Entre
las muchas tonterías que a los españoles
les gusta decir, hay una que me llama especialmente la
atención: "Yo a ese le calé en cuanto
le ví". La habilidad de predecir, con tan
solo una mirada, que Antonio le iba a intentar levantar
la novia al Mofli es algo que me fascina. Imagino que
se deberá a mi ingenuidad natural y a mí
carácter bienpensante, incapaz de extrapolar la
naturaleza de una persona por una suerte de vibraciones
cósmicas, como le suele pasar a los que pronuncian
esta frase. "Si yo con sólo mirarle ya sé
como es una persona, no falla". Realmente hay que
ser algo necio para pronunciar convencido semejante frase,
motivo por el cual la escuchamos prácticamente
cada fin de semana.
Y a pesar de todo lo dicho, hay que reconocer que a veces
incluso yo soy capaz de dilucidar el carácter de
alguien a los poco segundos de conocerle. Y no se debe
a mi perspicacia, sino a la increíble facultad
de algunos seres de emanar mal rollo y mezquindad. De
la cual hace gala gente como el imbécil de los
cazafantasmas.
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Cantando
una canción. De Luis Miguel, seguro.
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Walter
Peck supura malas vibraciones. Desde el primer momento
en el que aparece en Cazafantamas nos entran ganas
de mandarle a la mierda o directamente de hacerle un fatality.
Nuestro protagonista de hoy llega al cuartel de los aguerridos
luchadores contra lo paranormal supurando mala leche.
El siempre irónico y relajado doctor Peter Venkman
le recibe con una sonrisa en la boca. Peck nos revela
su ocupación: inspector de medioambiente, lo que
explica bastantes cosas sobre su permanente cabreo. Y
con toda la cara del mundo, acusa a Venkman de una serie
de fechorías de las que nuestros héroes
son totalmente inocentes. La primera conclusión
ya la hemos sacado: es un gilipollas. La segunda es que
encima el tipo es un incompetente. Porque, efectivamente,
Los cazafantasmas son culpables de "llevar un pequeño
generador nuclear a la espalda", un delito tipificado
en algunos países europeos y posiblemente en América,
dependiendo del dinero del portador del equipo. En España,
afortunadamente, podemos llevarlos sin problema alguno:
"el que se quiera matar, que se mate", que diría
pepe el del bar, que muy gustosamente ha consagrado a
la causa de los fumadores. Pues eso, que de "gases
nocivos" nada, amiguete, salvo el hedor a pachuli
que desprendes. Haga sus deberes y trabaje más.
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Ni
Freezer tenía tal cara de cabrón
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Pero
es que encima es un mal educado. Como tiene en bien recordarle
el personaje que encarna Bill Murray, ni siquiera
ha sido capaz de pedir por favor que el buen Doctor le
enseñe la unidad de almacenaje, la caja de Pandora
donde se guardan todos los males de la ciudad, aunque
no los que Peck cree. El tío langarrias ha sido
incapaz de pedirlo "por favor". O sea, que entras
en una propiedad ajena, con acusaciones sin prueba alguna,
poniendo en entredicho la legalidad de un negocio que
Venkman ha levantado con el sudor de la frente de Ray
y Egon... y el tío no es capaz ni de pedirlo por
favor. La contraseña que tantas puertas abre, que
nuestras madres tanto lucharon por inculcarnos en la mente.
Por favor, y gracias. Palabras que hay que repetir siempre
en al inicio y final de cada frase. De todas las frases.
Venkan, lógicamente, se niega a acceder a las groseras
peticiones de Walter, sabedor de que la ley le ampara
y, seguramente, asqueado ante la repugnante cara de funcionario
del tipo. Y él, cabreado, se larga, prometiendo
venganza. Como los malos de las películas.
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Me
comeré tu alma
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Tras
esta primera aparición, y con tan solo cinco minutos
en pantalla, Peck ha conseguido dejar una impronta que
pocos personajes han conseguido en el séptimo arte.
Ha dejado la pantalla impregnada de un apestoso hedor,
un profundo y espeso olor a podrido, a cocido revenido,
a gominola que se te cayó en el hueco de los cojines
del sofá y que encuentras tres años después.
A pegamento del que te hacía tu abuela con harina
y agua para pegar los cromos, a rancio y a entrepierna
sudada. Y ni todos los eau de toiletes del mundo pueden
disfrazar tamaño atentado contra nuestro sentido
del olfato. Ni siquiera la de Spiderman, con su
frasco tan chulo. Peck SUCKS.
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Tod
En realidad vamos a celebrar mi fiesta de cumpleaños.
Es que no quería venir nadie.
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Desgraciadamente,
este primer incidente no es más que una primera
toma de contacto. Armado con el conocimiento de las leyes
que muchos necios tienen, y tras algunas aventuras de
el cuarteto de cazafantasmas, Peck vuelve a la carga,
esta vez con la ley amparándole, en forma de un
despistado gendarme que nos recuerda a Closeau o al tipo
que salía en los tebeos de Topolino. Un
electricista bastante más sensato que él
le previene contra el desactivado de la parrilla energética
(la de Burguer King no). Más William hace
caso omiso de las advertencias de Egon y el resto de los
Ghostbusters y procede a ordenar desactivar la unidad
de almacenaje. Con dos cojones. Las consecuencias son
tan inmediatas como devastadoras. Las entidades ectoplásmicas
allí retenidas son liberadas violentamente, en
forma de rayo que abre un agujero en el techo del cuartel
general de los buenos. Los humanos, ante, el panorama,
salen pitando corriendo, cual invitado de Salsa Rosa
ante un gramo de farlopa. "Una señal de que
vamos a la quiebra" como bien indica la secretaria.
