Cualquiera
que haya vivido lo suficiente y tenga mínimo gusto,
os dirá que KARATE KID mola. No se trata
de una trilogía privativa de los frikis, sino de
un clásico que gusta a todo el mundo, al nivel
de ROCKY, ARMA LETAL o REGRESO AL FUTURO.
Hacía
tiempo que quería hablar de Daniel Larusso
y compañía. El problema era que quien más
y quien menos conoce al dedillo la primera película,
no se puede decir nada nuevo de dar cera, pulir
cera, Elisabeth Shue jovencita, la grulla,
el disfraz de ducha... Entonces pensé: ya está,
hablamos de la segunda parte, que incluso fue más
exitosa que la primera, con la técnica del tambor,
el duelo de Miyagi y demás. Pero no, tampoco,
no es significativa de la saga. En cierto modo trata de
alejarse de la original, de ahí tal vez su éxito.
Pero
¿y la tercera? ¡¡¡La tercera
es perfecta!!! ¿Por qué?
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Es
la menos conocida, la menos exitosa, la más
increíble y comercial, y en cierto modo supone
una vuelta a los orígenes, por lo que sirve
para cerrar dignamente la saga.
Vuelve uno de los personajes fundamentales de la
primera parte, el sensei John Kreese, quien
haría de un perfecto Eddie Brock (Venom).
Además, está doblado por Ramón
Langa, ahí es nada.
Daniel Larruso es más pardillo que nunca,
y descubrimos su lado oscuro, al modo de Luke
Skywalker.
El rival en el campeonato de Daniel-San se parece
a LUCAS de Médico de Familia,
el amigo del primo Alberto que acaba paralítico.
(verídico).
Por
todo ello, vamos a rendir homenaje a esta película
que si no habéis visto, deberíais
conseguir cuanto antes. Eso sí, conviene
ver los dos films anteriores (al menos el primero).
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Argumento
La
película comienza con un John Kreese (sensei del
Kobra Khai) derrotado. Ha pasado un año
en el que, por culpa de Daniel Larruso, ha perdido sus
alumnos de kárate. Que injusta es la vida: varios
años ganando de calle y llega un niñato,
hace la grulla y todos a la puñetera calle. El
tipo está acabado, así que recoge sus pertenencias
y se va a ver a su colega Terry Silver, un multimillonario
compañero de Vietnam que es más malo que
el Doctor Muerte. Un supervillano de cómic,
oigan, con su coleta, su risa histriónica, su puro
y su mansión al mas puro estilo Kingpin.
Además, también es karateka, como es lógico.
Cuando
se entera del estado de ánimo de su amigo,
y el motivo por el cual se encuentra así,
decide jurársela a Daniel Larruso. El actor
que da vida a Silver es el que hizo de vampiro jefe
en VAMPIROS de John Carpenter, por
lo que no le fue difícil encarnar al megavillano.
Como vemos, es una película que se basa en
la venganza, el mismo argumento que la tercera parte
de LA JUNGLA DE CRISTAL.
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¿Qué
pasa con Daniel y el señor Miyagi? Acaban de volver
de Okinawa (dónde se desarrolló la segunda
parte) y se encuentran aburridos, con poco argumento en
el guión. Así que deciden montar una tienda
de bonsais, que al fin y al cabo es el logo del kimono
de Daniel, y la metáfora de la película.
¿De dónde sacan el dinero para la tienda?
Del campeonato ganado, claro, y como Ralph Macchio
está un poco mayor para ir a la universidad (no
es Zack Morris, él sí tiene vergüenza),
pues hala, a prosperar en los negocios. Si la película
fuera ahora, igual montaban una web.
Y
he aquí que el señor Miyagi le cuenta la
batallita del bonsai, fundamental en el filme. Resulta
que Miyagi hace años trajo un bonsai de Okinawa
y lo plantó en el abismo del diablo o algo así.
Vamos, en un lugar inaccesible, en medio de una montaña.
Es una especie de dinero en el banco, por si las moscas,
pues los bonsais naturales se pagan muy bien. Conviene
retener este dato, pues será fundamental después.
Pues
nada, que Daniel alquila un apestoso local, que remodelan
cual Equipo A, que está enfrente de una
alfarería, regentada por una bella joven, Jessica,
que será la chica de la película. Recordemos
que Daniel cambia de chica en cada film. Tal vez por eso,
por si había nuevas entregas, los guionistas deciden
que en este caso la chica tenga novio y solo sean amigos.
