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José Viruete 08-05-06

¿Qué conocen ustedes de Indonesia? Pues la mayoría poca cosa. Y es que aún en esta era de las autopistas de la información, donde tenemos disponible todo el conocimiento humano a tan solo dos clicks de distancia, ninguno empleamos nuestro tiempo en acercarnos a otras culturas más allá de la americana o la japonesa, sino más bien en visitar Petardas, Meatholes o como mucho, videos cachondos de You Tube con un niño al que le regala la Nintendo 64. Así que al joven medio moderno Indonesia le sugiere pues eso, un país que está muy lejos, donde la gente es fea y hay muchos tornados e inundaciones tan desastrosas que nos preguntamos si quedará alguien vivo todavía.

El mágico mundo de las portadas pintadas: hasta parece buena y todo.

Y aquí tampoco nos desmarcamos demasiado de esa idea, para que les vamos a engañar. Somos gente de poco mundo, si bien al tener esa curiosidad por la raro, siempre nos preguntamos qué clase de películas harían por allí, y nos creemos que sabemos mucho del país sin levantarme del sofá. Si encima vas y te lees el Mondo Macabro o el Cine Asia ya terminas por tener claro que es un país que ofrece mucho, mucho, al amante del cine psicotrónico. Y cuando por fin te enfrenas al material, terminas por tener claro que la cinematografía bizarra indonesa necesita ser revindicada, por su carácter honesto e integrador, como hace buen cine de explotación, de la cultura local en las modas globalizadoras del extranjero. Todo esta perorata la decimos siempre delante del ordenador, sin salir sucia habitación de la que nunca salimos.

"Indonesia, pos será que son Indios, como el del foto, ¿qué no? " - DJ Neo.

El caso que hoy nos ocupa, The Blind Warrior, es un buen ejemplo de lo que comentábamos. Básicamente estamos hablando de un film de kung fu (influencia china) en el cual un guerrero ciego (de nuevo influencia exterior, en este caso, japonesa) libera a un pueblo de un despiadado culto mortal, culto que bebe de las propias leyendas y folklore de la región. Vamos, lo mismo que fue aquí Los Calatrava contra el imperio del Karate, pero sin las ganas de suicidarse (hay quien comenta que tras verla recibes una llamada y en siete días mueres). Pero para un servidor, y espero que para muchos de ustedes, no hay absolutamente nada malo en una película con estas características. Es más, las abrazo. Puede que el cine de artes marciales no haya dado tantas obras maestras como otros géneros (y eso es discutible), pero de lo que no cabe duda es que el porcentaje de pelis aburridas dentro del género es mucho, mucho menor que en otras cinematografías.

Cinco minutos, cincuenta muertes. Batiendo el record de Ninja 3, La dominación.

El resultado es un subproducto que sobre el papel no se diferenciaría de ciertas epopeyas del kung fu taiwanes, pero que las peculiaridades del infracine indoneso lo hacen un título interesante. Vamos a repasarla: la cosa empieza a saco. Un grupo de guerreros masacra un pueblo entero y prende fuego a sus frágiles chozas. Las tortas y tajos se suceden hasta que termina la carnicería. Por lo visto, los lugareños conocen y trabajan en una mina de oro, si bien se resisten a revelar su localización. Cuando se van, el panorama es más desolador que la parrilla televisiva actual: ni uno vivo.

Nosotros respetamos todas las culturas y etnias. Eso sí, siempre que vengan a trabajar y no a robar.

Mientras tanto, el diabólico líder de estos guerreros, un tal Raden Parma, lleva a cabo un sangriento ritual en frente de una gigantesca estatua que me traía a la mente escenas de La isla del horror viviente (una de la saga filipina Blood Island), directamente, la fase de Sagat del Street Fighter. Raden, cuyo vestuario es un cruce entre un samurai y Thor, elige el sacrificio de una virgen a la gran estatua, y una pobre desdichada es elegida y desaparece dentro las fauces del ídolo. Tras esto, el director nos presenta un educativo montaje de danzas locales, que si bien pueden estar ahí por rellenar cinco minutillos de película que tampoco le van nada mal al escueto guión, gusta por su exotismo, y queda bien de cara al comprador occidental, poniendo un punto en común con el cine mondo o el National Geografic. Además, añaden cierta sensualidad al conjunto. Convierte tus carencias en virtudes.

