Para
cualquier persona que haya entrado en el mundo de los
videojuegos, un artículo como este le va a sonar
a chino. Cuando miramos un quiosco repleto de publicaciones
de videojuegos (a cada cual menos interesante,, Aureal
lo cuenta mejor que yo), se hace difícil pensar
que hace tiempo el número de publicaciones se
reducía a una. Y que aunque el tiempo pasó
y este número fue aumentando poco a poco, durante
el reino de los 8 bits Micromanía era
LA revista a comprar.
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Según
los propios responsables, la revista fue la primera
en toda Europa en dedicarse exclusicamente al tema
de los videojuegos. Nosotros, que en el fondo somos
inocentes y vemos Hamtaro y Bob Esponja,
vamos a creer su palabra. Aunque claro, luego está
por ahí Luixi Toledo diciendo que
Thriller es suya y la gente ya le
cree menos. En todo caso fue la primera aquí,
ya que su hermana Microhobby, centrada en
el Spectrum, dedicaba buena parte de sus
páginas a utilidades y demás rollo
técnico del Sinclair. |
La
revista nació allá por 1985, cuando los
ordenadores de 8 bits eran los reyes del cotarro, y
los juegos valían hasta 2000 o 2500 ptas de las
de entonces. Tenía el tradicional formato revista
y las portadas, pintadas, recreaban escenas de cosas
como el Jet Set Willy o La armadura
sagrada de Antiriad (que por cierto, usaba en
su carátula la tipografía de Iron Maiden),
con desiguales resultados. Al final acabaron optando
por poner la portada de un juego y arreando, que además
daría más beneficios. Sabemos que eran
muchos los que en clase se dedicaban a mirar a ver quien
era el ilustrador de la portada en cuestión.
El
caso es que cualquier persona de clase que tenía
un ordenador tenía que pillarse POR COJONES la
revista, para estar bien enterado de lo que salía
y lo que merecía la pena. Estamos hablando de
una época donde lo de la infórmatica todavía
le sonaba a chino a la mayoría de la población
y los únicos que teníamos un ordenador
éramos los críos / adolescentes. ¡Y
ni siquiera todos! En mi clase seríamos unas
8 o 9 personas a lo sumo, divididos entre Spectrum
y Amstrad y algún rezagao con Commodore o
MSX. La informática era algo casi milagroso,
un mundo que nos fascinaba, del cual pocos formábamos
parte, y la lectura de esa revista nos hacía
sentir que éramos parte de una especie de club
secreto. Para nosotros era algo así como el Manual
de los jóvenes castores, la puerta a
un mundo privado y fascinante. Era algo nuestro, de
los chavales, el Spectrum era puro rock'n'roll.
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Un
miembro del selecto club. Luego en la hermandad
le corrían a collejas.
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El
tono que utilizaban en la revista era netamente infantil.
Juvenil, que dirían ellso. Desde luego, sabían
perfectamente cual era el público objetivo. Porque
estas computadoras no servían para nada más
que para jugar, por mucho que la publicidad nos dijera
que podríamos hacer los deberes, convertirnos
en brokers, infiltrarnos en los ordenadores de la NASA
o convertir a Bertín Osborne en un robot
recogepelotas.. Nosotros bastante teníamos con
teclear los interminables cargadores como para preocuparnos
por aprender a programar de verdad.
Las
secciones no difieren mucho de las que se pueden encontrar
en una revista moderan, o, realmente, en cualquier revista
temática. Se abría con la ronda de noticias:
que si Domark va a sacar la segunda parte del
Vixen, o que si preparaba la 2ª parte de
MASK. La parte favorita de todos eran las críticas,
principalmente, por ver pantallas de los juegos. Salvo
por el proteccionismo que existía hacia el software
español, podemos decir que eran bastante justas.
La sección de Patas Arriba incluía
mapas, primero dibujados, y luego extraídos a
base de capturas de la pantalla, junto con la solución
de varios juegos.
Y
aquí me detengo para hacer un inciso: ¿A
QUIÉN LECHES LE INTERESABAN LOS MAPAS DE LOS
ARCADES? ¿Que sentido tiene publicar un mapa
de un juego que consiste en ir a la derecha y matar
malos? ¿A alguien le sirvió para algo
el mapa del Target Renegade o el Phantis?
Sin embargo no era nada raro toparse con alguno de estos
mapas. La única función que cumplían
era la de rellenar páginas.
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Tan
útil como un flotador en el Sáhara.
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Continuamos
para bingo y encontramos la sección de Trucos
y Pokes. Los famosos pokes eran unas instrucciones
que modificaban los parámetros del juego, otorgándonos
vidas infinitas o cosas así. Las vidas eran una
cosa que había antes de inventarse la posibilidad
de "Grabar partidas", es posible que muchos
ni las hayáis conocido. Esta era una de las partes
más exitosas. Para finalizar teníamos
los Cargadores, que eran larguísimos listados
que teníamos que teclear íntegros para
obtener ventajas que no podíamos conseguir mediante
pokes. Una labor a la que muchos nos entregábamos,
primero estóicos, luego histéricos al
descubrir que nos habíamos equivocado en una
linea del "Data".
