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Wally Week 01-02-06

 

Estamos en el año 1985: el cine de terror está monopolizado por los asesinos enmascarados, fríos, metódicos y silenciosos… ¿Todo? ¡No! Pues un personaje, vestido de vivos colores, amante del humor negro e indudablemente creativo a la hora de despanzurrar jovenzuelos, resiste todavía en la estantería del videoclub, entre las ya cuatro entregas de Viernes 13 (y siendo la quinta inminente… las hacían como churros, y ese es precisamente el resultado: unos churros de mucho cuidado) y las tres de la malograda Halloween...

Tras la excelente acogida entre el público de Pesadilla en Elm Street (1984), los directivos de New Line Cinema, que hasta entonces se habían dedicado a poco más que sacar fotos de sus propios pies (lo que hoy se conoce como "fotoblog"), tuvieron un sueño en el que un símbolo del dólar saltaba a la comba al ritmo de "uno, dos, Freddy viene a por ti…" y decidieron que, ya que iba a venir a por ellos, lo hiciera con un pan bajo el brazo. Sin contar del reparto original más que con Robert Englund, dejando a un lado a Wes Craven y sentando a dirigir a Jack Sholder (responsable de la entretenida "Solos en la Oscuridad", con Dwight Schtulz - Murdock del Equipo A - haciendo de psiquiatra asediado por una panda de maníacos psicópatas), se dio luz verde a un guión que, según su propio autor (un tal David Chaskin, qué apellido tan apropiado), nunca se tomó en serio. Esta segunda parte, lejos de profundizar en el personaje y explicarnos cómo consiguió Freddy volver de la tumba y colarse en las pesadillas de los hijos de sus verdugos (ya que si esta es la tónica general, los hijos de Farruquito lo van a pasar mal…), lo que hizo fue apostarse por una aventura interactiva, en la que, a fuerza de tonterías, el público creyera que en realidad no se encontraban en el cine, sino en un mal sueño del que no podían despertar.

Todo empieza en un autobús escolar, por lo que popularmente se conoce a esta película como "La del autobús" (siendo este un elemento clave de la portada en vídeo, para terminar de confundirnos a todos), que es como llamar a En Busca del Arca Perdida "la del mono". En él vemos a Jesse Walsh (Mark Patton), un joven con peinado "lametón de vaca" rodeado de varios y escandalosos adolescentes de veinticinco años. El autobús acelera a lo bestia y se sale del camino, yendo a parar a un desierto de esos que cualquiera que haya atravesado Castilla en coche ha visto durante horas. He aquí que el suelo comienza a derrumbarse y el conductor, que resulta ser Freddy (¡oh, sorpresa!), está a punto de hacerlos a todos sopa de juliana... Entonces, nuestro héroe despierta con gran alivio tanto para él como para nosotros, al comprobar que ese peinado horrible formaba parte de la pesadilla y no lo volverá a lucir en el resto de película.

Conozcamos ahora al resto de chavalería: Lisa (Kim Myers, que también sale en "Hellraiser 4", qué carrerón), una niña rica que resultará tener un gran peso en la historia por varias razones, siendo una de ellas que se da un aire a Freddy y durante toda la película te estás esperando que de pronto se descojone, saque las garras y haga picadillo a Jesse, algo que desgraciadamente no pasa. Grady (Robert Rusler), el típico moreno-cachitas-chulillo, del que Jesse se hace amigo durante un castigo por parte del entrenador Schneider (quien, como no podía ser de otra forma, es un cabrón que se dedica a putearlos de mala manera, sobre todo con flexiones); Grady será quien revele a Jesse (y al público) que la casa a la que el chico se ha mudado era la de Nancy, una chica que se volvió loca porque vio cómo mataban a su novio (el gran debut de Johnny Depp). Por último, está Kerry (Sydney Walsh), una amiga de Lisa, que lleva el papel más importante en una peli de estas características: la jovenzuela desenfadada.