¿Y eso quien lo paga luego? Todo explota y el personal
tiene que evacuar el local. Casi simultáneamente,
la ciudad comienza a sufrir el acoso de los fantasmas.
Y seguramente, los propios espíritus de los ancentros
de Peck comienzan también a estar intranquilos,
ante la avalancha de gente cagándose en los muertos
del barbas gilipollas de las narices.
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"Quítese
el caso, cierre los ojos y apriete los dientes".
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El
tío hará una tercera y última aparición,
donde demostrará que además de un chupatintas
y un incompetente es, directamente, tonto. Frente al alcalde
la ciudad insistirá en que nuestros héroes
son unos estafadores, aún después de haber
presenciado de primera mano las funestas consecuencias
de sus gestiones para desactivar la unidad de almacenaje
de los fantasmas. No sólo eso: ante el calificativo
de Beckman de ser "Un toca pelotas sin pelotas",
el tío pierde los nervios e intenta agredir a Peter
en un acto que lo emparenta con el Ruiz Mateos
o el Jesús Gil más desatado. ¡El
que tenía que partirte la cara es él, so
mamón! ¡Si has sido tú el que les
ha insultado y les has jodido su centro de trabajo! Menos
mal que el alcalde está en sus cabales y accede
a darle a Los Cazafa control sobre la situación.
Al final del film Peck recibirá justo castigo en
forma de una diarreica lluvia de ectoplamsa blanquecino
procedente del enorme Muñequito de los mashmallows
en el que se encarnó Gozer.
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"De
acuerdo, me voy, pero antes de irme... tíreme
del dedo."
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Y
adios muy buenas, ¿no? PUES NO. Porque en un alarde
de sadismo, los guionistas de la serie Los auténticos
cazafantasmas (que de auténticos nada, como
ya explicamos aquí), decidieron recuperarle en
un episodio donde veíamos que el tipo no escarmentaba.
Ahora se dedicaba a perseguir a Moquete, el espectro
mascota del grupo, con escasos resultados. El parecido
con el actor no era mucho, al igual que ocurría
con el resto de personajes de la serie, imaginamos que
para no tener que pagar derechos de imagen. Pero su esencia
estaba ahí. La esencia del mal.
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Peck
ante su reto vital: hacer la puñeta
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Hasta ahí, ahora sí, su carrera. Seguramente
el tipo fue degradado y recluido en una oficina hasta
el fin de sus días. Pero en Viruete.com ya sabemos
que nada es lo que parece, que cada personaje encierra
una historia detrás y nos dedicamos a rastrear
su nombre a través de toda la historia. Resulta
que si convertimos su nombre en un valor numérico
o reinterpretamos el significado de su apellido en diferentes
lenguas, obtenemos una serie de tétricas y estremecedoras
revelaciones. Puede que Iker nunca se atreva a dar los
siguientes datos en su programa, quizá por miedo
a la histeria colectiva, pero nosotros tenemos que sacar
a la luz los resultados de nuestras investigaciones, que
no son otros que...
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¡Agresor!
¡Montón de mierda!
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-Cuando
trabajaba como árbitro internacional, Peck no vio
el codazo de Tassotti a Luis Enrique.
-Walter
Peck fue productor ejecutivo y co-creador de la serie
El inquilino, y ponía voz al extraterrestre
Chuby, interpretado por Alejandro Sanz.
-Walter
Peck originó La peste negra. Al principio era una
bactería beneficiosa, de color blanco, similar
a las que toma Coronado en el yoghourt. Al entrar
en su organismo, sus células la hicieron mutar
y se convirtió en la terrible enfermedad que asoló
Europa.
-Walter
Peck inventó el virus I Love You.
-Walter
Peck introdujo una fecha en el corazón de Atenea.
-Walter
Peck secuestró a Melody Natashian.
-La
Mega 32 fue desarrollada para Sega bajo
la supervisión del equipo de Walter Peck.
-Willliam
Peck violó a la mujer del Hombre Elástico.
-Walter
Peck acusó al Equipo A de un crimen que
no habían cometido.
-Walter
Peck taló los árboles en los que se habían
convertido David el Gnomo y su mujer.
-Walter
Peck escribió el guión de La amenaza
fantasma.
-El
virugato bufó a Peck.
-Walter
Peck es miembro fundador de la SGAE.
-Peck
tiene de mascota un Articuno metido en una jaula.
-Es
el inventor de la Comic Sans.
-La
barba de Walter Peck inspiró la leyenda de la medusa
Aterrador. ¿Cierto? Puede que sean ciertos o
pueden que no, yo, como Iker, dejo ahí la información
y que cada uno saque sus propias conclusiones. Cualquiera
que fuera un espectador habitual de películas
de los 80 conoce de sobra su rostro, ya que William
Ackerton, el actor que prestó rostro al chupatintas,
era el periodista cansino de La Jungla de Cristal y
su primera secuela y el rector cabrón del campus
en Escuela de Genios. De casta le viene al galgo. Ackerton
había nacido para ser un mamonazo.
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