Todo
comenzó cuando acudí a un centro comercial
a ver The Ring 2. Viendo que aún
faltaba una hora para el comienzo de la proyección,
mi acompañante y yo decidimos cenar algo, para
que el hambre no nos asaltase en la oscuridad de la sala.
Tras cenar opíparamente en un mejicano, y con mariachis
cantando corridos de fondo, el camarero nos ofreció
dos pequeños obsequios antes de irnos, un nuevo
producto que estaban ayudando a promocionar. Tras examinar
dicho regalo, no pude llegar a otra conclusión:
"tengo que hablar de esto en la web".
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¿Qué
es más difícil, tener esos dientes
o llevar ese pelo?
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¿Cuidan
su salud dental amigos? Yo les aseguro que tras mis últimas
visitas al dentista, donde pasé lo que la generación
del 38 gustaba en llamar "un puto infierno",
sí que lo hago. No por ello dejo de estar harto
de anuncios de chicles que "cuidan el PH" y
tontarías similares. Tampoco tengo un cepillo eléctrico
ni nada parecido, pero procuro lavármelos tras
comer. Pero claro, cuando uno va a almolzar fuera no suele
ir armado del cepillo de dientes (ni aunque sea de He-Man)
y el tubo para adecentarse la piñata tras la
ingestión de tripas de gorrino. He aquí
que los señores de Oral-B (sin bromas) han ideado
la solución a esta situación, para alborozo
de los más escrupulosos: las "toallitas"
Brush Away.
Ya
lo estáis viendo en el tríptico que acompaña
la bolsita de muestra. Se trata "un nuevo concepto",
una solución para limpiar nuestros dientes y refrescarnos
en cualquier sitio y a cualquier hora. Algo sin lo que
no podremos vivir, y que tendremos que llevar en uno de
esos horrorosos bolsos para tíos, que la gente
insiste en adornar con chapas de Spiderman o Murdock,
para llevar el móvil, los condones, la gafita de
sol, los clinex, un boli, una bolsa de bits rojos gastada
y una propaganda de un buffet libre que nos dieron al
salir del metro.
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Mordisqueando
el capuchón del Bic.
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Pues
precisamente por eso chicos, por si nos entran ganas de
ir a ese buffet, es por lo que debemos llevar siempre
esta tontería con nosotros. Como ven es de fácil
utilización. Uno lo abre, se lo enrosca en un dedo
y hala, a restregárselo por los caninos y molares
que nos queden. Hacer una comparación con un condón
es demasiado fácil, y ya la han pensado todos,
así que me la ahorro. Por lo demás, los
Oral B nos prometen que nuestros piños quedarán
igual que los de un Beckam, un Carlos Lozano
o un... iba a poner algún cantante de rock, pero
como ya nadie quiere parecerse a ninguno no iba a resultar
apropiada la comparación. Y además a la
mayoría se les caen las piezas de tanto darle al
jaco.
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Es
rico y famoso y se puede permitir tener esa cara.
Tú no.
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Si
realizamos una búsqueda por internet encontramos
que en el Reino Unido, entre otras celebridades,
lo está promocionando Justin Hawkings, cantante
de The Darkness. ¿Ven lo que les decía?
Cuando el vocalista abre la mandíbula en lo que
menos nos fijamos es en lo blanco que tiene las paletas,
así que Justin, puedes ahorrártelo si quieres
(pero no descuides los contratos comerciales, que su trabajo
cuestan). Pero los tipos de la compañía
han tenido que recurrir a él, una de las pocas
estrellas del rock con carisma que quedan en las islas.
Que triste panorama.