Esa noche, Jesse vuelve a tener pesadillas: el extraño hombre con sombrero (¿os habéis planteado alguna vez por qué lleva Freddy sombrero? Mi teoría es que es exclusivamente para dar mal rollo) ha vuelto a aparecerse, y tras encender un acogedor fuego y acariciarle la cara, le dice que le necesita ("Queer as Folk", allá vamos). Hay un trabajito especial que hacer… Jesse tiene el cuerpo y Freddy el cerebro… Total, que la peli lleva quince minutos, Freddy ha salido dos veces y todavía no ha muerto nadie. Apasionante.

Al día siguiente Lisa y él encuentran el diario de Nancy, la chica que según la leyenda se volvió loca. En él habla de Freddy, de cómo se ha ido cargando a sus amigos en las pesadillas y de que va a intentar pararle los pies. Y así en un par de plumerazos termina cualquier otra conexión con la película interior; vamos, que si hubieran encontrado "Pesadilla en Elm Street" en VHS y leído la sinopsis de la caja habría sido lo mismo. Por cierto, pegando la cara a la pantalla y haciendo piruetas con el powerdvd me ha parecido ver que las páginas del diario están en blanco. Espero haber visto mal.

Otra noche, otra pesadilla: Jesse encuentra en el sótano, envuelto en trapos, el guante de Freddy; este último se aparece con una risotada y le dice que se lo pruebe a ver si es de su talla. Por si las pistas recibidas durante la casi media hora de película que llevamos no eran suficientes, y confirmando los peores temores de la audencia… Freddy le dice a Jesse "¡Mata por mí!"

Atención, llegamos a la parte en que la película pasa de ser un tostón infumable a un auténtico ejercicio de idas de perola, a cuál mayor. Para empezar, y sin estar soñando ni nada (con lo que el estupor nos inunda), uno de los periquitos de la familia Walsh enloquece y mata al otro, poniéndose después a revolotear por la habitación hasta que, finalmente, ESTALLA EN LLAMAS. Como bien es sabido que en el cine de terror los adultos siempre buscan explicaciones razonables para todo (como "ha sido el viento", "malditos niñatos con sus bromas" o "por supuesto que no hay un asesino, está claro que Karen estaba fregando ese cuchillo, se tropezó y se cayó encima de él… seis veces"), el señor Walsh echa la culpa primero a un escape de gas (seguro que los canarios de los mineros también estallaban), y luego acusa a Jesse de haber perpetrado una broma perversa con petardos. Si la intención del guionista era hacer quedar al buen hombre como un idiota, Aprobado Magna Cum Laude.

Esa noche, Jesse va a pasear bajo la lluvia y acaba en un bar llamado "Don's Place", que entre el nombre, la localización y la clientela tiene toda la pinta de ser una fase del Renegade o el Final Fight. ¿Y a quién se encuentra allí? ¿A Freddy? NOOOO, ni más ni menos que al entrenador Schneider (quien, por cierto, es el malo de "Los Gemelos Golpean Dos Veces") vestido de cuero y con muñequeras de pinchos, que se lo lleva al gimnasio del colegio a correr unas vueltecitas. OK, hasta aquí todo bien; al fin y al cabo los sueños son así de raros, yo una vez soñé que abría un yogur y dentro estaba Mayra Gómez Kemp presentando el "Un, Dos, Tres". Comienza el terror, pero oh sorpresa, no para el chico, sino para… ¡el entrenador! Unas combas se enrollan solas en sus muñecas y lo arrastran hasta la ducha, donde un aterrorizado Jesse presencia el siguiente espectáculo: el entrenador en pelotas recibiendo zurriagazos en el culo por parte de unas toallas que también se mueven solas. El vapor inunda la sala, y surge Freddy para rematar la faena. El vapor retrocede y Jesse comprueba para su horror que es él quien lleva la garra y quien, por ende, ha matado al entrenador. La policía lo lleva a su casa envuelto en una manta, diciendo que lo han encontrado desnudo en la carretera (seguro que Christian Slater vivió esta situación muchas veces). El entrenador aparece realmente muerto en las duchas, con lo cual todas las bases asociadas a Freddy Krueger se van al cuerno: en lugar de matar a los chicos en sus sueños, "posee" a uno para matar a un tipo que ni es adolescente ni está dormido (del tema del bar de cuero mejor no hablar). Por tanto, empezamos a plantearnos si la venganza de Freddy de la que hace gala el título no será tanto con los hijos de sus verdugos en Elm Street como con los fans de la primera película.