Y
algo que no podemos olvidar son... los anuncios. Porque
uno de los placeres de leer la revista, y una de las
cosas que más me siguen gustando es mirar los
anuncios que ponían las distribuidoras. Desde
los fastuosos a toda página reproduciendo las
portadas del Renegade a mis favoritos, aquellos con
varios títulos de Code Masters o Mastertronic,
empresas de soft barato. Porque ya por aquel entonces
me fijaba en lo raro, en las granzas, en los secundarios,
en los títulos de los que no sabía nada
y que precisamente por eso me iban a sorprender. ¿Cómo
serían aquellos desconocidos y extraños
juegos? De igual manera releía los listados de
tiendas como Coconut, MailSoft o la de
Telejuegos, a ver que tenían. Telejuegos
era la mejor porque incluían la portada en pequeño
para que podías flipar. Y la mascota que tenían
me molaba de crío.
Esta
primera época es para mí la mejor, por
estar tan centrada en los 8 bits. Allá por 1988
decidieron remodelar por completo la revista, y se dejaron
una pasta en hacer un anuncio por televisión
con la protagonista de un juego de Dinamic, Turbo
Girl, saliendo de la revista y escapando de la portada.
"Solo para maniáticos" nos gritaba
un crío en la pantalla. A mí me hubiera
gustado más Solo para maníacos, pero claro,
la idea de orientar la revista hacia lectores tipo
Annibal Lecter o El niño de la katana
(que combinaba ambos rasgos) le iba a quitar bastante
público. Curiosamente lo que ponía en
la portada era "sólo para adictos".
La
segunda época trajo consigo un demencial cambio
de formato, pasando a formato tabloide (como un periódico,
vamos). Esto en principio molaba mucho, por tener semejante
revistón para disfrutar, pero claro, se conservaba
fatal. Era difícil de manejar, el papel era más
fino y aguantaba mucho peor el paso del tiempo. Fíjense
que yo tenía dos ejemplares al mes y NINGUNO
aguantó hasta hoy en día.
Lo
de los dos ejemplares al mes tiene una fácil
explicación. A subscribirte, te regalaban dos
libros con los que flipé: el Diccionario de
Pokes y el Diccionario de cargadores. El nombre
no engaña, y realmente no les saqué mucho
partido, pero era genial tener toda esa información
ahí. El caso es que la subscripción llegaba
a finales de mes, cuando la revista salía al
principio. Yo, impaciente, no podía esperar tanto
y la adquiría igualmente en el kiosko.
Mi
primer número fue el 3, con Skate Crazy
en la portada. Allí ya veía que las cosas
del Atari ST y el Amiga comenzaban a ocupar mucho
espacio. Ahora aparecían también fotos
de los redactores, de los cuales destacaré a
José Emilio Barbero porque se parecía
muchísimo a mi entrenador de Baloncesto (que
como encima se llamaba Emilio creía que era el
mismo). El cambio trajo también la aparición
de nuevas secciones, una con humor y relatos y otra
con novedades audiovisuales. Esta última consistía
en comentar la última de Schwazennager o el lanzamiento
del nuevo disco de Rico (¿se acuerdan
de estos?) o Loquillo. Puro relleno.
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Pincha
para aumentar la imagen y pasar vergüenza
ajena con el texto.
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Dos
puntos marcan el ocaso de la Micromanía como
La revista. Primero, el auge y posterior caída
de los sistemas de 16 bits (al margen del PC). A mí
todas esas portadas con el Loom, Gobliins y demás
juegos no me decían nada, a pesar de que tenía
un Atari ST. Segundo, la irrupción de
las consolas. Si bien en la revista aparecían
críticas de juegos de consolas, siempre quedaba
como algo raro y fuera de lugar. Cuando apareció
Hobby Consolas, se convirtió en la nueva
revista a comprar. Pecaba en realidad de lo mismo que
la otra, pero molaba más. Dejé de comprar
la micro y finalmente entró en una 3ª etapa,
de nuevo en formato revista, centrada ya en los juegos
de PC y con un tono más apropiado para un público
que había crecido jugando y que ya no les valía
esas referencias al "cole" y esos comentarios
tan ligeritos que se hacían en los primeros números.
En su día me hubiera dado con un canto en los
dientes al ver el mundo del videojuego tan masivo como
hoy en día. SIn embargo ya ven: no me podía
interesar menos el medio.
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Ya
nada volverá a ser como antes, laalalala...
Dios mio, ¡he citado a El canto del loco!
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Como
he dicho al principio, es posible que a muchos os suene
raro semejante tributo. Hoy por hoy, casi prefiero releer
las revistas a jugar a los juegos. No soy el único:
lean, por ejemplo, el
estupendo artículo de Wally Week en El
Spectrum hoy. Y no se extrañen por ese tributo:
hablamos de una época en que la informática
era algo mágico, una especie de lenguaje secreto
que alienaba a nuestros padres y hermanos más
mayores, impenetrable, y que hicimos una de nuestras
señas de identidad y de diferenciación.
Y ahí la teníamos, todos los meses, para
flipar un rato. Cuando uno lee números de Your
Sinclair u otras revistas inglesas del tema, ve
que había bastante diferencia, que no te trataban
con tanta condescendencia y que tenía una maquetación
mucho más moderna. Eso era Europa: nosotros tuvimos
la Micro y ya nos podemos dar por satisfechos, la verdad.
Pudo ser peor: recuerden que era la etapa de esplendor
de la Heavy Rock. Que demonios... ¡Los
otakus leen Minami!
Algunas
de estas fotos han sido extraidas de www.web8bits.com
y El Spectrum hoy.