Seamos sinceros, tiene que molar follar ahí.

Resulta que de sacrificio al dios nada: la chica cae en una piscina de bolas de colores (tribalismo pop) donde Raden la desvirga. Lejos de resistirse, la mujer parece bastante excitada, si es que son todas unas guarras. Por lo visto, el villano lleva así a tira de tiempo, saqueando y violando sin piedad, como le gustaria hacer al jugador medio de World of Warcraft. Y siempre con chicas a estrenar. Al igual que nosotros solo comemos alimentos frescos, a Raden le gusta la carne fresca. Más de dos veces con la misma chica es como beber coca cola de hace dos días, ya no tiene mordiente.

El sheriff coco y la Jaca Paca.

Al día siguiente, mientras una joven va a lavar la ropa al río, aparece nuestro protagonista, el guerrero ciego, BUTA. Los dos entablan conversación, y justo entonces aparecen los hombres de Raden, dispuestos a capturar más vírgenes. No hace falta decir que Buta les da una buena ración de jarabe de palo. Es lo que tiene el mundo de la subcultura: que meterte con un ciego es firmar tu sentencia de muerte, pues todos tienen el resto de sentidos tan desarrollados que uno piensa que igual se pierde algo al poder ver. Durante la pelea podemos descubrir que gracias a su técnica, el tipo es capaz de dar semejantes saltos que parece un muñeco colgado de una cuerda. Pero es tan solo una ilusión óptica debido al poder de sus artes marciales. La pelea, siendo honestos, resulta más bien poco excitante, tanto por la paupérrima coreografía como por la aplastante superioridad de Buta.

A las tías lo que les mola es que les metan caña. Y a los tíos, también.

La gente del pueblo recibe con jolgorio a Buta, conscientes de que él es el único capaz de enfrentarse a las fuerzas del mal. Raden, por su parte, anda bastante cabreado, e irá enviando más y más hombres, que Raden irá eliminando, mientras recoge información de lo que está sucediendo allí y se dedica a darnos lecciones de filosofía barate durante varios minutos, musitando refranes a los desesperados campesinos. Estos son explotados en una mina de oro, donde los capataces muestran un sadismo que roza lo inhumano: latigazos, ahogamientos, palizas a mujeres y niños (a uno lo llegan a rajar con una espada) y hasta empalamientos a base de lanzas, en escenas de gore gratuito que harían las delicias de los fans de la casquería (si es que aún queda alguno tras tragarse las mil mierdas que recomendaban en las revistas por ver cuatro hachazos). Auténcicos "animales disfrazados de humanos", como dice nuestro sabio invidente. Buta ayudará a sus amigos a escapar de ese infierno,

Como me ponga a repartir hostias me quedo yo solo.

Y aquí casi podría dejar de contar la historia porque se habrán imaginado el resto: un tira y afloja entre los buenos y los malos hasta llegar al enfrentamiento final entre las fuerzas del "bien" y las del mal". No obstante, me voy a permitir detallarles dos escenas especialmente afortunadas y a ponerlas en su contexto, para que vean como se las gastan por aquellas lejanas tierras y, como existe el Youtube, hasta van a poder verlas. A la felicidad por los servicios gratuitos de internet.

 

1- Al final Raden se cansa de que el guerrero ciego le toque los cojones e impida aumentar su riqueza y su cuota de vírgenes. Ante la efigie de su impío Dios decide solicitarle ayuda, la cual le es concedida en forma de un espíritu de fuego que se encargará de su enemigo. El espíritu, de entre todas las formas posibles, decide manifestarse como una cuerda en llamas, pero el guerrero se deshace de ella, gracias a su intenso chi, en uno de los enfrentamientos menos dramáticos de los que se tiene noticia.

