Hace tiempo que la fotonovela pasó al mismo universo que el cartucho de ocho pistas, el Beta o … . El de las cosas arcaicas y obsoletas, y que nadie parece dispuesto a recuperar. Y con razón: siempre se nos antojó un medio artificioso, rígido e ineficaz por su incitación a la hilaridad voluntaria. Que daba risa. Que el personal se lo tomaba a medio cachondeito, que diría Luis Aragonés. Eso del tío, ahí parado, con los ojos como platos y un bocadillo encima, por muy dramática que fuera la situación, incitaba a la risa floja. El único género que gozó de algo de popularidad fue
el de la fotonovela rosa, al que sin duda se refería Iván en aquel exitazo de Italo disco: vueeela, con tu foootonovela (plas-plas plasplasplas).

Pedazo de moto que te puede tocar, oye.

 

 

Yo sólo he seguido una fotonovela en mi vida. La publicaba Bruguera en las páginas de Mortadelo, primero, y luego en las del Rompetechos después. Y lejos de causarme risa, me acojonaba. Pero un montón, más que lo nuevo de los Judas. Se llamaba Exterminius. Y hoy en día no acojona. Igual da un poco de risa floja, pero a la vez mola muchísimo. ¿Cómo no va a molar una fotonovela de un extraterrestre que viene a acabar con la humanidad y se metamorfosea en cualquier ser humano?  Mola, y fascina.

Ojo a la fuente, igual que la de Fangoria.

 

¿Cómo llegó semejante artefacto a las páginas de una revista como Mortadelo? En realidad no es algo tan extraño. A mediados de los 80, con un país asomándose por fin a la modernidad, los de Bruguera quisieron darle aires nuevos a la publicación. Así aparecieron nuevos personajes y secciones más acordes con los tiempos, menos infantiles y más adolescentes. Cosas como Ricky y los Deshauciados (cómic sobre un grupo de rock) o el periódico El mogollón news hacían las delicias de los chavales. A mí, por lo menos, me encantaban. Y supongo que  fue en ese entorno donde alguien decidió apostar por licenciar la fotonovela Doomlord, de la mano de la I.P.C., una agencia que llevaba cientos de series británicas por aquel entonces (desde Zarpa de Acero a Cuervo Loco) y que suministraba cantidad de contenidos a las editoriales de cómcis de España.

 

El causante de los disturbios en Francia

 

 

 

Efectivamente, como ya nos olíamos en su época, Doomlord (su verdadero nombre) no era de origen hispano, ni era ningún grupo de metal. Fue publicado originalmente en la revista Eagle, un veterano magazine de historietas, principalmente de aventuras que, como el Mortadelo, también buscaba rejuvencer su apariencia con nuevas ideas. A algún genio se le ocurrió que, para ofrecer a sus lectores algo distinto, había que experimentar con la cosa esa de las fotonovelas. Pero claro, tenía que ser algo en consonancia con la revista, con aventuras espaciales, robots mongolides, drogadictos con superpoderes, etc.. Lo que nos gusta a ti y a mí, querido lector. Así que le pusieron una careta de goma a algún pobre caricato, y hala,a posar en actitud amenazadora. Y de ahí, a esas agencias y esas revistas necesitadas de relleno. Ese fue el origen de nuestro héroe de hoy.

 

Todos juntos: «…¡Y DUEÑO DE LA MUERTE!»

Exterminus era un alienígena del planeta Nox, donde moraban los señores de las tinieblas. Estos, en un alarde de senido común, habían decidido
que la tierra debía de ser destruída. Así que mandaron a uno de los suyos, que idea un plan para utilizar las armas nucleares de la tierra para sus funestos fines. Ya lo decían Mama Ladilla: esas bombas nucleares están cogiendo polvo. Sin embargo, hay alguien que trataba de pararle los pies, un periodista llamado Howard que vio como llegaba a la tierra y tomaba la forma de un humano. Para su desgracia, Doomlord podía adoptar no sólo ese, sino cualquier rostro que desee, lo cual hacía muy complicada su identificación. No sólo eso: su anillo le proporcionaba la capacidad de desintegrar a sus enemigos y le otorga una super-fuerza que hacía que El último guerrero pareciera Alex Ubago (¿quién?). El terrícola iniciaba una carrera contra el tiempo con el fin de desenmascarar al alienígena antes de que fuera demasiado tarde.

Viene por joder, nada más

La serie se ofrecía en entregas de cuatro páginas, terminando siempre en algún peligro mortal o momento de algo riesgo para la humanidad que se resolvía en el siguiente capítulo. Por lo tanto, el ritmo era trepidante, como solía ser habitual en los seriales de aventuras ingleses. ¡Quietooorl! ¡Nooorl! La realización era esforzada, con variedad de planos, viñetas dinámicas etc, que paliaba la rigidez endémica a la fotonovela. La máscara de Exterminius era lo más destacable, estando bastante conseguida. SI la hubieran vendido, hubieran sacado más pelas que el inventor de las antenas.