Jesse visitará con Lisa el cuarto de calderas en que Krueger fue quemado vivo, con la absurda idea de que "sentirá algo" (aunque la utilidad de esto no nos queda muy clara), y como excusa para un susto cutre (un armario misterioso en el que resulta haber una simple rata) y de paso explicar otra vez lo que ya sabemos: que Freddy era un asesino de niños y tal. A punto de cargarse a su propia hermana, Jesse decide no dormir nunca más y así poner freno a las muertes.

Lisa da una fiesta en su piscina y todo el mundo está invitado. Grady no podrá ir, pues está catigado porque por su culpa su abuela se cayó por las escaleras (y si no es cierto, es la mejor excusa que he oído en mi vida; úsenla, amigos). Jesse, claro, no está disfrutando mucho, y Lisa le intenta animar en la caseta de la piscina, pasando a la escena obligatoria de sexo, que se verá truncada de una forma asombrosa: suponiendo que, presa del gustillo, Jesse se haya quedado dormido, le sale una lengua de dos palmos que se cuela por el canalillo de la chica (intentando repetir la gracia de la primera peli, cuando Freddy saca la lengua por el teléfono y le dice a Nancy "Ahora yo soy tu novio"). El chico, presa del pánico, sale escopeteado y se va a casa de Grady, a quien pide que por favor lo vigile mientras duerme, y que si pasa algo raro lo despierte. Como es de esperar, poco después aparece Freddy ya en pleno esplendor, sacudiéndose a Jesse de encima (como si llevara puesto un traje de Jesse, jooo-jooo, que dirían en Men in Black), y tras cargarse al pobre Grady, pasamos al plato fuerte: caos en la fiesta de Lisa.

La piscina se pone a hervir (y al final estalla en llamas, para no ser menos que los periquitos), las salchichas explotan, las cervezas se abren solas y Freddy hace su entrada triunfal (por cierto, con las garras saliéndole directamente de los dedos, ya ni guante ni nada), cepillándose a un puñado de chavalucos, mientras una aterrorizada Lisa le grita a Jesse que luche, que se libre de la posesión, que el poder de Cristo le obliga y que le devuelva el disco de Duran Duran que le prestó hace un mes. Sacando fuerzas de su amor por ella, Jesse-Freddy consigue no matarla, y se larga. Todas las muertes que se han ahorrado en una hora nos las dan ahora a tanta velocidad que resultan ridículas, precipitadas y caóticas en el mal sentido de la palabra. Para el recuerdo el tío que intenta parlamentar con Freddy en plan negociador de la policía ("Todo va a ir bien… estoy aquí para ayudarte…" "Ayúdate tú, gilipollas" le suelta Krueger antes de lanzarlo por los aires).

Lisa, siguiendo su intuición femenina (me imagino), va al cuarto de calderas en el que Freddy muriese años atrás, aún convencida de que puede salvar a Jesse de su posesión o al menos recuperar el disco de Duran Duran. La chica suelta el típico discurso "Él es más fuerte que tú, me lo llevaré de aquí y tú te irás al infierno, hijo de puta" y como colofón planta al monstruo un beso en los morros, lo que conlleva que este pierda el control sobre sí mismo o algo así, porque empieza a arder; cuando el fuego se apaga, de los restos carbonizados de Freddy surge Jesse sano y salvo. El triunfo del amor verdadero (¡ha dicho "farolero"!)

Como epílogo, vemos de nuevo el autobús escolar (que como habéis visto tiene un gran peso en la historia). Jesse, recuperado de sus heridas y feliz, sube y se encuentra con Lisa y Kerry (¿os acordáis de ella? Ya os dije que tenía un papel muy importante). Se sienten felices y dicharacheros. Entonces, Jesse advierte que el autobús acelera… pero son sólo imaginaciones suyas. Kerry le recuerda que todo ha terminado… décimas de segundo antes de que el brazo de Freddy la atraviese, ante los espantados gritos de sus dos amigos y el llanto desconsolado de quienes pensamos que la figura más prometedora del cine de terror se iba al cuerno.


 

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