. Pero las ventas no mejorar. No sabemos que hacer
para hacer que nuestro producto conecte con los chavales
y repetir el éxito que tuvimos cuando sacamos el
éxtasis. Cuánto hecho de menos la época
del bacalao, aquella vez en Chocolate, con aquellas gemelas
enanas de Indonesia, Rody Aragón y un giratutto….
-Lo que pasar es que eso no dar miedo a nosotros, los
baby-furbys – explicó Bi-Ku. -Mi darte unas cuantas
ideas para elegir mascota.
– ¡Mi de acuerdo! – exclamó contento Ku-Tai.

– Esas cosas dar miedo -dijo el furby multicolor – Pero
no es lo que necesito… No sé, faltarle algo.
Tener que ser un terror primordial y universal.
– Mi ya tenerlo – exclamó Lu-Luh. Mi encargarse
de todo. Mañana mi traer el nuevo diseño.
¡Adios, me pongo a trabajar!
– ¿Qué se traerá entre manos? – se
preguntó el verdoso Ku-Chai.
Todos quedaron en reunirse por la mañana. Al día
siguiente, la expectación se palpaba en el ambiente.

– Venga, Lu-Luh, dinos que has hecho.
– De acuerdo, mi no enrrollarse. ¡Ahí lo
tenéis!


La boca de todos los furbys se abrió
como si hubieran visto a la Madre Teresa en una orgía.

-¡ES GENIAL! – gritó Bi-ku
-Lu-Luh, eres el mejor. ¡Y Viva Fede! ¡Ya tenemos nueva imagen
corporativa!

Lo
que no sabían es que Lu-Luh también planeaba
grabar la cara de Losantos en la luna con un gigantesco
cañón láser. Sus planes para dominar
el mundo poco a poco iban cobrando forma…