Al fin y al cabo Daniel tiene que dar ejemplo, no puede
ser un pichabrava. Por cierto, que la japonesa de la segunda
parte se quedó en Okinawa para dar clases de danza
(una excusa tan mala como la no excusa de la desaparición
de Judy en Cosas de Casa).
Venganza.
Es el tema de la película. ¿Cómo
llevarla a cabo? Muy fácil. Primero obligar a Daniel
a defender su título en el campeonato de kárate.
Para ello, Terry Silver contrata a un karateka profesional
que saca de una revista, BADBOY (el clavadito a
Lucas) y le ofrece pasta por machacar a Larruso. Hacer
que Daniel se presente este año es cosa suya, algo
que conseguirá con toda clase de putadas y amenazas.
Entre ellas robar los bonsais del señor Miyagi,
obligando a Daniel y la chica (que curiosamente hace alpinismo,
todas las piezas encajan) a ir al abismo del diablo a
por el bonsai de la batallita. Pero, ¡oh desastre!
Cuando tienen el bonsai a punto, la chica se resbala,
el arbolito cae al fondo del abismo y ambos tienen que
bajar. Ya en el suelo, una escena muy del estilo de
Verano Azul: Lucas y su esbirro malísimo
les roban las cuerdas y Daniel y la chica se quedan indefensos:
dentro de poco subirá la marea y se ahogarán,
cual Javi en el primer capítulo (cuando
compite con Pancho, y bla, bla, blá). Al
final, Daniel firma la solicitud para competir en el campeonato
(es lo que Badboy Lucas quería), los ayudan
a subir, pero ya arriba, el malvado Lucas rompe el arbolito.
¡Pobre señor Miyagi!
Daniel
lleva el bonsai moribundo a su maestro, que hará
lo que pueda, y recibe con malestar la noticia de su competición.
Por otra parte, Miyagi se niega a entrenar a Daniel, porque
karate servir para algo, no para hinchar su
ego. Tendrá que entrenarse solo.
Y
es ahí donde entra de nuevo Terry Silver, quien
con engaños y manipulaciones convence a Daniel
para entrenarle. Esta es la mejor parte de la película.
Es el momento en el que Daniel empieza a coquetear con
su lado oscuro, su lado dionisíaco de odio y destrucción.
En
otras palabras: Terry lo formará para convertirlo
en una máquina asesina, provocándole
además todo tipo de dolores en pies y manos.
Fruto de ese entrenamiento es la paliza que le propina
de un solo golpe a un tipo en una discoteca, rompiéndole
la nariz. Daniel no controla su fuerza, al puro estilo
Spiderman. Terry Silver sonríe. Su estrategia
ha sido un éxito. |
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Por
todo ello, Daniel está más confuso que nunca:
Miyagi no le habla, la chica no le habla, y él
se ha vuelto más violento que Coto Matamoros.
Pero él no es así, por lo que termina hablando
con el señor Miyagi y le cuenta todo. Este, contento
de que Daniel vuelva a ser el que era, le muestra el bonsai
de Okinawa, que ha conseguido sanar. ¡¡Todo
empieza a arreglarse!!! Por ello, Daniel decide ir a decirle
a Terry que le agradece el entrenamiento, pero que renuncia
al campeonato. El señor Miyagi no las tiene todas
consigo...
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Cuando
va a verle, este le tiene preparada una sorpresa:
¡¡¡No está solo!!! Con
él está John Kreese (que Daniel creía
muerto) y Badboy Lucas, con lo que se destapa el
pastel. Entre los tres asustan al chico y le propinan
frases del tipo: Haz la grulla, guapito.
Recordemos que el tema de la grulla ha sido motivo
de cachondeos varios desde el principio. En la segunda
parte, en el combate final, el japonés al
que se enfrentaba le paró ese golpe, por
lo que no es una técnica infalible.
Cuando
peor estaba Daniel, aparece de la nada... ¡¡¡El
señor Miyagi!!!!
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Al
igual que en la primera parte, cuando Larruso es perseguido
por los kobras disfrazados de esqueletos, Miyagi le resuelve
la papeleta. Vuelve a humillar a Kreese, expulsa a Badboy,
y se ríe de Terry Silver, que es todo posturitas.
Está hecho: el señor Miyagi entrenará
a Daniel.
Pero
como ya queda poco de película, ni el entrenamiento
ni el combate final pueden ser muy largos. De hecho, decepciona
un poco que en este caso no hay ninguna técnica
nueva, sólo katas amariconadas (es decir, el tai-chi
de toda la vida de los yuppies). Por cierto, no me había
dado cuenta lo mucho que se parecen las katas al baile
del aserejé
.