2- Finalmente, los aldeanos deciden organizarse y rescatar a Buta, que se entregó para a cambio del fin de los sacrificos. Los lugareños, disfrazados ahora de ninjas, acaban por fin con los explotadores y el resto de hombres de Raden. Arranca ahí la última parte del film, un espectáculo de media hora repleto de peleas sin fin, de torpe coreografía pero ricas en violencia y energía, que nos hacen dar por cierto todo lo que se dice del cine de estas latitudes. Para muestra, el video de ahí arriba, un pequeño montaje que resume en cuatro minutos el desmadre al que el espectador asiste atónito durante este tramo final. Al final, claro, ganan los buenos, pero eso es lo de menos, tras esta media hora de decapitaciones, empalamientos, estrangulamientos, apuñalamientos, desmembramientos y más cosas sanguinolentas que terminan en "miento". Hasta un tío al que el sacerdote del mal le hace volar en pedazos sin compasión.

Después de las comidas, nada de palillos: lavaos la boca.

El guerrero ciego Buta fue creado en 1968 en los tebeos locales, y a pesar de ser ciego, es un maestro de las artes marciales como pocos han conocido el mundo. Si bien es de creación posterior al Daredevil de la Marvel, me inclino a pensar más en las leyendas de Zatoichi, el espadachín ciego japonés, ya que datan de mucho antes e incluso la primera película de este personaje se realizó. El éxito del personaje le hizo aparecer anteriormente en otros films, bien en solitario, bien compartiendo cartel con el gran Barry Prima en una de las entregas de su Guerrero. En este caso, se trata de una adaptación algo apócrifa, pero claro, si en estos países se hinchan a piratear e imitar productos foráneos, que menos que hacer lo propio con los de la tierra. En el fondo, lo que hace es validar al cómic del guerrero como algo con atractivo y tirón entre el público, compuesto en su mayoría por clases bajas que demandaban cine colorista y escapista.

Un grupo de lectores de la página, movilizándose para destruir el master del nuevo LP de La oreja de Van Gogh. Nuestras oraciones están con vosotros.

Huelga decir que la película está hecha sin un puto duro, lo cual es especialmente doloroso en la cantidad de escenas con efectos especiales que contiene. No solo eso: las peleas parecen improvisadas en su mayor, parte, dando lugar a escenas de auténtica vergüenza ajena con gente en segundo plano haciendo aspavientos absurdos. Para rematarlo, la colección de momentos gore raya lo delirante, como ya hemos podido ver. Pero estos tres factores, como bien sabe el cinéfago, lejos de convertirse en lastres pasan a ser argumentos que ayudaran al disfrute de la cinta. El argumento es, pues, lo de menos, lo que engancha aquí (y esto ya es positivo per se) es la sucesión de sadismo y escenas delirantes, que conforman sin duda el atractivo de la película, y su única capacidad de sorprender. Un pequeño clásico del Kung Fu Caspa de los que ya no se hacen.

En el momento del orgasmo el tipo se ha emocionado y...

No cabe duda que las adaptaciones hongkonesas que en el fondo eran los títulos de The Warrior abrieron la veda para este tipo te títulos, donde la acción y la violencia, en ocasiones sin sentido, se convertían prácticamente en el único reclamo. Ahora, si a ustedes no les gusta una peli con hostias por un tubo, sacrificios, gore y magia, pues sinceramente, vayan tirándose de un puente porque como les pille por la calle la vamos a tener. The Blind Warrior mola y punto. Con todo, no es el mejor título de la alocada indonesia bizarra, que se basa por completo en la imitación disparatada, cuenta con auténticos delirios como The Devil Sword, que igual tratamos por aquí, o ya en el futuro, chorradas tipo Lady Terminator. Y encima las vendían a todo el mundo. A ustedes, que seguro les molaban las pelis de Cinturón negro, seguro que le iban a gustar todas estas. Pero eso sí, a Indonesia no queremos ir, que por lo que sale en la tele parece un país pobre y como de mal rollo. Y si sale en la tele será que es verdad.


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