Hay
pocos hitos en la historia de la televisión reciente
como el estreno de la serie por excelencia de Emilio
Aragón. Una serie que aunaba comedia, drama,
romanticismo, valores familiares, mensajes ejemplares,
realismo social, denuncia, costumbrismo hispano, cultura
popular... en el marco de interesantes historias para
toda la familia. Una familia que mantenía sus ojos
pegados delante del televisor ante las peripecias del
joven Chechu (al que vimos pegar el estirón
en Ana y los siete, ya todo un hombrecito),
el señor Manolo (jubilado simpar e inventor
de refranes que ahora podemos disfrutar en Un paso
adelante), la inocente María (que se
cortó el pelo y se puso a estudiar periodismo con
Veva, la hija de Coronado), el torturado
Alberto (todo un Jim Dean galleguiño),
el intachable Nacho Martín, la emprendedora
Alicia, el fanfarrón Julito (que en Compañeros
siguió perdiendo la batalla por arriba), la pizpireta
Anita (atención a su página web:
http://www.marietabielsa.com), la requetesalá
Juani, el bonachón Marcial (que murió
y resucitó como Botones Sacarino), el honesto
Poli...
Hablamos
por supuesto de Verano Az... digo de Médico
de familia, cuya fama trascendió nuestras
fronteras, llegando a realizarse versiones francesas,
italianas (que tuve la suerte de disfrutar, menuda Alicia
era la actriz italiana...), portuguesa que trasladaban
a cada país este particular microuniverso. Un microuniverso
con más almíbar que un anuncio de melocotones,
que triunfó mucho más allá de cualquier
expectativa. Emilio Aragón dejó de ser Milikito
para convertirse en Nacho Martín (sambenito que
nunca se quitaría, nadie le llama Javier
o como quiera que se llame en la serie esa que copia a
Todo el mundo quiere a Raymond). Todo un
fenómeno de masas que alargaron hasta que ya no
quedaba nada que contar (algo parecido pasará en
Cuéntame como pasó que cuando
pasen la década de los 80 y 90 veremos a Antonio
Alcántara y familia en Marte, en una nueva
versión de Perdidos en el espacio).
Todo un éxito que como pasa con este tipo de cosas
tuvo su propio juego de mesa, que anunciaban si os acordáis
(como si vierais la serie) al final de cada capítulo.
Y
he de confesar que cuando se me presentó la posibilidad
de conseguir semejante artefacto, no lo dudé ni
un momento. ¿Cómo resistirse a ser por unas
horas El Rulas? ¿Cómo
no revivir en el marco de un tablero las aventuras de
la familia Martín, con sus sinsabores, sus agridulces
desenlaces, sus inolvidables anécdotas, como la
violación de Inés, la anorexia de Inés
o la ruptura entre Alberto e Inés
(a todo esto, me pregunto por qué no hay ficha
de Inés)? En mi cabeza, el juego se desarrollaba
en dos escenarios: la casa familiar (con ese misterio
que aún golpea a los científicos: ¿cómo
el sueldo de un médico de familia y un jubilado
puede pagar un adosado en las afueras de Madrid?) y el
centro de salud, que a la postre eran los decorados más
recurrentes de la serie, al estilo del pasillo del insti
en Salvados por la campana.
Ni
siquiera podía llegar a imaginar qué personajes
saldrían ni que función tendrían
en el devenir del juego. ¿Podría Nacho Martín,
como en la serie, elegir entre Alicia o Irene, distintas
como la noche y el día? ¿Podríamos
revivir a Marcial una vez muerto con magia Sanctus?
¿Habría una minisilla de ruedas para el
personaje de Lucas? ¿Vendría un efecto
de sonido de tos para el señor Manolo?
Lamentablemente,
la realidad fue muy distinta. Porque sí es cierto
que las fichas son los personajes de la serie, es decir:
Nacho, Alicia, Chechu, Alberto, María, el Señor
Manolo, Julito, y La Juani (¡no sale
Lucas, maldición!), pero realmente la elección
es meramente anecdótica. No vas más lento
si coges al señor Manolo, ni cantas sevillanas
si eres La Juani, ni te pierdes por el camino si tu ficha
es María. No deja de ser curioso que las fichas
están relacionadas en parejas por un color. Así,
lógicamente, Nacho y Alicia son azules, Alberto
y María son amarillos, el señor Manolo y
Chechu son rojos y Julito y La Juani son verdes. Extraña
combinación de incesto, pederastia y adulterio.
Quien no vea aquí el germen de Los Serrano
es que no se ha enterado de nada.
Tampoco
el juego es lo que yo esperaba, porque a la hora de la
verdad, nos pongamos como nos pongamos, es una cutremezcla
entre el Parchís y La Oca (¿cómo
no se les ocurrió a los japoneses, o a los de Antena
3?). Con fotos de la serie en el tablero (prácticamente
el único aliciente), con un dibujo de las casillas
algo cutre (se parece al típico juego que todos
hemos diseñado en nuestra infancia, yo hice uno
de El Inspector Gadget bastante bueno), pero con
unas normas sospechosamente parecidas a las de los juegos
nombrados, a saber:
OBJETIVO
Y DESARROLLO DEL JUEGO:
El
ganador será el que primero consiga llegar con
sus fichas a la casilla central (que no es más
que el logo de la serie, digo yo que podían haberse
esforzado más y haber puesto el centro de salud,
o el dormitorio de Nacho, o el estadio de la Peineta
donde tocaran Andy y Lucas al menos...).