Se
preguntarán ustedes cómo resumen la parte
del campeonato. Fácil: una nueva ley que se sacan
de la manga permite al campeón anterior pelear
sólo en la final, contra el aspirante, que es,
cómo no, Badboy. Además, si después
de tres minutos, ninguno de los dos ha conseguido tres
ipones, se jugará la muerte súbita: quien
consiga un ipón, gana.
La
técnica de Kobra Khai es que Daniel sufra, así
que Badboy propina todo tipo de golpes antirreglamentarios
para hacer picadillo al chaval de Reseda. Después
de tres minutos de puñetazos y patadas cabronas,
se juega, como no, la muerte súbita. Daniel está
en el suelo, no puede más (Lucas le ha vencido
en todos los enfrentamientos que han tenido, anteriormente),
pero cuando parece que está vencido, llega el señor
Miyagi y le dice: Enfoca, Daniel, enfoca, tu mejor
karate estar dentro, como bonsai. La frase si
las raíces son buenas, se puede salvar es
la gran metáfora del filme. De esta manera, Daniel
enfoca (no sabía que tuviera unos prismáticos)
se pone a bailar el aserejé (las katas aquellas)
y vence a un sorprendido BadBoy que cree que Larruso se
ha vuelto loco
.
Los
malos se enfandan, Miyagi acepta por fin el abrazo de
Daniel y todos contentos. Y de la chica alpinista, no
se sabe nada, se iba por Navidad y bla bla bla.
Rocky
vs. Karate Kid
Siempre
he pensado que Karate Kid me recuerda a Rocky.
Se trata de películas de los años 80, con
varias secuelas, y en las que un tipo norteamericano de
origen humilde, gracias a su esfuerzo, consigue alzarse
con la victoria en un campeonato de peleas. Sin embargo,
si nos fijamos más de cerca, observamos semejanzas
mucho más evidentes.
Para
empezar, el director de la trilogía de Karate Kid
es John G. Avildsen, el mismo director de ROCKY
y de ROCKY V. No es raro por tanto, que ambas sagas combinen
escenas de entrenamiento estilo videoclip, largos combates,
individualismo, mensajes moralizantes, etc.
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Además,
en ambas sagas, las secuelas comienzan con un resumen
de la película anterior. En esta tercera
parte, se recuerda una mezcla de ambos filmes anteriores.
Es una gozada volver a ver la escena de la grulla
y después la mítica escena en la que
el señor Miyagi humilla a John Kreese en
el aparcamiento: El sensei de Kobra lanza puñetazos
que terminan rompiendo los cristales de coches,
pues Miyagi se aparta hábilmente. El pobre
Kreese es humillado, y además le sangran
los nudillos.
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Por
otra parte, el compositor de ambas sagas es el famoso
Bill Conti, creador de algunas de las sintonías
más horteras y populares de series de televisión,
como Dinastía, Falcon Crest,
Norte y Sur, y otros films como Masters
del Universo o Bad boys. Si te pones
a pensar en las melodías, comprobarás que
sus temas se repiten más que los de Dieter
Bholen. Recuerdo que en una escena emotiva de
Karate Kid III, cuando el señor Miyagi
y Daniel están en un acantilado haciendo katas,
la música era una mezcla de Peer Gynt (el
famoso tema la mañana) de Edward
Grieg y Dinastía.
Por
último, tanto en Rocky IV como en
Karate Kid (la primera) se oye música del mítico
grupo SURVIVOR, gran ausencia de esta tercera parte.
(Y es que ese Moment of truth
es ya todo un clásico). Por lo demás, en
Karate Kid suena A.O.R. pero de baja estofa.
Incluso sale un grupo, Little River Band,
interpretando en una discoteca el single de la película,
Listen to your heart. Suenan canciones de
otros artistas como Winger o Jude Cole, que deben
ser unos quiques del A.O. R. (Little River
band era una banda de West coast con algún éxito
a finales de los 70. Winger era la hair-band de Kip Winger,
estos si triunfaron a finales de los 80. Viru)
Por
cierto, que existía un cómic en DC
que se llamaba KARATE KID, (Miembro de
La legión de super-héroes)
del que el film tomó el nombre, por lo que creo
que tuvieron que pagarle derechos. Con el boom de la saga,
se crearon todo tipo de productos, desde videojuegos hasta
una serie de dibujos animados, de la que se podría
hablar en un futuro, ¿no Viru? (Lalalalaaaaa)
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