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José Viruete17-04-06 Tira by Montse Akane

Entre las muchas tonterías que a los españoles les gusta decir, hay una que me llama especialmente la atención: "Yo a ese le calé en cuanto le ví". La habilidad de predecir, con tan solo una mirada, que Antonio le iba a intentar levantar la novia al Mofli es algo que me fascina. Imagino que se deberá a mi ingenuidad natural y a mí carácter bienpensante, incapaz de extrapolar la naturaleza de una persona por una suerte de vibraciones cósmicas, como le suele pasar a los que pronuncian esta frase. "Si yo con sólo mirarle ya sé como es una persona, no falla". Realmente hay que ser algo necio para pronunciar convencido semejante frase, motivo por el cual la escuchamos prácticamente cada fin de semana.
Y a pesar de todo lo dicho, hay que reconocer que a veces incluso yo soy capaz de dilucidar el carácter de alguien a los poco segundos de conocerle. Y no se debe a mi perspicacia, sino a la increíble facultad de algunos seres de emanar mal rollo y mezquindad. De la cual hace gala gente como el imbécil de los cazafantasmas.

Cantando una canción. De Luis Miguel, seguro.

Walter Peck supura malas vibraciones. Desde el primer momento en el que aparece en Cazafantamas nos entran ganas de mandarle a la mierda o directamente de hacerle un fatality. Nuestro protagonista de hoy llega al cuartel de los aguerridos luchadores contra lo paranormal supurando mala leche. El siempre irónico y relajado doctor Peter Venkman le recibe con una sonrisa en la boca. Peck nos revela su ocupación: inspector de medioambiente, lo que explica bastantes cosas sobre su permanente cabreo. Y con toda la cara del mundo, acusa a Venkman de una serie de fechorías de las que nuestros héroes son totalmente inocentes. La primera conclusión ya la hemos sacado: es un gilipollas. La segunda es que encima el tipo es un incompetente. Porque, efectivamente, Los cazafantasmas son culpables de "llevar un pequeño generador nuclear a la espalda", un delito tipificado en algunos países europeos y posiblemente en América, dependiendo del dinero del portador del equipo. En España, afortunadamente, podemos llevarlos sin problema alguno: "el que se quiera matar, que se mate", que diría pepe el del bar, que muy gustosamente ha consagrado a la causa de los fumadores. Pues eso, que de "gases nocivos" nada, amiguete, salvo el hedor a pachuli que desprendes. Haga sus deberes y trabaje más.

Ni Freezer tenía tal cara de cabrón

Pero es que encima es un mal educado. Como tiene en bien recordarle el personaje que encarna Bill Murray, ni siquiera ha sido capaz de pedir por favor que el buen Doctor le enseñe la unidad de almacenaje, la caja de Pandora donde se guardan todos los males de la ciudad, aunque no los que Peck cree. El tío langarrias ha sido incapaz de pedirlo "por favor". O sea, que entras en una propiedad ajena, con acusaciones sin prueba alguna, poniendo en entredicho la legalidad de un negocio que Venkman ha levantado con el sudor de la frente de Ray y Egon... y el tío no es capaz ni de pedirlo por favor. La contraseña que tantas puertas abre, que nuestras madres tanto lucharon por inculcarnos en la mente. Por favor, y gracias. Palabras que hay que repetir siempre en al inicio y final de cada frase. De todas las frases. Venkan, lógicamente, se niega a acceder a las groseras peticiones de Walter, sabedor de que la ley le ampara y, seguramente, asqueado ante la repugnante cara de funcionario del tipo. Y él, cabreado, se larga, prometiendo venganza. Como los malos de las películas.

Me comeré tu alma

Tras esta primera aparición, y con tan solo cinco minutos en pantalla, Peck ha conseguido dejar una impronta que pocos personajes han conseguido en el séptimo arte. Ha dejado la pantalla impregnada de un apestoso hedor, un profundo y espeso olor a podrido, a cocido revenido, a gominola que se te cayó en el hueco de los cojines del sofá y que encuentras tres años después. A pegamento del que te hacía tu abuela con harina y agua para pegar los cromos, a rancio y a entrepierna sudada. Y ni todos los eau de toiletes del mundo pueden disfrazar tamaño atentado contra nuestro sentido del olfato. Ni siquiera la de Spiderman, con su frasco tan chulo. Peck SUCKS.

Tod En realidad vamos a celebrar mi fiesta de cumpleaños. Es que no quería venir nadie.