Yo tratando de decidir el tema del siguiente artículo

Detrás de estas historias estaba nada más y nada menos que Alan Grant, posteriormente conocido por ser el creador de Lobo o su trabajo en Batman. Aunque parezca mentira, las aventuras del siervo de Nox fueron todo un éxito, lo que propició una continuación. Sencillamente, otro señor del mal volvía a terminar lo que su predecesor no había terminado: la destrucción total de la humanidad. Sin embargo, decide que la maldad no es algo intrínseco de nuestra raza (no conocerá al jefe de programación de Telecinco), y pide una oportunidad para nosotros. Sus amos le conceden un año para influir en nuestro desarrollo y ver si somos capaces de mejorar o nos borran del mapa interestelar. Perdonden los espoilers, pero no
voy a guardármelos sobre una chorrada de hace 20 años que además no hay forma de conseguir.

Te lo mereces por la parida.

Otro exitazo, que propició una tercera parte que permaneció inédita en nuestro país, con un Exterminius haciendo de líder de compresivo líder de la humanidad, haciendo gala de una humanitaria postura a lo Bush: si no cooperáis os mato. Como le había cogido cariño a la humanidad, acabó enfrentándose a otro de su misma especie para postergar el plazo hasta el juicio. No nos lo merecemos, Exter. No significaba que se hubiera vuelto un angelito: para demostrar que su ultimatum solidario (?) iba en serio, se cargó a una ciudad entera con virus parecido a ese de los pollos que dicen en la tele.. Todo por el bien de la especie: quién bien te quiere te hará llorar.

Tras terminar la secuela, sin embargo, la situación era distinta. A estas alturas, los responsables del invento estaban bastante hartos. Se requería mucho tiempo para sacar adelante las historias. Era cara, al tener que contratar modelos y fotógrafos. Y encima, el medio no era el más ideal para las historias, cada vez más ambiciosas, que se quería contar. Así que tras la tercera tanda de capítulos, se decidió que no continuaría… ¡Al menos en ese bizarro formato!

Por más que insistió, el mono no le dió «50 céntimos para el autobús»

 

Porque Doomlord disfrutó de una nueva existencia, esta vez en forma de cómic. Con muchos cambios. El protagonista se había vuelto definitamente, un héroe al servicio del gobierno británico. Menudo disgusto para sus amos, ahora era bueno. Críalos, págales todos los caprichos, mándalos a estudiar, para esto. Por lo menos no era marica, pensarían. Como le pasó a Piccolo o Veneno, la aceptación de un personaje por parte de los lectores conlleva su cambio de bando. Será que uno acaba cansándose de hacer la puñeta.

En el tebeo, acompañaba por toda la galaxia a dos jóvenes ingleses, que se metían en líos variopintos con alienígenas y demás. Y digo yo ¿por qué estos seres galácticos se empeñan en llevar acompañantes totalmente ineptos? Lo mismo le pasa al Doctor Who o al Fantasma del espacio. Será para subirse el ego: «ay, que bueno soy yo y que tontos son estos que siempre les tengo que rescatar». Que se abra un blog, como todo el mundo.

Lo de los retrasos en los vuelos pasa ya de castaño oscuro.

 

El tebeo fue publicado en la publicación de MC Ediciones Ultramundo, que recogía varias series de Eagle y 2000 AD de corte terrorífico (me encantaba Superviviente), bajo el título original; imagino que ignoraban el anterior apelativo de la serie, que a mí me encanta. Exterminius es menos solemne que el original, pero transmite la esencia del personaje y es deliciosamente pulp. Las historias tenían guiones del propio Gran o John Wagner, entre otros, y funcionaron bien durante muchos años. No las llegamos a ver, pues Ultramundo cerró tras pocos números, dejándonos colgados y sin saber la resolución de la serie. En el Reino Unido, el cómic aguantó hasta la siguiente remodelación del Eagle, allá por 1991. Y desde entonces duerme el sueño de los justos. Nadie daba un duro por él y aguantó casi 10 años en el candelero: se había merecido un descansito.

¡Atención, que la gorra se integra en la cabeza del marciano!

Según se puede leer en internet, lo más probable es que de las máscaras originales de Exterminius se hayan podrido, cosa que de hecho sucedía a medida que se preparaba la fotonovela. A mí me gustaría haberla podido escanear entera, pero me faltan los dos últimos capítulos (Mortadelos 182 y 183) y gran parte de la segunda historia (del 190 al 213) si me quieren ayudar o vendérmelos, mail o mensajito, please.

Nadie parece tener recuerdos especialmente amables sobre sus historias. A mí, personalmente, me siguen haciendo mucha gracia. Con decirles que la primera vez que salí con mi actual pareja le pregunté si se acordaba de él. Y se acordaba. Y, ¿saben? me dijo que de niña, le acojonaba, como a mí. Y a todo esto.. ¿en qué estaría pensandopara sacarle semejante tema a un chica en la primera cita?

Igual fue lo que me conquistó. Gracias, Exterminius.