Hay
experiencias que unen a una generación. Todos vimos
V, todos jugamos al Quién es quién, y todos
comimos bollos de La Pantera Rosa. Éste
singular felino ha estado presente en nuestras vidas desde
hace mucho tiempo, triunfando en todos los medios donde
ha hecho acto de aparición. Las películas
eran divertidas. Las series de dibujos, las primeras al
menos, eran sensacionales. Y el bollo.... ah, amigos,
el bollo...
El
pastelito de La pantera es algo único. Es el único
dulce que conozco que tiene chocolate rosa. Realmente
no es chocolate. No sabe a chocolate. Es una cobertura
rosa. ¿Por qué lo llamábamos chocolate
rosa? Pues porque éramos críos, y estas
cosas al final se quedan. Pero rosa, sí que era,
ya que si fuera azul estaríamos hablando del bollo
de Los pitufos. La rosada apariencia y su dulce
aroma hacían innecesaria la inscripción
de "cómeme" para que Alicia perdiera
la cabeza por ellos, como todos nosotros.
Podemos
suponer que el debemos su sabor y color al Colorante
E-124. Yo tengo un bote por casa y me lo tomo a cucharadas,
bendito colorante.
Si
nos detenemos antes en su envoltorio, nos llama la atención
dos cosas. Primero es la afirmación de que contiene
un 21% de leche. ¿Qué tratan de decirnos,
que es un alimento sano para los niños? Señora,
si quiere que su hijo beba leche, dele un puto vaso, y
deje los bollos para los que disfrutamos de estas cosas
sin complejos. Por otro lado, vemos a la pantera feliz
y escuchando música en un Walkman. No sé
que leches tendrá puesto, yo creo que le pega llevar
The Cardingans, por ejemplo. Eso sí, seguro
que no lleva ni a Nickelback ni a Mago de Oz.
Nuestra pantera es demasiado elegante para eso.
Su
interior encierra un corazón de nata. Entendedme
que uso corazón como metáfora, realmente
el bollo no tiene corazón, no está vivo.
La nata no corre a través de su supuesto organismo.
Tranquilos: no hay anticuerpos como los de Viaje
Alucinante. Y si alguna vez abro un bollo de estos
y descubro que palpita no me lo comeré, lo venderé
a una feria de monstruos o algo así. Demasiado
Cronemberg para mí. En todo caso, el bizcocho
y la nata combinan perfectamente con la cobetura y hasta
le da una variedad de colores, de tonos suaves, agradable
a la vista y al paladar.
Cabría
preguntarse qué tiene la Pantera que no tengan
el resto de felinos del mundo de la animación.
¿Por qué no tienen su pastelito otros gatos
famosos?
Leoncio
el León: Evidentemente, Leoncio no va a ninguna
parte sin Tristón. Y nadie quiere comerse un bollo
que se llame Tristón.
Silvestre:
el
pobre era un loser que no lograba atrapar nunca al odioso
Piolín, con lo cual iba a tener más bien
poco tirón.
Thundercats:
Nunca
fueron especialmente populares en España y llegaron
muy tarde.
Garfield:
Más que un bollo, este gato patrocinaría
una marca de lasañas. Además seguro que
tendrían efectos somníferos.
Felix
el Gato: este hace tiempo que está pasadísimo
de moda.
Pantera
Negra: basado en el superhéroe Marvel, que
claro, no es ni la mitad de conocido ni tiene esa elegancia
que tiene nuestro rosado amigo.
Así
que, como vemos, las alternativas eran escasas. Casi era
mejor inventarse uno, como hicieron con el Tigretón.
Uno
de los aspectos que más me gusta es la perpetua
licencia que mantiene Bimbo sobre este personaje.
¿Saben los niños de hoy quién es
La pantera Rosa? Seguro que muchos no. Ni falta que hace,
la leyenda del bollo se ha perpetuado a lo largo de los
años a pesar de que las aventuras de la Pantera
fueran sustituidas por Digimon Frontiers o
Corazón de Verano hace tiempo. Hey,
seguro que a la Igartiburu también le molan.
Pero ahí lo tienen, con su correspondiente copyright
de la United Artist.
En
todo caso, estamos ante uno de los pocos casos, como los
chupachups de Kojack en el que la licencia acaba
por importar más bien poco ante la calidad y originalidad
del producto.
Desgraciadamente
los chupachups del calvo acabaron por sucumbir. Sucederá
lo mismo con estos bollos. Tarde o temprano dejaran de
fabricarse, creo yo... Así que disfrutémoslos
mientras podamos.
Los
furbys se habían encontrado con un delicioso pastelito.
Pero tanto Ku-chai como Lu-Luh lo querían.
-Oye,
dámelo -dijo Ku-chai.
-Que
es miooooo -espetó Lu-luh
-Muerte
a ti y a tu familia
-Muerte
a ti, tu familia y tus contactos del messenger
-Mira,
si tú dar mi bollo, mi dar tú este disco
tan bonito -propuso Lu-Luh.
-Tú
creer que mi tonto, mi ya tenerlo.
-Mi
olvidar que tú tener discografía completa.
-Si
tú dejar mí comer la Pantera rosa mi regalarte
esta película tan buena -dijo Ku-Chai.
-Oye
tú, cultureta de mierda, ¡a ver con quién
te crees que estás hablando! Si no salir Jim Carrey
no interesar mí -dijo Lu-Luh muy ofendido.
-Mi
olvidar de eso. Pues tendré que pegar tú.
-¡Dejad
de pelear! -gritó una voz metalizada y desconocida.
-¿Quién
ser? -se preguntó Lu-Luh.
-Venir
en 600 amarillo, será Alfredo Landa -aventuró
Ku-Chai
-¡¡Autobots,
transfórmense!! -y dicho esto, el coche cambió
de forma.
-
Soy Bumblebee, de los autobots. Vengo a ayudaros. Creo
que la mejor solución es compartir el bollo
-¡Compartir
ser de perdedores! -gimió Lu-Luh, muy ofendido.
-Sí,
además mi encontrar una solución. ¿A
que sí, Lu-luh?- dijo Ku-Chai, con cierta complicidad
hacia su compañero blanco.
-¡Sí!
Pantera para Ku-Chai y robot para mí! -e inmeditamente
el furby incó el pico en el ser metálico.
-¡Dueeeeeeeeee!
Jaajaja. Jo, al final tú quedar siempre con la
mejor parte. ¿Estar crujiente?
En
la elaboración de éste artículo no
ha sido dañada ninguna pantera. Sin embargo, fueron
injeridos tres pastelitos de La pantera rosa, con el consecuente
daño al estómago del autor.
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