Para entrar en esta casilla central es necesario conseguir
el número exacto en la tirada. Como ven, el autor
del juego no se comió la cabeza (¿sería
el propio Emilio?).
Si hay cuatro jugadores cada uno tendrá dos fichas.
Si son dos los jugadores cada uno tendrá tres fichas.
Es importante por tanto que los jugadores tengan una calculadora
a mano.
Puedes comer a las fichas contrarias si caes en la misma
casilla (menos en la casilla Burbuja). Si
te comen vuelves a empezar. Uno lee esto y piensa: ¡por
fin! ¡una novedad! ¿qué será
eso de la casilla burbuja? Me acuerdo de la peli aquella
del niño Burbuja, o del clip de Huey
Lewis and the news. Pero no, no es más que
una casilla con una bola de color pintado. Y la expresión
Si te comen no hace ninguna referencia a Holocausto
caníbal.
No puede haber dos fichas en la misma casilla. Ni siquiera
la de Anita, que abulta poco.
COMIENZO
DEL JUEGO
Cada
jugador escoge los personajes de la serie con los que
quiere jugar y los sitúa en su casilla de salida.
Es decir, que si te coges a La Juani y no te gusta, estás
infringiendo las reglas, por lo que te aconsejamos que
no comentes tus gustos personales en público, o
pueden echarte del juego. Yo, por supuesto, me cogí
a Alberto.
Los jugadores lanzan el dado y empieza el juego quien
consiga la mayor puntuación. El siguiente en mover
será el jugador que esté situado a la derecha
del primero. Estaba claro que un tipo tan recto como Nacho
Martín tenía que ser del PP. Seguro que
es hasta del Opus el tío...
Los jugadores pueden desplazarse, avanzar o retroceder
libremente a lo largo del tablero y pasar de una circunferencia
a otra a través de los puentes. ¿Desde cuándo
hay puentes en Medico de familia? Ni que fuera
la Expo de Sevilla. Podrían haber pensado
un poco, digo yo, y haber cambiado los puentes por, no
sé, pasillos del centro de salud, ríos de
lava ardiendo o brazos de robots gigantes, que no tienen
nada que ver con la serie, pero al menos molan.
CASILLAS
Hay
siete tipos de casillas:
En
la casilla Dados el jugador vuelve
a tirar otra vez. Nunca se me hubiera ocurrido, la verdad,
los de Globomedia están en todo.
De la casilla Saca Impar sólo
se puede salir sacando un número impar. Como ven,
unas reglas que ni el Vampiro, oiga.
En la casilla Manos recibimos un buen
empujón. Al caer en ellas podemos cambiar la ficha
a cualquier otra casilla que tenga el mismo dibujo y esté
libre. En realidad esta casilla te da ganas de coger el
juego con las manos y tirarlo a la basura.
La casilla Burbuja implica que la ficha
que esté allí no puede ser comida por ninguna
otra. Es la única casilla en la que no nos pueden
comer. O sea, una especie de campo de fuerza, pero en
cutre. ¿Y por qué burbuja? ¿No podían
haber puesto la cara de Lamata por
ejemplo, aquel amigo de Nacho que era un cabroncete?
Las casillas Flechas nos indican la
dirección de salida que debe seguir la ficha. ¿Reminiscencias
de Green Arrow? ¿O de la famosa línea
blanca de Ni en vivo y en directo?
Las casillas con Fotogramas y Colores
son de paso. Es decir, que en aquellas casillas con fotitos
de la serie o con colorines, no pasa nada de nada. Pues
vaya plan.
Llama
la atención el hecho de que el juego venga con
las instrucciones en dos idiomas: español e inglés,
como si en el Reino Unido tuvieran interés en semejante
producto, un timo en toda regla. Más gracioso es
la etiqueta que aparece en la caja donde advierte que
el juego es para personas de 6 a 99 años,
haciendo hincapié tal vez en que puede jugar tanto
Anita como el señor Matías.
Por
cierto que el juego es de BANDAI, que no sé
yo en que estaría pensando cuando lo comercializó.
Más le había valido haber sacado unas figuritas
del doctor Martín y compañía, al
menos nos hubiéramos reído con la de Marcial
o la Gertru.
Por
si fuera poca tortura (aunque más bien para compensar
el nulo interés del juego), el pack incluye una
cinta de vídeo donde se recuerdan algunos de los
mejores momentos de la serie. O al menos eso es lo que
dice la carátula, que al final es una media hora
con cuatro recuerdos de la Juani, Alberto y el señor
Manolo y un par de tomas falsas (las típicas equivocaciones
de Emilio Aragón o Chechu y las risas de rigor).
Es decir, nada que no hayamos visto en Pecado original.
Sólo falta el doblaje imitación de Florentino
Pérez, digo, Fernández.
Mucho
más interesante que esto es el libro de Médico
de Familia donde se cuentan los entresijos de la serie
de Daniel Écija y sus secuaces. O eso contarán,
porque si creen que me voy a tragar semejante bodrio,
van apañaos. Como mucho he pasado las páginas
para recordar esa mezcla de Padres Forzosos,
La hora de Bill Cosby y Urgencias
que era Médico de familia. Pero prometo
que algún día, con las dosis de alcohol
y estupefacientes necesaria, me adentraré entre
sus terribles páginas, y si vuelvo de semejante
encuentro con mi destino, lo contaré en Viruete.com
Entretanto,
cojan unos dados y échense una partidita. Si ganan
con la ficha de La Juani les dejamos que cuenten unos
chistes y bailen unas sevillanas. ¡Hala, que arte
shiquillo!
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