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Más
que Oral, Digital
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Ante
tal avalancha de sentimientos, al ver a un ser querido
por la web en esa situación, decidí abrir
uno y probarlo en mi propia persona, cual Ungenio Tarconi
excitado con su último invento. Para empezar,
la cosa no me cabía bien en el dedo, con lo cual
el "cepillado" fue incómodo. Por otra
parte es evidente que habrá que refugiarse en el
baño para efectuar la operación, aunque
sea para no responder siempre a la pregunta que te hará
tu/s acompañante/s "¿Qué leches
estás haciendo?" Y si bien puede que ayude
a "combatir la placa" (que no sabemos
muy bien que es pero tiene que ser algo muy malo, como
la anorexia o los malos tratos), tiene un gran handicap:
la incapacidad de sacarte los cachotes de comida que se
te quedan entre los dientes.
Mientras
que las cerdas del cepillo son capaces de quitarte las
tiras de ternera que quedan como granzas de la comida,
es evidente que con el dedo no podemos y tendremos que
recurrir al españolísimo palillo (que por
cierto es bastante nefasto para nuestra piñata).
Pero de todas formas se lo íbamos a pedir al señor
Manolo, así que tampoco tienen ellos la culpa.
Por lo demás, la sensación de frescor es
similar a la que se tiene tras tomarse un Trident
o chicle similar.
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Entrenando
para mi futura profesión
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Desde
aquí no me queda más remedio que exigir
la aparición del Brush Away doble, con dos unidades
en cada paquetito, para que lo puedan utilizar los Aliens,
que ya saben ustede gozan de dos bocas, una dentro de
otra (que sabia es la naturaleza). También estaría
interesante una versión a base de abrillantador
de plata para Tiburón, el de las pelis de
James Bond, que me comentan tiene su dentadura
algo oxidada y maltrecha de tanto arracar columnas de
cuajo con la boca. Una última variante que se me
ocurre sería la versión Oral-Sex de Oral-B,
compuesta por un juego de limpiador y condón, para
que uno mismo o su pareja pueda dar frescor y limpiar
la boca de placa antes de iniciar la sesión de
sexo oral. Una idea moderna y apropiada para estos tiempos
metrosexuales que corren.
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Dientes,
dientes, que es lo que les jode.
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Tras
pobar el producto volví a pensar en su campaña
publicitaria. Una vez más los señores de
marketing demuestran su escaso tino al ignorar al que
posiblemente podría haber sido el baluarte más
poderoso a la hora de promocionar este producto. ¿Cómo
es posible que no hayan pensado en Rob Liefeld?
El dibujante de cómics americano es conocido entre
otras cosas por las perfectas dentaduras (incluso con
piezas de más) de sus personajes, los cuales además
son tremendamente propensos a mostrarlas en todo su esplendor.
Él, y nadie más, es el indicado para ilustrar
la campaña publicitaria en vallas y prensa, y si
puede ser con personajes Marvel o DC, aún
mejor. Tiene que dar gloria ver a Cable, por ejemplo,
sacar un Brush Away de sus numerosos bolsillos (que nunca
utiliza y sospechamos sólo lleva de adorno), enrroscarse
uno en su enguantado dedo índice y darle al minicepillo.
Por no hablar de Dientes de Sable, que seguramente
querría tomar por asalto a la ONU para que declarasen
a nuestro protagonista como producto de primera necesidad.
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Esperando
feliz al Ratoncito Pérez.
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Siendo
sinceros, la idea no es mala, pero me da a mí que
lo que va a conseguir es que muchos pasen del cepillado
normal y le den al Brush, que sólo es efectivo
en un 66% en comparación a lavarte los dientes
en casa. Sin embargo la gente es tan perezosa que le veo
mercado al tema. Aunque resulta que, después de
todo este rollo que les he soltado, viene mi hermano y
me cuenta que él ha visto muchas veces gente lavándose
los dientes con cepillo y pasta en los lavabos de la universidad
sin ningún pudor. Supongo que se lo llevarán
en el bolso, con lo cual el producto y este artículo
a la mierda. Ya te vale, Javi. Por mi parte, y para terminar,
me solidarizo con Bertín Osborne cuando
se refería en tono despectivo a Sonia Arenas
con la expresión "con esa boca llena de dientes",
y es que esas fundas de la Arenas o los mega piños
de la que presenta A tu lado lo que me dan
es mucha, mucha grima.
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