Desgraciadamente, este primer incidente no es más que una primera toma de contacto. Armado con el conocimiento de las leyes que muchos necios tienen, y tras algunas aventuras de el cuarteto de cazafantasmas, Peck vuelve a la carga, esta vez con la ley amparándole, en forma de un despistado gendarme que nos recuerda a Closeau o al tipo que salía en los tebeos de Topolino. Un electricista bastante más sensato que él le previene contra el desactivado de la parrilla energética (la de Burguer King no). Más William hace caso omiso de las advertencias de Egon y el resto de los Ghostbusters y procede a ordenar desactivar la unidad de almacenaje. Con dos cojones. Las consecuencias son tan inmediatas como devastadoras. Las entidades ectoplásmicas allí retenidas son liberadas violentamente, en forma de rayo que abre un agujero en el techo del cuartel general de los buenos. Los humanos, ante, el panorama, salen pitando corriendo, cual invitado de Salsa Rosa ante un gramo de farlopa. "Una señal de que vamos a la quiebra" como bien indica la secretaria. ¿Y eso quien lo paga luego? Todo explota y el personal tiene que evacuar el local. Casi simultáneamente, la ciudad comienza a sufrir el acoso de los fantasmas. Y seguramente, los propios espíritus de los ancentros de Peck comienzan también a estar intranquilos, ante la avalancha de gente cagándose en los muertos del barbas gilipollas de las narices.

"Quítese el caso, cierre los ojos y apriete los dientes".

El tío hará una tercera y última aparición, donde demostrará que además de un chupatintas y un incompetente es, directamente, tonto. Frente al alcalde la ciudad insistirá en que nuestros héroes son unos estafadores, aún después de haber presenciado de primera mano las funestas consecuencias de sus gestiones para desactivar la unidad de almacenaje de los fantasmas. No sólo eso: ante el calificativo de Beckman de ser "Un toca pelotas sin pelotas", el tío pierde los nervios e intenta agredir a Peter en un acto que lo emparenta con el Ruiz Mateos o el Jesús Gil más desatado. ¡El que tenía que partirte la cara es él, so mamón! ¡Si has sido tú el que les ha insultado y les has jodido su centro de trabajo! Menos mal que el alcalde está en sus cabales y accede a darle a Los Cazafa control sobre la situación. Al final del film Peck recibirá justo castigo en forma de una diarreica lluvia de ectoplamsa blanquecino procedente del enorme Muñequito de los mashmallows en el que se encarnó Gozer.

"De acuerdo, me voy, pero antes de irme... tíreme del dedo."

Y adios muy buenas, ¿no? PUES NO. Porque en un alarde de sadismo, los guionistas de la serie Los auténticos cazafantasmas (que de auténticos nada, como ya explicamos aquí), decidieron recuperarle en un episodio donde veíamos que el tipo no escarmentaba. Ahora se dedicaba a perseguir a Moquete, el espectro mascota del grupo, con escasos resultados. El parecido con el actor no era mucho, al igual que ocurría con el resto de personajes de la serie, imaginamos que para no tener que pagar derechos de imagen. Pero su esencia estaba ahí. La esencia del mal.

Peck ante su reto vital: hacer la puñeta


Hasta ahí, ahora sí, su carrera. Seguramente el tipo fue degradado y recluido en una oficina hasta el fin de sus días. Pero en Viruete.com ya sabemos que nada es lo que parece, que cada personaje encierra una historia detrás y nos dedicamos a rastrear su nombre a través de toda la historia. Resulta que si convertimos su nombre en un valor numérico o reinterpretamos el significado de su apellido en diferentes lenguas, obtenemos una serie de tétricas y estremecedoras revelaciones. Puede que Iker nunca se atreva a dar los siguientes datos en su programa, quizá por miedo a la histeria colectiva, pero nosotros tenemos que sacar a la luz los resultados de nuestras investigaciones, que no son otros que...

¡Agresor! ¡Montón de mierda!

-Cuando trabajaba como árbitro internacional, Peck no vio el codazo de Tassotti a Luis Enrique.

-Walter Peck fue productor ejecutivo y co-creador de la serie El inquilino, y ponía voz al extraterrestre Chuby, interpretado por Alejandro Sanz.

-Walter Peck originó La peste negra. Al principio era una bactería beneficiosa, de color blanco, similar a las que toma Coronado en el yoghourt. Al entrar en su organismo, sus células la hicieron mutar y se convirtió en la terrible enfermedad que asoló Europa.

-Walter Peck inventó el virus I Love You.

-Walter Peck introdujo una fecha en el corazón de Atenea.

-Walter Peck secuestró a Melody Natashian.

-La Mega 32 fue desarrollada para Sega bajo la supervisión del equipo de Walter Peck.

-Willliam Peck violó a la mujer del Hombre Elástico.

-Walter Peck acusó al Equipo A de un crimen que no habían cometido.

-Walter Peck taló los árboles en los que se habían convertido David el Gnomo y su mujer.

-Walter Peck escribió el guión de La amenaza fantasma.

-El virugato bufó a Peck.

-Walter Peck es miembro fundador de la SGAE.

-Peck tiene de mascota un Articuno metido en una jaula.

-Es el inventor de la Comic Sans.

-La barba de Walter Peck inspiró la leyenda de la medusa


Aterrador. ¿Cierto? Puede que sean ciertos o pueden que no, yo, como Iker, dejo ahí la información y que cada uno saque sus propias conclusiones. Cualquiera que fuera un espectador habitual de películas de los 80 conoce de sobra su rostro, ya que William Ackerton, el actor que prestó rostro al chupatintas, era el periodista cansino de La Jungla de Cristal y su primera secuela y el rector cabrón del campus en Escuela de Genios. De casta le viene al galgo. Ackerton había nacido para ser un mamonazo.

 

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